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Capítulo 1

— Mujer de veinticinco años, cáncer como causa de muerte y todos la consideraban una excelente persona.

— ¿Por cuántas horas? — Taehyung arreglaba su traje frente al espejo mientras escuchaba  a su hermano mayor leerle por última vez el correo electrónico que contenía la información de su próximo trabajo. — Realmente estoy cansado hoy, pero no queda de otra. Por favor, que no se te vaya a ir la lengua con Namjoon, creo que ninguno de los dos quiere escuchar otro sermón de su parte.

— Deja de advertirme, tendré cuidado, no soy tonto. — Rodó los ojos y el rubio sonrió ante su gesto. — Como sea, tendrás que permanecer allí dos horas y cobrarás 100 000 wones por hora. — (100 dólares) — ¿Aún te quedan lágrimas?

— No te preocupes por eso, motivos para llorar en esta maldita vida son los que sobran. — Su tono mortificado incomodó a Seokjin, quería saber qué tenía a su hermano tan afligido en el último tiempo, aparentaba que no pero era obvio que el humor del menor no era el mejor.

40 000 000 de wones al año por llorar en funerales ajenos, era lo que cobraba Kim Taehyung, quien había logrado ayudar a mantener a su familia los últimos dos años gracias a este particular empleo.

Nunca pensó que estaría trabajando profesionalmente llorando en los funerales durante el último tiempo pero lo hizo y, gracias a eso, logró pagar la hipoteca de su propia casa e incluso cubrir la deuda de su universidad. Claramente las deudas fueron acumulándose con el tiempo pero lentamente iba eliminándolas contando también con la ayuda de sus hermanos.

Lo único que tenía que hacer era asistir a funerales de personas que ni siquiera conocía y llorar como si se tratara de su propia madre o padre, llorando además en voz alta, lo que permitía que el difunto tuviera una despedida adecuada a la otra vida.

Plañidero, así es como se le conocía a esta antigua tradición china, donde se le pagaba comúnmente a una mujer para que asistiera a llorar en funerales o velorios, plañir, que significa "gemir, llorar, sollozando o clamando", resumía a la perfección lo que hacía él con gran talento. Su actuación era digna de Óscar y sus falsas lágrimas no daban margen a dudas o desconfianzas.

Pese a que pudiese sonar raro, no era nada nuevo lo que hacía, no era el primero y tampoco sería el último. El origen de este oficio proviene del antiguo Egipto donde se creía que los llantos de las personas en los funerales era capaz de limpiar el alma del difunto de los pecados cometidos en vida, facilitando así su llegada a la gloria.

Ganaba al menos 50 dólares por llorar 30 minutos y reunía hasta 40 000 en apenas un año. Entonces, siendo un chico con habilidades para el llanto no dudó en aceptar el trabajo de ser plañidero, de hecho fue una opción bastante tentadora.

Claramente no todo era tan falso como aparentaba ser, no era de hierro y en muchas ocasiones conectaba tanto con la situación, los familiares emanando dolor en cada lágrima que, esas falsas que él derramaba, terminaban convirtiéndose en reales. Muchas veces salía destrozado y ni siquiera el dinero recibido lograba levantarle el ánimo.

Había visto tantos funerales, velorios y entierros que era imposible no pensar en su propia muerte o en la de sus seres queridos. Odiaba pensar que quizás alguien lo lloraría de esa manera o que él podría derramar todas esas lágrimas por otro ser querido, así como lo hizo por sus padres.

Ese era uno de los recuerdos que siempre le llegaban a su mente y le permitía lagrimar con facilidad, justo como en ese momento.

— La vida es tan injusta. Todavía no puedo creer que después de haber estado luchando esa horrible batalla por tantos meses enclaustrada en un cuarto, finalmente haya perecido. — Sabía que tanto sus conocidos como familiares que estuvieran cerca de él realizarían ese tipo de comentarios pero nunca se termina de acostumbrar.

— Tan pobre, tan llena de luz... Comparto su opinión señora, es todo tan triste que, que... — Estalló en falsas lágrimas, hipando, sollozando como solamente él lograba hacerlo en cuestiones de segundos. — Que su alma se eleve y alcance la paz que en sus últimos años no tuvo.

Una hora después con la elegancia que lo caracterizaba, misma que relucía sin importar en el estado que se encontraba, secó sus lágrimas y retiró de la habitación donde velaban a la difunta. Recibió de parte de uno de los familiares su pago y, como fantasma que llega y se va, desapareció.

Nunca miraba atrás, no quería encontrarse jamás con esas personas y hasta el momento, siempre había sido así. Sus caminos no volvían a cruzarse luego de los velatorios  y sinceramente lo agradecía.

+++

— ¿No piensas decirle a tu novio qué es ese trabajo que estás haciendo que casi no te deja tiempo para estar conmigo? — Cada vez que esa pregunta salía a relucir, se encogía en su sitio. No estaba cometiendo ningún delito pero aún así se sentía mal.

¿Qué le iba a decir a su pareja? Pues nada, trabajo llorando en funerales de desconocidos. Unos días lloro más que otros, a veces grito y pataleo, otras simplemente me paro allí con un pañuelo a sollozar, mientras entablo conversaciones llenas de condolencias. No, no podía decirle eso porque una parte de él se avergonzaba.

— Un trabajo de medio tiempo cualquiera para reforzar lo que en la empresa gano. — Eso fue lo único que le dijo, algo que ya le repetía a casi todos como un guión ensayado.

Se dejó abrazar, contemplando la vista de la ciudad. Estaban allí juntos en el apartamento de Park Seojoon pero la incertidumbre en su pecho seguía atormentándolo. Ya llevaban todo un año en una relación que no había avanzado casi nada. Por un lado, su pareja seguía guardado en el clóset, por su familia, trabajo e incluso esa chica con que le estaban presionando salir.

Si bien todo comenzó como una relación de oficina, sus sentimientos cambiaron a gran velocidad. Lo que eran simples conversaciones en las pausas y besos esporádicos en alguna oficina vacía, escalera o baños, escaló a encuentros en hoteles y de ahí al apartamento del mayor.

Sin embargo, allí se estancó todo porque lentamente los peros e inconvenientes fueron apareciendo. Primero porque eran jefe y empleado, él era un mero diseñador gráfico en el departamento de marketing mientras que Seojoon era el gerente general del departamento.

Por otro lado, estaban sus padres, quienes lo querían emparejar con la hija del presidente de la empresa donde trabajaba. Estos eran el mayor problema, el motivo por el que su novio temía salir del armario y de cierta forma, lo entendía.

Él no tuvo la oportunidad de decirle a sus padres de su preferencia antes de que estos murieran en un accidente de tráfico pero cuando el momento de contarle a sus hermanos llegó también se debatió mucho.

Era normal sentir miedo, lo comprendía y por eso lo apoyaba. No obstante, no era menos cierto que de vez en cuando dudaba de lo que tenían, odiaba sentirse completamente en stand-by.

— ¿Qué te pasa, por qué esa cara? — El mayor lo volteó para observarlo, podía sentir la incomodidad en Taehyung pese a que este no decía nada. — ¿Algo que quieras decirme?

— Hyung... ¿Has hablado con Jiwon? — Su voz era trémula, no le gustaba tocar ese tema pero no podía evitarlo tampoco. Necesitaba saber el terreno que estaba pisando porque en vez de avanzar, estaban retrocediendo. — Sé que dijiste que hablarías con ella pero...

— ¿Otra vez con eso?  — Puso distancia entre ambos dirigiéndose al mini bar, agitando su cabello con su rostro desencajado. — Ya hemos hablado de esto varias veces, ya te dije que hablaré con ella a final de mes pero necesito un chance. No puedo llegar y decirle que sin importar lo que diga mi familia no voy a tener una relación con ella porque hay muchas cosas en juego.

— Sí, pero es que lo has estado dilatando sin necesidad. ¿Qué diferencia hay entre decirle esta semana o dentro de dos semana? ¿Por qué tienes que esperar?

— Porque sí, ¿de acuerdo? Ya te dije lo que iba hacer te guste o no así serán las cosas. Si tanto te molesta tienes dos opciones, te aguantas o te largas de una vez. No estoy de ánimos para estar lidiando con estas estupideces cada vez que tenemos un momento para estar juntos. ¿Hace cuánto no nos veíamos fuera de la empresa?

— Casi un mes. — Realmente lo había extrañado en todo ese tiempo en el que no se habían visto como deseaban y si era sincero consigo mismo, lo que menos necesitaba esa noche era discutir con él.

— Ya ves, ¿y así quieres que pasemos las pocas horas que tenemos hasta mañana?

— No, no quiero que pasemos así el poco tiempo que tenemos juntos. — Caminó hasta él para envolverlo en un abrazo y regalarle una amplia sonrisa junto con un beso. — ¿Comemos?

— Sí, tengo mucha hambre. Tomemos un baño y salgamos a comer, esta noche invitaré yo. ¿Mmm? ¿Qué te parece el plan? — Musitó al oído del menor que sonreía debido a las cosquillas que su respiración le causaba.

— ¿Vamos a bañarnos? Porque a este ritmo dudo mucho que lleguemos al baño.

— Claro que sí iremos a bañarnos pero para eso debemos ensuciarnos primero y yo voy ayudarte, bueno, ayudarnos. — Con destreza comenzó a desnudarlo, entre besos desesperados y toques un tanto toscos. — Estoy muriendo de deseos por perderme en ti.

— Yo también pero puedes tener más tacto, ir más suave porque mi trasero no se va a ir a ningún lado.

Casi siempre sucedía igual pues aunque el sexo con su pareja no era el peor o el mejor del mundo, el vacío entre ellos iba más allá de la cama. Se conocieron como en un drama romántico, el romanticismo al inicio fue casi empalagoso pero lo hacía sentir bien, ser mimado por él lo llenaba de dicha. Mas, lentamente se fue disipando junto con todas las cosas que habían entre ellos.

No era del todo ingenuo, a decir verdad, sabía perfectamente que ya su novio no sentía por él lo mismo que al comienzo. Tal vez nunca fue tan hermoso e intenso como se lo imaginó pero quería confiar en que solamente estaban pasando por una racha debido a todo el estrés por el que estaba sometidos, en el trabajo, con su familia, deseaba creerle. 

Es por eso que justo como en ese momento donde tenían sexo salvaje pero sin sentir nada, donde Seojoon estaba más concentrado en su propia satisfacción que en el disfrute de ambos, cerraba sus ojos y se dejaba hacer sin decir absolutamente nada. Esperaba, estaba esperando con paciencia a que todo mejorara entre ambos.

Siguieron sus planes pero, al llegar la mañana la magia desapareció como el encanto de la madrina de cenicienta. Seojoon debía encontrarse con sus padres y él regresar a la casa para ayudar a sus hermanos, descansar como su cuerpo necesitaba. Un sábado lleno de tranquilidad y algo de aburrimiento se le avecinaba.

Fue despertado apresuradamente y de la misma forma se marchó para no retrasar mas a su pareja que se había quedado dormido, sin poder desayunar siquiera.

Colocó a todo volumen la música en su vehículo, cantando a pulmón limpio mientras dejaba sus lágrimas llenas de mortificación fluir. Era simpleza o necedad el llorar por lo que no podía remediar. Podía decir que se pasaba su vida llorando pero no iba a dejar de hacerlo, en ello dejaba salir su dolor, las lágrimas y suspiros desenconaban su corazón afligido.

Prefería llorar porque las lágrimas que no brotaban se depositaban en su corazón, lo cubría de costras y paralizaba porque el llanto que no era evidenciado hacía que todo doliese el triple. 

Lloró en el estacionamiento viendo incluso partir a Seojoon antes que él, aún cuando había bajado mucho antes que el mayor. ¿Por qué se permitía seguir así?

— Cuéntame, ¿cómo te fue? — Seokjin lo abordó apenas entró por la puerta de la casa. No tenía deseos de ponerse a contarle pero sabía que si no lo hacía él le sacaría la sopa más temprano que tarde. — Estamos solos hasta que Namjoon regrese en unas horas con su pareja.

— ¿Pareja? — Ensanchó sus ojos por la sorpresa, causando una estruendosa risa en el mayor de los hermanos. — ¿Desde cuándo Nam tiene pareja?

— No sé en dónde has tenido tu cabeza en el último tiempo que no te enteras de nada. Solías ser el más chismoso de la familia.

— Ah, fíjate debo tener mal la información porque hasta donde tengo entendido ese eras tú. — Rió negando por la mueca del mayor.

— Yo no cuento, porque lo mío es profesional y no cualquiera puede llegar a mi nivel en la captación de información.

— Así se le dice ahora al chisme, captación de información. — Lo apartó terminándose de quitar su abrigo, removiendo su rubio cabello.

— Te he explicado muchas veces que no soy chismoso y no me gusta el chisme, solamente quiero estar bien informado e informar a los demás si es necesario. — Sacudió el pijama que aún llevaba puesto desde que se levantó y le besó el cachete. — Pero no me cambies el tema, eso no era de lo que estábamos hablando.

Tiró de su brazo hasta el comedor y lo sentó poniéndole un plato delante lleno de frutas, otro con trozos de jamón y queso mientras que enredaba las tiras del delantal alrededor de su cintura. Muy bien sabía él que una vez más el menor llegaba a la casa sin comer nada, el crujido de su barriga se lo confirmó. Un par de huevos revueltos después, él también se sentaba a la mesa.

— ¿Tú crees que vale la pena seguir esperando? Existen millones de hombres, existen más homosexuales de los que imaginas y aunque en la actualidad encontrar a una pareja es como buscar una aguja en un pajar, habrán mejores cosas que un reprimido manager que piensa solamente en él y que nunca saldrá del clóset. Porque él sigue navegando con bandera de macho heterosexual ocultando que le gusta más el chorizo que la papaya.

— Jin, ya nosotros hablamos, a final de mes todo estará bien. Él arreglará sus cosas, seguro hablará con su familia y todo se resolverá. Yo pasé trabajo para decirles que me gustaban las personas de mi mismo sexo y tú pasaste por lo mismo cuando conociste a Yoongi. Debo darle tiempo, se lo debo.

— Perdón pero tú a ese no le debes nada. — Vertió más jugo ignorando la mirada de reproche que sabía que estaba recibiendo.

— ¿Por qué eres así? Él no te ha hecho nada para que le tengas esa tirria, ni siquiera lo conoces.

— Exactamente, ni siquiera lo conozco porque el niño no ha querido vernos o conocernos. Comprendo que a sus padres no le diga nada pero si ya le dijiste que nosotros no diríamos nada y somos de mente abierta, ¿por qué sigue sin dar la cara? A mí no me ha hecho directamente nada pero sí a ti, eres mi hermanito pequeño y quien te daña no obtiene empatía de mi parte. Así que me perdonas pero debe ser jodidamente increíble si quiere cambiar mi opinión.

— Bueno ya, dejemos hablar de mí. — Suspiró vencido. — Mejor cuéntame de la pareja de Nam, ¿hombre o mujer? ¿Cómo se llama?

— Estoy tan desinformado como tú, ya sabes que ese insoportable es demasiado reservado. No quiso hablar de ello hasta que fueran oficialmente novios. Tan chapado a la antigua como siempre, por eso vendrá en unas horas para presentar a su pareja. Ya iba siendo hora. — Se encogió de hombros frente a la sonrisa burlesca de Taehyung. — Termina de desayunar, te toca ayudarme a preparar todo para recibir a nuestro futuro cuñado o cuñada.

Las horas fueron pasando y antes de darse cuenta, la noche reinaba en la ciudad de Seúl. El frío dominaba las calles pero el interior de su hogar estaba cálido y no solamente por la calefacción que peleaba contra las bajas temperaturas, sino por el cariño y entusiasmo que emanaban. Quizás afuera podía carecer de esto pero en su familia, amor y calidez era lo que sobraba.

— Ya llegaron... — Avisó Jin yendo abrir la puerta sonriente y ansioso.

Justo en ese instante recibió Taehyung una llamada, una familia que recién perdía a dos de sus integrantes, planeaban velarlos en algunas horas y sus servicios estaban siendo solicitados. Le estaba ofreciendo el doble por cada uno de los fallecidos y aunque solamente sería una hora, ese dinero le caería muy bien.

Pidió que mandaran los detalles por mensaje de texto y finalizó la llamada mirando en dirección a la sala, viendo llegar a su hermano con su pareja. Muy lentamente guardó su móvil, dando pasos cortos y pequeños hacia los recién llegados evidentemente sorprendido.

— Amor, ellos son mis hermanos. El mayor, Kim Seokjin y mi hermanito, Kim Taehyung. — Pronunció señalándolos. — Él es mi pareja...

— Park Jimin. — Mencionó el menor observándolo fijamente recibiendo una sonrisa en respuesta.

— ¿Cómo es eso? ¿Se conocen? — Cuestionó Namjoon paseando su vista de un lado a otro.

— Sí, amor. Taehyung y yo nos conocemos, él es amigo de mi hermano Park Seojoon, trabajan juntos en la misma empresa y nos hemos visto en algunas ocasiones. No pensé encontrármelo aquí, que fuera tu hermano. Es que verdaderamente este mundo es un pañuelo. — Se inclinó ante al que él sabía que gustaba de su hermano aunque este no tuviera idea de que conocía este hecho. — Bueno verte, cuñado. Placer conocerte oficialmente. ¿Cómo estás?

Taehyung supo disimular su asombro, tener al hermano de su pareja frente a él era una gran sorpresa, una casualidad inesperada. Hasta donde él tenía conocido, Jimin era soltero. Al comienzo todos se envolvieron en un raro silencio pero varios minutos después todos comían y conversaban con gran entusiasmo.

— No sabía que tenías una relación, tu hermano me dijo que eras soltero. — Comentó sonriendo, sosteniendo su copa mientras eran testigos del más bochornoso intento de baile protagonizado por los mayores hermanos Kim.

— Pues es que aún no le he dicho a mi familia de mis preferencias y menos que estoy en una relación. Fue por eso que decidimos venir aquí  hoy porque mañana me toca enfrentar a mis padres. — Dejó que la bebida acariciara su garganta procesando sus propias palabras. — Necesitaba la energía que Namjoon me comentó que tenían ustedes, así llegaré allá con nuevos bríos.

— ¿Quieres a mi hermano?

— Lo amo. Namjoon significa mucho para mí y en estos seis meses que llevamos de relación, he ganado tanto a su lado que no sé cómo expresártelo con palabras. Soy feliz con él y quiero amarlo con libertad. Es por eso que pienso contarle todo a mis padres sin importar si me aceptan o no.

— Me impresiona y alegra mucho tu valentía pero me sorprende dado al carácter estricto de tus padres. Me sorprende que no te quieran emparejar con alguien como lo hacen con Seojoon. Sé la presión que infligen en ustedes.— Comenzó sirviéndole un poco más de bebida.

— ¿Presión? Bueno, mis padres hace años que no presionan a mi hermano con el tema de la novia ya que él tiene una relación estable con Kim Jiwon, ya la conoces, la hija del presidente de la compañía en donde trabajan. Conmigo de vez en cuando tocan el tema de una novia y asentar cabeza pero no me presionan con ello. No sé por qué piensas eso. — Las manos de Taehyung se volvieron trémulas, dejando de servirse.

https://youtu.be/HL0CpVprb9U

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