Un recuerdo
Después de una glamorosa gala de premios televisivos donde Joe Keery brilló con su carisma y talento, y yo solo bebí con mis amigos y hasta tuve un fuerte discusión. Decidimos o, mejor dicho , Joe decidió que lo mejor que podíamos hacer era relajarnos en la playa para disfrutar de un merecido descanso. El sol poniente pintaba de tonos cálidos el horizonte mientras caminábamos por la orilla, sintiendo la arena suave bajo nuestros pies descalzos.
—¿Estás bien? —preguntó Joe con una sonrisa, mirándome mientras jugueteaba con el agua.
Simplemente, asentí, pero en mi mirada había algo de inquietud. La atmósfera relajada contrastaba con mis pensamientos tumultuosos.
—Joe, ¿crees que todo esto es correcto? —dije, buscando los ojos de él con preocupación—. Quiero decir, somos diferentes, no sé si...
Su mirada me demostró que lo que le estaba diciendo, no le importaba en lo absoluto. Ser diferentes no iba a cambiar absolutamente nada, es más, para él, no éramos nada distintos.
—Shh, no pienses en eso ahora —interrumpió él, acariciando mi mejilla con ternura—. Estamos bien juntos, eso es lo que importa.
Volví a asentir, pero la duda aún persistía en mis ojos mientras continuábamos paseando por la playa, disfrutando del sonido calmante de las olas rompiendo suavemente.
Lo mejor que podíamos hacer en una noche tan bonita y agotadora era retirarnos a un hotel cercano para descansar. Al llegar al hotel después de la gala, fuimos recibidos con un servicio impecable y atento. El personal del hotel, al reconocer a Joe como una figura pública, nos dio una cálida bienvenida y nos acompañó a su suite reservada para asegurarse de que estuviera completamente a su gusto.
La suite era espaciosa y lujosa, con vistas impresionantes al mar que se extendían hasta el horizonte. Con Joe nos sentimos aliviados de estar en un ambiente tranquilo después de la agitación de la gala y la tensión emocional que habíamos experimentado.
El personal del hotel se aseguró de que tuviéramos todo lo que necesitábamos: desde bebidas refrescantes hasta detalles adicionales en la habitación que hiciera que nuestra estadía aún más cómoda. Con él fuimos tratados con respeto y profesionalismo, sin mencionar ninguna intrusión innecesaria de parte del personal o de otros huéspedes curiosos.
Después de un breve momento para descomprimirse y relajarse en la suite, decidimos bajar al restaurante del hotel para disfrutar de una cena tranquila. Allí también fuimos tratados con cortesía y atención especial por parte del personal, quienes aseguraron que su experiencia culinaria fuera excepcional.
En resumen, la llegada al hotel después de la gala fue recibida con hospitalidad y profesionalismo por parte del personal, permitiéndonos disfrutar de un tiempo de descanso y relajación sin preocupaciones adicionales.
—No puedo creer lo que te pasó hoy —dijo él con diversión.
—No me lo hagas recordar...
Mientras estábamos socializando con otros invitados importantes de la industria del entretenimiento, ocurrió un incidente inesperado que rompió momentáneamente la formalidad del evento.
Mientras Joe está en medio de una conversación con un director reconocido, yo, intentando manejar elegantemente un plato de aperitivos, tropecé ligeramente con una planta ornamental colocada estratégicamente cerca de la mesa. En un intento por evitar una caída completa, terminé derramando parte del contenido del plato sobre la mesa del otro lado, justo donde se encontraba una famosa actriz conocida por su elegancia.
La actriz, inicialmente sorprendida y luego con una sonrisa amable, se rió del incidente junto con los demás presentes. No sabía en donde meterme, estaba visiblemente avergonzada pero tratando de mantener la compostura, me disculpé rápidamente y ayudé a limpiar el pequeño desastre, mientras que Joe, haciendo gala de su encanto natural, logró distender la situación con un comentario oportuno que provocó risas entre los presentes.
Este momento no solo aligeró el ambiente tenso de la gala, sino que también mostró la capacidad que tenía para manejar situaciones incómodas con gracia y humor, ganándose la simpatía de los presentes y fortaleciendo aún más nuestra conexión como "amigos".
—No estuvo tan mal.
—Fue horrible, pero me salvaste de algo que podría haber arruinado mi carrera y eso te lo agradezco mucho —comenté con seguridad.
Después de una cena tranquila y una conversación que reavivó las chispas entre ambos, regresamos a las habitaciones, nuestros corazones aún palpitando con la emoción de la noche. A pesar de la conexión evidente entre ambos, decidimos ser prudentes y optamos por dormir en habitaciones separadas debido a las expectativas y normas públicas que rodeaban nuestra situación.
Mientras nos despedíamos en el pasillo, una mirada intensa se cruzó entre nosotros, llena de deseo y promesas silenciosas.
—Es lo correcto por ahora —murmuró Joe, su voz cargada de anhelo reprimido.
Asentí con una sonrisa triste, deseando poder desafiar las convenciones en ese momento.
Entramos en nuestras habitaciones, sintiendo la distancia física aún más abrumadora que antes. Me se dejé caer en la cama, mirando al techo con frustración contenida, mientras su mente volvía a los momentos compartidos esa noche. Me curruqué bajo las sábanas, sintiendo el calor de la cena y la cercanía emocional aún flotando a mi alrededor.
Ambos sabíamos que la conexión que compartíamos iba más allá de las apariencias y las expectativas externas. Nuestros corazones, ansiaban estar juntos, más cerca, compartiendo más que solo palabras. Pero por ahora, nuestros deseos debían esperar, encerrados en el silencio de la noche y en las paredes separadas de las habitaciones de hotel.
Sin embargo, la paz se vio interrumpida al día siguiente cuando la persona que siempre subía Fake News, quien había seguido discretamente nuestros pasos, decidió tomarnos fotos y empezar a publicar falsas noticias en su plataforma de redes sociales.
—¡Mira esto! —exclamé, mostrando mi teléfono a Joe con incredulidad mientras él revisaba las publicaciones—. ¡Están diciendo que tú y yo...!
Joe frunció el ceño, disgustado por las mentiras que se estaban esparciendo como pólvora en línea.
—No puedo creer que hayan inventado todo esto —dije, con la voz entrecortada por la indignación y la confusión-. ¿Qué vamos a hacer?
Joe apretó los puños, pensando rápidamente en cómo abordar la situación.
—Primero, tenemos que aclarar esto —dijo con seriedad.
Ambos nos pusimos manos a la obra, contactando a nuestros representantes y aclarando la verdad a través de las redes sociales y medios de comunicación. Aunque logramos desmentir las noticias falsas, el incidente dejó una marca en nuestra relación y en la confianza que habíamos construido.
A medida que el día avanzaba y las aguas se calmaban, con Joe nos aferramos más fuerte el uno al otro, recordándonos mutuamente que juntos podíamos superar cualquier desafío.
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