Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

La foto

Ya habían pasado, alrededor de dos semanas, desde la primera filmación.

Íbamos a filmar un capítulo decisivo, pero esta vez me llamaron para cancelar, ya que Maya tenía varicela y nadie podía ir a compartir set.

Estaba hablando con Stefanie de todo lo que se me permitía contarle de la serie, pero ella quería saber qué estaba pasando entre mí y Joseph Quinn. ¿Se deben estar preguntando qué demonios fue lo que pasó en estas dos semanas? Bueno, yo también me sorprendí a decir verdad. No esperaba nada de lo que había pasado y realmente creía que estaba en un sueño.

—¿Vas a salir con él o no?  —me preguntó.

Negué.

—No lo sé...

—Deja de pensar en Joe Keery, él no te merece —dijo con seriedad—. Solo se quería acostar contigo y...

Hizo una pausa alzando ambas cejas.

—¿Y...?

—¿Lo logró? ¿Te acostaste con él?

Rodé los ojos divertida y negué.

—No, salí corriendo como una niña pequeña del auto —le respondí con sinceridad.

Ella se tapó la cara sin poder creer.

—¡No me jodas!

Me encogí de hombros.

—Él no me conocía y ya se quería acostar conmigo, claro que no.

—Aaah, ¿por eso piensas en Joseph Quinn? No me mientas, ustedes dos están muy juntos —me señaló con su dedo índice.

Solté una risita divertida y negué.

—No, no quiero nada con nadie. —Me senté en la cama—. Me quiero enfocar en mi carrera, al menos por ahora.

—¿Y luego? ¿Las cosas no se ponen tensas cuando estás con Joe? Digo, tu personaje es...

—¡Cállate! —le di un golpe en el hombro.

Ella soltó una risita.

—Okay, pero...

—¡Pero nada!

Sonríe amplia.

—A mí no me engañas.

Me crucé de brazos.

—No.

Alzó los brazos y negó divertida, luego se acercó a la puerta de la casa, la abrió y se giró para cerrar y mirarme fijamente.

—Yo que tú no salgo de la casa.

La miré confundida, no entendía lo que estaba pasando. ¿Por qué no podía salir de aquí? Reí leve y me acerqué a la puerta, miré por la ventanita de arriba y noté a un montón de personas rodeando la casa. Bajé la cabeza y me agaché.

—¿Qué demonios está pasando? —le pregunté señalando.

Ella me miró y solo negó.

—No tengo idea, se ve que los fans encontraron tu casa —me explicó—. ¿Diste tu dirección o algo así?

Me senté en el suelo, tratando de hacer memoria y negué. Nunca había dicho nada al respecto.

—No, jamás.

Agarró su celular y se puso a buscar información, rápidamente encontró lo que hacía sucedido. Al parecer, un usuario llamado @lunanuevaazul había publicado una foto de Joe Keery y mía hablando en la puerta de mi casa con la siguiente descripción:

_____ Ferraioli y Joe Keery fueron víctimas de una persecución de los paparazzis porque fueron vistos muy juntos al salir del set de Stranger Things y ya empezaron a salir rumores de un posible romance. ¿Te gustaría esta pareja?

—¿Quién escribió esa mierda? —Agarré el teléfono de mi amiga y negué—. Esa lunanuevaazul me las va a pagar.

Stefanie me sacó el teléfono de las manos y negó.

—Tranquila, gracias a esta publicación llegaste a los dos millones de seguidores en Instagram, _____. Te hizo un favor.

Solté una carcajada sonora y asentí.

—¿Qué favor? ¡Nooo! Ahora toda esa gente no se irá —dije con seriedad.

Estaba enfadada, no me gustaba estar así, pero no podía negarme que la idea de haber llegado a los dos millones sí me había gustado.

—Bueno, yo qué sé...

Mi celular comenzó a sonar y atendí.

—¿Sí?

—¿_____? —preguntó aquella voz familiar.

—Sí, Joe, soy yo. ¿Viste esa publicación?

Él no respondió hasta que escuché una risita salir de sus labios.

—Ahora sí.

—Sí, muy divertido. —Rodé los ojos—. No le veo la diversión a esto.

—Yo sí, pero no te llamaba por eso, sino porque... —Hizo un silencio—. También lo tengo.

Mi ceño se frunció y no entendí a lo que se refería.

—¿También lo tienes? ¿Qué cosa tienes?

—Varicela —respondió—. Y si yo lo tengo, tú también.

Entonces, fue mi risa la que se escuchó esta vez.

—No, yo ya tuve varicela, Joe. Te deseo suerte porque es una verdadera tortura. —Hice sonidito de beso—. Nos vemos.

Terminé la llamada y me senté en el sofá.

—¿Qué pasó? —me preguntó Stefanie.

—Parece que casi todos en el set tienen varicela —le expliqué—. Yo ya tuve, así que estoy bien.

Mi amiga negó y me señaló.

—¿Por qué no vas a cuidarlo? —Hizo un baile de cejas.

La miré con el ceño fruncido y negué rotundamente.

—No, oooh, no, por Dios... ¡Dios, apiadate de mi alma! ¿Cuidar a un hombre enfermo? —Reí negando más de una vez—. Y menos a ese hombre.

Se cruzó de brazos y me miró.

—Ve, ¿total? —Se encogió de hombros—. Él está enfermo, ¿qué podría hacerte?

Pensé que tal vez no era mala idea, o sea, podríamos hablar de todo eso que había pasado cuando nos conocimos y tratar de arreglar las cosas.

—No lo sé, sí... Puede ser.

—¡Dileee! —Me lanzó mi teléfono.

Agarré el celular, miré el número de Joe, luego a mi amiga y negué.

—No sé...

—¡Solo hazlo! —gritó—. Llámalo o lo haré yo.

—Está bien, lo haré yo.

Marqué el número y luego esperé a que me atienda. No tardó demasiado en hacerlo.

—¿Necesitas ayuda? —Fue lo primero que se me ocurrió decir.

—No sabes cuanta —me respondió.

—Bien, te ayudaré.

Me pasó la dirección de su casa y terminé la llamada.

—¡Tienes que verte hermosa! —Me jaló Stefanie.

Solté una carcajada y la empujé leve.

—No, iré así. Vámonos —ordené caminando a la puerta.

Los paparazzi ya no estaban, así que no me preocupé por nada, subí al auto de Stefanie y ella empezó a manejar. Tardamos casi dos horas en llegar a la dirección, pero lo hicimos.

La fachada de la casa era minimalista, aunque los ventanales eran algo hermoso. Los colores eran blancos y negros, no había mucho para describir, solo un árbol de Jacarandas que llamaba mi atención.

—Llámame y vendré por ti.

Asentí.

—Gracias, Stef.

Ella se fue y me acerqué a tocar el timbre. Se escuchó un sonido peculiar y la puerta se abrió, ingresé, cerré y luego empecé a subir las escaleras.

En la sala de estar, estaba él rascando su brazo como si no hubiera un mañana. De inmediato, me acerqué y le pegué en la mano.

—No te rasques, te dejará marcas.

Paró de rascarse y asintió con una dulce sonrisa sobre sus labios.

—Tuve que enfermarme para que vinieras...

Lo miré a los ojos.

—Sí, muy divertido. A ver, traje un par de cosas que me ayudaron cuando era niña —le pasé a bolsa—. Te pondré este talco que hace que no pique tanto, esa crema te ayudará demasiado —le señalé—. ¿Dónde te pica? —le pregunté abriendo el talco.

Se levantó la remera y se dio vuelta, mostrándome su espalda. Me acerqué con el talco y se lo esparcí, noté los lunares en su piel y sonreí leve.

—No siento nada diferente —soltó de golpe.

Agarré más talco y se lo pasé.

—¿Mejor?

¿Por qué me presté a esto? No debí haberle hecho caso a Stefanie.

Acariciar la piel de Joe un viernes a la 1:26 de la noche no era el plan que tenía en mente.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro