8
Bajé las escaleras cargando una maleta mientras Yoongi traía dos más. Mi padre rápidamente se acercó ofreciendo su ayuda. "Gracias, papá", le dije con una sonrisa.
—Dejemos esto aquí y comamos —dijo él con su característica sonrisa.
Nos sentamos a la mesa y empezamos a comer. Al terminar, él comenzó a hablar. "Yoongi, sé que Jimin a veces puede ser caprichoso, pero tiene un buen corazón. Por favor, si algún día tienen problemas y no saben cómo solucionarlos, pídanme ayuda. Prometo no tomar partido y ayudarlos. Lo digo porque yo hubiese querido que me ofrecieran ayuda en su momento".
"Gracias, aprecio su buena voluntad y saber que contamos con usted", dijo Yoongi con gratitud.
"Gracias, papá, por siempre ser tan considerado", añadí, abrazándolo con fuerza. Pero Yoongi interrumpió.
—¿Listo para irnos? No quiero conducir muy tarde, y puedes venir mañana a ver a tu padre si así lo deseas.
—Sí, vamos. Aunque, papá, no creo que ahora pueda venir muy seguido. Me uní al comité de baile, pero luego hablaremos más de eso.
—Está bien, hijo. Estaré ansioso por saber al respecto —dijo mi padre con una gran sonrisa.
Tomamos nuestras cosas y nos despedimos nuevamente de mi papá, quien nos deseó buena suerte y nos recordó que siempre seríamos bienvenidos en casa. Subimos al auto y nos dirigimos a nuestra nueva casa, ambos sumidos en nuestros pensamientos, sin decir una palabra.
Llegamos a la casa y en el portón había una figura de una mujer esperando. Era Jandi, la novia de Yoongi. Él bajó el vidrio del auto y le preguntó: "¿Qué haces aquí?".
"Me pasaste la dirección y vine", respondió ella, pero para mí no pasó desapercibido que traía consigo una maleta.
—Sí, pero ¿y esa maleta? —preguntó él.
—Para que vivamos juntos, ¿no era ese el plan?
Para mí, había escuchado suficiente. Me bajé del auto y tomé mi bolso, buscando la llave para entrar y marcharme en mi auto, pero Yoongi inmediatamente salió detrás de mí.
—¿Qué pasó? —me preguntó.
—¿Qué pasó? ¿Me preguntas? Teníamos un acuerdo, pero si tú vas a romper el acuerdo, ahora mismo me voy.
—Jimin, por favor, detente. Es un malentendido. Jandi, amor, yo te envié la dirección, pero no porque vivirías aquí. Sé que era nuestro plan, pero esta casa es de Jimin y mis padres, o su padre, puede venir aquí en cualquier momento y podría traernos grandes problemas.
—Entonces, ¿planeas dejarme en mi pequeña casa? —preguntó Jandi, como si estuviese indignada.
—Pagaré un lugar más cómodo para ti, lo prometo.
—Llévame a mi casa, entonces, por favor.
Yoongi volteó a mirarme, buscando mi aprobación.
—¿Qué? No me mires. Es tu novia, no puedes dejarla irse sola, menos con su maleta. Yo ya estoy aquí, por mí no te preocupes.
Era insólito que yo dijera "su novia" cuando él es mi esposo. Definitivamente estoy mal de la cabeza.
Lo vi irse con ella y suspiré, entrando en la casa. Allí vi el montón de cajas y recordé que el padre de Yoongi enviaría los electrodomésticos, colchones y demás. No sabía por dónde empezar. ¿Cómo puedo armar una cama? Tomé mi teléfono y no sabía a quién llamar. No importa, lo haré yo solo. Empezaré por armar la cama; después de todo, lo que más deseo es dormir.
Subí las cosas por la escalera y llegué a la que quiero que sea mi habitación. Es grande, tiene una hermosa vista al jardín y un enorme baño con una bañera de hidromasaje. Las paredes estaban pintadas de un suave color azul que me transmitía tranquilidad. Así fui armando las cosas. Las horas pasaban y eran las dos de la mañana, y Yoongi aún no regresaba. Ya había armado mi cama y la de él, las mesas de noche e incluso instalé la cabecera de la cama. No resistí más y, apenas me recosté en mi cama, me quedé dormido.
Al día siguiente, desperté y Yoongi aún no había llegado. Tomé mi celular para llamarlo, pero me abstuve. Después de todo, ni él ni yo tenemos ninguna responsabilidad el uno con el otro. Luego de asearme y vestirme cómodo, llamé a Tae.
—Jimin, hasta que te acuerdas de mí.
—Para nada, ayer te escribí y llamé, y nunca atendiste.
—Era la pasarela y estaba estresado. En fin, ¿qué me vas a pedir?
—¿Me ayudarías a armar las cosas de mi casa?
—¿Yo armar cosas? Te puedo dar apoyo moral si a eso te refieres.
—Sí, también me sirve. Ven a mi casa, ya te envío la dirección.
—Listo, ya la recibí. Iré para allá y te llevaré café.
Está bien. Colgué la llamada y busqué entre los contactos del grupo de estudiantes de la universidad el número de Hoseok. Le envié mi dirección con un mensaje que decía: "Necesito ayuda para armar las cosas de mi casa. Por favor, ven a esta dirección. Soy Jimin".
Mientras esperaba, decidí organizar un poco más. Abrí algunas cajas y comencé a colocar los utensilios de cocina en su lugar. La cocina era moderna, con electrodomésticos de acero inoxidable y una isla central que sabía que sería perfecta para desayunos rápidos. El sol empezaba a entrar por las ventanas, iluminando la sala de estar, que aún estaba llena de cajas.
Finalmente, escuché el timbre. Era Tae, con dos cafés en la mano y una sonrisa en el rostro.
—¡Buenos días, Jimin! —dijo, entregándome uno de los cafés—. Vamos a ver qué podemos hacer.
Nos pusimos manos a la obra, y aunque Tae no era muy hábil con las herramientas, su compañía y su sentido del humor hicieron que el trabajo fuera más llevadero. Poco después, llegó Hoseok, quien resultó ser mucho más eficiente en el montaje de muebles.
—¡Gracias por venir, chicos! —dije, sintiéndome aliviado de no estar solo en esto.
—No hay problema, Jimin. Para eso están los amigos —respondió Hoseok, mientras ajustaba una estantería.
Con su ayuda, logramos avanzar bastante. La casa empezaba a tomar forma y, aunque aún quedaba mucho por hacer, me sentía más tranquilo sabiendo que no estaba solo.
Eran las cuatro de la tarde y finalmente habíamos terminado de organizar todo, pero Yoongi aún no había llegado. Me daba gusto que Hobi y Tae habían estado interactuando y haciéndose cercanos, pero el ambiente se rompió cuando la mamá de Yoongi llegó a la casa. Solo escuché el timbre sonar y vi por la ventana de la cocina que era ella. Mi piel se erizó; ella es un alfa tan imponente que me da miedo. Tragué en seco, tomando la valentía suficiente, y abrí la puerta. Lo primero que dijo fue:
—¿Pensaban dejarme toda la tarde afuera?
—Perdón, tía, es que estaba bajando las escaleras —respondí, tratando de mantener la calma.
—Pues eres muy lento, Jimin. ¿Dónde está mi hijo?
—No lo sé, tía.
—Se casaron hace dos días y no sabes dónde está tu esposo —preguntó ella, tomando mi cara y haciéndola a un lado—. Ni te ha marcado. ¿Pero qué significa esto?
—Tía, él salió hace dos horas a buscar cosas que nos faltan.
—¿Crees que nací ayer, Jimin?
—Ustedes dos, váyanse. Yo me quedaré a esperar junto a Jimin a mi hijo.
—¿Quién se cree que es, v...?
—Tae, por favor, amigo, gracias por la ayuda, pero vete. Les escribiré luego, lo prometo. Y gracias, Hoseok, también por venir.
Ambos salieron y yo me senté como si fuese un niño pequeño en el otro sofá, siendo observado por mi suegra. El silencio en la sala era abrumador. Sentía su mirada fija en mí, juzgándome. Traté de mantener la compostura, pero mi mente estaba llena de preguntas y preocupaciones. ¿Dónde estaba Yoongi? ¿Por qué no había regresado? ¿Qué pensaría su madre de todo esto?
Finalmente, ella rompió el silencio.
—Jimin, espero que entiendas la responsabilidad que tienes ahora. Mi hijo merece lo mejor, y espero que estés a la altura.
—Sí, tía, lo entiendo —respondí, tratando de sonar seguro.
El tiempo pasaba lentamente. Cada minuto se sentía como una eternidad. Finalmente, escuché el sonido de un auto acercándose. Mi corazón latía con fuerza mientras esperaba que Yoongi entrara por la puerta y explicara todo.
(Jimin le dice "tía" por respeto).
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