7
Entré a la última clase y sentía que quería correr. Mi estómago estaba sufriendo toda la ansiedad que me causaba esta situación. Cuando acepté casarme, fue pensando en enamorar a Yoongi. No contaba con que tuviese una novia omega y todas esas complicaciones. Ahora, también vivir con él es una locura, y lo peor es que no dejo de imaginarlo sin camisa. Ya no sé ni en qué estoy pensando.
—Señor Park, señor Park —volví en mí cuando escuché a la profesora llamarme.
—Perdón, profesora. ¿Qué decía?
—¿Será que no atiende cuando le digo Park porque quiere que le diga Min?
—No, profesora, no diga eso, por favor. Por un momento me perdí en mis ideas, pero ¿me puede decir qué preguntaba?
—Si quiere usted formar parte del comité de baile. Pocos estudiantes se han inscrito.
—Sí, sí, claro que me gustaría formar parte.
—Pero tendrá que quedarse más tiempo aquí.
—Sí, me parece perfecto —pensé. ¡Bingo! Justo lo que necesito para no tener que estar en casa con Yoongi.
Terminó la última clase y, cuando salía de mi aula, vi a Yoongi esperándome. Me sentí extraño, no sé cómo explicarlo. No habíamos quedado en que me buscaría ni nada por el estilo, así que le pregunté:
—¿Necesitas algo?
—Te esperaba para llevarte a casa —respondió él.
—No es necesario, iré más tarde.
—¿Por qué? ¿Ocurre algo?
—Es que me inscribí en el comité de baile y voy a presentarme y ver qué planes tienen.
—Está bien, yo te acompaño y, al terminar, vamos a tu casa a buscar tus cosas y luego a nuestra casa.
Fue en ese momento que dije algo que jamás pensé que diría:
—Yoongi, no quiero que me vean mucho contigo.
—¿Por qué?
—Porque tú tienes novia y no me siento cómodo. Siento que soy el amante, no sé cómo explicarlo.
—No seas tonto. Ella sabe perfectamente que somos amigos.
—Como sea, no me siento cómodo.
—¿Es eso o es que ya tienes a alguien, Jimin?
—Por favor, Yoongi, ¿en qué momento iba a tener a alguien? Ayer nos casamos y hoy vine a la universidad; luego fuimos con tus padres.
Yoongi suspiró y me miró con una mezcla de preocupación y frustración.
—Lo siento, Jimin. No quería hacerte sentir incómodo. Solo quiero asegurarme de que estés bien.
—Lo sé, Yoongi. Solo necesito un poco de espacio para procesar todo esto.
—Entiendo. Te esperaré aquí mientras te presentas en el comité de baile. Luego podemos ir a tu casa por tus cosas.
Rodé los ojos, comprendiendo que Yoongi no se iría, y asentí para irme al salón donde se reunía el comité de baile. Mientras caminaba, no podía dejar de pensar en la conversación con Yoongi; él definitivamente no entiende que, si se comporta así, yo no puedo ignorar mis sentimientos.
Abrí la puerta del salón de ensayo y solo vi a un chico bailando, haciendo pasos sorprendentes con música hip hop.
—Perdón que interrumpa —dije, y el chico volteó.
—Hey, Jimin. ¿Qué haces aquí? ¿Necesitas un taxi? —dijo Hoseok, sonriendo.
—No, vine para unirme al comité de baile. Pero, ¿dónde están todos?
—Yo soy todos —dijo él, bajando la mirada.
—No comprendo, ¿por qué no hay más personas aquí?
—Porque soy un taxista en medio de un montón de ricos, muchos de ellos ignorantes que creen que la pobreza es una enfermedad que se pega. Si quieres, puedes renunciar al comité.
—No quiero renunciar. Me gusta bailar y, ahora que te vi bailar, siento que haremos un gran equipo.
—Eres un chico muy extraño, Jimin. Por cierto, ¿has visto a Tae?
—No, le envié mensajes hoy, pero no respondió. ¿Por qué me preguntas por él?
—Es mi omega, pero no me atrevo a acercarme.
—No sé por qué no te acercas, pero deberías animarte. Taehyung es la persona más maravillosa que conozco.
Hoseok sonrió tímidamente y asintió.
—Gracias, Jimin. Tal vez lo intente.
En ese momento, mi teléfono vibró con un mensaje de Yoongi, recordándome que aún me estaba esperando. Miré la hora y me di cuenta de que tenía que irme.
—Hoseok, tengo que irme. Nos vemos en la próxima reunión del comité de baile.
—Claro, Jimin. Nos vemos.
Salí del salón de ensayo y me dirigí al estacionamiento, donde Yoongi ya me estaba esperando.
—¿Por qué tardaste tanto? Era solo presentarse —dijo Yoongi, calmado, pero mirándome fijamente.
Me reí porque me pareció bastante gracioso.
—Bueno, tardé porque resulta que el chico del comité de baile es Hoseok, ¿te acuerdas? El taxista.
—Sí, al que le metiste la mano en el bolsillo, ¿no?
—Sí, ese mismo. Baila espectacular y hablamos un poco de cosas que no tienen nada que ver con el baile, pero no te puedo decir. Él no dijo que fuese secreto, pero no creo que deba contar esas cosas.
Yoongi me miraba con una cara de preocupación, como si quisiera preguntar, pero lo único que dijo fue:
—Vayamos a tu casa por tus cosas.
Salimos del estacionamiento y, en ningún momento, me habló; yo tampoco lo hice. Llegamos a mi casa y entré, encontrándome con mi papá en la cocina, quien no tardó en correr a abrazarme.
—Buenas noches, papá. Perdón que vinimos sin avisar.
—Nada de eso, hijo. Esta es tu casa y la tuya también, Yoongi. Pueden venir cuando lo deseen. ¿Qué tal ese primer día de casados? —preguntó mi padre, curioso.
—Muy bien —respondí con una sonrisa para no preocuparlo.
—Pero... ¿por qué no veo una marca en tu cuello? —preguntó mi papá, para nada discreto, y yo me ahogué con mi propia saliva.
—¡Papá! No preguntes sobre esas cosas, qué vergüenza —respondí luego de que se me fuera esa sensación de ahogo.
—Mi Jimin, mi cachorro, esas son preguntas normales —dijo mi papá.
—Señor Park, Jimin y yo esperamos tener la boda tradicional antes de que yo lo marque como mi omega —dijo Yoongi, con seriedad.
—Entiendo. Qué buen alfa tienes, Jimin. ¿Quieren cenar conmigo hoy? —preguntó mi padre.
—Papá, me encantaría, pero la verdad no sé si Yoongi tiene otros planes y he venido por algunas de mis cosas.
—Jimin, si quieres, podemos cenar con tu papá. No pasa nada —habló Yoongi, calmado.
—Qué buen yerno tengo. Ustedes vayan arreglando las cosas mientras yo termino la comida.
—Está bien, papá —dije mientras empezaba a subir las escaleras con Yoongi y entraba a mi habitación. Yoongi se rió apenas abrí la puerta, lo que llamó mi atención.
—¿Por qué te ríes?
—Es que, Jimin, tu habitación parece de princesa, pero en versión adolescente.
—No te burles, me gusta el rosa.
—Sí, se nota. Creo que aquí están todas las tonalidades de rosa que existen.
—Como sea, empezaré a empacar. Buscaré dos maletas, ya regreso.
—Está bien, ve.
Fui al depósito y regresé con dos maletas, encontrando a Yoongi con un cuaderno en la mano. No era cualquier cuaderno, sino mi diario. Sentí que mi espíritu abandonaba mi cuerpo.
—¡Min Yoongi! Dame eso inmediatamente.
Él se rió a carcajadas.
—Jimin, ¿desde cuándo estás tan obsesionado conmigo? Sabes cosas de mí que ni yo sabía.
—Por favor, dame el diario inmediatamente.
—No, estoy en la mejor parte donde hablas de mis dientes.
Me trepé en su espalda y logré quitarle el diario. Luego me bajé.
—No vuelvas a leer mis cosas privadas.
—Ya no te enojes tanto, son solo cosas bobas. Pero, ¿quién tiene un diario en estos tiempos?
—Yo, yo lo tengo.
Yoongi me miró con una mezcla de diversión y curiosidad.
—Bueno, al menos sé que te importo mucho.
—Sí, pero eso no te da derecho a leer mis cosas privadas.
—Lo siento, Jimin. No lo haré de nuevo.
Suspiré y comencé a empacar mis cosas, tratando de ignorar la vergüenza que sentía. Yoongi me ayudó en silencio, y pronto tuvimos todo listo para llevar a nuestra nueva casa.
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