6
Entré a mi casa y noté que mi papá no estaba. Agarré mi celular y vi muchísimos mensajes y llamadas perdidas, incluso de personas de la universidad que nunca me hablaban antes. Había olvidado que todo salió en la prensa. Tiré el teléfono en la cama, me cambié de ropa, tomé mis cosas de la universidad y las llaves de mi auto, y conduje hasta la universidad.
Al llegar, varios se me acercaron a preguntarme si era verdad, mientras otros curiosos decían:
—¿Cómo es posible que Yoongi se fije en él?
Y la pregunta del millón:
—¿Por qué no llegó con su esposo?
Me sentí abrumado por la atención y los murmullos. Traté de mantener la calma y respondí lo mejor que pude.
—Sí, es verdad. Yoongi y yo estamos casados —dije, intentando sonar convincente.
—¿Y por qué no vino contigo? —insistió alguien.
—Él tenía otros asuntos que atender esta mañana —respondí, tratando de sonar casual.
La multitud seguía murmurando, pero logré abrirme paso y dirigirme a mi clase. Sentía las miradas sobre mí y los susurros a mi alrededor, pero intenté concentrarme en mis estudios.
Me detuve dos cuadras antes de llegar a la universidad y, con suavidad, le hablé a mi novia.
—Jandi, por favor, bájate aquí y camina a la universidad.
—¿Pero amor, por qué? —preguntó ella con molestia.
—Porque, aunque tú y yo sabemos que mi matrimonio es falso, la gente no lo sabe, y no voy a avergonzar a Jimin.
—Te importa mucho ese omega, ¿no?
—Claro que me importa. Jimin es un buen chico y mi mejor amigo.
Decir eso fue como si le hubiese insultado a sus padres. Jandi bajó de mi auto y tiró la puerta con fuerza. Respiré profundo y me bajé del auto.
—Amor, espera. No me malinterpretes, pero recuerda que Jimin nos está haciendo un favor. Por lo menos, debemos ser agradecidos.
—Está bien, Yoongi. Ve, luego hablamos.
—Está bien. Y recuerda que te amo.
Estaba en el aula terminando la primera clase, viendo mi celular constantemente para ver si Taehyung me escribía, cuando vi entrar a Yoongi y caminar hacia mí. Cuando estuvo a mi lado, me saludó.
—Hola, Jimin. ¿Tienes un momento?
—Sí, Yoongi. ¿Pasa algo?
—Sí, es que mi padre nos compró una casa y quiere que vayamos a almorzar con ellos hoy para que firmemos los papeles y veamos la casa.
—Está bien. ¿A qué hora?
—A las once. Debemos salir de aquí, avisa con tiempo.
—No tengo por qué avisar que me ausentaré porque no tengo nada importante que presentar.
—Bien, entonces nos vemos al rato.
—Sí, está bien.
Vi a Yoongi irse y, cuando salió del aula de clases, vi por la puerta de vidrio transparente que pasaba Hoseok. Salí corriendo para entregarle el dinero de esta mañana, pero Yoongi no estaba lejos y volteó a mirarme. Hablé con Hoseok.
—Aquí tienes el dinero de esta mañana.
—No, Jimin, no es necesario.
—Sí que lo es.
—Pero me estás dando muchísimo más de lo que era.
—No importa, por favor, acéptalo.
En eso, escuché a Yoongi cerca de nosotros afinando su garganta y preguntó:
—¿Qué pasa? ¿Por qué le das dinero a Hoseok?
—Es que esta mañana fue mi taxista y no tenía efectivo. Dije que luego le pagaría, pero él no me quiere aceptar el dinero.
—Es que no es necesario —dijo Hoseok, mirándonos a los dos.
—Sí que lo es —dije, metiendo el dinero en el bolsillo de su pantalón.
Yoongi tomó mi mano y, apretando los dientes en una sonrisa forzada, me dijo:
—No está bien que toques el bolsillo de otro alfa. Recuerda, eres mi esposo y se pueden malinterpretar las cosas.
—Sí, tienes razón, Yoongi. Perdón, Hoseok.
Él me sonrió y habló con una gran sonrisa: —No pasa nada. Nos vemos luego, Jimin, y felicidades por tu matrimonio.
Asentí y le dije: —Muchas gracias.
Pero Yoongi habló apenas Hoseok se fue.
—Jimin, te dije que podías estar con quien quisieras, pero debes ser muy discreto, por favor.
—Está bien, pero la verdad no hacía nada inapropiado. Solo pagaba la carrera de esta mañana. ¿Y Jandi?
—La dejé a dos cuadras de aquí. No quería que me vieran llegar a la universidad con ella y que te dijeran cosas feas.
—No sé si debo darte las gracias por ser considerado, aunque tal vez ella se sintió mal. Se ve que te quiere mucho y tú a ella. Me siento mal, como si me estuviera metiendo en la relación de ustedes.
—No, para nada es así, Jimin. Tú más bien nos estás ayudando.
—Debo irme a clases, Yoongi.
—Recuerda que te esperaré a las once en el estacionamiento.
—No te preocupes, traje mi auto. Solo envíame la ubicación.
—Está bien, Jimin. Nos vemos en unas horas.
Caminé de regreso a mi aula, pero mi mente estaba llena de preguntas. ¿Cómo voy a vivir en la misma casa con Yoongi? No puedo, es imposible...
Me senté en mi escritorio, tratando de concentrarme en la clase, pero mis pensamientos seguían volviendo a la conversación con Yoongi. La idea de vivir juntos, aunque fuera solo una fachada, me parecía abrumadora.
Las horas pasaron lentamente y, finalmente, cuando el reloj marcó las once, recogí mis cosas y me dirigí al estacionamiento. Mi corazón latía con fuerza mientras caminaba hacia mi auto. Recibí un mensaje de Yoongi con la ubicación del restaurante donde nos encontraríamos con sus padres.
Conduje hasta el lugar, tratando de calmar mis nervios. Al llegar, vi a Yoongi esperándome en la entrada. Me saludó con una sonrisa, pero pude ver la tensión en sus ojos.
—¿Listo para esto? —me preguntó.
—Lo intentaré —respondí, tratando de sonar más seguro de lo que me sentía.
Entramos al restaurante y nos dirigimos a la mesa donde estaban sus padres. Nos recibieron con sonrisas y abrazos, y pronto nos sentamos a almorzar. La conversación giró en torno a la casa que nos habían comprado y los planes para el futuro.
—Espero que les guste la casa —dijo el padre de Yoongi—. Es grande y tiene todo lo que podrían necesitar.
—Gracias, señor Min —respondí, tratando de sonar agradecido.
Después de firmar los papeles y almorzar, nos dirigimos a ver la casa. Era impresionante, con un jardín amplio y habitaciones espaciosas. Mientras recorríamos la casa, no podía dejar de pensar en cómo sería vivir allí con Yoongi.
Finalmente, nos despedimos de sus padres y Yoongi insistió en llevarme en su auto de regreso a la universidad. Mientras él conducía, traté de mantener la calma y pensar en cómo manejar esta nueva situación de vivir con él en la misma casa.
—Gracias por todo, Yoongi —dije cuando llegamos a la universidad.
—No hay de qué, Jimin. Recuerda, estamos en esto juntos.
Asentí y salí del auto, sintiéndome aún más abrumado.
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