5
—Jimin, no es necesario que vivamos juntos —dijo Yoongi apenas nuestros padres se fueron—. Pero tus padres no verán eso raro, incluso el mío preguntó, pensando en lo que él había dicho.
—Tienes razón, pero entonces debo confesarte que tengo novia omega y tal vez ella no se sienta cómoda con eso.
—Entiendo, Yoongi —hablé con un nudo en la garganta.
—Ahora, si a ti no te importa y si mis padres nos dan una gran casa, ella puede vivir con nosotros.
—No, Yoongi, eso sí que no. Aunque nuestro matrimonio sea falso, en la que se supone que será nuestra casa matrimonial, ni yo voy a meter a alguien ni tú vas a meter a alguien. ¿Entendido?
—Hablaste como si fueses mi esposo de verdad —dijo Yoongi, con una sonrisa irónica.
Ignoré su comentario y suspiré.
—Por favor, quiero descansar. Vayamos al hotel que pagó Tae.
Yoongi asintió y nos dirigimos al auto. El trayecto al hotel fue silencioso, cada uno sumido en sus pensamientos. Al llegar, el portero nos recibió con una sonrisa y nos acompañó hasta la recepción. El hotel era impresionante, con una decoración moderna y lujosa. Las luces suaves y la música ambiental creaban una atmósfera relajante.
—Bienvenidos, señores. ¿Tienen una reserva? —preguntó la recepcionista amablemente.
—Sí, a nombre de Min Yoongi —respondió Yoongi.
Después de unos momentos, nos entregaron las llaves de nuestra suite. Subimos en el ascensor y, al llegar a la habitación, quedé maravillado. La suite era espaciosa, con una vista panorámica de la ciudad. Había una cama king-size, un sofá elegante y un baño con una bañera de hidromasaje.
—Wow, Tae realmente se esmeró —dije, admirando el lugar.
—Sí, parece que quiere que disfrutemos de nuestra "luna de miel" —respondió Yoongi con una sonrisa sarcástica.
—Bueno, al menos podremos descansar bien —dije, dejándome caer en el sofá.
Yoongi se acercó y se sentó a mi lado.
—Jimin, sé que esto es difícil, pero prometo que haré lo posible para que todo salga bien.
—Gracias, Yoongi. Solo espero que podamos mantener esta farsa sin que nadie salga herido.
—Lo haremos, Jimin. Ahora, ¿qué te parece si pedimos servicio a la habitación y descansamos un poco?
Asentí, sintiéndome un poco más aliviado. Yoongi llamó al servicio a la habitación y ordenó algo de comida. Mientras esperábamos, me acomodé en el sofá, quitándome los zapatos y dejando que la tensión del día se desvaneciera poco a poco.
El servicio llegó a la habitación y la persona, muy amable, nos informó que desde la recepción nos habían mandado un paquete. Lo entregó y se marchó. Yoongi, que fue quien lo recibió, me lo llevó. Muy inocente, lo abrí y, al revisar, encontré un traje blanco muy sexy con una nota que decía: “Para que disfrutes tu noche de bodas. Tu amigo que más te quiere, Tae.” Avergonzado, miré a Yoongi.
—¿Tu amigo no sabe que no me gustan los omegas masculinos? —preguntó Yoongi, serio.
—Sí, además sabe de nuestro acuerdo. Tal vez quiso avergonzarme. Pero, Yoongi, quisiera saber por qué, si tienes novia omega, no te casaste con ella.
—Porque ella es pobre. Mis padres nunca la aceptarían.
Yoongi se sentó en el borde de la cama; su expresión se suavizó un poco mientras continuaba hablando.
—Mis padres tienen expectativas muy altas. Siempre han querido que me case con alguien de nuestra misma clase social. No les importa si la amo o no; solo les importa la apariencia y el estatus.
—Eso suena muy difícil —dije, sintiendo una mezcla de tristeza y empatía por él.
—Lo es, Jimin. Por esa razón te pedí que nos casáramos. Ella también sabe que lo nuestro es un contrato, pero aun así se pone muy celosa.
—Yoongi... —no continué porque no sabía cómo hablar.
—¿Qué pasa, Jimin? —preguntó, mirándome a los ojos.
—Es que... pensé que nunca diría esto, pero siempre me has gustado. Hace unos años, yo... yo supe que eras mi destinado. Sé que no te gustan los omegas masculinos, pero quiero que sepas que te quiero.
—Por favor, Jimin, no sigas. La verdad, yo no te veo como un omega. Para mí, eres como ver a un alfa más, y lamento ponerte en esa situación, pero no puedo corresponder a tus sentimientos.
—Entiendo. Solo necesitaba desahogarme. No puedo creer el sueño que tengo. Me iré a dormir.
—Está bien. Duerme tú en la cama, yo dormiré en el sofá.
—Está bien. Feliz noche, Yoongi —dije, disimulando lo mejor que pude, aunque en mi corazón dolía y mucho.
Me recosté en la cama, sintiendo el peso de la conversación. Yoongi se acomodó en el sofá, y aunque estábamos en la misma habitación, la distancia entre nosotros se sentía inmensa. Cerré los ojos, tratando de calmar mi mente, pero las palabras de Yoongi resonaban en mi cabeza.
El silencio de la noche se hizo más profundo, y aunque intenté dormir, mis pensamientos no me dejaban en paz. Pensé en todo lo que había pasado, en cómo había llegado a este punto y en lo que el futuro nos deparaba.
Finalmente, el cansancio me venció y me sumergí en un sueño inquieto, esperando que el día siguiente trajera un poco de claridad y paz a mi corazón.
Al día siguiente, desperté y Yoongi no estaba. Me bañé, me vestí con la misma ropa y salí de la habitación. Me sentía mal; tal vez no debí decirle nada a Yoongi. No sabía cómo esto podría cambiar las cosas. Tomé el ascensor y bajé. Cuando se abrieron las puertas y vi hacia la recepción, allí estaba Yoongi con una chica muy hermosa. Supuse que esa era su novia y seguí caminando.
—¡Jimin! Buenos días —dijo Yoongi, alcanzándome.
—Buenos días, Yoongi.
—Pensaba subir a la habitación. Mira, esta es mi novia. Su nombre es Jandi.
Extendí la mano.
—Hola, Jandi. Bueno, ya sabes que mi nombre es Jimin.
—Sí, ya me hablaron de ti. Gracias por ayudarnos, eres muy amable. No sabes cuánto, gracias a ti, Yoongi y yo estamos a un paso de ser felices.
Cuando ella dijo eso, me sentí mal. Me sentí como la persona que le quita el novio a alguien, como alguien sin valores. ¿Cómo puedo hacerle daño a esta chica que se ve tan amable y bonita? Pero respondí:
—Espero que tú y él luego puedan ser felices. Por ahora, debo irme. Un placer. Que tengan un buen día.
Hablé y salí de allí, conteniendo mis lágrimas. Tomé un taxi para irme a mi casa, pero mientras iba en el taxi, no podía dejar de llorar.
Llegué a mi casa y, sin mirar al taxista, le dije:
—Señor, permítame que entre y saldré a pagarle. Hasta le daré propina.
El taxista me dijo que lo dejara así, y cuando levanté la mirada para verlo, me di cuenta de que era mi compañero becado de la universidad, Jung Hoseok. Me sentí avergonzado porque me vio llorar todo el camino.
—Perdón, Hoseok. Qué vergüenza.
—No te preocupes, no diré nada. Pero nada que te haga llorar así vale la pena.
—Gracias, eres muy amable. Te pagaré más tarde en la universidad y gracias por guardarme el secreto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro