3
No había podido dormir en toda la noche pensando en que me voy a casar. Esto no es un juego de niños; es una gran responsabilidad. ¿Y si Yoongi, a pesar de vivir conmigo, nunca llega a amarme? ¿Qué pasará cuando sus padres se enteren? Sacudí mi cabeza, como si eso pudiera alejar mis pensamientos, y moví a Tae, quien había dormido conmigo la noche anterior.
—Tae, Tae...
—Hmm...
—Despierta, tenemos que arreglarnos.
Tae dio un salto de la cama.
—¡Sí, es cierto! Hoy te unes en matricidio. Yo te maquillaré. Ve a bañarte; yo también me bañaré y me vestiré para hacerte lucir más hermoso de lo que ya eres.
—Gracias, Tae.
Entré al baño, me aseé y salí, viendo a Tae ya arreglado. ¿Pero cuánto tiempo había pasado?
—Llevas más de una hora bañándote. ¿Acaso te estabas depilando para la noche de bodas?
Mis mejillas ardían de vergüenza.
—¿Qué? ¡Por supuesto que no! ¡Qué vergüenza, Tae!
Lo escuché reírse a carcajadas.
—Vamos, vamos a arreglarte, pequeño tomate.
Tae me sentó en la silla y comenzó a dar vueltas a mi alrededor, concentrado en su tarea. Sus movimientos eran rápidos y precisos, y su rostro se contorsionaba en expresiones cómicas mientras me maquillaba y peinaba. Me daban ganas de reír, pero me contuve, confiando plenamente en su habilidad.
—¡Voilà! Ya terminé, puedes verte en el espejo.
Giró la silla y me vi en el espejo. Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver mi reflejo. Tae había hecho un trabajo increíble.
—No, no, nada de llorar, que vas a arruinar mi más hermosa creación —dijo Tae, con una sonrisa traviesa.
—Gracias, Tae. Me veo muy hermoso. Me encanta lo natural que me veo, pero también hermoso. Estos brillos plateados en mis ojos son increíbles y las ondas en mi cabello... eres asombroso.
—Lo sé —respondió Tae, con un guiño—, pero ahora a ponerte el traje. No querrás llegar tarde a tu boda.
—Sí, sí, tienes razón.
Abracé a Tae con fuerza, sintiendo su calidez y apoyo. Luego, me puse mi traje blanco con escote en la espalda, ajustado a mi cuerpo y con detalles plateados que brillaban bajo la luz. Mis zapatos de tacón me harían ver más alta, dándome un aire de elegancia y confianza.
—¿Qué tal me veo, Tae?
Tae me miró de arriba abajo, con una sonrisa de satisfacción.
—Te ves como para montar cinco camadas de cachorros.
—¡Ay, no me digas eso, que me da vergüenza! —respondí, sintiendo cómo mis mejillas se sonrojaban.
Tae se rió a carcajadas, y su risa era contagiosa. Me sentí más relajado, listo para enfrentar el día que cambiaría mi vida para siempre.
Salí junto a Tae de mi casa, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Nos subimos a su auto y, a medida que nos acercábamos al registro civil, la ansiedad crecía dentro de mí. Mis manos sudaban frío y no podía dejar de mover la pierna de los nervios.
—Jimin, ya llegamos. Me bajaré primero, tú espera aquí —dijo Tae, con una mirada seria.
—¿Por qué? —pregunté, tratando de mantener la calma.
—Veré si está el novio. Por si esto es una estúpida broma de las que le gusta hacer, le romperé todos los huesos —respondió Tae, con determinación.
—Está bien —asentí, agradecido por su apoyo.
Mientras Tae salía del auto, me quedé sentado, intentando controlar mi respiración. Miré por la ventana, viendo a las personas pasar, ajenas a la tormenta de emociones que se desataba dentro de mí. Cada segundo que pasaba parecía una eternidad, y el miedo a lo desconocido se mezclaba con la esperanza de que todo saliera bien.
Entré al salón y allí estaba Yoongi, vestido como si acabara de levantarse de la cama, con una expresión de incredulidad. Me dirigí a él.
—¿Piensas casarte con mi amigo vestido así? —preguntó Tae, claramente molesto.
Yoongi, sin inmutarse, respondió con una sonrisa sarcástica.
—Tae, estás muy elegante.
—Eso no responde a mi pregunta. Ahora mismo vas a cambiarte y vas a recibir a mi amigo como es debido, ¿me escuchaste?
Yoongi levantó una ceja, desafiando a Tae.
—¿Y qué si no quiero?
Tae dio un paso adelante, su voz firme y amenazante.
—¿Sabes que soy cinta negra en artes marciales? Si no lo haces, romperé todos tus huesos y vas a necesitar, en vez de un abogado, un doctor.
Yoongi suspiró, resignado.
—Está bien, pero no traje nada.
—Jungkook —dijo Tae, mirando al joven que estaba al lado de Yoongi. Jungkook sacó una bolsa y se la entregó a Yoongi.
—Ten, aquí tienes un traje, los zapatos y los anillos. Más te vale ser gentil.
Yoongi tomó la bolsa con seriedad.
—Está bien —dijo, sin rastro de su anterior actitud desafiante.
—Ahora tienes diez minutos para arreglarte y luego ir hasta mi auto a buscar a Jimin, ¿entiendes?
—Sí, sí, lo entiendo bien —respondió Yoongi, dirigiéndose rápidamente a cambiarse.
Vi a Taehyung caminar hacia el auto con paso decidido. Abrió la puerta del conductor y se sentó, regalándome una sonrisa radiante.
—¿Qué pasó? ¿Por qué tardaste tanto? —le pregunté, tratando de ocultar mi impaciencia.
—Estaba revisando todo antes. Y sí, Yoongi está aquí, pero debemos esperar a que venga por ti —respondió con calma.
—¿En serio vendrá aquí por mí? —mi corazón latía con fuerza.
—Sí, así que esperemos —dijo Taehyung, guiñándome un ojo.
Pasaron unos diez minutos que se sintieron como una eternidad. Finalmente, vi a Yoongi acercarse al auto. Abrió la puerta del pasajero y me miró con sus ojos felinos. Llevaba un traje negro satinado que resaltaba su elegancia, y su cabello gris platinado, liso y ligeramente largo, estaba perfectamente peinado. Sentí que me faltaba el aire cuando nuestras miradas se encontraron.
—Te ves muy hermoso, Jimin. ¿Estás listo? —dijo con su voz ronca, haciendo que el suelo bajo mis pies temblara.
—Sí, estoy listo.
—Entonces, vamos.
Caminé junto a Yoongi y nos dirigimos primero a ver a su abogado. Nos mostró el contrato de nuestro matrimonio y, justo cuando iba a firmar, Taehyung intervino.
—Espera, Jimin.
Volteé a ver a Tae y le pregunté, confundido:
—¿Qué pasa?
—¿No lo has leído? No sabes si te quieren estafar. Déjame leerlo primero.
—Está bien —dijo Yoongi, chasqueando la lengua y riendo—. Yo no le haría una mala jugada a Jimin —añadió, muy serio.
—No me importa, mi amigo tiene quien vea por él —respondió Tae, terminando de leer el contrato—. Sí, Jimin, todo se ve bien. Firma.
Firmé y el abogado me dijo que luego me daría una copia. Nos acercamos al registro civil, donde nos explicaron los derechos y deberes en el matrimonio. Una amable funcionaria nos preguntó si teníamos anillos. Cuando iba a decir que no, Yoongi sacó unos anillos, sorprendiéndome. Mi corazón saltaba de felicidad mientras él colocaba el anillo en mi dedo anular y yo hacía lo mismo en el suyo. Al terminar, Tae tomó un montón de fotos.
Cuando el abogado se fue, pregunté:
—¿Qué sigue, Yoongi?
—Tenemos clases, vamos.
No pude responder porque Tae intervino:
—Lo que él quiere decir es que van al mejor restaurante de Seúl, pagado por mí, y luego al mejor hotel. Aunque sea un matrimonio falso, ¿no crees que sus padres sospecharían si no actúan como unos enamorados?
—Tienes razón, Tae —dijo Yoongi—. Entonces, vamos, Jimin.
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