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29

El oficial nos acompañó hasta la salida. Yoongi aún se veía afectado, y yo no sabía qué decirle. No sabía si debía quedarme o irme. En ese momento, él habló:

—Jimin, no sientas lástima por mí. Si necesitas irte, ve. Yo buscaré contactar a un abogado para ver qué puedo hacer.

—Ven conmigo a la empresa. Allí está Jungkook. ¿Quién es mejor abogado que él?

—¿No te molesta?

—No, para nada. Trae los papeles que tengas porque me imagino que él deberá revisar todo.

—Está bien. Iré a casa por ellos y luego iré a tu empresa. Gracias, Jimin.

—No me des las gracias porque yo no he hecho nada. Conduce con cuidado.

Nos despedimos y cada uno se dirigió a su auto. Mientras conducía hacia la empresa, no podía dejar de pensar en todo lo que había sucedido. Las palabras de Jandi seguían resonando en mi mente; me sentía abrumado por la mezcla de emociones. Pero con todo esto, sé que Yoongi está pasando por un momento muy difícil, y haré todo lo posible para ayudarlo.

Al llegar a la empresa, me dirigí directamente a la oficina de Jungkook. Le expliqué todo el enredo, desde la confesión de Jandi hasta el estado emocional de Yoongi. Jungkook me escuchó atentamente; su expresión se volvió cada vez más seria.

—Esto es increíble, Jimin. No puedo creer todo lo que ha pasado —dijo Jungkook, finalmente rompiendo el silencio.

—Lo sé. Es una situación muy complicada, pero necesitamos tu ayuda. Yoongi vendrá en breve con todos los papeles para ver qué se puede hacer.

—Por supuesto, haré todo lo que pueda para ayudar. Necesitamos revisar todos los documentos.

Poco después, Yoongi llegó a la empresa. Se veía agotado, pero determinado. Traía consigo una carpeta llena de documentos. Jungkook lo recibió con una sonrisa tranquilizadora y lo invitó a sentarse.

—Vamos a revisar todo esto juntos —dijo Jungkook, abriendo la carpeta—. No te preocupes, encontraremos una solución.

Mientras Jungkook revisaba los documentos, Yoongi y yo nos sentamos en silencio.

—Gracias por estar aquí, Jimin —dijo Yoongi, rompiendo el silencio—. No sé qué haría sin ti.

—Siempre estaré aquí para ti, Yoongi.

Jungkook soltó los papeles sobre la mesa y pellizcó el tabique de su nariz, haciendo una mueca de decepción.

—¿Qué pasa? —le pregunté, aunque sabía que no tendría buenas noticias.

—Esto es un desastre, Yoongi. No tienes manera de quedarte con ese niño porque hasta el certificado de nacimiento que tienes es falso.

Yoongi se paró de golpe.

—¿Pero cómo es eso posible? ¡Si yo mismo firmé!

—Comprendo lo que dices, pero lo que firmaste es algo falso. Ese niño no tiene ni tu apellido y no tienes soporte legal para quedártelo. Si el padre biológico no lo quiere, puedes empezar un proceso de adopción, pero si te quedas con él abruptamente, sería considerado secuestro. Por otra parte, es conveniente para ti que no haya nada que los vincule, porque significa que ese niño no tendrá acceso a tus bienes y ella tampoco.

En ese momento, al escuchar a Jungkook decirle eso a Yoongi, tosí para que él dejara de hablar, porque entiendo que Yoongi ha cuidado a ese niño por casi ocho años. Yoongi se sentó y preguntó, con voz temblorosa:

—¿De verdad no hay nada que hacer? ¿Debo dejar ir a mi niño con su padre biológico, un hombre al que no conozco y que él mucho menos? ¿Cómo podemos hablar con la abogada que mencionó Jandi?

Jungkook asintió, mostrando empatía en su mirada.

—Podemos intentar contactar a la abogada que mencionó Jandi. Es posible que ella tenga más información.

Yoongi asintió lentamente, tratando de asimilar la situación. Puse una mano en su hombro, tratando de ofrecerle algo de consuelo.

—No estás solo en esto, Yoongi. Vamos a encontrar una manera de solucionar todo esto juntos.

Jungkook empezó a hacer algunas llamadas para dar con el contacto de la abogada de Jandi mientras yo le daba un vaso de agua a Yoongi.

Pasó como media hora cuando Jungkook le dijo a Yoongi:

—He logrado acceder a que nos vea la abogada hoy mismo, pero cumpliendo con lo dicho por la madre, el padre biológico ya está al tanto y se va a encontrar con nosotros. Debes llevar al niño a la cita para entregárselo.

—¿Qué? ¿Tan pronto? —preguntó Yoongi, visiblemente sorprendido.

—Sí, lamentablemente es algo que no puedo retrasar. La abogada llevará lo que la madre dejó indicado, ya que la policía también le informó sobre la situación actual.

—Comprendo, Jungkook. Entonces dime dónde y a qué hora, y estaré allí.

—Hoy a las cuatro en la sala de conferencias del hotel Bellmond.

—Ok, allí estaré.

Luego de que terminaron de hablar, dije:

—Bueno, todo queda en manos de ambos.

—No, Jimin, por favor, no me dejes solo.

—Es que, Yoongi, yo no debo estar allí.

—Jimin, sé que es egoísta pedirte algo así, pero no tengo a nadie más ni la fuerza requerida. Por favor, no me dejes.

Mi corazón de pollo no me permitía dejarlo solo, así que accedí.

—Está bien, estaré contigo. Vamos por el niño, que no falta mucho para que sean las cuatro. Jungkook, te veremos allá.

Él asintió y nos despedimos. Al salir, me percaté de que las lágrimas de Yoongi comenzaban a salir, y lo abracé.

—Yoongi, debes ser fuerte.

—Por ocho años, Jimin, cuidé y le di todo a ese niño. No me importa que Jandi me quitara todo mi tiempo y dinero, pero sí me arruinó la vida. Me apartó de ti y de nuestro hijo, y ahora también quiere quitarme al cachorro.

—No lo sé, Yoongi. La verdad, ella no deja de sorprenderme y me siento mal por ti, pero veremos qué dice el padre biológico. Tal vez puedas adoptarlo.

Yoongi asintió, aunque su mirada seguía reflejando una profunda tristeza. Nos dirigimos a buscar al niño, con la esperanza de que, de alguna manera, todo esto pudiera resolverse de la mejor forma posible. Como sea, yo soy padre y me sentiría igual de mal si alguien quisiera quitarme a mi niño.

Llegadas las cuatro, estábamos todos en la sala de conferencias. Jungkook revisaba nuevamente cada papel detalladamente, buscando algún detalle que pudiera haber pasado por alto. El niño permanecía en silencio, ajeno a la tensión en la sala. De repente, la puerta se abrió y, al ver quién entraba, no pude evitar abrir la boca en grande y preguntar:

—¿Tú?

—¿Jimin? —dijo el hombre, mientras Yoongi, más atrás, preguntaba:

—¿Cómo conoces tú a esta persona?

El hombre que había entrado estaba lleno de tatuajes, desaliñado y delgado. No podía creer que no había cambiado en nada. Yoongi me sacó de mis pensamientos:

—¿Jimin, de dónde lo conoces?

Le dije al niño que fuese un momento al bufet a comer algo; no quería que escuchara nada malo de su madre. Luego de que salió, empecé a hablar:

—El día que me bajé de tu auto en aquel barrio, él me llevó a la universidad en su moto. ¿De verdad eres el padre biológico de este niño?

—Sí, Jimin, lo soy. Cuando supe que tendría un cachorro, le dije a Jandi que me haría cargo. Incluso fui a hablar con Yoongi, pero ella me amenazó. Me dijo que ahora tenía dinero y que, si yo hablaba, entonces mi madre, quien sufre del corazón y se encuentra internada, pagaría las consecuencias. Me dijo que Yoongi era un hombre peligroso y que, si se enteraba, haría daño a ella y al bebé.

Yoongi se quedó en silencio, procesando la información. Podía ver la mezcla de incredulidad y dolor en su rostro. Jungkook, que había estado escuchando atentamente, intervino:

—Esto cambia muchas cosas. Necesitamos hablar con usted, abogada, y ver cómo podemos proceder. No podemos permitir que el niño sea entregado sin asegurarnos de que estará en buenas manos.

El hombre asintió, mostrando una expresión de arrepentimiento.

—Entiendo. Solo quiero lo mejor para mi hijo.

El abogado Jeon no le compete a usted velar por el bienestar del niño. La madre ha dejado en claro que, si ella no está, el niño debe ser entregado a su padre —dijo la abogada, seria y firme, mostrando el documento con las indicaciones de la madre. Luego, el padre habló:

—Sé que por mi apariencia usted puede pensar mal de mí, pero no ando en cosas malas y siempre quise ver a mi niño. Piense usted, sufre por el engaño de esa mujer. ¿Qué queda para mí, sabiendo que otro alfa cuidaba de mi bebé y yo sufriendo porque, contrario a usted, yo sí sabía la verdad?

En ese momento, empecé a llorar porque no podía entender cuánta maldad había en una sola persona. Le dije a Yoongi:

—Él tiene razón, Yoongi. Él también es un padre que ha perdido preciosos años de su hijo. Si quieren, pueden llegar a un acuerdo para que Yoongi vea al niño y se asegure de que no le falte nada. ¿Les parece?

Ambos asintieron y, en ese momento, el pequeño entró y abrazó a su padre biológico, diciendo:

—Eres mi papá alfa. Puedo sentir tu olor.

Yoongi me abrazó y, en un susurro, me dijo:

—Vámonos, por favor.

—Nosotros nos vamos. Por favor, lo que necesites, házmelo saber para asegurarme de que a este niño no le falte nada.

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