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25

Los días pasan y cada uno es una agonía. Le pedí a Jandi que se fuera, a pesar de mi obligación con el cachorro. Esta casa es de mi matrimonio con Jimin. A veces me pregunto: ¿cómo está él? ¿Qué estará haciendo? Siempre le mando flores y almuerzos; incluso lo llamo o le mando mensajes, pero nunca me responde. Ha pasado un mes desde aquella vez que hablamos en la cocina y necesito verlo, saber que está bien.

Decidí que ya no podía esperar más. Salí de la casa y fui a contratar a unos músicos para que tocaran canciones que me ayudaran a pedir perdón. Con todo listo, nos dirigimos a la casa de Jimin. Era de noche y, al llegar, vi varios carros afuera. Desde el portón, los músicos empezaron a cantar y tocar sus instrumentos. La melodía llenaba el aire cuando, finalmente, Jimin salió.

—¿Qué haces aquí, Yoongi? —preguntó, su voz llena de sorpresa y algo de enojo.

—Estoy aquí por ti, Jimin. Te extraño y te necesito —respondí, con el corazón en la mano.

—Pero yo a ti no, así que vete —dijo, su tono frío como el hielo.

—No me iré. Necesito saber de ti —insistí, desesperado.

En ese momento, vi a Namjoon y a Jin salir de la casa, seguidos de Jungkook, Taehyung y Hoseok. ¿Qué hacían todos ellos aquí?

—No es asunto tuyo. Vete inmediatamente o llamaré a la policía —amenazó Jimin, su mirada dura y decidida.

—Entonces llámala, porque estando preso será la única manera en la que te deje en paz. Jimin, te amo y te necesito. Si tan solo me dejaras explicarte las cosas...

—Es que no hay nada que explicar —respondió Jimin con firmeza.

—Jimin, abre y hablemos.

—No, yo no tengo nada que hablar contigo, ya te lo dije.

—Ok, si no me abres, yo entraré —dije mientras empezaba a quitarme los zapatos para escalar el portón.

—¡Yoongi, bájate de allí! Te puedes caer.

—Aunque me caiga, lo seguiré intentando porque quiero hablar contigo.

—Jimin, deberías abrir y hablar con él. Nosotros te dejaremos para que hablen en paz, y si quieres terminar las cosas, por lo menos terminen bien —dijo Taehyung, tratando de mediar.

—Está bien, dejaré que pase y hablaré con él —dijo Jimin, finalmente cediendo. Luego me gritó: —¡Yoongi, bájate de allí! Abriré el portón y hablaremos.

Le dije a los músicos que se fueran y entré, viendo cómo los demás se alejaban en la oscuridad. Me acerqué a Jimin y lo abracé con desesperación. Todo mi ser anhelaba su calor, pero él me apartó bruscamente. Mis lágrimas comenzaron a brotar sin control.

—Jimin, te amo, te necesito. Este mes ha sido una tortura sin ti.

—Pues, contrario a ti, yo lo he pasado muy bien —respondió con una frialdad que me atravesó el corazón.

—Jimin, déjame explicarte lo de Jandi. No es como tú crees.

—¿Es tu hijo? —preguntó, como con resentimiento.

—Sí, es mi cachorro.

—Entonces todo está claro, Yoongi. Los cachorros no se hacen por mensaje de texto ni WiFi —dijo con una amargura que me hizo estremecer.

—Pero yo no la amo. Yo te amo a ti, Jimin. Eres todo para mí.

—Yoongi, ¿y qué quieres que haga con eso? Lo siento, pero yo no quiero un alfa que tiene otra familia. Dedícate a ellos. Ese cachorro te va a necesitar y tendrás que protegerlo de tu madre.

Las lágrimas en los ojos de Jimin reflejaban su dolor, y me sentí el peor alfa del mundo.

—Perdóname, Jimin, por favor, por todo el daño que te he causado —suplicaba, con mi voz quebrada por la desesperación.

—Yoongi, no te guardo rencor, pero quiero que, por favor, me dejes en paz. Ya deja de enviarme flores y comidas. A mí eso no me hace falta.

—Jimin, yo no quiero que sientas mi ausencia. Quiero que sepas que Jandi tampoco vive en nuestra casa.

—Yoongi, antes hubiese valorado esto. De verdad, hubiese sido el omega más feliz del mundo, pero ahora no. Tu ausencia la sentí antes, la siento ahora y la sentiré siempre —dijo Jimin, su voz quebrándose con cada palabra.

—Dime, ¿qué debo hacer para que me perdones?

—Debes dejarme en paz y no cruzarte más en mi vida. A partir de ahora, tú y yo cortamos esta relación —respondió él, con lágrimas en los ojos.

—¿Cómo puedes decirme eso? ¿De verdad no me amas? —pregunté, sintiendo que mi corazón se rompía en mil pedazos.

—Sí, te amo, pero a veces es mejor soltar porque no quiero que haya corazones rotos —dijo Jimin, su voz apenas un susurro.

—Pero el mío se está rompiendo, Jimin. ¿Mi corazón no te importa? —grité, incapaz de contener mi dolor.

—Me importa más el del pequeño cachorro. Ahora, por favor, vete y no me busques más —respondió, con sus lágrimas cayendo libremente.

—Está bien, Jimin. Me iré —dije, sintiendo que cada paso que daba lejos de él era como una puñalada.

Cerré la puerta después de que Yoongi se fue y, en ese instante, las lágrimas comenzaron a caer. El dolor era insoportable.

Ya tengo tres meses de embarazo y decidí que él no sabrá de nuestro bebé. Intenté hacerme la fuerte frente a él, pero mi corazón también se rompe. Con el embarazo y la noticia de que mi padre omega ha despertado, me siento más sensible y vulnerable a cualquier situación.

Me dejé caer al suelo, abrazando mi vientre, recordándome que ahora tengo una vida que crece dentro de mí. La soledad y el miedo me envuelven y, aunque intentaba ser fuerte, la realidad me golpeaba con fuerza. Estoy dejando que mi alfa cuide de un cachorro, dejando al mío sin su padre. ¿Algún día va a reprocharme esto? Cada lágrima que cae es el reflejo de mi amor por Yoongi y del dolor de tener que dejarlo ir.

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