23
Al día siguiente, me alisté y fui a la empresa. No era momento de quedarme en una cama llorando. Llegué y Jungkook estaba allí, esperándome.
—Buenos días, jefe.
—Te he dicho que dejes de llamarme así, Jungkook, por favor.
—Pero tú eres quien paga mi salario; eso te hace mi jefe —respondió con una sonrisa.
—Te había dicho que tomaría el control, pero creo que te seguiré necesitando, Jungkook. Estoy en cinta.
—Felicidades, Jimin.
—Gracias, pero ayer Yoongi no me firmó el divorcio. ¿Qué podemos hacer?
—Legalmente, nada. Ningún juez va a aprobar tu divorcio mientras estés casado. Ese niño debe tener el apellido Min, aunque no quieras.
—Está bien, si no hay otra opción. Pero estoy cerca de los dos meses de embarazo. Necesito que cerremos el negocio con las empresas Min.
—¿Quieres seguir adelante con eso después de todo?
—Sí, los negocios son negocios y, para ser sinceros, son los únicos que presentaron un proyecto interesante.
—Está bien, entonces adelantaré eso.
—Sí, ese día me presentaré como el dueño de las empresas.
—Está bien, me pondré a trabajar en eso. Jimin, te dejo en la oficina, entonces.
—Sí, gracias —respondí, viendo a Jungkook irse. Miré el anillo en mi dedo, suspiré pesadamente y me lo quité. No tenía sentido seguir usándolo.
Me senté en mi escritorio, tratando de concentrarme en el trabajo. Sabía que tenía que ser fuerte, no solo por mí, sino también por el cachorro que crecía dentro de mí. La empresa necesitaba mi liderazgo y no podía permitirme flaquear ahora. Mientras revisaba los documentos, mi mente volvía una y otra vez a Yoongi y a la situación en la que nos encontrábamos.
El día pasó lentamente, pero logré avanzar en varios proyectos importantes. Al final de la jornada, me sentí agotado, pero también un poco más en control de mi vida.
Tomé mis cosas y salí de la empresa para encontrarme con Taehyung. Llegué a su casa y mis tres sobrinos salieron corriendo a abrazarme. Entré a la casa y los niños se fueron con las niñeras. Tae, como siempre, notó que me pasaba algo.
—¿Qué te hizo Min? —preguntó, con preocupación en su voz.
—Es padre, Tae.
—¿Quéeee? —exclamó, incrédulo.
—Sí, tiene un hijo de aproximadamente 3 años con Jandi y mi suegra me culpó a mí.
—¿Qué? No, es que gracias a Dios te libras de esa familia. Lo mejor es que no tuviste cachorros con él.
Cuando escuché a Tae decir eso, empecé a llorar.
—Tae, estoy en cinta. Tengo 7 semanas de embarazo.
—¿Y vas a abortar? —preguntó, sorprendido.
—No, Tae. Yo anhelaba un cachorro y, aunque no venga en el mejor momento, a mi hijo no le faltará nada.
—¿Estás seguro? —dijo, mirándome con preocupación.
—Sí, claro que lo estoy.
—Entonces te apoyo. Y a este pequeño no le hará falta un padre alfa porque nos tendrá a todos nosotros. Déjame abrazarte, Jimin.
Tae me abrazó y me derrumbé a llorar. Era como si todo el peso del mundo se desvaneciera en ese abrazo. Sentí que era todo lo que necesitaba en ese momento. Pero si de algo estaba convencido, era que mi bebé tendría gente maravillosa que lo amaría con locura. Aún no había hablado con mi papá porque no quería preocuparlo.
Después de un rato, Tae me llevó al sofá y me sirvió una taza de té caliente.
—Jimin, vamos a superar esto juntos. No estás solo —dijo, apretando mi mano con cariño.
—Gracias, Tae. No sé qué haría sin ti.
—Siempre estaré aquí para ti y para tu bebé. Ahora sube a la habitación de huéspedes y descansa un poco. Mañana será un nuevo día y lo que venga a partir de ahora lo enfrentaremos juntos —dijo, sonriendo.
Cada día es una agonía. Mi omega llama desesperado a Yoongi. Ya tuve mi segundo control y saber que mi pequeño está bien es el motor de mi día a día. Han pasado dos semanas desde que me fui, dejando a Yoongi. Desde ese momento, dejé de saber de él. Para qué mentir, a veces siento que no podré sin él, pero otras veces me digo a mí mismo que mi corazón solo necesita sangre para seguir adelante.
Ahora termino de alistarme para la ceremonia que tendremos con la familia Min y mi empresa, Jiyoons. Me pongo mi mejor traje, ajusto las mangas de mi camisa y me miro en el espejo, tratando de encontrar la determinación y fortaleza en mis propios ojos. El chófer vino por mí y me llevó al lugar donde celebraríamos el evento. El salón estaba decorado con elegancia, luces suaves y arreglos florales que llenaban el aire con un aroma dulce.
Entré al lugar y me quedé parado, observando a la multitud mientras le pedía al mesero que me trajera jugo. Fue entonces cuando la madre de Yoongi, vestida con un elegante vestido azul, se acercó y me tomó del brazo con una mezcla de sorpresa y desdén en su mirada.
—¿Qué haces tú aquí? —preguntó, su voz baja pero firme, como si no quisiera atraer la atención de los demás.
Señora Min —dije, quitándome su mano de mi brazo—, yo vine aquí como anfitrión del evento.
—¿Tú? ¿Pero qué tienes tú que ver con este evento si las empresas Park no están involucradas? ¿O es que vienes a hacer uso del apellido Min?
Me reí, aunque más por incredulidad que por diversión. No sé cómo aguanté tanto a esta señora.
—Mire, no tengo por qué darle explicaciones y no pretendo hacer uso de un apellido que no es mío y que lo único que me puede traer es vergüenza. Ahora, si me disculpa, me retiro.
La señora Min me miró con una mezcla de sorpresa y furia contenida. Sin esperar su respuesta, me giré y me dirigí hacia el centro del salón, donde los invitados comenzaban a congregarse. Sentía su mirada clavada en mi espalda, pero me obligué a mantener la cabeza alta y los hombros rectos. Esta noche era crucial para mi empresa y no permitiría que nada, ni siquiera la madre de Yoongi, me hiciera perder la compostura.
Poco después, Jungkook subió al podio, llamando la atención de todos los presentes.
—Es hora de cerrar el trato entre ambas compañías, pero también de presentarles al fundador de las empresas Jiyoons, nuestro magnate Park Jimin —anunció con voz firme.
Todos voltearon a verme mientras caminaba hacia el podio. Sentía las miradas clavadas en mí, pero mantuve la compostura. Sin embargo, la madre de Yoongi no pudo contenerse y habló en voz alta.
—¿Jimin, fuiste detrás de Jungkook? Muy bien jugado, eres un cazafortunas —dijo con desdén.
Justo cuando iba a responder, Yoongi apareció de repente, como salido de la nada.
—Eso no es así, madre, y te pido que te retractes. Jimin ha conseguido todo con esfuerzo; lo hizo todo solo desde abajo —dijo Yoongi con firmeza.
—¿Estás defendiendo a Jimin? —preguntó ella, incrédula.
—Sí, porque aunque tú seas mi madre, Jimin es mi omega y mi esposo, y no dejaré que nadie lo haga parecer una persona infiel.
La madre de Yoongi, furiosa, declaró:
—Pues se cancela la negociación inmediatamente.
Tomé un profundo respiro y respondí con calma:
—Perfecto. La empresa Jiyoons no tiene nada que perder. Aquí, frente a todos, les digo que manden sus proyectos; esta oportunidad nuevamente está abierta.
El salón quedó en silencio por un momento, antes de que los murmullos comenzaran a llenar el aire, mientras yo mantenía la cabeza alta, decidido a no dejarme intimidar.
De repente, la madre de Yoongi se volvió hacia mí con una mirada desafiante.
—Prepárate, Jimin, porque yo no dejaré que tu empresa crezca.
—Lamento informarle que ya creció, y más de lo que piensa —respondí con firmeza.
En ese momento, el abuelo Kim, que había guardado silencio hasta entonces, intervino.
—¿Tan desesperada estás que quieres intimidar al joven? —dijo, su voz resonando en el salón.
Ella lo vio, abrió los ojos en grande, reconociendo al abuelo Kim, y dijo: — “Zorro de los negocios”.
—Jajaja, hacía tanto que no escuchaba ese apodo. Desde ahora te digo que Jimin es mi protegido y que mi empresa respalda la suya.
La madre de Yoongi, visiblemente frustrada, salió del salón sin decir una palabra más. Yo me iba a retirar también, pero Yoongi tomó mi mano, obligándome a caminar con él.
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