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20

En una cafetería poco popular, Yoongi y Jandi hablaban en voz baja.

—Yoongi, necesito más dinero.

—¿No te he dado lo suficiente? Hasta al extranjero te envié con todo pagado.

—¿Se te olvida que es por el bienestar de nuestro hijo? ¿O quieres que le diga a Jimin sobre nuestro bebé para que no tengas problemas en ayudarnos?

—No, lo menos que quiero es que Jimin y mi familia se involucren.

—El año que viene tendrás tres años con Jimin. ¿Qué harás?

—Dejarlo ir. Desde el principio he estado claro con nuestro plan, y cuando todo acabe con Jimin, me dedicaré a ti y a nuestro hijo.

—Es lo que más anhelo, Yoongi, que de una vez por todas seamos felices.

Después de hablar con Jandi, ella se fue y yo no podía dejar de pensar en Jimin. Claro que lo amo, pero ¿cómo puedo pensar en tener cachorros con él? ¿Y si salen enfermos como Sonha? ¿Cómo le digo a Jimin que sí lo amo, pero que lo evito porque me metí en este problema? ¿Cómo hago para no perderlo, pero tampoco perder a mi cachorro?

Me siento atrapado entre dos mundos: uno donde mi amor por Jimin es real y profundo, y otro donde mis responsabilidades y errores del pasado me persiguen. La culpa y la confusión me consumen; cada día se hace más difícil mantener esta fachada. Sé que eventualmente tendré que enfrentar la verdad, pero el miedo a perder a Jimin y a mi hijo me paraliza.

Mientras iba de regreso a casa, los recuerdos de los momentos felices con Jimin inundaban mi mente . Su risa, su sonrisa, la forma en que sus ojos brillaban cuando hablaba de sus sueños. Cada recuerdo es un recordatorio de lo mucho que lo amo y de lo mucho que estoy arriesgando al mantener este secreto. Si tan solo él supiera que lo amo hasta los huesos.

Al llegar a casa, encontré a Jimin dormido en el sofá, con un libro en su regazo. Me acerqué silenciosamente y me arrodillé a su lado, observando su rostro sereno. Una lágrima solitaria rodó por mi mejilla mientras susurraba:

—Lo siento tanto, Jimin. Te amo más de lo que puedes imaginar, pero no sé cómo salir de este lío sin perderte.

Me quedé allí, a su lado, sintiendo culpa por todas mis malas decisiones y el amor que sentía por él. Tengo que encontrar una manera de resolver todo esto, pero no está nada fácil. Solo una cosa es segura: haré lo que sea necesario para proteger a Jimin y a nuestro amor, y tengo un año para hacerlo.

Desperté y lo primero que vi fue a Yoongi.

—¿Llevo mucho dormido? —pregunté, aún adormilado.

—No sé, llegué hace poco —respondió él.

—¿Quieres comer algo?

—No, no tengo hambre.Yoongi, hueles raro.

—Estuve en una cafetería y tropecé con una omega del lugar. ¿No tenías trabajo hoy?

—No, el abuelo se fue a Dubái y quise tomarme unas semanas para descansar.

—Jimin...

—¿Sí?

—Sé que esto no lo he dicho antes, pero te amo. Amo cada cosa que haces por mí: cuando me dejas los almuerzos, cuando lavas mi ropa, cuando te arreglas y me esperas. En serio, te amo.

Sentí una oleada de emoción y sorpresa.

—¿Por qué me dices esas cosas?

—Porque creo que es importante que lo sepas.

—Yo también te amo, Yoongi.

—Apaguemos los celulares y pasemos un rato como esposos.

—Está bien, hagámoslo.

Sentí una profunda emoción. No puedo creer que Yoongi me proponga ser solo nosotros dos. Este día, sin duda, será el más memorable para mí. Cocinamos juntos, vimos películas, cantamos karaoke, incluso tomamos vino y terminamos durmiendo abrazados, sintiendo el calor del otro. Cada momento se sentía mágico, como si finalmente estuviéramos conectando de la manera que siempre había soñado. Mientras nos quedábamos dormidos, sentí una paz y felicidad que hacía mucho no experimentaba.

Yoongi se estaba moviendo ligeramente y, al despertar, escuché que me decía:

—Prepárate, vamos a salir.

—Tengo sueño, Yoongi.

—Ok, te llevaré así y puedes dormir en el auto.

Sentí cómo Yoongi me cargaba con todo y la manta, y me metía en la parte de atrás del auto. Estaba tan cansado que no supe cuántas horas pasaron. De repente, escuché un sonido familiar: las olas del mar. Me incorporé y salí del auto, dándome cuenta de que estábamos estacionados frente a una casa junto al mar.

—¿Qué es esto, Yoongi?

—Vivamos nuestra segunda luna de miel.

—Yoongi, ¿esto es en serio o estoy soñando?

—Es en serio, así que bájate. Traje varias cosas. Ve a vestirte y vayamos a meternos al agua.

Salí del auto y entré en la casa de playa. Me bañé, me aseé y me puse una camisa larga y un interior. Bajé y vi a Yoongi terminando de preparar sándwiches y café.

—Jimin, come algo primero.

—Sí —dije, acercándome para desayunar con él. Luego, fuimos a la playa. Era un lugar privado, así que nadie nos molestaría.

La emoción y la sorpresa me llenaban el corazón. No podía creer que Yoongi hubiera planeado todo esto. Mientras desayunábamos, sentía una conexión especial entre nosotros, como si este viaje fuera una oportunidad para renovar nuestro amor y compromiso. Después de comer, caminamos juntos hacia el agua, sintiendo la arena bajo nuestros pies y el sol calentando nuestra piel.

Nos sumergimos en el mar, riendo y jugando como niños. Cada momento se sentía más especial que el anterior. En la noche, estaba adolorido porque Yoongi, lo que no había hecho en dos años, lo había hecho en dos días. Parecía un conejo en todas partes y a cada rato, pero siempre con protección. Me sentía intrigado por qué solo podía ser así, pero no quería arruinar el momento.

Estuvimos toda una semana allí y la pasé tan bien que no quería irme; no quería regresar a la ciudad.

—Jimin, ¿estás listo? —preguntó Yoongi mientras recogía nuestras cosas.

—No, no quiero irme. Quedémonos a vivir aquí —respondí, sintiendo un nudo en la garganta.

—Jimin, el año que viene nos graduamos y tenemos compromisos en la ciudad que atender.

Sin querer, empecé a llorar. Las lágrimas caían silenciosamente por mis mejillas.

—¿Por qué lloras, mi amor? No llores —dijo Yoongi, acercándose y abrazándome con ternura.

—Siento que al pisar la ciudad, todo volverá a ser como antes —dije entre sollozos, aferrándome a él.

—No, mi amor. Me esforzaré para que estés feliz, ¿sí? —respondió Yoongi, acariciando mi cabello con suavidad.

—Bueno, está bien —dije, tratando de calmarme.

Todo el camino a casa estuvo lleno de risas y conversaciones sobre nosotros. Hablamos de nuestros sueños, de los momentos felices que habíamos compartido y de cómo queríamos que fuera nuestro futuro. Cada palabra y cada risa me hacían sentir más cerca de Yoongi.


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