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18

Ha pasado un mes y mi relación con Yoongi es prácticamente nula, pero no me molesta. He estado creciendo y aprendiendo de la mano del abuelo Kim. Incluso vendí mi auto para invertir en mi propia empresa, aunque Yoongi no lo sabe. El abogado Jeon también me ha estado ayudando, y no me siento mal, solo un poco cansado porque la universidad, el trabajo y el baile no son fáciles de combinar.

Eran las dos de la mañana y, como vendí mi auto, el abogado Jeon me trajo a casa.

—Muchas gracias y perdona que tardamos tanto con esos papeles y los socios. Además, te hice traerme —le dije, agradecido.

—No te preocupes, Jimin. Mi trabajo es poder asesorarte adecuadamente. Ten un buen descanso —respondió con una sonrisa.

—Sí, gracias —dije, entrando a la casa.

Me quité los zapatos, fui a la cocina por un vaso de agua y luego entré a mi habitación. Para mi sorpresa, allí estaba Yoongi. ¿Me equivoqué de habitación? No está, si es mi habitación. Como sea, tomé mi pijama y me disponía a irme a la otra habitación, pero Yoongi me detuvo.

—¿Por qué no duermes aquí? —preguntó.

—No, gracias. Me gusta mi espacio personal.

—Hueles a alcohol y a un alfa que no soy yo —dijo, con un tono de reproche.

—Sí, debo oler a varios alfas en realidad —contesté, sintiendo cansancio.

—¿Tienes a alguien más, Jimin? —preguntó Yoongi, con una mezcla de incredulidad y enojo.

—Sí, sí tengo a alguien más y estoy esperando que se acaben estos tres años para pedir el divorcio y quedarme con parte de las empresas Min, claro, como indemnización por el tiempo perdido —dije, con una frialdad que no sabía que tenía. Decir eso fue suficiente para que Yoongi se levantara de la cama, visiblemente alterado.

—¿Con quién estás? —insistió, su voz temblando de rabia.

—Con varios alfas, ya te dije, pero la verdad ya no recuerdo sus nombres —respondí, sintiendo una amarga satisfacción al ver su reacción.

—¿Hasta ahora muestras tu verdadera personalidad? —preguntó, con una mezcla de desprecio y sorpresa.

—Sí, una personalidad que tuve que adquirir gracias a ti. Ahora sal de mi habitación, que quiero descansar —dije, señalando la puerta.

—Pues no, no quiero. Dormiré contigo —respondió desafiante.

—Como quieras, yo estoy cansado —dije, resignado.

Me acosté en la cama sin mirarlo, y él se acostó a mi lado. Ni siquiera me di cuenta de cuándo me quedé dormido, agotado tanto física como emocionalmente.

Sonó la alarma de mi reloj y me desperté. Yoongi me estaba abrazando y me sentí incómodo. Intenté quitar su mano, pero él hizo el agarre más fuerte y, con voz ronca, habló:

—Ya sé que no estuviste con ningún alfa.

—No entiendo por qué te preocupa tanto eso —respondí, tratando de mantener la calma mientras mi corazón latía con fuerza.

—Eres mi esposo, claro que me importa —dijo, con firmeza en su voz.

—Yoongi, hay muchas maneras de estar con los alfas sin que te enteres —contesté, con un tono desafiante.

—No me harás dudar —replicó, apretando los dientes.

—Cree lo que quieras. Ahora debo irme, tengo compromisos que atender —dije, intentando liberarme de su agarre.

—Jimin, soy tu esposo y hace un mes que no hemos convivido ni hecho nada como pareja.

—No, ni vamos a convivir ni haremos nada de pareja porque ahora amo tener la libertad de un matrimonio abierto. ¿Crees que soy estúpido? —le espeté, sintiendo rabia y tristeza.

—¿De qué hablas? —preguntó rápidamente.

—Hablo de que es mejor que sigas detrás de Jandi, porque yo no soy tu juguete —dije, con lágrimas de frustración acumulándose en mis ojos.

Yoongi se quedó en silencio; no pudo ni negar que está con Jandi. Me levanté de la cama, sintiendo que mi corazón estaba roto.

Terminé de bañarme y alistarme cuando Yoongi tocó la puerta de mi habitación. Le dije que podía pasar y él se acercó, abrazándome con fuerza.

—Perdón, Jimin. He sido realmente malo contigo, pero entiende que necesitaba tiempo para procesar que mi relación con Jandi no existiría más. Eres mi destinado y un omega maravilloso, y no te quiero perder. ¿Crees que haya perdón en tu corazón para mí? —dijo, con la voz de alguien arrepentido.

Sentí una mezcla de emociones. Por un lado, su disculpa parecía genuina y su abrazo me transmitía un calor único que me hacía sentir cómodo. Por otro lado, el dolor de su indiferencia y sus palabras hirientes aún estaban frescos en mi memoria. Me quedé en silencio por un momento, tratando de ordenar mis pensamientos y sentimientos.

—Yoongi, no es fácil olvidar todo lo que ha pasado. Me has lastimado mucho —dije, con la voz temblorosa—. Pero también entiendo que todos cometemos errores y que a veces necesitamos tiempo para sanar.

Él me miró con ojos llenos de esperanza y arrepentimiento.

—Jimin, haré lo que sea necesario para demostrarte que he cambiado y que quiero que esto funcione. Por favor, dame una oportunidad más.

Suspiré profundamente, sintiendo el peso de la decisión que tenía que tomar. Finalmente, tenía la respuesta:

—Te daré una oportunidad más, pero tienes que entender que esto no será fácil y que necesitaré tiempo para confiar en ti de nuevo. Debes ganarte el que te diga esposo.

Él asintió, abrazándome aún más fuerte.

—Gracias, Jimin. No te defraudaré.

Luego de esa conversación, fuimos a desayunar. Todo parecía estar bien hasta que escuché el ruido de un carro. ¡Olvidé que Jeon venía por mí! —dije sin pensar.

—¿Por qué el abogado vino por ti? —preguntó Yoongi, frunciendo el ceño.

—Él es quien me lleva y me trae. Es que vendí mi auto —respondí, tratando de sonar casual.

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó, claramente sorprendido.

—No quiero contarte hasta que esté listo mi proyecto —dije, intentando mantener el misterio.

—Dile que se vaya. Yo te llevaré a donde necesites ir.

—Está bien —acepté, aunque un poco nervioso.

Salí a donde estaba Jeon y él amablemente se bajó del auto.

—Jungkook, Yoongi se ha ofrecido a llevarme hoy. Perdona por no haberte avisado antes.

—No pasa nada, Jimin. Él es tu esposo. Me alegra que hoy te lleve. Si necesitas algo, no dudes en llamarme —respondió con una sonrisa.

—Gracias por entenderlo. Cuídate —dije, viendo cómo se alejaba.

Entré nuevamente a la casa.

—Listo, Yoongi. Podemos irnos. No quiero llegar tarde.

—Está bien, vayamos —dijo, tomando las llaves.

Íbamos en el auto y, sin saber por qué, me nació preguntarle a Yoongi:

—¿Quisieras tener en algún momento cachorros?

Yoongi no respondió rápido, lo que me hizo sentir un poco nervioso.

—Porque yo sí quiero, aunque sea un cachorro —añadí, esperando su respuesta.

—Yo no. Además, cuando son dos padres, es más difícil —dijo finalmente.

—¿Por qué? —pregunté, sintiendo una punzada de preocupación.

—Porque no tienes lo que tienen los omegas femeninos.

—Yoongi, no sé por qué te molesta tanto eso. Soy omega, en mi vientre puedo llevar cachorros sin problemas. Mis pechos incluso se llenarán un poco cuando quede en cinta.

—No sé, Jimin. Siempre me han parecido los omegas masculinos anormales.

Sus palabras me golpearon como un balde de agua fría. Sentí que mi corazón se rompía un poco más.

—Entonces lo nuestro nunca funcionará —dije, con la voz quebrada.

—No, porque contigo es diferente. Eres mi destinado y intentaré todo para hacerte feliz; hasta iré a terapia —respondió, con una determinación que no había visto antes.

Me quedé en silencio, procesando sus palabras.

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