14
Al día siguiente, me desperté como de costumbre, me aseé, me vestí y luego bajé a la cocina para comer cereal. Aún me dolían los pies, pero creo que estaban mejor que ayer. En ese momento, vi a Yoongi bajar y me acerqué a él.
—Buenos días.
—Buenos días, ya me voy de salida.
—¿Crees que puedas llevarme? Es que ando sin auto y tal vez sea tonto, pero no quiero seguir usando el dinero de mi padre o decirle que arregle mi auto.
—Está bien, Jimin. Yo puedo llevarte y traerte a casa sin problema. ¿Terminaste de desayunar?
—Sí, ya estoy listo.
Ambos salimos de casa. Me senté adelante y no se nos hacía incómodo hasta que Yoongi detuvo el auto en una zona que yo no conocía.
—¿Pasa algo, Yoongi?
—Perdón, no te avisé, pero vine a buscar a Jandi. Es que a ella no le gusta tomar el bus.
En ese momento, ella llegó e intentó abrir la puerta donde yo estaba. Bajé el vidrio y amablemente le pedí que fuera en la parte de atrás porque mi pie dolía.
—No, Park, agradezco lo que haces por Yoongi y por mí, pero ese es mi lugar.
Sentí una oleada de frustración y enojo. Traté de mantener la calma, pero mi voz salió más tensa de lo que esperaba.
—Jandi, es solo un asiento, por favor. Mi auto se descompuso...
—No me interesa, Park. Yoongi, si Jimin no me da el asiento, no me subiré.
Volteé a ver a Yoongi, esperando que él interviniera. Pero él solo suspiró y dijo:
—Jimin, por favor, ¿podrías ir atrás?
La rabia y la humillación me golpearon de lleno.
—¿Qué pensaría tu madre si viera que llevas a esta omega adelante y a mí atrás? ¿Sabes qué? Tranquilo. Agarren su estúpido asiento y tráguenselo. No entiendo cómo alguien de bajos recursos puede ser tan caprichosa e infantil.
Mi voz temblaba de ira y mis ojos se llenaron de lágrimas de frustración. Yoongi me miró con una cara de sorpresa, mientras Jandi fruncía el ceño, claramente ofendida. Me bajé del auto con dificultad, sintiendo el dolor en mis pies. Tomé mis cosas y luego cerré la puerta con fuerza.
Me acerqué a un alfa que estaba allí con su moto y le pregunté:
—¿Sería usted tan amable de llevarme a mi universidad? Prometo pagarle.
—Tú eres un niño fino. ¿No te da miedo que te haga algo? Además, estoy sucio —respondió él, mirándome con curiosidad.
—Mire, yo no juzgo a las personas por cómo se ven y miedo no tengo. ¿Puede llevarme?
Él se rió y me dijo:
—Me gusta tu actitud. Está bien, yo te llevaré. Ten, ponte el casco.
Me puse el casco y me subí en su moto. El viaje fue emocionante; el viento en mi rostro y la sensación de libertad me hicieron olvidar por un momento el dolor en mis pies y la tensión con Yoongi. Llegamos a la universidad antes que Yoongi. Me bajé y saqué dinero.
—Muchas gracias.
—Esto es mucho dinero.
—No importa, gracias por ayudarme.
La verdad, si elegí a ese chico es porque sentía que, si no estaba con alguien de la zona, podían hacerme daño y, claro, que tenía miedo, pero valió la pena.
El chico se fue y cuando estaba por empezar a caminar, vi mi auto. ¿Cómo es posible? Caminé hasta donde estaba mi auto y del asiento del conductor bajó el abogado Jeon.
—Buenos días, Jimin.
—Buenos días, abogado. ¿Cómo es que usted trajo mi auto?
—Ayer tomé tu llave y, cuando hablamos, me dijiste dónde estaba el auto. Así que fui por él. Te habías quedado sin gasolina; no fue que el auto dejara de funcionar.
—¿En serio? —me reí—. A veces soy tan despistado.
—Te traje una crema para tus pies.
—Muchas gracias, de verdad, ha sido muy amable.
Estiré mi mano para agarrar la crema y, en ese momento, llegó Yoongi. Sentí una mezcla de sorpresa y nerviosismo al verlo.
Yoongi tomó la crema con su mano derecha y, con su mano izquierda, sujetó mi mano, diciendo:
—Gracias por preocuparte por mi esposo, abogado Jeon.
—Yoongi, buenos días. Con gusto ayudé a Jimin y me ofrezco por si necesita cualquier cosa —respondió el abogado con una sonrisa.
En ese momento, me sentía nervioso. Miré al abogado y le volví a agradecer por traer mi auto y por la crema. Él me entregó la llave de mi auto y se despidió.
—Jimin, no debes estar aceptando cosas del abogado —dijo Yoongi, con un tono serio.
—¿Por qué no? —hablé, soltando su mano—. ¿Dónde está tu omega? ¿Puedes dejar de aparecerte así?
—Hablas como si interrumpiera algo.
—Sí, sí lo hiciste. ¿Y sabes qué? Creo que me equivoqué. Lo que sentía por ti era, no sé, admiración y no tiene nada que ver con mi destino.
Yoongi me miró con sorpresa y dolor en sus ojos.
—¿Qué estás diciendo, Jimin? Sé que estás enojado, pero estás hablando por molestia.
—No, no hablo por molestia. Hablo desde la verdad. Desde que estoy estos días contigo, soy un amargado bipolar que siente miles de emociones, pero en ninguna de ellas está la felicidad. Tú no vives ni dejas vivir.
Sentí una mezcla de liberación y tristeza al decir esas palabras. Yoongi estaba en silencio; su rostro reflejaba una mezcla de confusión y dolor. Sabía que mis palabras lo habían herido, pero también necesitaba decir la verdad para poder seguir adelante.
—Jimin, perdón. Hice mal al dejarte allá, pero es solo un asiento.
—No, no hablo solo de lo de hoy, Yoongi. No soporto más esto. Haz tu vida con Jandi y procura no cruzarte en mis asuntos hasta que se acabe esta farsa de matrimonio. No te quiero cerca. Si nos vemos, que sea por asuntos totalmente ajenos a nuestra voluntad.
Yoongi me miró con desesperación.
—Jimin, por favor, ya basta.
—Sí, exacto, ya basta. Basta de que estés jugando conmigo, donde me ilusionas y luego me sales con que no te gustan los omegas masculinos, con que estás con Jandi y no sé qué más cosas. Estoy obstinado de ti y de esa caprichosa que se cree más que los millonarios que estudiamos aquí.
—Ya basta, Jimin —dijo Yoongi, agarrándome del brazo y acorralándome entre el auto y su cuerpo. De repente, me besó.
Tal vez en otro momento hubiese deseado tener el beso de Yoongi, pero esta vez no. Apreté mis labios sin corresponder a su beso y lo empujé.
—Yoongi, no lo vuelvas a intentar. No quiero nada de ti, no te quiero y te pido que te alejes de mí.
Empecé a caminar hacia mi aula, conteniendo las lágrimas. Sentía una mezcla de tristeza, enojo y liberación; he tomado la decisión correcta, aunque duele.
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