11
Eran las seis de la tarde y yo iba saliendo del supermercado con Jin y Namjoon, llenos de bolsas de compras. Conduje hasta casa y ellos me seguían en otro auto. Llegamos a mi casa y bajamos las cosas. Yoongi no estaba en casa. Empezamos a cocinar; bueno, Jin me enseñaba y Namjoon observaba a Jin. Se podía sentir el amor entre ellos y yo me sentía como un estorbo en medio; casi les ofrecía una habitación. Ahora entiendo cómo se sentía Yoongi, amando a alguien y no pudiendo demostrarlo por miedo.
Ya habíamos terminado y yo despedía a Jin y Namjoon cuando Yoongi llegó a la casa. Me miró muy serio y pasó por un lado sin decir una palabra.
—Gracias por venir a enseñarme, Jin.
—Tranquilo, estaré viniendo todos estos días y créeme, serás un buen chef.
—Gracias, Jin. Conduzcan con cuidado —les dije, viéndolos hasta que se fueron. Entré a la casa y encontré a Yoongi en el mueble.
—¿Quieres comer? —le pregunté.
—Jimin, en serio, ¿con dos alfas? Eso es demasiado.
—Son mis amigos y estuvieron enseñándome a cocinar. No seas mal pensado.
—No te creo.
—Da igual si no me crees. No entiendo esta actitud tuya.
—Me preocupo por ti, Jimin. Es solo eso.
—No te preocupes, no necesito niñero.
—¿Estás enojado conmigo? ¿Ahora qué hice? El que debería estar enojado soy yo por la actitud que tuvo Tae.
—Me molesta que, de la nada, hagas comentarios como si fueras realmente mi esposo, pero bien que llegas a la universidad con Jandi.
—Es mi novia. ¿Qué esperabas?
—Sí, y yo, aunque sea falso, soy tu esposo y me avergüenzas. ¿Era parte del trato también avergonzarme? —respondí, sintiendo cómo la ira crecía dentro de mí.
—Tú estabas con dos alfas; no sé de qué te quejas —replicó Yoongi, sus ojos brillando tal vez con una mezcla de celos y enojo.
—Sí, tienes razón, estaba con dos alfas. Ahora roguemos que no haya quedado en cinta porque no sé cómo evitar que le des tu apellido —dije, dándome la vuelta y dejándolo solo. Caminé hacia mi habitación mientras él me seguía, su voz cada vez más desesperada.
—Repite eso, dime de qué estás hablando. Jimin, Jimin... —insistió Yoongi, su tono casi suplicante.
—Déjame en paz, Min —respondí, cerrando la puerta de mi habitación con fuerza.
Yoongi se quedó del otro lado, golpeando la puerta.
—Jimin, por favor, abre la puerta. No puedo soportar la idea de que estés con otros alfas. ¡Dímelo! —gritó, su voz llena de celos y desesperación.
Me apoyé contra la puerta, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a caer. La situación se estaba volviendo insostenible y no sé cuánto más voy a soportar.
Por fin dejó de tocar la puerta. Me levanté del piso, me quité la ropa que estaba usando y me puse un pijama para intentar dormir. De repente, me llevé el gran susto de mi vida: era Yoongi entrando por mi terraza.
—¿Qué estás haciendo? ¿Estás loco? Te pudiste haber caído —le dije, alarmado.
—No me importa. Explícame eso de quedar en cinta de ese par —respondió él, con los ojos llenos de celos y desesperación.
Rodé los ojos.
—Por favor, Yoongi, lo dije por molestia. Ambos son mis amigos y jamás los vería con otros ojos.
—Namjoon es un alfa muy bien parecido. Cualquier omega lo pensaría.
—Yo no soy cualquier omega.
Yoongi suspiró, tratando de calmarse.
—Entiendo, Jimin. Hablé con Jandi sobre lo de marcarte y cuanto antes mejor, así que dime cuándo ella puede venir.
—Eso tendrá que esperar. Tengo un compromiso al cual ir y no puedo ir marcado.
—¿Qué compromiso es ese? —preguntó Yoongi, frunciendo el ceño.
—Me haré pasar por el omega de Namjoon.
—¿Qué? —exclamó Yoongi, sorprendido.
—Es una larga historia, pero no te la puedo contar ahora. Después de eso, me puedes marcar.
—¿Y así quieres que crea que entre ustedes no hay nada? —dijo Yoongi, su voz llena de incredulidad y celos.
—Es difícil de explicar, Yoongi. No soy de revelar los asuntos personales de mis amigos sin su autorización, pero lo que sí te puedo asegurar es que no tengo nada con nadie más. El día que alguien me interese, entonces ese día te lo diré, así que no tienes que preocuparte.
—Está bien, Jimin. No me preocuparé más y tú me dirás cuándo quieres que hagamos lo de la marca, porque no sabemos cuándo regrese mi mamá.
—Sí, por cierto, Nam y Jin estarán viniendo a enseñarme a cocinar. Si quieres, puedes unirte a las clases.
—¿Puede venir Jandi? —preguntó Yoongi, con un tono que intentaba ser casual.
Me reí, no por gracia, sino por lo doloroso que era.
—Sí, puede venir tu novia. Ahora, si me disculpas, tengo cosas que hacer. Si quieres, abajo dejé comida.
—Sí, gracias, Jimin. Buenas noches.
—Igual para ti.
Al día siguiente, desperté animado por este nuevo día. Me aseé, me vestí y, ¡maldición! Se acabó mi neutralizador de olor. Tendré que irme antes de que Yoongi se dé cuenta y piense que soy desagradable. Saldré rápido y comeré algo en el camino. Plan simple y perfecto. Pero cuando bajaba las escaleras, vi a Yoongi tirado en el mueble. Me repetí muchas veces: "¡No te detengas, Jimin, no te detengas!" Pero me detuve.
—¿Estás bien, Yoongi? —pregunté, preocupado.
—Jimin, me siento muy mal —dijo Yoongi con la voz ronca.
Me acerqué a él.
—¿Qué tienes?
—Me siento mal, tengo frío.
Puse mi mano en su frente y luego en su cuello. Estaba hirviendo de fiebre.
—Yoongi, tienes temperatura. ¿No es tu celo?
—No, no es mi celo. Me siento mal.
—Está bien, iré a la farmacia a comprarte algo para la fiebre y llamaré a tu novia para que te acompañe —dije, tomando el celular de Yoongi y llamando a Jandi. Ella respondió naturalmente, creyendo que era Yoongi.
—Hola, amor, te estoy esperando.
—Hola, soy Jimin. Yoongi está enfermo. ¿Puedes venir a cuidarlo mientras voy a la farmacia?
—¿Qué? ¿Y enfermarme yo también? ¡No, gracias! Además, yo no soy enfermera.
—Pero eres su... —no pude terminar porque me colgó la llamada. No podía creerlo. Es su novia y no le interesa cuidarlo. Bueno, no importa, iré a la farmacia y regresaré rápido.
Fui a la farmacia y el farmacéutico me recomendó lo mejor para la fiebre, explicándome cómo usarlo. Aproveché para comprar mi neutralizador. Iba de regreso cuando Taehyung me llamó.
—Hola, Tae.
—Hola, ¿por qué no has llegado?
—No creo que pueda ir. Yoongi está enfermo.
—Deja que se muera el miserable ese, quedas viudo y millonario.
—No, no haré eso.
—Lo sé, es broma, pero si quieres, no es broma.
—¡Taehyung!
—Ya te dejo tranquilo. Si necesitas algo, no dudes en llamarme.
—Está bien, ya voy llegando a casa. Cuídate —dije, colgando la llamada.
Bajé del auto y entré a la casa. Yoongi aún estaba en el sofá. Cuando me vio, sus ojos marrones se tornaron azules y, con voz ronca, tomó mi mano y me acercó a él, olfateando mi cuello.
—¡Mi omega!
Me aparté, recordando que había olvidado ponerme el neutralizador, pero él me volvió a jalar y me dijo:
—Solo necesito tu olor para estar bien.
—Solo sientes eso porque estás enfermo —le dije, tratando de mantener la calma.
—No, Jimin. Tu olor ha activado mi parte de alfa y eso solo ocurre cuando encuentras a tu destinado —negó Alfa, con una intensidad en sus ojos que me dejó sin palabras.
Antes de que pudiera reaccionar, Alfa me besó. Al separarnos, yo quería irme, pero él comenzó a actuar como si fuese un pequeño cachorro, aferrándose a mí y suplicando que no me fuera.
—No quiero que te vayas —dijo, con una voz que mezclaba vulnerabilidad y necesidad.
—Está bien, me quedaré, pero solo si bebes el remedio —accedí, sabiendo que era la única manera de calmarlo.
El Alfa accedió y yo tuve que permanecer con él, sentado a su lado, durante tres largas horas llenándolo de mimos. Durante ese tiempo, Alfa se aferró a mí, buscando consuelo en mi presencia. Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Yoongi recuperó el control.
—Gracias por quedarte conmigo, Jimin —dijo su voz más firme.
—De nada, Yoongi. Solo quiero que te mejores.
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