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10


Al día siguiente, me desperté tranquilo a pesar del mal día que había tenido ayer. Pude dormir bien, me bañé, me arreglé y bajé las escaleras. Abrí la nevera y, por suerte, había pizza de la que había comprado Yoongi. La calenté y empecé a comer.

—Jimin, buenos días —dijo Yoongi al entrar a la cocina.

—Buenos días. Te dejé pizza. Más tarde iré a hacer mercado.

—Ok, vamos juntos. No soy bueno en eso de hacer compras.

—Está bien, aunque la verdad es que yo no sé cocinar.

—Jajaja, compraremos comida instantánea entonces.

—No, yo aprenderé, así que compraré cosas frescas y así aprendo.

—Bien, mientras no quemes la casa.

Me reí y seguí comiendo hasta terminar. Metí el plato en el lavavajillas y tomé mi bolso y mis llaves.

—Hasta más tarde. Ten un buen día, Yoongi.

—¿A dónde vas? —preguntó él, saliendo a alcanzarme.

—Voy a la universidad.

—Déjame llevarte.

—No, no tienes por qué hacerlo. Además, me gusta conducir mi auto.

—Comprendo. Entonces, nos vemos en la universidad.

—Sí, cuídate.

Fui hasta mi auto y, luego de conducir, llegué a la universidad. En mi cabeza seguía pensando en muchas cosas. Por fin, llegaron Tae y Hobi. Me alegró verlos juntos, aunque fui discreto y no pregunté si ya andaban.

—Buenos días, chicos.

—Buenos días. ¿Cómo te fue con la venenosa de tu suegra? —preguntó Taehyung.

Bajé mi rostro, avergonzado.

—Perdonen, pero yo los dejo, chicos. Tengo cosas que hacer —dijo Hobi. Sentí que lo hizo para no incomodar.

Cuando vi el rostro sonrojado de Tae, me atreví a preguntarle:

—¿Qué te pasa?

—Dejé que me marcara Hobi y no te pienso dar más detalles —respondió Tae, con una sonrisa tímida.

—¡Siiiiii! Estoy tan feliz por ti. Por fin tienes a un alfa y lo mejor de todo es que es tu destinado.

—Gracias, Jimin, pero aun así puedo notar tu tristeza. Cuéntame, ¿qué está pasando?

Vi a Yoongi llegar con Jandi y le dije a Tae, señalándolos discretamente mientras venían agarrados de la mano:

—Eso pasa.

—Ah, no, eso sí que no.

—Tae, por favor, no —le supliqué, pero Tae ya iba caminando hacia ellos como un cohete. No sé por qué simplemente no guardé para mí lo que estaba pasando. Llegué un poco después de Tae y lo tomé del brazo.

—Vamos, por favor —le supliqué.

—No, Jimin. ¿Quién te crees que eres, Yoongi? ¿Cambiar la belleza de mi amigo por este espagueti mal colado? Descarado, venir aquí agarrando su mano cuando todos saben que tú y Jimin están casados. Y me importa un rábano que sea un contrato. Yo mismo le diré a los señores Min. Aprovechado, inútil, poco alfa.

Taehyung estaba como un volcán y yo trataba de calmarlo, pero todo empeoró cuando Jandi habló.

—Jimin, ¿qué clase de amigos tienes? Ni los de mi barrio actúan así.

—Uno, dos y tres —fue lo único que escuché decir a Tae antes de darle una buena cachetada a Jandi. Lo separé, mirándolo a los ojos.

—Por favor, no es necesario. Vámonos —le dije, tratando de calmar la situación.

En todo momento, Yoongi había quedado anonadado. Todo pasó tan rápido.

Fui con Tae hasta adentro de la universidad.

—Perdón, Tae. No me gusta que te metas en problemas por mi culpa.

—Jimin, no puedes ser bobo. Tú eres su esposo y no puedes dejar que él haga esto, menos delante de los demás.

—Tae, él se casó conmigo para poder estar con ella.

—¿Y tú lo sabías?

—No, yo creí que si me casaba con él podría conquistarlo. Después me enteré de su novia.

—Déjame que ya lo voy a dejar sin descendientes al muy hijo de...

—Por favor, no lo hagas, Tae. Es triste, pero ahora que me metí en esta situación no puedo simplemente salir. Mis padres perderían todo por mi estupidez.

—¿Entonces vas a aceptar eso?

—Sí, hasta que el tiempo pase. Por favor, confía en mí. Yo estaré bien.

—Me preocupas, Jimin, pero respetaré tu decisión.

El día pasaba, a pesar del altercado de esta mañana entre Jandi y Tae. Todo parecía normal, pero yo evitaba encontrarme con Yoongi. Sin embargo, lo vi caminar en mi dirección y me escondí detrás de una planta artificial que estaba allí. Tropecé con un alfa grandote, de cuerpo ancho, ojos como los de un tigre, cabello negro y mucho más alto que yo. Cuando habló, su voz gruesa e imponente me hizo sentir pequeño.

—¿Alguien te está intimidando? ¿Por qué te ocultas? —preguntó él.

—No, no, nada de eso. Es que estaba revisando la planta —respondí, nervioso.

—Ya veo. ¿No es que te ocultas de Min Yoongi? Porque ya viene para acá.

—Ay, no —dije, suspirando, antes de escuchar la voz de Yoongi.

—Jimin, ¿podemos hablar?

—No, no puedo.

—¿Por qué? Preguntó el serio.

—Porque estoy hablando aquí con él.

—No sabía que mi amigo Namjoon era tu amigo.

—Sí, Namjoon y yo somos mejores amigos —dije, mirando con ojos suplicantes al chico del que me acababa de enterar que se llamaba Namjoon. Él puso la mano sobre mi hombro y habló.

—Sí, así es, Min. Jimin es mi amigo.

—Bueno, entonces nos vemos luego, Jimin, para lo de las compras de la cocina.

—Jimin, estudié para chef. Si quieres, puedo asesorarte con eso —dijo Namjoon.

—¿De verdad? ¡Sí! Para mí sería muy útil.

—Entonces no se diga más. Aquí tienes a tu chef personal.

Me reí porque no pensé que aquel alfa fuera tan amigable. Definitivamente, no debemos juzgar por cómo se ven las personas.

—Bueno, nos vemos luego, Jimin —dijo Yoongi. Cuando se fue, sentí un alivio.

—Gracias, Namjoon, de verdad.

—De nada. Por cierto, no sé cocinar. Se me quema hasta el agua, pero quería ayudarte.

—Ya me había emocionado.

—Tranquilo, conozco a alguien que te ayudará a cocinar. Vamos.

—Está bien —dije, empezando a seguir a Namjoon. Llegamos hasta otro chico, casi del tamaño de Namjoon, con cabello castaño y físicamente muy hermoso.

—Namjoon, ¿qué haces aquí? ¿Y en compañía de un omega? —preguntó el desconocido con un tono de molestia.

—Él es Jimin. Lo conocí hoy y necesita ayuda para aprender a cocinar.

—¿Y qué te hace creer que yo accederé? —respondió él.

—Jimin, si Jin te enseña a cocinar, ¿puedes fingir ser mi omega en un evento familiar?

—No, no, no. Eso sí que no. Ya estoy metido en un gran problema precisamente por aceptar casarme con Yoongi para aparentar ser su omega —dije, y sin querer, empecé a llorar.

—Por favor, Jimin. Sería una sola vez, lo prometo. Lo que pasa es que Jin es alfa igual que yo, y sí, somos pareja, pero mi abuelo está mal del corazón y si llego con un alfa, tal vez se muera allí.

—Entiendo. Está bien, los ayudaré. ¿Para cuándo me necesitan?

—Para dentro de una semana.

—Está bien. Guarden mi número y yo los ayudo.

En ese momento, Jin se acercó a mí con lágrimas en los ojos y me abrazó.

—Gracias por ayudarnos sin juzgarnos.

—Tranquilos, sé que los temas de familia y tradición no son siempre los más fáciles.

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