❦You know night after night❦
Cuando Taehyung se despertó ese día, jamás imaginó encontrar una preciosa caja sobre su escritorio. Jimin se llevó la mano a la boca por la sorpresa, porque eso solo significaba una cosa: un nuevo pretendiente queriendo hacerse notar ante los ojos de su querido amigo.
—Otra vez... —murmuró con preocupación, debatiéndose lo que haría a continuación.
Eran los primeros en llegar al salón, a excepción de otros de sus compañeros que ya habían dejado sus mochilas en sus asientos pero que no se encontraban presentes. Probablemente se fueron a comprar algo en la cafetería o a hacer sus necesidades en los baños antes de iniciar el periodo de clases.
—¡Sí! ¡Otra vez, Tae! —juntó sus manos con un semblante desbordante de ilusión—. Revisa quien es el afortunado en querer conquistarte con un detalle tan precioso. Se nota que te conoce bien.
Park le guiñó el ojo, pero el castaño se encogió de hombros ante la felicidad ajena.
—¿Afortunado? Más bien querrás decir víctima—alegó, dispuesto a buscar alguna etiqueta en la que estuviera el nombre de su admirador secreto. Revisando el exterior de la misma con minuciosidad.
Su amigo tenía razón, el susodicho sabía que adoraba Van Gogh. Lo que reducía su circulo de posibles pretendientes a sus compañeros de salón.
Pero antes de encontrar al autor del regalo, detuvo cada uno de sus movimientos y soltó aire por la boca.
—¿Qué paso? ¿Por qué te detienes? ¿No hay nombre?
—No es eso, Jiminnie. Siento que no es correcto aceptar esto, por eso voy a tirarlo a la basura...
—¡¿Estás loco?!
Al darse cuenta de lo fuerte que gritó, se obligó a bajar los decibeles de su tono de voz para luego quitarle la caja a Taehyung. Era una suerte que los pasillos estuvieran vacíos, las ventajas de ser tan madrugadores al fin daban sus frutos.
—Perdón por exaltarme, pero no vas a tirar esto cuando estoy contigo. Son los sentimientos de alguien más y eso lo hace muy valioso—argumentó con determinación—. No te digo que aceptes a la persona que lo hizo, pero al menos dale la oportunidad de decírtelo, le agradeces por el detalle y luego te despides de él, ¿sí?
—Pero Jimin...
—Nada de Jimin, yo sé que estás muy sensible por lo de Bogum y eso que no estabas enamorado, pero no te comportes como un mocoso malcriado. ¿Qué crees que dirán los demás si te ven haciendo esto?
—No me importa. A fin de cuentas, me tienen miedo.
—Tampoco es cómo que tuvieran terror... Solo te tienen mucho respeto.
"Vaya excusa más estúpida". El más bajito quería golpearse en la frente. Debía convencerlo, no darle una razón para actuar con verdadera determinación.
—Eso ni tú te lo crees, aunque no seré tan idiota cómo para negar que existen personas que me tratan igual de bien que tú.
—¿Ya ves? No todo está perdido—le sonrió con sinceridad, provocando que sus ojos desaparecieran en dos medias lunas de forma momentánea—. Vamos, Tae. Confía, por mí.
—Chantajista.
Kim cedió, aceptando la caja en sus manos por segunda vez. Volvió a admirarla con paciencia por unos segundos, hasta destaparla porque quería descubrir quién era su víctima antes de que sus compañeros entraran en grupo a la habitación.
Su mirada brilló por el contenido de la caja. Había distintos tipos de snacks, incluyendo esos chocolates que tanto amaba, pero pocas veces consumía por lo caros que eran. Sin embargo, cuando los comía, los disfrutaba cómo si fuera la única vez que los probaría.
Jimin también quedó impactado por aquello, pero no quiso decir nada para que el castaño continuara tanteando su regalo.
Taehyung hurgó dentro la caja, hasta encontrar una carta sin remitente.
—Mira, no hay nombre. Es anónimo.
—Demonios... No te queda de otra que leerla.
—Sí, podría haber una pista ahí—concordó, obedeciendo el pedido del mayor.
Hola Tae, nunca he sido bueno con las palabras, porque me gusta ser una persona de acciones. Así que seré directo. Me encantas como nunca lo ha hecho nadie, y por esa razón quiero que me des la oportunidad de demostrártelo. Te juro que no te arrepentirás.
Lamento si me estoy haciendo el misterioso, pero es una parte de mi encanto. Tú ya me conoces, y yo ya te conozco. Hemos estado más cerca de lo que crees y muchas anécdotas memorables nos unen desde que nos volvimos cercanos. Aunque no negaré que he pasado por mis propias luchas hasta conseguir el valor suficiente para confesarte mis sentimientos.
No obstante, quise hacerlo de esta forma porque no quería ponerte en aprietos por si querías mantener el perfil bajo frente a nuestros compañeros. Así que, si aceptas mi pedido, te veo mañana a las ocho de la noche en el restaurante del Golden Seoul Hotel.
Solo debes presentarte en el lugar, y decir tu nombre y que eres el acompañante de la persona que reservó la mesa siete. Con eso te permitirán ingresar sin problema. Espero con ansias verte allí, bonito.
—Dime que si vas a asistir por favor.
—No lo sé...
—Tae, esta persona hizo una reservación en uno de los hoteles más sofisticados de Seúl, te dio una caja con temática de tu pintor favorito, y vatios snacks de tu agrado. No es por menospreciar a tus antiguos pretendientes, pero creo que ninguno le prestó la atención a tantos detalles sobre tus gustos como este.
—Es cierto, ninguno fue tan detallista como este desconocido—admitió sin rodeos—. Pero, así como será sincero conmigo, yo lo seré con él. Por el momento no tengo ganas de continuar en este bucle sin fin en el que ni siquiera salgo herido a diferencia de cualquiera de las personas que se interesan en mí.
—Algo es algo, supongo
Taehyung cerró una vez más la caja, acariciando la pintura de la tapa por inercia. Un gesto que no pasó desapercibo por Jimin. Su amigo podría lucir muy serio o hasta fastidioso por la situación, pero la sonrisa que amenaza con colarse en sus labios lo delataba. Y eso que trataba de ignorar el sonrojo en las mejillas de pan que se colorearon desde que divisó la caja en su asiento.
"Su boca dice una cosa, pero su corazón quiere decir otra". Era obvio que el desconocido captó su atención de uno u otra forma, por lo que tendría que esperar a saber quien era para determinar sus probabilidades.
—Pues...
—¿Me dejarás ayudarte con tu vestimenta? —lo interrumpió—. Ya se me ocurrieron unas cuantas ideas para ponerte más lindo de lo que eres.
—Estás más emocionado que yo, así que te dejaré hacerlo, Jiminnie.
—¡Eres el mejor!
Se abalanzó para abrazarle, siendo recibido con gusto por su amigo. Lo cariñosos que eran con el otro era algo que nunca desaparecería.
—Todavía tengo mis dudas, pero te creo.
Taehyung se ganó un golpecito del rubio, estallando en risas para molestarlo porque le encantaba molestar al mayor, quien siempre hallaba un método efectivo para subirle los ánimos.
Le haría caso por esta vez, pero dudaba cambiar de opinión.
🍀
Jungkook iba confiado hacia el hotel en el que citó a Taehyung. Durante las clases, observó que el chico conservó su regalo, pues el castaño tenía un carácter muy impredecible. Por un instante temió que su presente fuera ignorado, pero cuando al comprobar lo contrario, se autoconvenció que la vida le estaba dando las señales que necesitaba para continuar.
La reacción de su crush se la perdió porque tampoco quería ser un entrometido, pero al verle disfrutar de los chocolates que le dejó en medio de uno de los recesos, su corazón latió con euforia.
Que elección tan acertada hizo.
El orgullo no cabía en su ser.
Yoongi, su mejor amigo era la única persona a la que le confió la información de su declaración. Y que pudiera apartar una mesa en aquel restaurante, fue gracias a él, porque el susodicho contaba con contactos que le facilitaban las cosas.
Ventajas de tener un padre que trabajaba en una agencia de viajes, supuso.
Pero eso era lo de menos, porque no se comparaba al apoyo moral que le daba que influyó en que su angustia se desvaneciera en segundos.
Lo ayudó a buscar la ropa más presentable de su armario, y le dio un aventón con su auto, porque Jungkook sabía que, de utilizar su motocicleta, lo más probable es que su esfuerzo para arreglar su revoltoso cabello se iría al demonio. No se la pasó más de una hora en ello como para acabar con un nido de pájaros en la cabeza.
Revisó el reloj de su muñeca antes de ingresar al ostentoso hotel, comprobando que ser puntual siempre sería una de sus mayores cualidades. Porque todavía falta media hora para que Taehyung hiciera acto de presencia con su etérea belleza, regalándole una de sus sonrisas cuadradas y saludándolo con esa voz grave que parecía hecha de terciopelo por la dulzura innata que poseía.
Uno de los meseros le dirigió hasta su mesa, en la cual no tardó en tomar asiento de tal forma que cuando el castaño ingresara, no pudiera ver su rostro de forma directa, si no su espalda cubierta por ese abrigo negro como el carbón que hacía que sus hombros lucieran más anchos.
Conforme los minutos avanzaban, la ansiedad volvía a consumirle poco a poco. Respiró una y otra vez, tratando de calmarse, hasta que escuchó como el mismo mesero que lo recibió en la entrada, saludaba a alguien más.
Tragó duro, poniéndose lo más recto que pudo sobre esa silla de caoba.
Era Taehyung.
Su tono de voz era inconfundible, cual ángel que te habla bonito en sueños, o quizá como un demonio que con un susurro te incita a pecar.
Su dualidad era de las cosas que más le fascinaban de ese majestuoso ser.
—¿Mesa siete? —preguntó el hombre afable—. Oh sí, es por aquí, joven. Su acompañante ya lo está esperando.
—Muchas gracias... Ya lo vi.
"Suerte o muerte". Jungkook escuchó los firmes pasos de su crush haciéndose más intensos conforme la distancia se acortaba. Cerró los ojos por una milésima de segundo, y lo siguiente que pudo captar en su campo visual fue la cara estupefacta del castaño que lo volvía loca con lo mínimo.
—Qué...
—¿S-Sorpresa? —tartamudear fue una reacción natural al ser testigo de tal divinidad con la que compartiría una exquisita velada que con suerte acabaría con ellos dos dándose un beso.
Sí, eso se escuchaba perfecto.
El castaño era tan bonito, pero verlo vestido enteramente de blanco era una fantasía.
Ese saco, camisa y pantalón elegantes pero casuales le lucían perfectos. Como si hubieran sido hechos para que Kim los modelara.
¿Así se vería el día de su boda? Era probable, o quizá más hermoso. Aunque no importaba, porque incluso sin maquillaje, seguía siendo el número uno para él.
Pues ese chico siempre estaría más allá de su imaginación.
Taehyung separó la silla de la mesa con una mano, dejándose caer en ella sin palabras. Su cerebro dejó de funcionar cuando vio a su única excepción frente a frente. Esto tenía que ser una broma o una cámara escondida, no existía otra explicación.
Porque de no serlo, el destino conspiraba una vez más en su contra.
Se suponía que Jeon Jungkook era inalcanzable y por esa razón era la persona que se vería incapaz de rechazar, porque jamás intentaría algo serio con él.
¿O no?
Confundido era minimizar su sentir, estaba perdido.
Carraspeó antes de hablar, tratando de fingir que su shock inicial fue una ilusión óptica para el contrario.
—Jungkookie, si querías salir conmigo como amigos no debiste armar todo esto— hizo una seña con sus manos, las cuales temblaban levemente por los nervios—. Me conformaba con salir a comer una hamburguesa en el McDonald's más cercano a la Universidad.
—Claro que no, esto debía ser muy especial Taehyungie hyung—rebatió con esos ojos de ciervo tan brillantes como una constelación—. Puedo ver que no te esperabas para nada que fuera yo, pero esto no es ningún chiste, por eso quiero que lo asumas con seriedad y tranquilidad.
—¿C-Cómo me vas a decir que no es una broma? Tú nunca mostraste sentir algo por mí...
No, no, y no. Esto era una pesadilla. Y nadie podría hacer cambiar de opinión a Kim.
—Tú tampoco, o al menos no abiertamente. Tampoco soy ciego, muchas veces te atrapé dándome miradas que daban otro tipo de mensaje.
—¿Se puede saber qué mensaje? —demandó saber.
Justo ahora se preguntaba si todas las personas que le dijeron que era buen actor le dijeron la verdad.
—Cómo si quisieras que lo hiciéramos lunes, martes, miércoles, jueves y viernes. Los siete días de la semana.
—Por todos los cielos.
Se cubrió la cara por la vergüenza. Jungkook no tenía filtros, por lo que no se sorprendía de su tremenda sinceridad, pero al ser parte de ella, era demasiado bochornoso como para aguantar su mirada sobre él.
—A cada hora, cada minuto, cada segundo...
—Basta...
—Sabes qué noche a noche te amaría como corresponde.
—No quiero oír más—pidió al enseñarle su rostro rojo cual tomate maduro—. No debí venir aquí.
El castaño tuvo toda la intención de levantarse de su sitio, pero una mano cubierta con tatuajes atrapó su muñeca.
—No te vayas, Tae. Por favor.
—No, Jungkook. Esto es un jodido error, no sabes a lo que te estás metiendo.
—¿Eres un mafioso o un estafador? ¿Un delincuente o un pandillero? ¿Un agente de la CIA o del FBI? —interrogó con curiosidad.
Taehyung abrió la boca por inercia. ¿De verdad le estaba preguntando eso?
Su crush... Mierda, Jeon era increíble al no querer rendirse con facilidad y ser ocurrente en situaciones tan caóticas como esta.
—Si la respuesta es negativa, no hay problema. Aunque tampoco lo habría si lo fueras, en serio quiero intentarlo contigo.
—Mira Jungkook...—se sentó otra vez, porque lo menos que quería era continuar llamando la atención. Suficiente con las miradas que seguían analizándolos a ambos desde que se incorporó para salir huyendo del hotel—Aprecio mucho que abras tu corazón conmigo, pero te juro que no sabes lo que dices. Te vas a arrepentir y te irás corriendo como todos lo han hecho.
—Me siento un tanto ofendido porque me metas en el mismo saco de tus anteriores pretendientes, Tae—un marcado puchero se acentuó en sus labios, demostrando su inconformidad.
—Ay, entonces no me queda de otra más que ser igual de sincero contigo.
—Por favor...
Jungkook soltó con delicadeza la muñeca de Taehyung, quien por un instante se olvidó de ese detalle al sentirse tan cómodo con su cálido tacto, el cual se sentía tan perfecto como la música de esa guitarra que un músico tocaba de fondo.
—Sufro de una maldición con la que llamo a la mala suerte, pero por más ilógico que sea yo no salgo tan afectado como lo hacen las personas que se me declaran, se vuelven mi pareja o un simple ligue.
El semblante de Jeon cambió a uno más neutral al escuchar aquello.
Taehyung pensó que existían dos posibilidades acerca de su opinión. La primera era que supusiera que estaba loco como para inventar excusas tontas y la segunda que no le creyera nada.
—¿Por esa razón no duras con tus parejas? Eso tiene sentido, la mayoría acababa envuelto en accidentes...
Ok, eso no se lo esperaba. Ese chico sabía cómo sorprenderlo, aunque quizá fue su error olvidar que era alguien muy curioso.
—Exacto—confirmó—. Yo te valoro mucho, Jungkookie. Así que no quiero que salgas perjudicado, por eso hagamos como que esta cita nunca existió. Me olvidaré de tu confesión, pero que sepas que la caja que me diste es un presente que atesoraré con mucho cariño...
—¡No me importa!
Taehyung abrió los ojos en grande al escuchar esas palabras cargadas de determinación.
—¿No valoras tu vida? ¿Eres un suicida?
Lo cuestionó en voz baja, escuchándose cada vez más alterado por sus declaraciones.
—No, solo pienso que tus pretendientes no tuvieron el coraje para soportar lo que se les viniera. Sientes el peso del mundo sobre tus hombros, pero podría besarte la cintura y lo olvidarías todo.
Acercó su mano lo suficiente como para acariciar los nudillos impropios de ese pobre castaño que parecía a nada de colapsar.
—Déjame compartir esta carga contigo, Tae. Tú lo vales. No quiero que olvides nada de lo que te dije. Me gustas demasiado, no... Estoy enamorado de ti y me arriesgo a decir que no te soy indiferente por cada una de tus actitudes hacia mí.
—Imposible, no estás pensando correctamente...
En ese instante, las luces del restaurante comenzaron a parpadear, pero nadie pareció querer prestarles una atención. Jungkook quería convencer a Taehyung antes de que alguno de los meseros interrumpiera su discusión tras la media hora que pidió le dieran para charlar con el susodicho para entregarles el menú.
—¡Claro que sí! ¡Y no pienses que estoy delirando, porque me encuentro más cuerdo que nunca!
—¡Pero yo no me perdonaría que te lastimaras por mi culpa!
Las cosas entre ellos ya estaban entrando en calor, de la misma manera en la que el edificio parecía sufrir una especie de movimiento parecido al de un sismo que ignoraban al estar concentrados debatiendo sus puntos de vista.
El resto de clientes también lo notaron, pero el temor se regó cual pólvora cuando un candelabro cayó directo en la mesa más cercana a la de Taehyung y Jungkook.
—¡Lo resistiré! ¡Si esa es la única forma de estar a tu lado, me arriesgaré!
—¡No lo consiento, porque jamás podré mirarte a la cara si tu destino es como él de los demás! —se levantó de la mesa, alzando la voz lo más que pudo para hacerse escuchar a pesar del ruido y los gritos de los presentes—. ¡Lo mío ya no es una simple coincidencia y estás siendo testigo de ello ahora mismo!
Pero el azabache no pensaba dar su brazo a torcer.
Quitando ese enojo del rostro de su chico bonito, le era fácil detectar la emoción que le causaban sus palabras. Había aprendido a leerle bien, aunque no hubiera indagado mucho en esa maldición que aparentemente lo estuvo atormentando por un largo tiempo.
—¡Me encargaré de cambiar las reglas del juego para que lo imposible se vuelva posible!
Prometió con desesperación de que no dudara del juramento realizado en ese preciso instante.
Esa era su nueva meta. Una que cumpliría sin importar qué.
Porque enfrentaría al mismo diablo de ser necesario.
Mucho tiempo se la pasó siendo un cobarde, por lo que no daría marcha atrás.
No después de que en ningún momento el chico de sus sueños no mencionara que lo suyo no era reciproco, pues solo le dio largas, pero no lo rechazo como debería a tal punto de replantearse si lo mejor era dejar las cosas por la paz.
Aquel debate mental no pudo continuar por la explosión que se desató detrás de Taehyung lo hizo caer justo en las rodillas de Jungkook, quien no perdió el tiempo para levantarse junto con él al ver como todos se movilizaban para salir rápido del local, mientras el polvo de la estructura afectada ensuciaba todo a su paso.
Cuando Jeon quiso tomarlo de la mano de nuevo, el castaño se la quitó de inmediato.
—¡No vuelvas a buscarme si piensas repetir todo lo de hoy! ¡Amigos o nada, tú decides!
—No me pidas eso, porque no voy a cumplir.
—Bien, entonces luego no te quejes por el quiebre en nuestra relación— sentenció, dedicándole una mirada dolida—. Porque lo nuestro también será imposible.
Y sin más que agregar, lo dejó solo al irse caminando en dirección opuesta a la suya.
—No me rendiré. Una semana me bastaría para demostrarte que puedo seguir a tu lado sin el mínimo daño.
Puso una mano en su pecho, reafirmando ese sentir al verle desaparecer de su campo visual. No era prudente seguirle insistiendo, ya que acababan de sufrir un accidente y de seguro quería procesar todo lo que le había dicho durante esa velada tan corta.
—Eh, joven—el mesero que lo atendió se le acercó con cuidado—. Lamentamos mucho que su cita terminara mal, por ese motivo le devolveremos el dinero como a los demás clientes.
—No se preocupen, pueden quedárselo. Ustedes lo necesitan más que yo.
—¿En serio? Mil gracias, de parte de mis jefes se los agradezco mucho. Tenemos mucho que arreglar, porque nadie se imaginó que habría un sismo que dañaría el local a tal punto de generar una explosión en la cocina. Lo bueno es que nadie salió herido.
—Eso es lo importante—le dio una palmada en la espalda, antes de despedirse con una reverencia y marcharse del lugar.
Dejando un tanto reflexivo al mesero que correspondía al nombre de Hoseok, porque aquel azabache le parecía alguien con un gran corazón. Pues no era por quejarse, pero todos los clientes se encargaron de reclamar y él fue el único que tuvo un poco de empatía con su lugar de trabajo.
—Ojalá puedas llegar al corazón de ese chico, quizá hoy no fue el mejor día, pero mañana será otro comienzo.
Y justo como aquel pelirrojo había dicho, a la mañana siguiente, Taehyung se encontraba contándole a Jimin un poco acerca del desastre de la noche anterior sin decirle el nombre de su pobre víctima en el salón que se mantenía vacío al no iniciar todavía la jornada de clases.
—Tiene valentía como para declarar ese tipo de cosas, me agrada mucho ese chico. Pero me agradaría más si me dices el nombre...
—¿Para qué quieres que te lo diga si ya me prometí no traspasar esa línea con él? —enarcó una ceja, expectante por la respuesta del rubio.
—¿Porque soy tu mejor amigo...?
Taehyung lo miró mal, a lo que Jimin soltó una risita por su comportamiento infantil.
Aunque él no se quedaba atrás en ese aspecto.
—No seas así, Tae—le reclamó cual niño haciendo berrinche—. Ya cumpliste tu parte del trato y lo acepto. No me hará daño saber quién fue el príncipe que quiso ir a la guerra por ti.
—Demonios, tienes suerte de que sea muy complaciente contigo—refunfuñó.
—Es un don ser muy lindo como para que cedas a mis pedidos.
Antes de que Jimin pudiera seguir jactándose de su increíble capacidad de convencimiento, Taehyung le soltó el chisme entero.
—Fue Jeon Jungkook, nuestro compañero, y mejor amigo de tu novio.
Park se quedó atónito, poniendo su mano sobre su frente como si Taehyung le hubiera revelado el secreto mejor guardado del mundo.
—Mierda, no puede ser... No me lo esperaba de él, pensé que solo te veía como amigo.
—Pensé lo mismo, pero la vida da sorpresas—suspiró, recostándose por completo sobre la superficie de madera.
Ya no quería darle más vueltas a ese asunto que jamás tendría otra buena solución como la que le dijo al chico de piel nívea.
—Wow, y... ¿qué vas a hacer? —indagó con curiosidad.
No sabía a ciencia cierta si su amigo tenía un gusto por el susodicho, pero algo le decía que Jungkook encajaba en el tipo ideal del castaño.
—Ya te lo dije, nada me hará cambiar de opinión.
—Ya veo...
—Gracias por respetar mi decisión—le regaló una sonrisa de lado, ya más relajado al haber contado todo sobre su cita con su crush, corrección... con Jeon.
—Si eso te traerá paz, por mí está bien. Al menos su regalo te quedará como un lindo recuerdo.
—Lo único bueno de esto. A fin de cuentas, falta poco para nuestra graduación.
Sí, y por esa razón comprendía que Taehyung quisiera mantenerse en tranquilidad absoluta. Pero Jungkook no quería rendirse con facilidad, anhelaba actuar con cada uno de los elementos a su favor.
Demostrándole que era capaz de todo por él, pero siendo cauteloso con la gente de la universidad.
Por ese motivo, aunque el chico no cruzó miradas con el castaño en ningún momento durante las clases, no se lo pensó dos veces para seguirlo hasta el metro que el chico usaba para transportarse a su hogar en soledad cuando a Jimin le tocaba ir a sus clases extras de inglés.
Taehyung ni siquiera había reparado en la presencia de Jungkook por estar concentrado en la música de sus auriculares cuando pudo divisarlo a la lejanía, mientras rayos amenazaban con cubrir la ciudad.
Ahhh, ahí iban otra vez.
—Pensé que quedó claro lo que te dije ayer.
Taehyung lo riñó cuando lo tuvo enfrente, observándole desde arriba, mientras trataba de no concentrarse en lo guapo que se veía con esa chaqueta de cuero negro, pantalones de mezclilla y cabello alborotado.
Su apariencia debería ser ilegal. Era tan jodidamente guapo.
Fue una tortura ignorarle todo el día, por lo que esto debía ser otro castigo de la vida hacia él.
Tenerlo tan cerca, sabiendo de sus sentimientos, sin poder abrazarlo, ni tampoco permitirle tocarlo como deseaba.
—Parece que no, porque no quiero desistir sin luchar.
—No hay nada por lo que tengas que luchar—aseguró, poniendo los ojos en blanco, mientras jugaba con el llavero de tigre que colgaba de su mochila--. No me veas y así te olvidarás más rápido de mí.
—¿Como no te voy a ver si me atraes como la luz a una polilla? —lo interrogó con sinceridad, queriendo arrodillarse para agarrarle por el mentón y poder iniciar un profundo contacto visual con el castaño—. Yo soy la polilla solo para aclarar.
Una risa quiso escapar por su asertivo comentario, pero se mordió la lengua y cerró los ojos para seguir reafirmando su negativa ante la situación.
—Bueno, sin con esas estamos... —dijo, sin apartar la vista del chico que se mantenía con la cabeza echada para atrás en el asiento del metro que iba casi vacío—. El cielo entero se puede caer a pedazos, pero no me iré de tu lado.
—Como quieras—respondió con un falso desinterés. Dispuesto a continuar aplicándole la ley del hielo hasta llegar a su casa, con la excusa de seguir escuchando música por sus auriculares.
Jungkook tomó asiento a su costado, mirando el paisaje tormentoso que envolvía la ciudad gracias a la maldición de su chico. Porque ni siquiera le importaría demostrar su inquebrantable voluntad estando colgado en el exterior del transporte para que Taehyung creyera cada una de sus palabras.
Aunque eso sería demasiado arriesgado hasta para él, pero se conformaba con que el mencionado supiera que era capaz de enfrentar las desgracias que vinieran contra su persona sin dudar.
Porque el amor que le profesaba era más fuerte que cualquiera de los relámpagos que caían del cielo. Y ni siquiera una mala fortuna podría quitarle la sinceridad de ese sentimiento.
Continuará...
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