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CAPITULO 22



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Anne salió de la biblioteca, algo cansada, no de leer todos aquellos libros como les había dicho a Hermione y Harry, bueno, eran terriblemente aburridos de leer, pero aún así esa no era la razón por la cual se encontraba tan cansada.

Hacían unas cuantas noches que no lograba conciliar el sueño, y la razón que la mantenía en vela por las noches era todo lo que había pasado con Alice.

No tenía ni la mínima idea sobre quien era el hombre que había puesto su nombre en el cáliz de fuego.

Cuando la noche caía sobre Hogwarts y el sol se escondía plenamente para dar paso a la luna, la mente de Anne simplemente no podía callarse, en cuanto su espalda tocaba el suave colchón de su cama, su cabeza se llenaba de preguntas, las cuales aún no sabía responder.

Mientras caminaba por el amplio pasillo de Hogwarts, sin saber muy bien hacia donde iba, vio como al final del pasillo se encontraba una chica rubia.

—¿Lunita?—preguntó con el ceño fruncido al ver como la Ravenclaw saltaba, intentando agarrar una bufanda, la cual colgaba de una alta biga del techo.

Luna paró de saltar y se dirigió hacia ella con una gran sonrisa cuando reconoció su voz—Annie.

—¿Por qué tu bufanda está colgada en el techo?

—A veces suelen esconderme la ropa—la Lovegood se encogió de hombros, como si estuviese ya acostumbrada.

Anne frunció el ceño, ¿por qué tenían que ser así? Nunca entendería la razón por la que esas personas hacen ese tipo de cosas a alguien, encima a una persona de personalidad tan pura y amable como Luna.

—Pues menudos imbéciles—espetó la pelirroja malhumorada, la falta de sueño también le estaba afectando a su humor, se encontraba más irritada de lo normal, y lo que le acababa de contar Luna, solo había hecho que su sangre hirviera aún más.

—No te preocupes—la rubia continuaba sonriendo despreocupada—Al final me acabo acostumbrando, a eso y a que me llamen nombres.

—No te deberías acostumbrar—masculló la pelirroja—Eso no es algo común, Lunita, deberían parar.

—Dicen que me llaman así porque estoy loca—una vez más, Luna se encogió de hombros.

Anne suspiró, optando por quedarse en silencio durante unos segundos para pensar en como explicárselo.

—Aquellas personas que te llaman así, es porque saben que eres diferente, especial, ves el mundo con otra perspectiva, otros ojos, y eso es todo lo contrario a malo, se necesitan a más personas como tú en este mundo, personas que vean la mínima mota de luz en la completa oscuridad—le puso la mano en el hombro, de forma cariñosa, intentando consolarla.

Luna esta vez sonrió de una manera más melancólica—También hacen falta más personas como tú, Anne—murmuró.

—¿Personas como yo?—la pelirroja ladeó la cabeza algo confundida.

Luna asintió y soltó una pequeña risa—Están las personas que ven algo bueno entre miles de defectos, sí, pero también hay otro tipo de personas que hacen el papel más importante y el que más cuesta—empezó—Hablo sobre las personas que cuando ven una cualidad buena, que suele estar muy escondida debajo de un duro caparazón, no se rinden hasta que la cualidad positiva destaca entre todo lo malo.

Anne levantó las cejas, sin saber muy bien lo que decir ante eso.

—Y creo que sabes a que me refiero—la platinada le guiñó un ojo juguetona—Serás su fe, Anne, tú serás esa persona para ellos.








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Ya era Lunes, y al día siguiente sería la primera prueba de Harry.

Anne se encontraba junto con Hermione en Herbología, la pelirroja cortaba unos tallos a medida que se le iban cerrando los ojos...

—¡Anne!—Hermione reprendió a su amiga cuando esta sin querer soltó las tijeras.

—Perdón, perdón—balbuceó la Weasley mientras se intentaba despertar a si misma.

—¿No has dormido nada?—la castaña paró de hacer la tarea para mirar a Anne con seriedad.

—Sí, solo estoy algo cansada—contestó con rapidez ella.

Las dos sabían que eso era mentira, aquella noche tampoco había logrado conciliar el sueño.

Antes de que Hermione pudiera intentar sonsacarle la verdad a Anne, Harry entró a la clase, llegando tarde y poniéndole unas cuantas excusas apresuradas a Sprout.

Cuando por fin el chico se sentó en su asiento, se inclinó hacia las dos para susurrarles algo—Chicas, me tenéis que ayudar.

—¿Y qué es lo que hemos estado haciendo entonces?—le contestó Anne sarcásticamente, también en unsusurro, mirando por encima del arbusto nervioso queestaba podando.

—Tengo que aprender a hacer bien el encantamientoconvocador antes de mañana por la tarde.








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Ya era martes, y en el colegio había unatensión y emoción enormes en el ambiente.

Las clases se interrumpieron almediodía para que todos los alumnos tuvieran tiempo de bajar al cercado delos dragones. Aunque, naturalmente, aún no sabían lo que iban a encontrarallí.

Mientras se encontraban en el Gran Comedor, la profesora McGonagall entró de repente y fue a toda prisa hacia Harry—Los campeones tienen que bajar ya a los terrenos del colegio...Tienes que prepararte para la primera prueba.

—¡Bien! —dijo Harry, poniéndose en pie. El tenedor hizo mucho ruidoal caer al plato.

—Buena suerte, Harry —le susurró Hermione— ¡Todo saldrá genial!

—Sí —contestó el chico, con una voz que no parecía la suya.

Justo cuando iba a emprender su camino, Anne le paró con delicadeza y se acercó a él para decirle unas cosas que no quería que nadie más escuchara—Escúchame, Harry Potter, has luchado contra Voldemort, no una, si no dos veces, también contra un basilisco y sobreviviste hasta a unos putos dementores. Unos dragones no son nada comparado contra eso, además de que estuviste toda la tarde de ayer practicando hechizos.

—Sí—murmuró el chico tembloroso.

—No, dilo otra vez, y con convicción Harry, si no te convences a ti mismo no vas a convencer a nadie—le dijo—Respira hondo y repítelo.

Su amigo tomó una gran bocanada de aire y asintió—Sí—esta vez lo dijo con mucha más seguridad.

—¿Sí, que?

—La prueba me va a salir genial... Y el dragón no me va a chamuscar vivo.

—Así me gusta miope—Anne sonrió ampliamente—Ahora solo demuestra eso a todos los demás.





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Hermione y Anne se dirigieron hacia las gradas, las dos demasiado nerviosas.

A mitad de camino, se encontraron con el grupo de Slytherin.

La castaña miró a Anne y se despidió de ella con rapidez—Voy yendo a las gradas, Annie.

Anne asintió para luego abrazar a Pansy, la cual le devolvió el gesto gustosa.

—Siento que no te he visto en una eternidad—dramatizó—¿Todo bien, Annie?—preguntó la Parkinson cuando su amiga escondió la cabeza en su cuello.

—Estoy algo cansada y preocupada—se separó del abrazo y esta vez fue hacia Blaise y Theo, quien también la recibieron con cariño.

Blaise revolvió su pelo—Buf, yo le veo tieso la verdad—soltó una risa, la cual paró cuando Pansy le dedicó una mirada mortal—Es decir... Tieso de todos los abrazos que le darán por su victoria.

—Esperemos que eso sea cierto...—suspiró Anne.

—Yo digo que el Potter lo consigue—Theo le guiñó un ojo a la pelirroja.

—Pero si al hacer la apuesta te uniste a Draco con que se iba a...—el Nott le tapó la boca a Blaise con rapidez—Nada, no dije nada.

Anne rodó los ojos, pero ante la mención de Draco notó algo—¿Y vuestro trío galáctico?

—Por ahí, probablemente drogándose—murmuró Blaise despreocupado.

—Que inviten—suspiró Anne.

—Amén.








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Cuando por fin llegaron a las gradas, Anne se separó de los Slytherin y fue hacia los Gryffindor.

—¿Quién va primero?—preguntó, nerviosa, a Hermione.

—Aún no lo saben...













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Primero había sido Cedric, quien había que tenido que robarle el huevo a un hocicorto sueco de color azulplateado, después de él había ido Fleur, ella tenía un galés verde, y luego, el siguiente en salir había sido Viktor, contra el bola de fuego chino.

Y de repente, Harry salió de la gran carpa, y la pelirroja contuvo su respiración.

—Merlín por favor que el dragón no le chamusque vivo—murmuró para si misma.

A un lado del cercado, estaba el colacuerno agachado sobre la nidada, con las alas mediodesplegadas y mirando a Harry con sus malévolos ojos amarillos, como un lagarto monstruoso cubierto de escamas negras, sacudiendo la cola llena de pinchosy abriendo surcos de casi un metro en el duro suelo.

La multitud gritaba muchísimo, pero no se podía distinguir muy bien si eran gritos de apoyo o no.

—¡Accio Saeta de Fuego!–se escuchó el grito del castaño.

La saeta voló hacia él, se montó en ella y Anne sonrió victoriosa—¡Sí!

A su lado, Ron, volteó para mirarla con confusión—¿Por qué te alegras tanto de que esté montado en la escoba?

—¿No lo ves, Ron?—murmuró Hermione feliz.

—Ver... ¿El qué exactamente?

—Ese es su punto fuerte—explicó Anne—Para él, ahora eso es sólo otro partido de Quidditch, y el colacuerno es simplemente el equipo enemigo.

Ahogaron una exclamación cuando llegó
un chorro de fuego justo al lugar en que se habría encontrado el chico si no hubiera dado un viraje en el último instante...

—¡Cielo santo, vaya manera de volar! —vociferó Bagman, entre los gritos de la multitud.

El dragón logró herir levemente a Harry, pero, después de unos cuantos minutos que para Anne habían sido como horas, el chico se lanzó en picado hacia el huevo, el cual consiguió agarrar.

La multitud empezó a aplaudir como loca, incluyendo a Anne, Hermione y hasta Ron.

—¡Miren eso!—gritó Bagman—¡Mírenlo! ¡Nuestro paladín más joven ha sido el más rápido en coger el huevo! ¡Bueno, esto aumenta las posibilidades de nuestro amigo Potter!

—¡Así se hace miope!—gritaba la pelirroja como una loca desquiciada.























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Alguien tocó el hombro de Anne, y la chica sonrió al ver quien era.

—Alexander—le saludó con un gran abrazo.

—Siento que no te he visto desde hace una eternidad—murmuró el joven con su acento notable.

La chica soltó una pequeña risa—Sí, me lo está diciendo la mayoría, es que estaba ocupada intentando ayudar a Harry... Ya sabes.

—Claro, claro—Alexander asintió—Yo también tenía que ayudar a Viktor, y por cierto, Harry lo ha hecho espectacular, los jueces están muy impresionados.

—Como para no estarlo—Ron se unió a la conversación, orgulloso del Potter.

—Sí, Karkarov se ha puesto un poco malhumorado... Piensa que le está quitando el protagonismo a Viktor.

—Pues vaya idiota—murmuró Hermione.

—Suele ser así...—suspiró el chico—Pero bueno, venía a preguntaros si queréis bajar para ver cómo está vuestro amigo, yo ahora iba a ver a Viktor.

—Claro—sonrió la pelirroja.





















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Cuando los tres amigos entraron a la pequeña carpa donde madame Pomfrey atendía a los participantes, vieron a Harry sentado en una camilla y no dudaron ni un segundo en ir hacia él.

—¡Harry, has estado genial! —le dijo Hermione con voz chillona. Tenía marcas de uñas en la cara, donde se había apretado del miedo.

—Te ha salido genial, como te dije—Anne le dedicó una sonrisa, aunque por dentro seguía algo preocupada.

—Como te preocupas por mi eh—el castaño sonrió.

—Como para no hacerlo—Anne rodó los ojos.

—Harry —dijo Ron muy serio—, quienquiera que pusiera tu nombre en el cáliz de fuego, creo que quería matarte.

—Lo has comprendido, ¿eh? —contestó Harry fríamente—Te ha costado trabajo.
















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Los cuatro amigos, ya reconciliados, se dirigieron a afuera para que pudieran anunciar los puntos.

—Cada uno da una puntuación sobre diez —explicó Ron.

Anne vio a Madame Maxime, la primera del tribunal, levantar la varita, de la que salió lo que parecía una larga cinta de plata que se retorcía formando un ocho.

—¡No está nada mal! —dijo Anne mientras la multitud aplaudía

—Supongo que te ha bajado algo por lo del hombro...—comentó Ron.

A continuación le tocó al señor Crouch, que proyectó en el aire un nueve.

—¡Qué bien! —gritó Ron, dándole a Harry un golpecito en la espalda.

Luego le tocaba a Dumbledore. También él proyectó un nueve, y la multitud vitoreó más fuerte que antes.

Ludo Bagman: un diez—¿Un diez? —preguntó Harry extrañado— ¿Y la herida? ¿Por qué me pone un diez?

—Y encima se quejará el chico—exclamó Anne, asombrada.

Entonces Karkarov levantó la varita. Se detuvo un momento, y luegoproyectó en el aire otro número: un cuatro.

—¿Qué? —chillaron los mellizos Weasley a la vez—¿Un cuatro? ¡Cerdo partidista y piojoso, a Krum le diste un diez!












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Cuando llegaron a la Sala Común, todos empezaron a celebrar la victoria de Harry.

—¡Ha empatado con Krum! ¡Ha empatado con Krum!—canturreaban los gemelos alegres.










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Los Gryffindor todavía estaban celebrando la victoria de Harry, y la pelirroja se sentía cada vez más agotada, como si ya, al haberse quitado el peso de encima de la prueba de Harry, pudiera permitirse a si misma dormir, aunque todavía seguía teniendo demasiadas dudas claro.

—Herms—le gritó a su amiga en medio de todo el jaleo—Creo que voy a irme, necesito algo de tranquilidad—avisó.

Hermione asintió y continuó hablando con una chica de quinto año.









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La chica no sabía muy bien hacia donde dirigirse, hasta que mientras caminaba por los grandes y anchos pasillos de Hogwarts, recordó que justo por donde pasaba, estaba la sala secreta de los Slytherin, y, no teniendo más opciones, como pudo, buscó el ladrillo que sobre salía y lo apretó, dejando verse una gran y bonita sala de color esmeralda.

Al entrar, vio como ya había alguien.

—Hombre... Pelirroja—murmuró Mattheo con diversión.

—Estoy demasiado cansada como para irme—Anne ignoró su comentario y se tiró al sofá.

Mattheo levantó las cejas—¿Y eso? ¿Problemas para dormir, Weasley?

—Nada que te incumba—la chica se puso un almohadón en la cara, intentando dormir.

—¿Vas a dormir sin una manta? ¿Con los tres grados que harán?—se burló.

—Estamos pesaditos, eh.

El Riddle bufó ante su terquedad mientras se levantaba de la silla para dirigirse hacia un armarito y coger una pequeña manta, la cual se la tiró a los pies—Toma.

Anne entrecerró sus ojos hacía él, pero terminó optando por aceptar la manta, después de todo, hacia frío—¿Por qué no has venido a ver la primera prueba?—preguntó, curiosa, mientras se arropaba.

—Eso es que me has echado de menos, ¿verdad—una vez más, apareció en él, ese tono juguetón.

Anne suspiró, dándole la espalda—Que si Riddle, que evitas mis preguntas porque te quieres hacer el misterioso.

La chica escuchó como salía una pequeña carcajada de Mattheo.

Segundos después, oyó el crujido de una silla, indicando que el castaño se había vuelto a levantar.

—Duerme bien, pelirroja—se despidió, saliendo de la sala.

—Que te jodan, Riddle.





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Hoola, actualizo despues de cuarenta años, pero actualizo🙏🏼

Espero que os haya gustado el cap!!!

De verdad que intentare actualizar un poco más seguido, pero esq encima se me vienen los exámenes 😭😭

Anne y Lunita>>>

Anne y Pansy>>>

No os olvidéis de votar y comentar porfa, ayuda mucho<333

También queria agradeceros por las 40k lecturas, se os ama💓

Chauuu

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