CAPITULO 13
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Habían cambiado la decoración del Gran Comedor.
Como era Halloween, una nube de murciélagos vivos revoloteaba por el techo encantado mientras cientos de calabazas lanzaban macabras sonrisas desde cada rincón.
Se encaminaron hacia donde estaban Dean y Seamus, que hablaban sobre los estudiantes de Hogwarts que tenían diecisiete años o más y que podrían intentar participar.
—Corre por ahí el rumor de que Warrington se ha levantado temprano para echar el pergamino con su nombre —le dijo Dean a Harry
—Sí, hombre, ese tío grande de Slytherin que parece un oso perezoso...
Harry, que se había enfrentado a Warrington en quidditch, movió la cabeza en señal de disgusto.
—¡Espero que no tengamos de campeón a nadie de Slytherin!
—Y los de Hufflepuff hablan todos de Diggory —comentó Seamus con desdén—. Pero no creo que quiera arriesgarse a perder su belleza.
—¡Escuchad! —dijo Hermione repentinamente.
En el vestíbulo estaban lanzando vítores.
Se volvieron todos en sus asientos y vieron entrar en el Gran Comedor, sonriendo con un poco de vergüenza, a Angelina Johnson.
Angelina fue hacia ellos, se sentó y dijo:—¡Bueno, lo he hecho! ¡Acabo de echar mi nombre!
—¡No puedo creerlo! —exclamó Ron, impresionado.
—Pero ¿tienes diecisiete años? —inquirió Harry.
—Claro que los tiene. Porque si no le habría salido barba, ¿no? —dijo Ron.
—Mi cumpleaños fue la semana pasada —explicó Angelina.
—Bueno, me alegro de que entre alguien de Gryffindor —declaró Anne—. ¡Espero que quedes tú, Angelina!
—Gracias, Annie—contestó Angelina sonriéndole, las dos no eran muy cercanas pero se llevaban bien.
—Sí, mejor tú que Diggory el hermoso —dijo Seamus, lo que arrancó miradas de rencor de unos de Hufflepuff que pasaban al lado.
—¿Qué vamos a hacer hoy? —preguntó Ron a Harry, Anne y Hermione cuando hubieron terminado el desayuno y salían del Gran Comedor.
—Aún no hemos bajado a visitar a Hagrid —comentó Harry.
—Bien —dijo Ron—, mientras no nos pida que donemos los dedos para que coman los escregutos...
-Conociéndole... ¿Quién sabe?- murmuró Anne-
A Hermione se le iluminó súbitamente la cara.—¡Acabo de darme cuenta de que todavía no le he pedido a Hagrid que se afilie a la P.E.D.D.O.! —dijo con alegría—. ¿Querréis esperarme un momento mientras subo y cojo las insignias?
—Pero ¿qué pretende? —dijo Ron, exasperado, mientras Hermione subía por la escalinata de mármol.
Anne negó con la cabeza y suspiró.
—Eh, Ron —le advirtió Harry—, por ahí viene tu amiga...
Los estudiantes de Beauxbatons estaban entrando por la puerta principal, provenientes de los terrenos del colegio, y entre ellos llegaba la chica veela.
Los que estaban alrededor del cáliz de fuego se echaron atrás para dejarlos pasar, y se los comían con los ojos.
Madame Maxime entró en el vestíbulo detrás de sus alumnos y los hizo colocarse en fila. Uno a uno, los alumnos de Beauxbatons fueron cruzándola raya de edad y depositando en las llamas de un blanco azulado sus pedazos de pergamino.
Cada vez que caía un nombre al fuego, éste se volvía momentáneamente rojo y arrojaba chispas.
—¿Qué creéis que harán los que no sean elegidos? —susurró Ron mientras la chica veela dejaba caer al fuego su trozo de pergamino—.¿Creéis que volverán a su colegio, o se quedarán para presenciar el Torneo?
—No lo sé —dijo Harry-Supongo que se quedarán, porque Madame Maxime tiene que estar en el tribunal, ¿no?
-Eso espero- dijo Anne mirando a un cierto moreno de Durmstrang que también la miraba con una sonrisa de lado.
Ron miró a Harry.
Este rodó los ojos y le dio un golpe a Anne en las costillas.
-¡Ay!- exclamó ella apartando la vista de Alexander.
-Que no se te note lo enamorada, Annie- resopló Harry.
-Callate, Cho- respondió ella ladeando la cabeza.
Harry se puso rojo.
-¿Cho? ¿Es como un nuevo insulto tuyo Annie?- preguntó Ron.
-No lo se... ¿Lo es Harry?
El castaño negó con la cabeza rápidamente- No, no, no.
Ron le miró con el ceño fruncido-¿Vale?
Un sonoro traqueteo anunció tras ellos la reaparición de Hermione, que llevaba consigo las insignias de la P.E.D.D.O.
Cuando todos los estudiantes de Beauxbatons hubieron presentado sus nombres, Madame Maxime los hizo volver a salir del castillo.
—¿Dónde dormirán? —preguntó Ron, acercándose a la puerta y observándolos.
-¿Que pasa Ronnie, quieres que duerman contigo?- se burló su melliza.
-Hombre...
-¡Ronald!- exclamó Hermione viendo como ese se quedaba mirando el culo de una chica de las de Beauxbatons
—¡Démonos prisa! —dijo Ron, y bajó de un salto la escalinata de piedra, sin apartar los ojos de la chica veela, que iba con Madame Maxime por la mitad de la explanada.
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Al acercarse a la cabaña de Hagrid, al borde del bosque prohibido, el misterio de los dormitorios de los de Beauxbatons quedó disipado.
El gigantesco carruaje de color azul claro en el que habían llegado estaba aparcado a unos doscientos metros de la cabaña de Hagrid, y los de Beauxbatons entraron en él de nuevo.
Harry llamó a la puerta de Hagrid, y los estruendosos ladridos de Fang respondieron al instante.
—¡Ya era hora! —exclamó Hagrid, después de abrir la puerta de golpe y verlos—. ¡Creía que no os acordabais de dónde vivo!
—Hemos estado muy ocupados, Hag... —empezó a decir Hermione, pero se detuvo de pronto, estupefacta, al ver a Hagrid.
Hagrid llevaba su mejor traje peludo de color marrón con una corbata a cuadros amarillos y naranja.
Y eso no era lo peor: era evidente que había tratado de peinarse usando grandes cantidades de lo que parecía aceite lubricante hasta alisar el pelo formando dos coletas.
-Uhhm...-balbuceó Annie sin saber que decir- Esto es nuevo, ¿no?
Hagrid se sonrojó- No se de que me hablas, siempre voy así.
Anne asintió lentamente con una pequeña mueca.
Durante un instante Hermione lo miró con ojos desorbitados, y luego, obviamente decidiendo no hacer ningún comentario, dijo:
—Eh... ¿dónde están los escregutos?
—Andan entre las calabazas —repuso Hagrid contento— Se están poniendo grandes: ya deben de tener cerca de un metro. El único problema es que han empezado a matarse unos a otros.
—¡No!, ¿de verdad? —dijo Hermione, echándole a Ron una dura mirada para que se callara, porque éste, viendo el peinado de Hagrid, acababa de abrir la boca para comentar algo.
—Sí —contestó Hagrid con tristeza—. Pero están bien. Los he separado en cajas, y aún quedan unos veinte.
—Bueno, eso es una suerte —comentó Ron.
Hagrid no percibió el sarcasmo de la frase.
Todos entraron a la cabaña y se sentaron a la mesa mientras Hagrid comenzaba a preparar el té, y no tardaron en hablar sobre el Torneo de los tres magos.
Hagrid parecía tan nervioso como ellos a causa del Torneo.
—Esperad y veréis —dijo, entusiasmado—. No tenéis más que esperar. Vais a ver lo que no habéis visto nunca. La primera prueba... Ah, pero se supone que no debo decir nada.
—¡Vamos, Hagrid! —lo animaron los cuatro.
Pero él negó con la cabeza, sonriendo al mismo tiempo.—No, no, no quiero estropearlo por vosotros. Pero os aseguro que será muy espectacular. Los campeones van a tener en qué demostrar su valía. ¡Nunca creí que viviría lo bastante para ver una nueva edición del Torneo de los tres magos!
Terminaron comiendo con Hagrid, aunque no comieron mucho: Hagrid había preparado lo que decía que era un estofado de buey, pero, cuando Hermione sacó una garra de su plato, los cuatro amigos perdieron gran parte del apetito.
Sin embargo, lo pasaron bastante bien intentando sonsacar a Hagrid cuáles iban a ser las pruebas del Torneo, especulando qué candidatos elegiría el cáliz de fuego.
Después de unos minutos Anne se dio cuenta de que llegaba tarde a su último castigo con Snape.
-Hum, chicos tengo castigo con Snape, me tengo que ir, ¡luego os veo!- exclamó levantándose del sofá con rapidez, casi tirando a Harry, quien se había apoyado en ella.
-Perdón Harry.
Este negó con la cabeza.
-Espera Annie- dijo Hagrid- Antes de que te vayas toma estas galletas que te he hecho- le enseñó unas galletas de color verde... mohoso, tenían algunos pelos por encima.
-Uh, no es necesario Hagrid- murmuró amablemente sintiendo arcadas al olerla.
El hombre se las entregó- Claro que lo es, tu siempre me haces, así te lo puedo pagar.
-No creo que...
Hagrid la interrumpió.
-Va, que llegarás tarde.
Se giró hacia sus amigos que se burlaban de ella.
Antes de salir se giró- Oye... Y para ellos también, ¿no?
Hermione, Ron y Harry se miraron asustados al ver como Hagrid asentía.
-Como aquí hay muchas puedo darles tres- dijo Anne con una sonrisa vengativa.
-¡Claro! Me encanta tu ánimo de compartir Anne, una digna Gryffindor- exclamó Hagrid dándoles las tres galletas- Bueno, probadlas que quiero ver vuestra cara- les dijo.
-¡Adiós!- se despidió Anne riéndose por las caras de sus amigos.
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Al salir de la cabaña logró divisar a Snape a lo lejos.
Anne frunció el ceño y se acercó.
-Hombre, señorita Weasley, me sorprende que llegues a tiempo por primera vez- habló el profesor.
La chica sonrió con orgullo.
-¿Pero que hacemos aquí?- preguntó un chico.
Se volvió hacia él y puso una mueca al ver que era Erik Boot, un chico de Gryffindor que era un año mayor que ella.
El chico era un engreído y un capullo, superaba hasta a McLaggen.
Vio que aparte de Boot, habían más personas, Draco, Theodore, y como no, Tom, lo cual era raro, el chico era como un estudiante prodigio y no era la primera vez, también tuvo la otra.
Snape se giró hacia Erik- Este castigo será algo... diferente.
Draco ladeó la cabeza confundido- ¿Diferente como?
-Tenéis que encontrar unos ingredientes específicos para mi- explicó.
-Claro, y también te limpiamos tu despacho, no te joderá- murmuró Anne en voz baja.
-¿Que has dicho Weasley? ¿Algo de otra semana de castigos?
-Nada, profesor.
Snape la ignoró y siguió explicando- Será en parejas, vais a ir con los de vuestra casa respectiva, para evitar desastres.
Anne le miró con horror- ¿Es necesario? Puedo ir sola
El profesor levantó una ceja- ¿Te quieres perder y pasar una noche entera en el bosque señorita Weasley? Por que te aseguro que nadie te buscará.
-Eso, Annie- dijo Boot acercándose a ella coqueto- ¿No te gusta estar conmigo?
Anne hizo un gesto como si vomitara- Ni en un millón de años Boot, y aléjate de mi.
Erik frunció el ceño irritado- Ya quisieras, tampoco es que estés tan buena.
Snape se acercó al Gryffindor- ¿Quiere ganarse dos meses de castigo, Boot?
-No, señor- respondió.
-Pues cierra la gran boca que tienes.
Anne sonrió disimuladamente.
-Cambio de planes- habló Snape- Nott, ponte con Weasley.
El castaño le guiñó un ojo a Anne sonriendo, y la chica suspiró aliviada.
-Tenéis una hora entera, más vale que los encontréis- ordenó Snape- ¿Qué estáis esperando, ¡Id ya!- exclamó al ver que no se movían.
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Llevaban tan solo unos minutos buscando los ingredientes y Anne se estaba replanteando tirarse de la torre de la astronomía solo para no escuchar al chico Gryffindor.
La pelirroja miró a Theo, y, dedujo por su cara que él, por otro lado, estaba replanteándose tirar a Boot.
-Y por eso casi me dan una medalla por...- siguió hablando Erik.
-¿Por ser el más pesado de todo el mundo mágico?- preguntó Theo
-¿O tal vez por ser el más irritante?- ahora habló Anne- Por que si es así, enhorabuena, Boot.
Ella y Theo chocaron puños divertidos.
Boot se calló, pero no duró mucho.
-¿Me puedes repetir la lista, Notty?- le pidió Anne.
Theo sacó una lista y empezó a leerla- Lavanda, ortigas, raíz de margarita, una oruga peluda, cinco escarabajos, cuatro púas de puercoespín, babosas y un higo.
-Vale- dijo Anne cogiendo una raíz de margarita y añadiéndola a una pequeña cesta.
-Oye, Weasley- dijo Boot.
Anne se giró irritada- ¿Qué?
-¿Te gustaría salir alguna vez?- le preguntó con una sonrisa socarrona.
-No.
-¿No?
-¿Acaso estás sordo?- dijo Theo- Ha dicho que no y punto, cállate antes de que Snape te ponga dos meses más de castigo.
-¿Tu le ves por aquí?- preguntó Erik- Porque yo no.
-Muy bien señor "gané cuatrocientas medallas por limpiarme el culo" ¿le añadimos observador o que?- espetó el Nott.
-Te me estás poniendo demasiado repipi Nott, no te creas el superior.
-¿Él se cree superior?- dijo Anne con sarcasmo- Porque si yo no recuerdo mal, llevas todo el maldito rato hablando de lo "guapo e impresionante que eres" y de que todas las chicas se mueren por salir contigo.
-Es que todas quieren, son demasiado fáciles.
-Pero si no te da la hora ni la señora Norris ¿Qué dices tu ahora?
-Muchas chicas- Boot hizo énfasis en muchas- Me han pedido salir, sobre todo por lo masculino que soy, por no mencionar que no hay nada que no pueda hacer, bueno todo lo que ellas no saben hacer, las mujeres sois muy inútiles.
Anne apretó la mandíbula- Se nota que has tenido que aprender a hacerlo tu todo, señor "machito" porque nadie ha querido nunca hacer nada contigo, capullo
Boot se quedó callado mientras la miraba y Anne continuó.
-Aparte las mujeres no sabemos hacer nada y tu lo puedes hacer todo, sin embargo no te he visto ni levantar un dedo para hacer una simple tarea, ¿Qué raro para alguien que presume que lo sabe hacer todo, ¿No crees?
Erik siguió callado apretando la mandíbula.
Anne se acercó hacia Theo quien la miraba orgulloso.
-Bien hecho, pelirroja.
-Lo sé- respondió ella.
-¿El ego te lo ha pegado Draco?
-Un pelín- se encogió de hombros.
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De repente vieron como Tom y Draco se acercaban a ellos.
-¿Habéis terminado ya?- les preguntó Theo.
Draco asintió enseñándole la cesta con los ingredientes.
-A nosotros solo nos faltan las babosas y las estamos recolectando ya- avisó Anne.
Boot habló después de haber estado en silencio por veinte minutos que para Anne y Theo parecieron paz y tranquilidad.
-Joder, ellos ya han terminado, os podríais dar un poco más de prisa.
Anne se giró hacia él harta- Agarradme que le pego cuatro ostias.
-Yo me pido después- agregó Theo.
Tom sujetó a Anne antes de que hiciera algo y se ganara cuatro meses más de castigo.
-Vaya... Una peleona, me gustan de esas, ¿Por qué no sales conmigo?- dijo Erik.
Anne suspiró con cansancio- Yo me rindo, de verdad, que este chico no capta ni sus neuronas.
-Déjalo, te ganarás aun más tiempo de castigo- le murmuró Tom.
La pelirroja asintió mientras se volvía para coger muchas babosas que habían en un árbol.
-Bueno, tu amiga esa también está muy buena- siguió Boot- Aunque es una rata de biblioteca, pero le daría, la verdad, tampoco me importaría el hecho de que es una sangre suci- el chico no pudo hablar más.
Anne le había tirado una babosa a la cara.
Todos la miraron boquiabiertos.
-A ver si le das a eso, idiota de mierda- dijo tirándole otra, y otra, y otra.
Erik empezó a correr gritando mientras que Anne le seguía con más babosas que había recolectado.
-¿Te gusta ahora que sea "peleona"? Imbécil- gritó persiguiéndole mientras le tiraba más.
-AAHH- seguía gritando Boot.
De repente, Anne vio como el Gryffindor se acercaba cada vez más a un pequeño bache, donde detrás tenía una rampa llena de todo tipo de plantas silvestres.
-¡Boot! ¡Para!- le gritó.
-¿Para qué? ¿Para que me tires más bichos?- dijo él acercándose aun más.
-¡No, no! Hay una- Erik la interrumpió.
-Zorra, espero que te pudras.
Anne levantó las cejas y se quedó quieta para ver el espectáculo.
-¡Y también espero que- el rubio no dijo nada más, se había tropezado por el bache y ahora caía por la rampa-¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!- exclamaba al rodar por ella.
Los Slytherin llegaron al lado de la chica.
-¿Porque no le has parado?- preguntó Tom.
Anne se encogió de hombros- Me ha llamado zorra.
-Pues entonces se lo tenía merecido, el muy idiota- murmuró Tom con la mandíbula apretada
-¿Le dejamos aquí?- dijo Theo.
-Meh- dijo Draco- Ya encontrará el camino, ¿no?
-Snape le encontrará- comentó Tom.
-No se si...- habló Anne.
-¿No ha llamado a tu amiga "sangre sucia"?- dijo Theo.
-Que se pudra ahí abajo- murmuró Anne.
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Una vez dentro vieron que el Gran Comedor, iluminado por velas, estaba casi abarrotado.
Habían quitado del vestíbulo el cáliz de fuego y lo habían puesto delante de la silla vacía de Dumbledore, sobre la mesa de los profesores.
Los cuatro amigos iban a su mesa.
-Pues sí- asintió Hermione- Como lo oyes Annie, tenía una cita con la directora de Beauxbatons.
Anne abrió la boca sorprendida-Que dices.
-Sí- dijo ahora Ron- Nos ha dejado solos en la cabaña para irse él con esa.
-Y se ha puesto colonia- añadió Harry al cotilleo.
Anne ahogo una exclamación-Bueno, es verdad que iba vestido diferente.
-¿Diferente?- dijo Ron- Ese es un término suave de describirle.
Todos asintieron levemente, dándole un poco la razón.
-Oye, ¿alguno ha visto a Erik?- dijo un chico de Gryffindor.
Anne le ignoró disimuladamente y siguió caminando con los demás.
—Espero que salga Angelina —dijo Fred mientras Anne, Harry, Ron y Hermione se sentaban.
—¡Yo también! —exclamó Anne.
— ¡Y yo!- dijo Hermione- ¡Bueno, pronto lo sabremos!
El banquete de Halloween les pareció mucho más largo de lo habitual.
Por fin, los platos de oro volvieron a su original estado inmaculado.
Se produjo cierto alboroto en el salón, que se cortó casi instantáneamente cuando Dumbledore se puso en pie.
Junto a él, el profesor Karkarov y Madame Maxime parecían tan tensos y expectantes como los demás.
Ludo Bagman sonreía y guiñaba el ojo a varios estudiantes.
El señor Crouch, en cambio, no parecía nada interesado, sino más bien aburrido.
—Bien, el cáliz está casi preparado para tomar una decisión —anunció Dumbledore—. Según me parece, falta tan sólo un minuto. Cuando pronuncie el nombre de un campeón, le ruego que venga a esta parte del Gran Comedor, pase por la mesa de los profesores y entre en la sala de al lado —indicó la puerta que había detrás de su mesa—, donde recibirá las primeras instrucciones.
Sacó la varita y ejecutó con ella un amplio movimiento en el aire.
De inmediato se apagaron todas las velas salvo las que estaban dentro de las calabazas con forma de cara, y la estancia quedó casi a oscuras.
No había nada en el Gran Comedor que brillara tanto como el cáliz de fuego, y el fulgor de las chispas y la blancura azulada de las llamas casi hacía daño a los ojos. Todo el mundo miraba, expectante. Algunos consultaban los relojes.
—De un instante a otro —susurró Lee Jordan.
De pronto, las llamas del cáliz se volvieron rojas, y empezaron a salir chispas.
A continuación, brotó en el aire una lengua de fuego y arrojó un trozo carbonizado de pergamino.
La sala entera ahogó un grito.
Dumbledore cogió el trozo de pergamino y lo alejó tanto como le daba el brazo para poder leerlo a la luz de las llamas, que habían vuelto a adquirir un color blanco azulado.
—El campeón de Durmstrang —leyó con voz alta y clara— será Viktor Krum.
—¡Era de imaginar! —gritó Ron, al tiempo que una tormenta de aplausos y vítores inundaba el Gran Comedor.
Krum se levantó de la mesa de Slytherin y caminó hacia Dumbledore.
Se volvió a la derecha, recorrió la mesa de los profesores y desapareció por la puerta hacia la sala contigua.
—¡Bravo, Viktor! —bramó Karkarov, tan fuerte que todo el mundo lo oyó incluso por encima de los aplausos— ¡Sabía que serías tú!
Se apagaron los aplausos y los comentarios.
La atención de todo el mundo volvía a recaer sobre el cáliz, cuyo fuego tardó unos pocos segundos en volverse nuevamente rojo.
Las llamas arrojaron un segundo trozo de pergamino.
—La campeona de Beauxbatons —dijo Dumbledore— es ¡Fleur Delacour!
—¡Es ella, Ron! —gritó Harry, cuando la chica que parecía una veela se puso en pie elegantemente, sacudió la cabeza para retirarse hacia atrás la amplia cortina de pelo plateado, y caminó por entre las mesas de Hufflepuff y Ravenclaw.
—¡Mirad qué decepcionados están todos! —dijo Hermione elevando la voz por encima del alboroto, y señalando con la cabeza al resto de los alumnos de Beauxbatons.
«Decepcionados» era decir muy poco.
Dos de las chicas que no habían resultado elegidas habían roto a llorar, y sollozaban con la cabeza escondida entre los brazos.
Cuando Fleur Delacour hubo desaparecido también por la puerta, volvió a hacerse el silencio, pero esta vez era un silencio tan tenso y lleno de emoción, que casi se palpaba.
El siguiente sería el campeón de Hogwarts...
Y el cáliz de fuego volvió a tornarse rojo; saltaron chispas, la lengua de fuego se alzó, y de su punta Dumbledore retiró un nuevo pedazo de pergamino.—
El campeón de Hogwarts —anunció— es ¡Cedric Diggory!
—¡No! —dijo Ron en voz alta, pero sólo lo oyó Harry: el jaleo proveniente de la mesa de al lado era demasiado estruendoso.
Todos y cada uno de los alumnos de Hufflepuff se habían puesto de repente de pie, gritando y pataleando, mientras Cedric se abría camino entre ellos, con una amplia sonrisa, y marchaba hacia la sala que había tras la mesa de los profesores.
Anne aplaudió alegre.
Naturalmente, los aplausos dedicados a Cedric se prolongaron tanto que Dumbledore tuvo que esperar un buen rato para poder volver a dirigirse a la concurrencia.
—¡Estupendo! —dijo Dumbledore en voz alta y muy contento cuando se apagaron los últimos aplausos—. Bueno, ya tenemos a nuestros tres campeones. Estoy seguro de que puedo confiar en que todos vosotros, incluyendo a los alumnos de Durmstrang y Beauxbatons, daréis a vuestros respectivos campeones todo el apoyo que podáis. Al animarlos, todos vosotros contribuiréis de forma muy significativa a...
Pero Dumbledore se calló de repente, y fue evidente para todo el mundo por qué se había interrumpido.
El fuego del cáliz había vuelto a ponerse de color rojo.
-¿Que?-murmuró Anne confusa.
Otra vez lanzaba chispas.
Una larga lengua de fuego se elevó de repente en el aire y arrojó otro trozo de pergamino.
Dumbledore alargó la mano y lo cogió.
Lo extendió y miró el nombre que había escrito en él.
Hubo una larga pausa, durante la cual Dumbledore contempló el trozo de pergamino que tenía en las manos, mientras el resto de la sala lo observaba.
Finalmente, Dumbledore se aclaró la garganta y leyó en voz alta:
—Harry Potter.
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Holaa
Se vienen cositas AJJAJ
Espero que os haya gustado el cap!
No os olvidéis de votar y comentar si os ha gustado porfa✧✧
Adiosss
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