C: 44
Isabella Romanov.
Entré a mi habitación dando un gran portazo y con la única mano que podía mover agarré con fuerza mi cabello para tirar de él. No podía creer que esto estuviera sucediendo.
Una vez más el hombre que se hacía llamar mi padre me estaba haciendo la vida imposible.
La ansiedad no tardó en hacerse presente, como para rematar el momento, y el aire cada vez se hacía escaso a mi alrededor.
Tenía que tranquilizarme.
Era frustrante el hecho de que ya llevaba tiempo con todo este lío y aún no había podido ni siquiera dar con el paradero de mi verdadero padre. Y lo peor era que en Inglaterra lo había tenido frente a mi, pero yo ni siquiera sabía que él existía cuando eso sucedió. Si yo tan solo hubiese sabido de quien se trataba las cosas hubiesen sido completamente diferentes, o quizás no. Y ahora que sabía de su existencia, sumando las sospechas de Artur, era prácticamente imposible encontrarlo, y definitivamente huir de Francia solo empeoraba la situación.
Todo gracias a Artur.
—¿Hacia donde crees que vas? —su voz gruesa me pilló por sorpresa cuando tomé las llaves del auto.
—Al club de Yates.
—¿Vas con Justin? —elevó una ceja.
—Sí —mentí.
—¿Y no puede venir por ti?
—No es necesario, ¿verdad? —elevé las llaves del auto, mostrándoselas con obviedad.
—Bien —murmuró luego de varios segundos mirándome fijamente—. Vuelve temprano.
—Claro, papá —le sonreí amablemente,
con bastante esfuerzo y finalmente salí de ahí.
Me subí al maldito auto y salí de mi casa rápidamente, aunque manejando con un solo brazo. Necesitaba salir de ese lugar porque con cada minuto que pasaba mi ansiedad aumentaba aún más.
Ahí iba nuevamente, Isabella Romanov sola en camino a la playa. Yo más que nadie sabía que no podía ir sola, no después de haber sido casi secuestrada y casi violada; pero supongo que por eso me caracterizaba ¿no?, por ser una tonta desobediente y rebelde que solo sabía meterse en problemas y ser un imán de cosas malas. Pero quizás ahora eso necesitaba. Sé que era peligroso, Justin ya me lo había dicho un montón de veces, pero mierda... lo hacía por lo mismo, porque necesitaba que algo malo me sucediera. En el fondo quería predisponerme a que Nikolay en cualquier momento se apareciera frente a mi y así finalmente conocerlo y enterarme de cosas de mi vida que yo creía que sabía, pero en verdad no tenía ni idea; pero tampoco era tan fácil como eso, cualquier otra persona podía hacerme daño y sinceramente en estos momentos tampoco me importaba mucho. Si pasaba un tornado y me llevaba, creo que me iría feliz para no tener que seguir lidiando con la mierda de vida que me había tocado.
Estacioné el auto en el estacionamiento de los socios del club de yates, el cual para mi sorpresa se encontraba vacío y solo había una camioneta, estaba segura que era de los Bieber. No creía que Justin estuviera allí porque esa misma mañana me había mandando un mensaje diciendo que tenía que salir de la ciudad con Jordan, pero en verdad esperaba que alguien de su familia estuviera cerca, en caso de cualquier emergencia.
Había poca gente en la costanera. Podía divisar un pequeño grupo de chicos sentados en círculo, pero bien alejados del puerto. Caminé hasta la arena, bien alejada del grupo de personas, pero lo suficientemente cerca del muelle donde estaban los yates, y me senté a pasos de un pequeño muelle.
Tomé un puñado de arena y dejé que cayera entre mis dedos a medida que sentía como un nudo se formaba en mi garganta y las lágrimas comenzaban a brotar de mi ojos. No sabía en qué momento había empezado a llorar, pero creo que lo necesitaba, necesitaba desahogarme porque volví a tomar otro puñado de arena y a medida que caía entre mis dedos mi vista se volvía aún más borrosa y el aire se atascaba en mi garganta.
Dolor, una sola simple palabra y que
significaba mucho. Dolor lento e intenso era lo que yo había estado sintiendo desde que puse un pie en Francia. Ya había recalcado que mi vida antes de llegar aquí no era perfecta. En Rusia vivía en una burbuja algo macabra, pero por algo lo llamaba burbuja, porque a pesar de lo injusta que parecía mi vida allí, no era consciente de lo que sucedía a mi alrededor y en mi familia. En cambio cuando puse un pie en Francia, aquella burbuja se había roto, mostrándome una realidad distinta y con muchas cosas malas que habían comenzando a sucederme unas tras otras, entre ellas los golpes de mi supuesto padre, Inglaterra, la pérdida de mi virginidad de una forma no muy digna de recordar, más golpes, secuestros, más golpes, mentiras y Nikolay. Era todo tan intenso y difícil de ignorar. Quizás dejar Francia era una solución para todo esto, abandonar el país de mis desgracias era una forma de acabar con este sufrimiento, pero bueno... por algo decían que una vez que algo se rompía nunca volvía a ser lo mismo. La burbuja que se había reventado no se volvería a construir, por lo que huir de Francia para mi no era una solución, quiero decir, huir de Francia no me haría olvidar que no pertenezco a la familia en donde crecí y mucho menos me salvaría de los golpes de Artur y de la vida de mierda que me esperaba siendo parte de su familia. Huir de Francia sólo retardaría mi encuentro con Nikolay Williams y además me alejaría de Justin, quién se había convertido en una persona bastante especial para mi ya que prácticamente era la única persona en la que podía confiar, lo cual era completamente irónico porque no habíamos tenido un buen comienzo y él había aportado significativamente en mis malas experiencias desde que llegué a Francia, pero no podía negar o pasar por alto que las cosas cada vez se ponían mejor entre nosotros, y aunque su carácter era muy difícil de tratar yo sabía que él intentaba hacer un esfuerzo.
Sequé las lagrimas con el dorso de mi mano y suspiré mirando el paisaje frente a mis ojos. Quería despejarme un poco y pensando en toda la mierda una y otra vez no ayudaría, pero no tenía nada más que hacer.
—¿Qué hace alguien tan linda como tú llorando en esta maldita playa? —una gruesa voz se escuchó a mis espaldas.
Me asusté bastante cuando sentí una mano en mi hombro y un ligero apretón, pero mis alertas se vinieron abajo cuando reconocí la cara de Will, quien se sentó a mi lado regalándome una tierna sonrisa.
Sonreí brevemente y solté un suspiro mirando a nuestro alrededor. Percatándome también de que estábamos en el mismo lugar en donde estuvimos hablando la primera vez que me besó y que confesó sus sentimientos hacia mi.
Que bonito, nótese el sarcasmo.
—Que gusto me da verte, hace mucho no hablábamos —sonreí.
Y no mentía, me daba gusto verlo después de tanto tiempo. Ayer lo había visto porque también se encontraba en mi habitación cuando desperté luego del acontecimiento del centro comercial, pero antes de eso no lo veía desde la fiesta en su casa y la verdad es que ni siquiera habíamos tenido la oportunidad de hablar a solas. Yo lo consideraba un gran amigo, y a pesar de que no podía corresponder a sus sentimientos y las cosas se habían vuelto un poco incómodas entre nosotros, siempre era agradable tenerlo cerca. Se sentía bien tenerlo a mi alrededor, especialmente porque eran pocas las personas en mi vida que disfrutaba tener cerca.
—A mi igual, bonita —puso un brazo al rededor de mis hombros y acarició mi hombro derecho, sin dejar de mirarme—, pero no me gusta verte triste, ¿necesitas hablar?
Sonreí por su ternura y negué lentamente con la cabeza. Lo que menos quería era hablar, porque no quería tener que seguir dando vueltas en lo mismo y caer en el mismo hoyo lleno de ansiedad y tristeza, en el cual solía caer siempre. Will pareció entenderlo y sinceramente lo agradecí, pero cuando me dio un gran abrazo que fue reconfortante y necesitaba al parecer hace bastante tiempo con urgencia, empecé a llorar sin razón alguna. Primero cayeron unas pocas lágrimas, pero cuando me apretó contra su cuerpo empecé a sollozar sin más. Se quedó en silencio todo el rato y brindaba pequeñas caricias en mi espalda murmurándome que todo estaría bien y que si necesitaba hablar él siempre estaría ahí para escucharme y ayudarme en todo lo que pudiera. Así fue como terminé contándole todo lo que me atormentaba, le conté todo, absolutamente todo. El secuestro en Inglaterra, sobre mi madre en el yate con Nikolay, sobre las conversaciones de Artur con Irina y los constantes maltratos de mi padre. Pensé que me miraría horrorizado y se volvería loco diciéndome barbaridades, pero me vi tan sorprendida ante su tranquilidad y la mueca de tristeza que se había apoderado de su cara me hizo volver un poco a la realidad.
—No puedo creer que todo este tiempo hayas tenido que lidiar con todo esto —negó con la cabeza—. Quiero pedirte perdón por si alguna vez no estuve allí para escucharte y ayudarte. Si yo tan solo me hubiera dado cuenta antes...
—No tienes que pedir disculpa por nada, Will —reí vagamente negando con la cabeza. No podía creer que yo le estaba contando mis tristezas que no lo incluían en absoluto y él aún así estuviera disculpándose por si no estuvo para mi cuando yo estaba mal.
Pareció no estar de acuerdo conmigo, pero siguió hablando; —Quiero que confíes en mi, ¿si?. Cualquier cosa que necesites que haga o investigue, te ayudaré en lo que pueda, Isabella. Tienes mi palabra.
Sus ojos marrones brillaron y sonrió brevemente luciendo como un bebé. No pude aguantarme la ternura que me causaba y besé sonoramente su mejilla, haciéndolo reír para finalmente darle un apretado abrazo; —eres el mejor amigo que puedo existir, Will. Gracias por todo.
—No tienes nada que agradecerme —suspiró, correspondiendo mi abrazo.
Nos separamos luego y yo no pude dejar de sonreír después de eso. Creo que hablar con Will había sido muy terapéutico porque mi estado de ánimo había aumentando un 90% después de desahogarme y escuchar sus pequeñas reflexiones sobre la vida.
La mañana pasó rápida, sin darnos cuenta. Después del momento emotivo, Will me contó que había estado haciendo unos trabajos para la universidad estas dos semanas que estuvo desaparecido y además me comentó que había vuelto a hablar con Julieta, quien por cierto, según él, estaba cambiada. Me dijo que ahora que ella era una chica universitaria y que era mucho más independiente que cuando la conoció. También me dijo que ella le había confesado que sabía sobre los negocios de los Bieber y que a pesar de eso igualmente seguía hablando con él, e incluso ya se habían visto un par de veces y habían ocurrido "cosas". Solo eso me dijo y odié que no me diera los detalles porque yo amaba saberlo todo.
—¿sexo? —elevé amabas cejas.
Will soltó una carcajada y negó con la cabeza; —No te lo diré, Isabella.
—¡¿Por qué eres así?! —me quejé, lloriqueando como un bebe y golpeando su hombro.
—¡Auch! —se quejó falsamente, haciendo un puchero—. Un caballero no tiene memoria.
Rodeé los ojos ante su comentario y me crucé de brazos, tratando de lucir enojada, pero fue un intento en vano ya que ambos terminamos riendo.
—Me alegro por ti, Will —dije con sinceridad—. Aunque en el fondo siempre esperé que estuvieras con mi prima Madison, pero bueno...
Me miró con una ceja arriba y pude divisar la sonrisa de diversión que comenzó a formarse en su cara.
—Madison ni siquiera vive en Francia, Isabella.
—Lo sé, lo sé —admití levantando ambas manos y disculpándome—. Siempre podemos ir a visitarla, ya sabes —le guiñé un ojo.
Soltó una carcajada y negó con la cabeza, desaprobando mi comentario.
—Eres imposible.
—Lo sé —le saqué la lengua—. Extraño a Madison, ¿sabes? Aunque bueno, no es mi prima de sangre, pero se hizo muy cercana a mi cuando estuvo aquí. Además el tío John es muy dulce, no puedo creer que sea hermano de Artur.
Will hizo una mueca ante mi comentario y me dio una mirada de advertencia; —Odio tus pensamientos autodestructivos. Ya te dije que la familia no viene de sangre, la familia se forma con las personas que te rodean y te dan amor. Puede que ellos no tengan tu sangre, pero te quieren y eso es lo importante, bella.
—Tienes razón, perdón.
—No me pidas perdón, tonta —rodó los ojos.
Sonreí y lo abracé nuevamente. Me devolvió el abrazo y una vez más susurró; —recuerda que siempre puedes contar conmigo.
—Lo sé, Will. Te quiero mucho. Gracias por todo.
—Yo igual te quiero, bella.
Justo en ese momento, sentí la arena hundiéndose cerca de nosotros y como alguien carraspeaba la garganta sin disimulo alguno. Me alejé de Will extrañada y asustada, pero mi corazón dio un giro cuando reconocí los ojos mieles de Justin fijos en nosotros.
Rápidamente me levanté del suelo, dejando a Will ahí solo, quien miraba a Justin con una sonrisa, y corrí en la arena como una mocosa de cinco años a su encuentro.
Llámenme exagerada, pero hoy me sentía completamente necesitada de su atención.
Choqué contra su cuerpo duro y no pude evitar soltar un quejido cuando mi delicado brazo herido se aplastó con los suyos. No tardó en rodearme la cintura con sus brazos y yo envolví mi único brazo bueno en su cuello, hipnotizándome por completo con lo oscuros y profundos que lucían sus ojos mieles, haciéndome estremecer. Tragó con dureza, devolviéndome a la realidad y aproveché ese momento para dejar un pequeño beso en su mandíbula marcada y apretada. Se veía más enojado que de costumbre, pero bueno, esa era su típica cara. No podía esperarme menos tampoco.
—Pensé que estarías fuera de la ciudad todo el día —elevé una ceja, acariciando su nuca.
—Solo fue unas horas —se elevó de hombros y finalmente desvió sus ojos de los míos hacia alguien más a mis espaldas, supongo que a Will, quien seguía sentado en la arena a unos metros de nosotros.
Odié su falta de atención y a regañadientes, con mi mano buena tomé su barbilla girando su cara hacia la mía. Me miró hacia abajo y aproveché ese momento para besarlo. Tenía tantas ganas de saborear sus labios en los míos y parece que él igual, ya que me devolvió el beso muy entusiasmado, más de lo habitual diría yo. Su lengua no tardó en aparecer y luego de una pequeña batalla, mordió fuertemente mi labio inferior, haciéndome gemir de dolor. Sonrió algo satisfecho después de eso y bajó sus manos hasta mi trasero apretándolo ligeramente.
Ahí fue cuando noté que en verdad no estaba entusiasmado por besarme, si no que simplemente estaba marcando territorio frente a Will, lo cual fue una pequeña patada en el estómago a mi yo emocionada con su atención.
Me separé de él y lo miré algo curiosa. Quería decirle algo, pero en realidad no sabía qué, por lo que mejor cerré la boca y me alejé completamente de él.
—Tengo que volver a casa —mentí.
—¿Ahora? ¿Hace cuánto estás aquí? —frunció el ceño ante mi repentino cambio de humor.
—¿Hace como una hora? —elevé una ceja—. No recuerdo.
Me miró algo dudoso y volvió a mirar hacia mis espaldas. Haciéndome odiarlo aún más.
—Quédate a almorzar conmigo —se encogió de hombros—. De todas formas, te iba a invitar a pasar la tarde conmigo, pero te me adelantaste —sonrió brevemente, sin dejar de apretar su mandíbula y se acercó nuevamente a abrazarme por la cintura.
—No lo se... tendría que...
—Por favor... —pegó su frente a la mía y apretó mi cuerpo contra el suyo, haciéndome sentir su dura anatomía. Un pequeño calor recorrió mi cuerpo y mierda, no me podía negar, no cuando sus ojos me miraban con esa intensidad y cuando también me moría de ganas por pasar la tarde con él.
—Bueno —susurré casi en silencio, sintiéndome mil veces más pequeña y tímida ante sus ojos mieles.
Me regaló otro beso y tiró de mi mano en dirección al muelle.
—Espera tengo que despedirme de Will.
—Da lo mismo.
—¡Justin! —me quejé soltándome de su agarre.
—¡Bien! Te espero en el yate de siempre —rodó los ojos y soltó mi mano comenzando a caminar en dirección al muelle.
—Ugh, imbécil —me quejé y volví hacia Will quien me miraba curioso—. Almorzaré con tu hermano, Will. Espero que nos veamos pronto.
Se levantó del suelo y asintió con una sonrisa. Me dio un ligero abrazo y murmuró; —Es celoso, no te calientes la cabeza con él, se le pasará.
Elevé una ceja algo confundida por el hecho de que supiera que Justin estaba algo irritante, pero supongo que con solo mirarlo sabía leerlo, digo, era su hermano, lo conocía incluso mucho más que yo.
Asentí luego de eso y le regalé una sonrisa antes de hacer mi camino de vuelta al muelle.
Entré al yate de Justin y lo vi sentado, casi recostado, en un pequeño sofá luciendo muy relajado mientras usaba su celular.
Ni siquiera se inmutó ante mi presencia, solo siguió usando su teléfono, ignorándome por completo.
Dejé mi bolsita Prada adquirida en uno de mis cumpleaños adolescentes en un pequeño mueble y caminé hacia el sofá sentándome a su lado. Sin embargo, siguió ignorándome.
Rodeé los ojos y me hubiese cruzado de brazos si no tuviera un brazo adolorido, pero me mantuve mirándolo fijamente y odiando su berrinche de niño.
—¿Me vas a ignorar toda la tarde? Porque si es así prefiero irme a mi casa y ya...
Esta vez el fue quien rodó los ojos y bloqueó su celular guardándolo en los bolsillos de sus pantalones. Me siguió la mirada sin ninguna expresión. Sus ojos estaban neutros y ni siquiera su mandíbula estaba marcada, solo se quedó mirándome, aguantando mis ojos y logrando ponerme algo nerviosa.
—¿Se fue Will?
—Sí.
—Bien —asintió—. Genial.
Rodeé los ojos y me aguanté las ganas de golpearlo por estar siendo un imbécil.
—No ruedes los ojos, mocosa —gruñó—. Odio esa mierda.
—Y yo odio que te comportes como un imbécil sin controlar tus malditos celos —solté.
Ahora definitivamente su mandíbula se había marcado y sus ojos se habían oscurecido, causándome algo de miedo, pero preferí relajarme porque no creía que él se atreviera a tratarme mal como en los viejos tiempos. Sinceramente ahora no se lo aguantaría. Tenía muchos dramas en mi vida como para agregarle su maldito carácter.
—No estoy celoso.
—¿Entonces?
Nuevamente se quedó en silencio, varios segundos. Yo no sería la que rompería el hielo, por lo que cuando sentí que le había dado el tiempo suficiente para que dijera algo y no habló, me levanté del sofá y agarré mi bolso dispuesta a marcharme.
Caminé hacia la escalera sin mirarlo y cuando estuve por salir del yate, su fuerte agarre me tomó por sorpresa. Me estampó con bruteza contra la pared y me besó salvajemente, chocando sus dientes con los míos y mordiendo fuertemente mis labios.
Gemí con dolor, porque además de su manera bruta para besar, mi abrazo había dolido como el infierno con el golpe. Aún estaba delicado, recién ayer una bala me había herido y si no fuera por los calmantes que me había conseguido Irina, estaría mucho peor.
Lo empujé con fuerza con mi única mano buena y creo que por mi cara de dolor se dió cuenta que me había lastimado.
—Mierda —suspiró, pasándose las manos con frustración por la cara—. Sí estoy celoso maldita sea. Discúlpame.
Trató de agarrar mi mano buena, pero lo esquivé acariciando mi hombro y abrazándome a mi misma.
—Pensé que lo de Will lo habíamos dejado claro —recalqué, dándole una mirada acusadora.
—No puedo evitar sentir rabia cuando alguien más te pone las manos encima —admitió como si nada—. Y mucho más sabiendo que tiene sentimientos por ti.
No supe que responderle. Exactamente porque creo que en su lugar yo sería igual de tóxica y celosa, pero aún así no me gustaba para nada la escena, porque como dije anteriormente, ya lo habíamos hablado y porque además Will era su hermano.
—No tienes que preocuparte por nadie, Justin. Solo me interesas tú, creo que te lo he dejado bastante claro —me hice la dolida, mirándolo fijamente a los ojos. Eso pareció calmarlo un poco ya que su semblante cambió y trató de acercarse a mi cuerpo —. Además, Will nuevamente está hablando con esa tal Julieta, e independiente de eso ya te dije que para mi es un amigo a quien quiero mucho —recalqué—. Eso es lo único que te debería importar.
—¿Qué sientes por Will? —sus ojos me miraron acusadores.
—Justin... —me quejé—. Quiero mucho a Will, es muy importante para mi, pero solo es amistad —odié su cara de desconcierto—. En cambio por ti —tomé su mano y tiré de ella para que se acercara a mi cuerpo—. No puedo explicar lo que siento, pero me gustas mucho y esto es lo que causas en mi —dejé la palma de su mano sobre mi pecho para que sintiera los latidos de mi corazón. Miró mi pecho fijamente y luego subió sus ojos hasta los míos con timidez.
—Mi amor... —comenzó—. Soy un imbécil la mayor parte del tiempo, pero es que jamás antes me había sentido así por alguien —agarró mi cintura y aplastó su cuerpo contra el mío en la pared, logrando agitar mi respiración—. Sé que está mal reaccionar contigo, pero es que no sé como sentirme, no se como tolerar esto. Nunca antes me había gustado alguien y mucho menos de la forma en que me gustas tú, Isabella —acercó su cara a la mía y con su nariz acarició mi cuello, dejando un pequeño beso en mi hombro descubierto—. Tienes algo que me vuelve loco y me hace querer gritar de desesperación, te lograste meter bajo mi piel y dudo mucho que pueda sacarte de ahí alguna vez.
Bien. Para ese entonces el enojo se había esfumado por completo de mi cuerpo. Y las mariposas en mi guata no habían tardado en aparecer con sus lindas palabras y sus malditos encantos. Me quise abofetear por estar cediendo tan rápido.
Giré mi cara haciéndome la ofendida y Justin maldijo en voz baja y me abrazó insistiendo. Besó mi cuello suavemente, lamiendo y succionando de él, haciéndome cerrar los ojos sin resistirme a sus encantos y apretando el agarre que tenía en su hombro derecho.
—Perdóname, Bella —jadeó subiendo sus labios hasta los míos y mirándome fijamente antes de juntar nuestros labios en un suave beso que terminó con mi resistencia a sus caricias.
Me dejé hacer por él, porque realmente también quería besarlo y sus caricias me estaban derritiendo ahí mismo de pie en el yate.
La sensación de sus grandes manos apretando mi cintura y llegando hasta mi trasero me envió mil corrientes eléctricas a través del cuerpo y la forma en sus labios succionaban los míos no tardó en encenderme ahí mismo.
—¿Me perdonas, mocosa? —se alejó unos centímetros de mi boca, sin dejar de mirarme y dejó un pequeño y corto beso esperando una respuesta, sin dejar de enterrar sus ojos mieles sobre los míos.
No pude responder. Mi voz simplemente no salía de mi garganta así que solo atiné a asentir con la cabeza y acurrucarme en su pecho.
Subió sus manos desde mi trasero a mi espalda y dejó pequeños besos en mi frente antes de que finalmente nos separáramos.
—Pedí pizza, está por llegar —avisó, sentándose en el sofá y tiro de mi mano para que me dejara caer a su lado.
Me senté a su lado e inmediatamente me aplastó, de manera en que quedé recostada en el sofá con su cuerpo sobre el mío. Comenzamos otra sesión de besos calientes que me hacían querer desnudarme y entregarme a él ahí mismo en el sofá, pero era prácticamente imposible ya que mi maldito brazo hacía todo imposible.
Nos separamos algo agitados y Justin gruñó susurrando algo que no alcancé a escuchar, pero supongo que no fue necesario preguntarle ya que se alejó unos centímetros de mi para sacar algo del bolsillo trasero de su pantalón. Lo miré curiosa, pero no fueron muchos segundos ya que reveló un pequeño collar de oro, precioso, con un muy diminuto dije con forma de yate y lleno de pequeños diamantes.
—¿y eso? —murmuré.
—Supongo que en algún momento tenía que atreverme a hacerlo oficial —se elevó de hombros, tratando de quitarle importancia al asunto, como siempre hacía cuando estaba demostrando sus sentimientos— ¿Quieres ser mi novia? Eso quiere decir, ser mía, completamente mía.
Sonreí inevitablemente. Y traté de no reírme de sus palabras de niño y su mirada cautelosa sobre mi.
Si me hubiesen preguntado si imaginaba que Justin alguna vez me lo pidiera, hubiera apostado a que no. Hubiese respondido muy segura que lo de él no eran las palabras, que ya daba por hecho que estábamos juntos y también que yo me conformaba con eso, pero la vida siempre te termina sorprendiendo de distintas maneras.
—¿Y que tendría yo a cambio? —me hice la desentendida elevando una ceja.
Justin sonrió de lado y soltó una ronca carcajada, a sabiendas de lo que yo quería escuchar.
—Yo también voy a ser tuyo, mocosa —me guiñó un ojo y dejó otro pequeño beso sobre mis labios. Las mariposas tenían una fiesta en mi estómago— ¿Entonces?
—Claro que si, bobo —sonreí—. Es lo que más quiero.
Sonrió en grande, como no lo hacía nunca y se dejó caer sobre mi cuerpo.
—Te quiero, Justin —dije con algo de miedo, así sin anestesia, antes de que me besara nuevamente. Lo dije así de la nada porque sabía que si lo pensaba un poco más sería una cobarde y no lo diría jamás.
Su cuerpo se puso tieso de un momento a otro y me asusté mucho más, temiendo haber metido la pata y haber arruinado el momento que estábamos teniendo. Sus ojos me miraron algo confundidos, de lado a lado, y cuando pensé que se iba a alejar incómodo, soltó un gran suspiro y besó lentamente mis labios robándome el aliento; —Te quiero, Isabella —susurró.
Luego de eso, tratando de controlar el zoológico en mi estómago, me dejé hacer por sus besos y su caricias en el sofá hasta que llegó la pizza y nos dispusimos a comer, mientras hablábamos de distintas cosas, entre ellas, el significado del collar con el dije de yate. Justin se mostró reacio a admitir que el collar tenía algún significado, pero como yo no lo iba a dejar pasar y sabía que había algo más, insistí hasta que finalmente con una mirada matadora y la mandíbula a punto de estallar terminó admitiendo con mucha vergüenza y molestia que era un yate porque eso era lo primero que nos había unido y que desde la primera vez que me vio en su yate no había podido quitarse mis ojos de su cabeza. Quise llorar de alegría cuando lo admitió, pero mantuve mi compostura antes de que él terminara mandando todo al diablo debido a su odio por los momentos cursis y por lo mucho que odiaba admitir sus sentimientos, creo que eso ya lo habíamos dejado claro un montón de veces.
A pesar del acontecimiento tóxico del día, como decidí llamarle a su ataque de celos, bauticé aquel día como el mejor de nuestra relación, independiente de que lo hayamos comenzado mal. Había sido muy lindo y me había pedido ser su novia ¿qué tan magnifico e inimaginable podía ser?. Sinceramente todavía no me lo terminaba de creer.
—Jolie —susurró en francés mientras metía su mano bajo mi camiseta y las subía hasta mis senos para acariciarlos.
Cerré mis ojos ante el tacto de sus largos dedos en mis pezones y solo me limité a morderme el labio inferior, mientras apretaba las piernas para reprimir el cosquilleo que comenzaba a sentir en mi pelvis — délicieux... vérité —abrí mis ojos para ver como sonreía levemente mientras sus ojos mieles brillaban mirando mis labios.
Era tan excitante tenerlo hablando en francés así como también lo era sentir el bulto de sus pantalones ya que estaba sentada a horcajadas sobre él.
Tenía que aprender francés si o si. No entendían nada, lo único que había averiguado era que "Jolie" significaba "linda" y lo sabia solamente porque lo había buscado después de que él me lo dijera ayer en mi habitación.
Moví mis caderas sobre él en busca de fricción con su bulto y solté un gemido ante el alivio que eso me brindaba. Justin cerró sus ojos y se dejó caer en su cama con los ojos cerrados.
Sí, estábamos en su habitación del yate. ¿Cómo habíamos llegado? Tampoco me había dado cuenta de ello.
—Estoy odiando a Jordan por no saber disparar una jodida bala —Justin se quejó, mirando mi brazo con molestia.
Solté una risita y finalmente me bajé de su cuerpo, recostándome a su lado en la cama.
—De todas formas no tenemos mucho tiempo, tengo que volver a casa antes de que se oscurezca si no quiero que Artur me mate —susurré, mirando el reloj en mi muñeca que marcaba las siete de la tarde.
—No quiero que te vayas —se quejó, dándose vuelta hacia mi y pasando un brazo por mi cintura.
—Puedes ir a dormir conmigo —le guiñé un ojo sonriendo—. Mi ventana siempre puede quedarse abierta accidentalmente.
—Me parece una buena idea, pero no creo que te deje dormir —hizo un puchero falso, haciéndome carcajear.
—No me quejo —lamí mis labios, los cuales se habían secado de un segundo a otro.
—¿En cuanto te vas? —preguntó, mirando también el reloj de su muñeca.
—En quince minutos.
—Bien, tenemos tiempo —asintió para él mismo.
—¿Tiempo para qué? —fruncí el ceño.
Sonrió en grande, luciendo como el guasón y comenzando a levantarse de la cama. Elevé una ceja a la espada de sus movimientos, y cuando estuve por preguntarle nuevamente para qué era que teníamos tiempo, me hizo callar bajando mis pantalones de chándal junto con mis bragas y abriendo mis piernas, dejándome completamente desnuda de la cintura para abajo y con las mejillas hirviendo, como si nunca hubiésemos hecho esto antes.
—Tienes permitido gritar tan fuerte como quieras, mocosa —se lamió los labios con la vista fija en mi intimidad y bueno... el resto fue historia.
Hace tiempo no hacíamos esto y ya casi se me olvidaba lo bueno que era con su lengua allí abajo. Estuve gimiendo como me prometí alguna vez que jamás lo haría mientras su lengua acariciaba todos los centímetros de mi intimidad y sus labios succionaban con delicadeza volviéndome loca. Era tan bueno, que no tuvo que estar mucho rato allí, solo bastaron algunos minutos para regalarme una liberación que lo hizo sonreír aún más de lo que ya había sonreído ese día. Luego de eso, me esforcé lo suficiente para poder darle yo algo de placer con mi única mano buena y mi boca, y creo que en verdad lo logré, porque ver su cara apretada y sus ojos cerrados mientras maldecía en voz baja fue demasiado excitante para mi.
—Nos vemos en un rato, honey —susurró besando por última vez mis labios antes de que yo acelerara el auto y me marchara del club de yates.
Sonreí como un tonta durante el camino a casa y no dejé que la mirada de desaprobación de mi padre me amargara el día.
—¿Dónde estuviste? —Candace elevó una ceja mientras sacaba unas tostadas para llevarse a su habitación.
—Con Justin —me elevé de hombros, agarrando algo de jugo para servir en un vaso.
—Me parece bien que pasen tiempo juntos antes de que nos vayamos de Francia —sonrió brevemente antes de tomar la bandeja con la cena y dirigirse a su habitación.
Me dolió la guata después de eso y el apetito se fue de mi cuerpo.
Conocía bien a Candace, por la forma simpática en que me miró era fácil pensar que no lo había mencionado con doble intención, pero como yo conocía sus trucos y sus mañas sabía que lo había dicho para molestarme. Era difícil pensar que algún comentario que saliera de su boca no fuera mal intencionado.
Volví a mi habitación ignorando las preguntas de mi madre sobre por qué no iba a comer y simplemente me encerré allí.
Me cambie por mi pijama y cuando estaba por salir del espejo, me quedé mirando en el reflejo el collar de oro que Justin me había regalado. Tomé el mini yate entre mis dedos y sonreí brevemente a la vez sintiéndome culpable por no haberle dicho a Justin que mi padre planeaba dejar Francia. Tampoco planeaba decírselo pronto la verdad, si bien Artur estaba acelerado en salir de Francia, yo tenía la esperanza de que mi vida diera un giro inesperado y tampoco quería que Justin mandara todo al diablo por ello.
Así que no, no era momento para decírselo.
El ruido de la ventana de mi habitación se escuchó y sonreí, pero me sobresalté cuando algo cayó al suelo quebrándose.
—Pensé que llegarías más tarde —me quejé saliendo del closet y encendiendo la luz de mi habitación— ¿Qué botaste, Justin?
Se quedó parado mirando lo que había botado y solo me ignoró. Solté un suspiro viendo que se había quebrado el cuadro de una foto que tenía con Irina.
Caminé hasta él y le quité el gorro de la campera mientras reía ligeramente y negaba la cabeza.
Iba a abrazarlo, pero me quedé estática en mi lugar al no reconocer su cabello castaño y sus ojos mieles.
—Mmm no, no soy Justin —carraspeó la garganta girándose hacia mi y por inercia retrocedí tres pasos—. Creo que me tardé mucho, pero aquí estoy, Isabella.
No podía ser.
No ahora.
—¿Tú....
Las palabras no salían de mi boca. Sus ojos verdes me habían dejado casi sin aire.
Soltó una risa pequeña ante mi asombro y asintió con la cabeza.
—Nikolay —me guiñó—. Ya nos conocíamos, ¿recuerdas? —se elevó de hombros—. Nikolay Williams —se presentó.
————
WOW
¿Llegaremos a 200 votos?
Girls, se que me demoré un poquito más, pero es que este capítulo creo que es uno de los más largos que he escrito y editarlo de verdad que me consume tiempo.
Le faltan varios capítulos a la novela, pero estoy pensando en tratar de subirlos más seguidos cosa que igual se me hace difícil porque en si, no es fácil escribir esta historia.
Nos leemos en el próximo capitulo, pero antes de irme necesito de su ayuda;
¿Alguna leyó alguna vez una historia donde la protagonista era novia de Jaxon Bieber (quien la trataba mal), pero se terminaba enamorando de Justin (su hermano mayor) cuando lo conocía? Estoy segura que alguna la leyó. Estoy buscándola y no la encontré en mi biblioteca 😥.
Otra cosa!!! Dejen su voto y su comentario contándome qué les pareció el capítulo!
Pregunta para interactuar:
—¿Cuál es su fanfic favorita de Justin?
La mía sin duda es Pew Pew. La podré leer mil veces y las mil veces me va a quemar 🔥.
Las quiero.
Xoxo
Fairytale
justbiebssg
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