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C: 42

Justin Bieber

Exhalé el humo por mi boca sin dejar de mirar detenidamente como Jordan ordenaba los fajos de billetes en un maletín negro de cuero. Eran los típicos maletines que mi padre solía guardar en las bodegas, por lo tanto, el dinero que debía ir dentro de este debía ser la misma cantidad que había dentro de los otros maletines, así era más fácil contabilizarlo.

Tenía demasiado sueño, la noche anterior había tenido que viajar con Jordan a Paris para cobrar un dinero y la verdad es que cuando regresamos a Cannes, específicamente a nuestra casa, tampoco había podido dormir mucho. Mi padre nos había interrogado toda la mañana y recién después del jodido almuerzo pude tomar una siesta de jodidos treinta minutos. Luego de eso tuve que venirme al club de yates para contabilizar el dinero y distribuirlo junto a Jordan.

En cuanto apagué el porro en el cenicero con forma de yate, vi por el rabillo del ojo a Román entrar al yate de mi familia con su típica sonrisa de superioridad y sus lentes de sol puestos.

Me guardé la mueca que quise soltar debido a que no tenía ganas de lidiar con él hoy y solo me limité a elevar mis cejas en forma de saludo.

—Buenas, buenas... —se sentó a mi lado y golpeó mi espalda como solía hacerlo siempre—. Les traje un regalito —soltó una pequeña carcajada maquiavélica y finalmente quitó sus lentes de sol.

Arrugué mi nariz al ver sus ojos extremadamente rojos casi desorbitados, y no pude evitar negar con la cabeza cuando lanzó sobre la mesas las pequeñas bolsitas transparentes con polvo blanco en su interior.

—¿Aún estás adicto a esa mierda? —murmuré con algo de recelo.

—Ay no seas marica, Justin —Román rodó los ojos exageradamente y miró a Jordan quien a penas le había puesto atención ya que seguía concentrado contando los fajos de billetes—. A ti también te gusta esta mierda.

Bueno, la verdad solo había sido un par de veces, contadas con los dedos de mi mano derecha, en las que había consumido esa mierda. Tampoco era como que me gustara. Las pocas veces que lo había hecho era por seguirle el juego a mis amigos, pero sinceramente no me gustaba. Era pura mierda. Prefería mil veces la marihuana, la cual si tenía un efecto placentero en mi, me relajaba y era natural, no como las demás drogas artificiales que existían y que lo único que hacían era volverte cada día más loco.

—Sólo mírate, Román —le di una mirada de pies a cabeza—. Cada día luces un poco más enfermo con tu adicción.

Soltó un gruñido y finalmente tomó las bolsas que dejó sobre la mesa con la droga y las guardó en su chaqueta. Sólo dejo una bolsa en la mesa y no tardó en abrirla y dejar el polvo sobre la mesa para luego empezar a dibujar líneas con su tarjeta de crédito; — Bueno, ya que el par de nenas no quiero drogarse, tendré que hacerlo solo.

—Como si ya no estuviera lo suficientemente drogado, imbécil.

—¡¿Cuál es tu maldito problema, Justin?! —soltó bruscamente, haciéndome saltar un poco por su repentino y violento cambio de humor.
A eso me refería cuando decía que la cocaína te vuelve cada día más loco.

Apreté mi mandíbula, conteniendo mis ganas de golpearlo por hablarme de esa forma y preferí desviar la mirada para no pelear con él. Después de todo éramos amigos desde que teníamos unos cuatro años, no podía permitirme perder los cabales así como así con Román—. No sé cuál es tu problema, hombre ... ¿o será que aún estás irritado porque estuve coqueteándole a tu amiguita Isabella?

Jordan elevó una ceja al escuchar aquello y me miró con burla para después soltar una sonora carcajada.

Apreté mis puños y miré fulminante a Román, quien se inclinaba en la mesa y metía con desesperación aquellas líneas en su nariz.

—Sólo estoy siendo sincero contigo.

—Bien, gracias —sonrió cínicamente—. Nunca nadie se había preocupado tanto por mi, Justin —rodó los ojos—. Tampoco me vas a negar que te jode que le hable a tu amiguita —volvió a sonreír egocéntricamente, recostándose hacia atrás en la silla mientras ajustaba nuevamente sus lentes de sol.

—Obvio que le jode —Jordan abrió la boca—. Si hasta a la casa la lleva a follar, algo nunca antes visto.

—Cierra la boca, imbécil —gruñí.

Román elevó ambas cejas sorprendido y soltó una gran carcajada como si lo que hubiese salido de la boca de Jordan fuera el chiste con más gracia que había escuchado en su vida.

Tampoco era para tanto. Yo nunca antes había llevado a alguna chica a casa, solo al yate, pero ni siquiera usaba mi propia habitación para saciar mi lívido sexual. Era obvio que esto les asombraría, pero sinceramente no veía lo gracioso y lo asombroso de la situación, Isabella era más cercana que cualquier otra mujer y ellos muy bien sabían de quién era hija.

—Primera vez que te veo así por una chica. Estás perdiendo tus dotes, campeón —se burló Román—. De todas maneras nunca te ha gustado compartir las chicas; pero por Margot nunca te preocupaste mucho la verdad y todos la hemos follado.

Suspiré ya harto de su estúpida burla y realmente me esforcé para no levantarme y romperle su fea nariz llena de cocaína. Román pocas veces me hacía perder la paciencia, casi siempre me estaba riendo de sus bromas con él, pero al parecer hoy amaneció con ganas de molestarme a mi, lo cual era una estúpida idea de su parte ya que yo tenía sueño y cero ganas de lidiar con él y su personalidad.
Román nunca solía molestarme, éramos muy íntimos la mayoría de la veces, pero quizás ahora se encontraba resentido por cómo le hablé ese día en la fiesta cuando estaba insinuándose a Isabella. Esa noche yo había dañado su bonito ego frente a la chica y no me arrepentía de ello, porque sí, me había jodido como el infierno verlo allí, encima de mi mocosa.

—Me gusta—admití, elevándome de hombros para tratar de restarle importancia. Ellos tampoco tenían saber lo mucho que me ponía de mal humor que alguien más se le acercara a Isabella —. Es solo eso.

—Wow —Jordan soltó una carcajada y finalmente cerró el maletín, poniéndole clave— ¿Quién lo diría? Tiene que ser un buen polvo como para que te guste, Justincito.

—Se nota que es un buen polvo —Román carcajeó nuevamente y volvió a golpear mi espalda, haciéndome perder aún más la paciencia—. Es cosa de mirar como baila, ver sus caderas moverse como si fueran dignas de una latina y su trasero... ni hablar. Deberías compartir, Justin. No seas egoís...

Tomé el cuello de su camisa levantándolo salvajemente y lo solté haciéndolo caer en la silla. Sus lentes volaron lejos y sus ojos desorbitados se agrandaron aún más; —Si no tienes nada coherente qué hacer o decir, vete. Estoy bastante ocupado con Jordan y lo suficientemente cansado como para soportarte un minuto más, imbécil.

Levantó sus manos en señal de rendición y finalmente se levantó de su silla. Me dio una mirada algo dolida y con un poco de odio oculto en sus ojos y luego desapareció de mi vista.
La única razón por la cual no lo había golpeado era porque estaba drogado como el infierno. Y yo más que nadie sabía lo jugoso que era Román cuando estaba con drogas en el cuerpo.

—La tienes realmente mal por Isabella —Jordan elevó ambas cejas sin dejar de sonreír—. Nunca te había visto así de impaciente. Ni siquiera te estaba jodiendo tanto.

Quise romper cosas al escuchar a Jordan. Sobre todo porque tenía razón. Había perdido la paciencia muy rápido con Román, pero hoy no era mi día para lidiar con él y las estupideces que soltaba por la boca su cabeza drogada.

—Sólo estoy harto de Román y sus pendejadas. No lo quiero tener cerca hoy.

—Insisto, la tienes mal por la morena.

Rodeé los ojos y negué con la cabeza.

—Me gusta y es un buen polvo, tu mismo lo dijiste —le di la razón y me quedé en silencio. Tampoco le admitiría que realmente me gustaba mucho Isabella, ya bastante tenía con su mirada burlona como para aguantarme las ganas de enterrar mi puño en su sonrisa si es que le confesaba la verdad y él me sonreía aún con más burla—. Ahora bien, no hagas comentarios de mi vida cuando yo ni siquiera me meto en tu juego con Candace Romanov.

—Candace es tema aparte, nunca me ha encantado. Siempre la he tenido ahí como un polvo fijo —se negó de hombros sin dejar de sonreír.

Elevé una ceja y preferí quedarme en silencio. Jordan definitivamente era el más descarado de todos.

Yo no era un santo tampoco, la mayoría de las veces solía tratar mal a las chicas que me hacían perder la paciencia, pero mi brutalidad era por naturaleza. Yo tenía labia y era coqueto, obvio que si, por algo me las podía llevar a la cama con facilidad, pero aún así siempre era claro con todas; un polvo y hasta luego. Jamás tendría el descaro de hacerle creer a alguien que sentía algo para tenerle ahí como un polvo fijo, y tampoco tendría la paciencia para tener a alguna pegada a mi como un chicle. Mi único polvo fijo antes de Isabella había sido Margot, pero ella siempre supo que con suerte podía verla como una amiga. Y bueno, Isabella... era un caso aparte. Nunca le prometí nada tampoco, incluso la traté muy mal cuando recién nos conocimos y sinceramente me arrepentía de eso, pero cuando le dije que sentía algo por ella, que me gustaba, sí se lo dije porque la quería tener ahí y también porque mis palabras eran sinceras. Vaya que me había costado admitirlo incluso para mi mismo.




Isabella Romanov.

—¿Puedes salir del maldito probador? —Candace gruñó golpeando mi puerta insistentemente.

La ignoré por completo y seguí admirando el vestido que traía puesto en el espejo.
Era de un color amarillo pastel y era con mangas tres cuadros, llegaba hasta mis muslos y era bastante sencillo la verdad. Muy chill para un día de verano. Lastima que el verano se había ido de Cannes.

Me quité el vestido y finalmente salí del probador, encontrándome con la mirada asesina de Candace quien tenía un bulto de ropa sobre su hombro. Supongo que quería probarse todo eso.

—No tardes, ya van a cerrar la tienda —murmuré al pasar por su lado.

—No te atrevas a apresurarme, fuiste tú quien estuvo diez minutos en el jodido probador —gruñó.

Me guarde la sonrisa de burla para no ponerla más furiosa de lo que estaba y salí de la sección donde se encontraban los probadores para dirigirme a la caja a pagar la ropa que me llevaría.

Candace me había convencido de venir al centro comercial porque Artur no la dejaría venir sola. Había sido raro verla entrar a mi habitación después de que había estado ignorándome toda la semana desde la pequeña revelación que me hizo aquella noche que volvimos de la fiesta de Will. Por un momento pensé que había entrado a mi habitación con la intención de molestarme y tratar de humillarme como siempre lo hacía, pero cuando vi su semblante serio y a la vez pacífico supe que algún favor me pediría. Y no me negué. Al principio no quería acompañarla, desde que supe que Artur no era mi padre y todas las mentiras en las que he vivido desde que soy una niña,  no quería nada que viniera de su dinero, lo cual era un poco estupido porque vivía bajo el mismo techo que él y todo lo que tenía era gracias a él, pero cuando vi que no tuvo ningún problema en reactivar mi tarjeta de crédito junto a la de Candace, no pude decir que no.

Sí, yo era una interesada.

La cajera me hizo introducir mi tarjeta de crédito y luego de concretar el pago me entregó cinco bolsas gigantes.

Estuve casi diez minutos esperando que Candace estuviera lista y cuando finalmente terminó de pagar el montón de ropa que había comprado, me dio una leve mirada haciéndome saber que estaba lista para que nos marcháramos de la tienda.

—No puedo creer que hayas comprado todo eso, como si ya no tuvieras demasiada ropa —susurré mientras caminábamos a través de centro comercial hacia el estacionamiento.

—¿Alguien te pidió tu opinión? —entrecerró sus ojos y se arregló su rubio cabello hacia un lado.

—Eres insopor....

Mi voz se quedó atascada cuando choqué contra contra algo, en realidad, contra alguien.

Me quejé ruidosamente y mis bolsas cayeron al piso.

—¿Qué mierda?

Un hombre alto, moreno, de chaquetón y lentes de sol, los cuales eran para nada necesarios ya que no había sol y ya era prácticamente tarde, estaba de pie frente a mi. No pude saber si estaba molesto por mi torpeza ya que su boca no tenía ninguna expresión y sus ojos no eran visibles.

—Perdón —suspiré apartando mis ojos de su cara y me incliné para recoger mis bolsas, ignorando el palabrerío que comenzó Candace disculpándose con el señor y llamándome torpe.

Antes de que yo incluso pudiera recoger una bolsa, él se inclinó a recoger mis bolsas y me las tendió para que las pudiera tomar.

—Gracias —sonreí apenada.

Essayez d'être prudent, fille —murmuró con un muy marcado francés, sin moverse de mi camino.

Fruncí el ceño porque jamás en mi vida había hablado en francés y le di una mirada poniendo mi mejor cara de cachorro perdido como una manera de disculparme. Me moví yo misma ya que el tipo no parecía dispuesto a correrse de mi camino y tomé a Candace del brazo para arrastrarla hasta el auto.

—Te dijo que tuvieras cuidado, tonta —Candace se quejó sacando su brazo de mi agarre y dándome una mirada de pocos amigos.

—Camina rápido, Candace. No me dio buena impresión ese señor —murmuré apresurando mi paso entre la genre y mirando hacia todos lados algo mareada con la multitud de personas a nuestro alrededor.

Quizás estaba muy paranoica al respecto, pero el hecho de haber chocado accidentalmente y ni siquiera verle la cara me puso jodidamente nerviosa. Además, estoy segura de haberlo visto hace aproximadamente una hora fuera de la tienda Nike mientras me probaba unas zapatillas deportivas.

—No seas más tonta de lo normal, Isabella. Obvio que estaba molesto por la forma en estúpida en que chocaste con él —negó con la cabeza y me miró como si fuera la persona más estúpida que ha pisado el planeta.

Decidí ignorarla y apresurar mi paso, obligándola a ir más rápido también. Comenzar una discusión con Candace por qué no trataba de guardarse sus indultos era la idea menos inteligente que podía tener en estos momentos.

Pareciera que mientras más trataba de salir de el lugar, más imposible era por la cantidad de gente que había en el centro comercial. Estuve por bajar las escaleras a pie, pero Candace me tiró del antebrazo obligándome a subir con ellas a las escaleras mecánicas. La miré como si me estuviera haciendo una muy fea broma y ella solo se limitó a rodar los ojos y sacar su celular ignorándome. En ese mismo instante se me ocurrió girar brevemente mi cabeza y mi corazón casi se detuvo cuando vi que el mismo señor moreno con chaquetón y lentes de sol se había montado en la escalera mecánica con la vista sobre nosotras.

—Mierda, nos sigue —jadeé.

—Por favor, Isabella. Estás siendo muy exagerada.

Cada vez me comenzaba a doler mas la cabeza con el tono de voz de Candace.

—Te estoy diciendo que lo vi fuera de Nike hace una hora —gruñí, guardándome las ganas de golpearla por ser tan terca y despreocupada.

—Estás alucinando.

Apreté mis labios para no responderle nada estúpido y solo atiné a sacar mi teléfono y textearle Justin antes de que las escaleras nos dejaran en el subterráneo donde se encontraba el maldito auto.

"Ubicación enviada con éxito"

Justin: "¿?"

Antes de que incluso pudiera responderle el mensaje, mi teléfono comenzó a vibrar y su nombre apareció en la pantalla. Respondí en seguida mientras finalmente llegábamos al subterráneo y puse el teléfono en mi oreja.

—Justin —susurré contra el aparato y arrastré a Candace hasta el maldito auto que estaba estacionado al final del jodido recinto. ¡Que ironía!

—¡¿Qué pasó?! ¡¿Dónde estas? ¿Estás bien? —Justin murmuró escuchándose enojado al otro lado del teléfono.

Bien, espero que algún día me responda el teléfono amablemente y espero que ese día llegue pronto.
No dije nada pesado solo porque quizás era entendible que estuviera enojado en estos momentos. No me sorprendería que su preocupación suela convertirse en enojo.

—Me están siguiendo, estoy casi segura.

—¿Cómo que estas casi segura? —gruñó al otro lado de la línea y casi me lo pude imaginar apretando la mandíbula— ¿Isabella?

—Choqué con alguien y estoy segura de haberlo visto fuera de una tienda donde estaba comprando hace un rato, y ahora resulta que está caminando en la misma dirección que nosotras y ya estamos en el estacionamiento y...

—Maldición —me interrumpió—. Espera , ¿no era eso lo que querías? Te dije que era arriesgado dejarte atrapar por alguien sin saber que... —se quedó callado antes de terminar de hablar—. Ignórame, súbete al auto y maneja lo más rápido que puedas, pero con cuidado. ¿Me oíste?

Le di una mirada a Candace, para asegurarme que no había escuchado a Justin al otro lado del teléfono. Mi hermanita, en vez de mirarme con curiosidad, hacia todo lo posible para caminar con cautela y a la vez seguía quejándose conmigo por ser una paranoica.

Bien, Justin tenía razón. Yo misma estaba esperando que algo como esto sucediera, pero tenía miedo. Él tenía razón; no sabíamos si quien nos estaba siguiendo era alguien contratado por Nikolay o simplemente alguien que quería hacernos daño a mi y a mi falsa familia.

Nuevamente giré mi cabeza y casi se me sale el corazón cuando vi que el tipo aceleraba su paso acercándose demasiado a nosotras.

¡A la mierda! Nikolay no era francés, de eso estaba segura, y jamás se acercaría a mi estando cerca de Candace, ¿verdad?

Ignoré la voz de Justin diciendo mi nombre a través del teléfono y jalé con fuerza el brazo de Candace obligándola a correr al auto.

—¡Corre! ¡Maldita sea, Candace! —le quité sus bolsas y como pude abrí el auto y tiré la bolsas al asiento trasero.

—¿Qué diablos tienes, Isabella? —gritó hacia el un berrinche y levantando las manos exageradamente.

No le respondí, ya que ella misma se respondió cuando el moreno la tomó del brazo y agarró su cuello poniendo un arma en su cabeza.

Mi corazón finalmente se detuvo y dejé de escuchar a Justin quien prácticamente se encontraba gritándome a través de la línea.

—Laisse tomber les clés de la voiture —gruñó, haciendo gritar a Candace con su agarre— ¡Laisse tomber les clés de la voiture! —volvió a gritar aún más fuerte, haciéndome saltar en mi lugar.

Maldigo a Artur Romanov por no haberme dejado tomar las malditas clases de Francés.

—¡Dice que sueltes las llaves del coche! —escuché el grito de Justin al otro lado del teléfono— ¡Suéltalas y corre!

—Tiene a Candace, no puedo correr —jadeé tirando las llaves del coche lejos.

El moreno notó que estaba hablando por teléfono y gruñó apretando al parecer aún más el agarre en el cuello de Candace, lo suponía por la forma en que Candace  había comenzado a hacer arcadas y por su exagerada forma de toser.

—Éteignez votre téléphone.

—No apagues el teléfono, bloquéalo pero no lo apagues, tengo tu ubicación, traten de no moverse... 

Un disparó se escuchó en el aire y solté un fuerte grito dejando mi teléfono caer lejos de mi. Candace me miró con los ojos abiertos, casi desorbitados y logré tranquilizarme un poco al darle una rápida mirada a su cuerpo intacto, sin ninguna bala.

Iba a comenzar a hablar, pero otro disparó me interrumpió haciéndome gritar nuevamente. Esta vez mi teléfono se encontraba desecho junto al neumático de nuestro auto.

La gente a nuestro alrededor había comenzado a gritar hace un rato y yo recién estaba cayendo en cuenta. Mi corazón iba tan rápido que sentía que en cualquier momento dejaría de latir. Y aunque ya había pasado por algo como esto anteriormente, esta vez tenía mucho más miedo, miedo por Candace y por mi. Ahora el escenario era completamente distinto, sabiendo que Artur no era mi padre y sí de Candace, no me imaginaba las cosas que podría hacerme si algo le llegaba a pasar a ella o simplemente no imaginaba lo que nos podía pasar a ambas estando secuestradas, esto definitivamente no tenía que ver con Nikolay, estaba casi segura.

El moreno comenzó a arrastrar a Candace hacia un viejo auto negro y con su arma me hizo una seña para que me subiera al auto también.

"Traten de no moverse"

Las palabras de Justin se repetían en mi mente, pero simplemente no podía hacer lo que él decía. No cuando Candace tenía una jodida pistola apuntando a su cabeza.

El moreno se las arreglo para esposar a Candace con una sola mano, tardando más de lo habitual, mientras que con la otra me apuntaba directo al estómago. Tiró a Candace al maletero, haciéndola jadear y cerró el maletero con fuerza.

Caminó hacia mi decidido y me gritó algo en francés que no entendí, pero cuando me empujó hacia la puerta del chofer, entendí que quería que yo manejara hacia  donde fuera que nos quisiera llevar.

Se subió al mismo tiempo que yo al auto, sentándose en la parte trasera y abrazando el asiento del chofer mientras sujetaba la pistola contra mi cuello.

Su celular sonó, haciéndolo soltar un gruñido y comenzó a gritar cosas en francés que jamás podría descifrar. No sé cuánto tiempo estuvo intercambiando gritos en el teléfono, solo sé que estuve todo ese rato tratando de controlar mis nervios al sentir el frío metal del arma en mi cuello y rezando para que Justin apareciera por aquí rápido.

Colgó el teléfono, lanzándolo al suelo y me hizo una seña para que encendiera el auto, apretando aún más la pistola contra mi cuello.

Estaba tan nerviosa, tanto que mi circulación estaba fallando y la sangre no estaba llegando a mis manos. No podía dejar de temblar y era completamente torpe tratando de meter las llaves en su sitio.

—¡Rapide! —gritó, golpeando mi cabeza y dejándome completamente aturdida cuando unos neumáticos resonaron por todo el estacionamiento.

Tres disparos se escucharon y eso bastó para que las llaves del auto volaron lejos de mis tontas manos. Candace gritó con fuerza golpeando el maletero y mi boca se abrió ligeramente cuando mi respiración se atascó en mi garganta.
Mi cuerpo se sintió frío y mi estomago dolió cuando a través del espejo retrovisor vi mi cara llena de sangre y los ojos azules del moreno completamente abiertos frijol en los míos, sus lentes se habían caído.

Mi garganta dolió cuando grité al ver el chorro de sangre salir de su cabeza, de sus ojos, de su nariz y de sus labios. Candace empezó a gritar con más fuerza y los golpes en el maletero se empezaron a escuchar más seguidos y fuertes.

Lo último que recuerdo fue ver la cara de Jordan abriendo la puerta del auto y sacarme de un tirón, mientras de mi brazo saltaba un chorro de sangre y mis ojos se cerraban lentamente.






{...}


—¿No podías simplemente disparar a su cabeza? ¡Tenías que volverte loco usando un arma! ¡Como siempre!

—Ni siquiera sabía que Isabella estaba en el asiento...

—¡Claro que no sabias, imbécil!  —la voz de Justin se escuchó excesivamente fuerte haciéndome doler la cabeza y luego de eso un fuerte golpe se escuchó.

Solté un gruñido y apreté mis ojos con fuerza. La cabeza me dolía como si estuvieran enterrándome agujas. Traté de llevar mis manos a mis oídos para taparlos, pero grité cuando mi brazo dolió como el infierno.

—¿Bella? ¿Amor? ¿Despertaste? —la suave voz de mi madre se escuchó esta vez, pero no se sentía para nada suave en mi cabeza.

—¿Isabella? —ahora la voz de Artur me hizo apretar aún más los ojos y soltar un gruñido.

Diablos... ¿no podían simplemente quedarse en silencio?

—¡Cállense joder! ¡Me duele la cabeza! —quise gritar, pero supongo que apenas me escucharon ya que mi voz salió como un susurro desde mis labios.

Abrí los ojos lentamente y la luz de la habitación me llegó de golpe. Al parecer lo  lo notaron ya que en seguida apagaron la luz y encendieron una pequeña lámpara que se encontraba en la mesita de noche junto a mi cama.

Sí, era mi habitación. Y todos estaban alrededor de mi cama mirándome fijamente, incluso Pattie estaba en mi habitación mirándome con preocupación. ¿Cómo había llegado ella aquí?

—Gracias a Dios estas bien —murmuré, sin poder controlar mi emoción al ver a Candace sentada en los pies de mi cama sana y salva, aún así estaba mirándome completamente enojada, lo sabía por la forma en que sus cejas se juntaban creando arrugas en su frente y por como sus labios estaban ligeramente estirados. Sus ojos estaban completamente rojos, estaba despeinada y aún tenía lágrimas en las mejillas.  Ni hablar de su maquillaje. Sus ojos estaban negros gracias a la máscara de pestañas.

Creo que era la primera vez que le ocurría algo trágico, Candace siempre solía cuidarse bien y nunca antes había tenido un arma en su cabeza. Era lógico que ahora estuviera asustada. Incluso yo seguía asustada.

Pude jurar que sus ojos se ablandaron un poco cuando procesó mis palabras y su cara enojada se transformó en una mueca, dejando de lucir furiosa y luciendo mas que nada asustada y confundida.

—Gracias a Dios están las dos bien —la voz de Irina me hizo girar la cabeza como el exorcista en su dirección. Estaba sentada a mi lado en la cama, mientras sus ojos estaban llenos de lágrimas, como siempre.

Quise soltar un quejido cuando me abrazó de la nada y también quise apartarla porque me dolía el brazo como el infierno, pero no le haría aquel desplante frente a todos los que estaban en mi habitación.

Vi como Justin se alejaba un poco de Jordan quien estaba a su lado acariciando los hombros de Candace, supongo que aprovechándose de la vulnerabilidad de mi hermana para poder tocarla. Le respondí la mirada y cuando se recargó contra la puerta de mi habitación, quise que todos salieran de allí y me dejaran a solas con él.

—Ahora que están ambas despiertas ¿me van a explicar que fue lo que ocurrió? —Artur soltó un suspiro, llevándose ambas manos a la cabeza y tirando con fuerza de su cabello.

Vaya.

—Isabella recién está despertando, tiene una herida de bala en su brazo y tú ya quieres empezar con tu interrogatorio —Irina se adelantó en responder, dejándonos a todos en la habitación con la boca cerrada.

—Tengo que saber qué diablos ocurrió, Irina ¡Esto es peligroso y lo sabes! —la apuntó, luciendo muy enojado con mi madre. Sus ojos verdes estaban casi negros y su cara brillaba gracias al sudor de su piel tostada— Casi las matan a ambas, un jodido francés. ¡¿Sabes lo que eso significa?!

Nuevamente estuve apunto de hablar, para que dejaran de frutarás y se callaran se una vez, porque mi cabeza estaba por explotar, pero fue la voz de Justin la que me hizo callar; —Creo que Candace puede responder mientras Isabella se recompone un poco, ¿no?

Todos en la habitación se giraron a mirarlo.  Artur apretó sus labios y como lo conozco sé que estuvo por correr a todos de la habitación, sobretodo a Justin por entrometerse en su conversación con mi madre, él odiaba que se entrometieran en sus asuntos; pero para mi sorpresa, mi querido padre simplemente se quedó en silencio y asintió lentamente dándole una mirada para nada bonita a Justin.

—La verdad quiero descansar, mi cabeza duele como el infierno y ni hablar de mi brazo —me quejé, tratando de disminuir la tensión que se había creado de un momento a otro entre mi padre y Justin—. Quiero unos minutos sola, ¿saben?

Todos asintieron, murmurando que entendían perfectamente y que me tomara todo el tiempo que quisiera. Luego de eso comenzaron a salir de la habitación, incluida mi madre, brindándome finalmente la intimidad y el silencio que necesitaba.
Los únicos que quedábamos allí era Artur, Justin y yo.

Mi estómago nuevamente comenzó a doler cuando mi padre se acercó a Justin y puso su dedo índice sobre el pecho del castaño, luciendo muy amenazante. 

—Papá... —quise hablar, pero levantó su mano rápidamente hacia su espalda, en mi dirección y sin mirarme, dejándome en claro que quería que me quedara en silencio.

—Eres mi favorito, Bieber. Espero que nunca más te atrevas a entrometerte en mis asuntos y a juzgar mi palabra en mi propia casa —susurró despacio, pero lo suficiente como para que yo pudiera escuchar.

¡Tampoco era para tanto! Justin solo había sugerido dejarme descansar un rato. No era nada del otro mundo. Pero los nervios de Artur estaban a flor de piel y al parecer en verdad esto era peligroso, si no, no estaría tan a la defensiva como se encontraba en estos momentos.

La voz de mi padre realmente sonaba aterradora, pero yo más que nadie sabía que eso no asustaba a Justin. Incluso desde mi lugar podía ver como su garganta se movía por la forma en que tragó con fuerza al escuchar a mi padre y también pude ver perfectamente como sus puños se apretaban a cada lado de su cuerpo, conteniendo sus impulsos. Pensé que él solo se quedaría en silencio, pero como la vida es una caja de sorpresas, no tardó en susurrar igual de enojado que mi padre y casi en silencio; — Sólo quiero ayudar, prácticamente salvé la vida de sus dos hijas, señor.

Mordí mi labio inferior para no sonreír ante la sorpresa de mi padre. Artur sabía que Justin tenía agallas, pero no sabía que  tenía las agallas suficientes para no dejarse intimidar por él, vaya sorpresa.
La verdad yo tampoco pensé que fuera capaz de responderle de esa forma, pero no porque no tuviera los huevos suficientes, si no porque pensé que Justin  prefería evitarse cualquier roce con el grandioso Artur Romanov. ¡Nótese la ironía! 

—¡Vaya! —estaba segura de que mi padre había esbozado una sonrisa por el tono de su voz—. ¡Créeme que te lo agradezco, pequeño Bieber! ¡Pero esta es mi casa y aquí mando yo!

—Y yo no he dicho lo contrario, solo sugerí algo y ...

—¡Y NADA! AQUÍ SE HACE LO QUE YO DIGO —gritó haciéndome saltar y soltar un jadeo cuando golpeó con fuerza la pared a un lado de Justin—. Espero que sea la primera y última vez que tenga que decírtelo, Justin. Eres mi favorito de los hijos de Jeremy, no lo arruines.

Sin más, salió de la habitación dando un fuerte portazo que nuevamente me hizo saltar y jadear, dejándome a mi y a Justin a solas en la habitación.


——————

Me demoré más de lo que tenía planeado, pero bueno... al menos estoy conforme con el capítulo!

Quería subir dos hoy pero tengo que dormirme temprano, así que el otro se los  subo mañana.

Amé que hayan respondido el apartado que les dejé. Me encanta interactuar con ustedes y saber que están ahí! ASÍ QUE POR FAVOR!! NUNCA DEJEN DE COMENTAR Y HACERME SABER QUE ESTÁN AHÍ! 💖😮‍💨

Nos leemos mañana!
Dejen su voto si les gustó y un comentarios haciéndome saber qué les pareció el capítulo!

Xoxo

Fairytale
Justbiebssg

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