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C: 40

Justin tragó con fuerza y tomó ambas mejillas de Isabella quien tenía la mirada perdida.

—Por favor, mírame —pidió.

Pero Isabella estaba estática en su lugar. Justin tiró de ella para obligarla a salir del escondite y así pudieran subir lo más rápido hacia la habitación de Isabella, pero se le hizo completamente difícil ya que ella no cooperaba con la situación. Y es que tampoco podía pedirle mucho después de lo que acababan de escuchar.

—Justin... yo —su voz tembló y finalmente lo miró con los ojos cristalinos.

Justin soltó un suspiro y no supo qué hacer por ella. Sin embargo, su cuerpo reaccionó por si solo y la abrazó.

Isabella soltó un sollozo y trató de alejarse.

—Hay que salir de aquí, preciosa —besó su frente y tiró de ella para que pudieran subir la escalera— antes de que tú madre regrese por donde se fue.

—No es mi madre —musitó y su cuerpo comenzó a moverse en automático.

Justin soltó un suspiro y la siguió escaleras arriba.


Justin Bieber.

Yo me quejaba todos los días porque mi vida era asquerosa, tenía ataques constantes de ira, todo me enojaba o me ponía de mal humor, no valoraba nada, ni siquiera a las personas que se cruzaban en mi camino molestándome, pero al menos si valoraba la vida. Y todo eso era producto de que no era feliz con la vida que llevaba, no era feliz con el estilo de vida de mi familia.
Me gustaría ser un chico normal, ir a la universidad, salir de fiesta con mis amigos sin recordar el mundo en que estaba metido por culpa de mi familia, pero lamentablemente cosa que hacía tenían relación con nuestra vida de mafiosos.No me gustaba mi vida. Si tan solo pudiera cambiarla, creo que sinceramente lo haría, claro que solo si pudiera conservar mi familia sin sus malditos negocios. 

Cuando Isabella soltó un sollozó al momento de cerrar con seguro la puerta de su habitación, caí en cuenta que mi vida no era tan mortificante como la de ella. Quiero decir, yo hacía cosas malas que no me gustaba hacer, eso igual era mortificante y me hacía sentir enfermo, pero lamentablemente este era mi destino, era mi obligación aceptarlo. De lo contrario, me hubiese vuelto loco por la cantidad de cosas enfermas que me había tocado presenciar en mi corta vida y porque iba en mi sangre aceptarlo, a diferencia de Isabella, quien no llevaba en su sangre la obligación de aceptar su actual realidad. Ella de todas formas igual hubiese pertenecido a este mundo de gente sucia, cruel y despiadada, porque Nikolay igual era un narcotraficante, pero quizás Isabella no hubiese sido víctima de los abusos de quien creía su padre, y lo más importante... quizás ella habría tenido una familia de verdad.
Este mundo de las drogas, el dinero y lo que implica ser hijo de un narcotraficante importante era demasiado duro, pero yo al menos tenía una familia que me quería y daría todo por mi de la misma forma en que que yo lo daría por ellos, incluso por el gran imbecil de Jordan, porque al fin y al cabo era mi hermano y lo amaba. En cambio Isabella estaba en este mundo con una familia que no la quería y que lo único que hacia era lastimarla.

Quizás con Nikolay su vida no hubiera sido tan dura como lo era ahora, quizás no hubiese tenido que aceptar maltratos innecesarios y crueles. Aunque eso realmente no lo sabía, porque no tenía ni la más mínima idea de cómo era aquel hombre a quien hacían llamar su verdadero padre.

Hombre, yo no soy alguien a quien le guste demostrar sentimientos, tenia el maldito defecto machito alfa de pensar que eso era para idiotas, pero cada vez que tenia a Isabella cerca sentía un montón de sensaciones y por eso mismo es que al conocerla la odié, porque nadie nunca jamás me había hecho experimentar tantas cosas.

Me sentí realmente mal por ella cuando se deslizó por la puerta de su habitación hasta el piso. Había dejado de sollozar hacer algunos segundos, pero las lágrimas seguían cayendo por sus mejillas y su mirada se encontraba perdida en algún punto de la habitación.

Resoplé, no sabía qué hacer, pero tenía la maldita necesidad de ayudarla y consolarla. Lamentablemente yo era la peor persona consolando, no tengo recuerdos de haberlo hecho.

Caminé hasta ella y me incliné a su altura. Despejé su preciosa cara haciendo su pelo hacia un lado ya que se encontraba pegado en sus mejillas mojadas. Sus ojos verdes estaban apagados y no brillaban con esa picardía que solían brillar siempre. Su cara estaba roja y caliente y sus labios estaban apretados en una línea.

—Bella...

Pareció no reaccionar. Así que no dudé ningún segundo más y la tomé por las axilas para levantarla del piso. La dejé sobre su cama sentada y solté todo el aire retenido, inclinándome nuevamente en mis rodillas para quedar a su altura.

Finalmente pareció reaccionar y sus lindos ojos se encontraron con los míos.

—Justin... yo.... —titubeó unos segundos—. No es necesario que te quedes si no quieres, discúlpame por invitarte para esto. Me siento terrible... yo no.

Sin poder controlarlo, puse mi dedo sobre su boca para hacerla callar y luego acaricié su mejilla. Maldición. Se sentía tan bien hacer esto.

—No tienes que disculparte por esto, tonta mocosa —resoplé—. Quiero estar aquí, no pienso irme —admití.

Me dio una sonrisa de lado, pero realmente pareció más una mueca. La tristeza estaba plasmada en su cara.

—Yo lo sospechaba, ¿sabes? —negó con la cabeza y otra vez su cara se transformó en una mueca mientras soltaba un sollozo—. Ya tenía la certeza de que no eran mis padres y sospechaba de ese tal Nikolay —suspiró—, pero escucharlo todo finalmente de la propia boca de mis padres fue como un golpe  de realidad y duele... —sollozó— duele como el infierno —se llevó las manos a su cara para esconderse de mi vista mientras lloraba.

Me quedé sin aire y mi estomagó se revolvió al verla así. Tan rota. Ella no merecía esto, no merecía estar rodeada de toda esta gente sin corazón, incluyéndome.

Tiré de sus antebrazos a medidas que los acariciaba para que dejara de tapar su cara y limpié sus lágrimas con mis pulgares antes de sentarme a su lado y abrazarla.

Estuvimos unos treinta minutos así, abrazados. Su cara estaba enterrada en mi pecho mientras lloraba y la verdad era que no me molestaba la situación. Lo único que se escuchaban en la habitación eran sus sollozos y aunque me dolía verla así, no me molestaba que ese fuera el único ruido a nuestro alrededor. Ella necesitaba llorar y dejarlo ir, yo no era el más correcto para darle un consejo y mi silencio era perfecto. Y es que tampoco era como que hubiera un consejo para esto. Ella necesitaba aceptar la realidad por si sola y si tenía que estar toda la noche abrazado a ella mientras mi camiseta cada vez se humedecía más por sus lágrimas, lo iba a hacer. Lo haría porque tenía la extraña necesidad de quedarme ahí con ella y asegurarme de que iba a estar bien. Quería protegerla y ayudarla, y aunque eso me afligía en un principio porque nosotros no teníamos nada que ver, o al menos yo quería pensar que no teníamos nada que ver, ya no me molestaba aceptarlo, ya me había admitido a mi mismo de que ella me gustaba de una manera jodida, como nunca me había gustado alguien antes.


Isabella Romanov.

Me sentía vacía y por primera vez estaba experimentado un tipo de pánico por el futuro. Supongo que era lo normal.

Me dolía el estómago y mi pecho se llenaba de vacío al pensar en el futuro, al pensar en mañana y cómo tendría que afrontar a Irina y a Artur, que para mi suerte mañana llegaba de Estados Unidos. Nótese la ironía.

Tenía miedo de pensar en el futuro porque me sentía sola. Bueno, siempre me había sentido sola, pero ahora era distinto, muy distinto porque se había hecho realidad el hecho de que yo era prácticamente huérfana en mi maldita familia, la cual en verdad no era mi familia ni de sangre, ni de cariño. De todas formas nunca habíamos actuado como una.
Tenía miedo porque me sentía en el aire, sin fuerzas ni recursos, y la verdad era que Artur me causaba terror. Ahora mucho más que antes. Aunque al menos tenía la certeza de que no me mataría, porque era un bastardo egoísta y porque Irina quizás jamás se lo perdonaría, la verdad ni siquiera tenía seguridad de eso. Aunque si llegaba el día en que él decidiera apuntar un arma a mi cabeza, creo que realmente sería como un favor para mi. Que Dios me perdone, pero eso sentía en estos momentos.

Justin se había quedado aquí. No se había marchado y se veía realmente preocupado. Eso había llenado mi corazón de alguna forma, pero lamentablemente en estos momentos no tenía más cabeza para pensar en algo que no fueran mis supuestos padres.

—¿Estas más tranquila? —preguntó luego de un rato.

La verdad es que habíamos permanecido en silencio. Yo hace un rato había dejado de sollozar, pero él se mantuvo en silencio desde el principio, cosa que agradecía porque realmente no tenía ganas de hablar en estos momentos. Mi cabeza dolía como el infierno y no podía pensar en nada más que lo que mencioné ya anteriormente.

—Algo... —boté todo el aire retenido y me acurruqué aún más en la cama.

Estaba dándole la espalda. Nos habíamos recostado hace como una hora, luego de que estuve casi dos horas sentada llorando en sus brazos. Justin se encontraba recostado a mis espaldas y su brazo rodeaba mi cintura mientras dejaba pequeñas caricias en la piel desnuda de mis costillas. Su cara estaba por sobre la mía y podía sentir su respiración en mi frentes

Todo esta situación con él era demasiado rara, porque nosotros jamás habíamos actuado de esta manera, pero no era incómoda. Se sentía muy cálido estar cerca de su cuerpo, siendo consolada por su presencia y sus caricias.

—Sabes que no estás sola en esto, ¿cierto? Ya te lo he dicho —murmuró luego de un rato.

Solté una pequeña carcajada triste y moví la cabeza con negación.

—Recuerdo muy bien que querías ayudarme porque estabas preocupado por ti y tu familia. Bueno, ya sabes que no tiene nada que ver con ustedes... no tienes que preocuparte —susurré.

Si Justin quería salir enojado de mi habitación después de mis palabras de orgullosa, se lo permitía. No era ser mal agradecida, pero es que realmente no quería ser un estorbo para él en su vida. Él de verdad me gustaba mucho, mi corazón saltaba salvajemente con tan solo su presencia, y por la misma razón no quería que se aburriera de mi y de mis problemas. Conociendo su temperamento y su bipolaridad, me daba algo de miedo aburrirlo. Me merecía una paliza por estar pensando esto.

—Dios, dame paciencia con esta mocosa —gruñó en voz baja, robándome una pequeña sonrisa de gracia—. Lo del miedo de que mi familia podía estar en peligro era verdad —masculló—, pero ese es un miedo que nunca desaparecerá porque nosotros estamos metidos hasta el culo en esta mierda, Isabella. Esa vez lo dije como una maldita excusa, iba a ayudarte de todos modos.

Suspiré negando con la cabeza.

—¿Por qué tendrías que excusarte por querer ayudar? Era simple como que nuestras familias son amigas —musité, quedando con un sabor amargo en la boca después de que la palabra familia saliera por ella.

—No era una excusa para ti. Soy tan egoísta que probablemente si me hubiese querido excusar contigo, no lo hubiese hecho —sus palabras eran sinceras, lo sabía por la tranquilidad en que se encontraba hablando sin dejar de acariciar la piel de mis costillas y acariciando con la punta de su nariz mi frente. Estaba siendo cariñoso y aún así sus palabras sonaban frías, pero yo lo conocía y sabía que era su forma de ser. Aún así, se sentía increíble estar recibiendo sus caricias mientras compartíamos ese momento tan intimo.

—¿Entonces de qué o quién te excusabas?

—Me estaba excusando conmigo mismo, mocosa. No quería sentir o admitir que te ofrecía mi ayuda en mayor parte porque me gustabas mucho.

Me quedé estática cuando dijo eso. Jamás pensé que él admitiría como se sentía  respecto a mi alguna vez en su vida. Eso no era muy Justin que digamos. Aún así me sentí emocionada, porque a pesar de que mostraba interés en mi, no actuaba como actuaban los chicos a quien les gusta alguien o al menos eso me hacía creer con sus actitudes. Un día me hacía sentir que sí, un día me hacía sentir que no, otro día me trataba como la mierda y al siguiente como si me tuviera afecto. Él realmente hacia en mi cabeza un caos.
Mi cuerpo tembló ligeramente cuando me hizo rodar en la cama para que dejara de darle la espada y así pudiera quedar frente a frente con él.

—Justin, tu...

—Me gustas demasiado, Isabella —confesó, mientras sus ojos brillaban de una manera especial—. Ya lo sabía desde hace mucho la verdad, pero no quería admitirlo porque soy un idiota y supongo que esas cosas no van conmigo. Si no te hablé estas últimas dos semanas luego de que estuviéramos en el yate fue porque finalmente estaba aceptando mis sentimientos, no podía seguirmelo negando.

Nuevamente me quedé sin habla y mi boca se abrió ligeramente mientras mis ojos viajaban por toda su cara.
Su piel se veía muy suave y podía tener una buena vista de su mandíbula ligeramente apretada gracias a la luz de la luna que se colaba por la ventana de mi habitación.
Lucia derrotado, al parecer de verdad le costaba mucho expresar sus sentimientos, y el hecho de que ahora lo estuviera haciendo me llenaba el corazón de una manera inexplicable, me hacía querer gritar de emoción, un tipo de emoción que jamás había sentido antes. Él había vencido su orgullo por mi o al menos eso quería creer.

—Y se que este no es el momento para decirte esto, quizás estoy siendo egoísta, pero...

Terminé de acortar la distancia entre nosotros incluso antes de que dijera alguna otra cosa. No quería que soltara alguna otra estupidez como la de que era egoísta, lo cual en verdad no era complemente una estupidez, pero no quería que esté momento se fuera.

Lució algo sorprendido y luego aflojó el agarre en mi cintura. A medida que comenzábamos a mover los labios su mandíbula se destensó brevemente y amé tenerlo ahí relajado en este preciso momento. 

Era el beso menos sexual que nos habíamos dado en nuestra corta historia. Era un beso sincero y lleno de... ¿cariño?. No era raro decirlo, solo que era un poco difícil de asimilarlo.

Fue un beso lento y suave, de cual ninguno tenía el control, solos nos dejamos llevar y sus labios realmente se sentían como el cielo. Nos separamos por la falta de aire y sonreí. Sonreí de verdad. Me miró e hizo una linda mueca que podía apostar que era una sonrisa.

—Tu igual me gustas mucho, pero creo que ya lo sabías.

Torció su boca finalmente en una sonrisa egocéntrica y sus ojos me miraron coquetamente. Solté una mini carcajada y me acurruqué aún más en su pecho.

—Tenía la leve sospecha —me guiñó un ojo.

Rodeé los ojos con obviedad, robándole una carcajada y me dio otro pequeño beso suave. Me quedó mirando unos segundos y luego tomó aire como si tuviera algo en su garganta que lo ahogaba.

—No quiero que me tengas miedo o pienses que no puedes contar conmigo —miró cautelosamente mis ojos—. Me he comportado como un imbécil contigo y probablemente esta sea la única vez que lo admita en un buen tiempo, porque así soy yo, Isabella. Soy un imbécil, egoísta, arrogante, bipolar y todo lo que me quieras llamar —rodó los ojos brevemente—. Te he tratado muy mal y realmente me avergüenzo por eso, pero me jodía de una forma en que no te imaginas tu forma de ser, tu presencia y lo atraído que me sentía hacia ti. La verdad, siendo sincero aun me jode un poco todo lo que causas en mi —me estremecí ante sus palabras. Se lamió los labios y continuó;—. Lo qué pasó la primera vez en el club cuando no quisiste tener sexo conmigo realmente lo lamento. Mis ataques de ira no es algo que pueda controlar fácilmente y creo que para ti ya no es un secreto —ladeó la cabeza y subió su mano para acariciar mi mejilla—. También lamento lo de la primera vez que estuvimos juntos en Inglaterra. Me sentí un imbécil por eso varios días. Tus palabras de desprecio antes de bajar del avión cuando llegamos a Francia me dejaron inquieto, tanto que no pude dormir esa jodida noche y entonces te odié más —murmuró casi en voz baja, como si realmente estuviera avergonzado—. No sé qué es lo que tienes, desde que te vi por primera vez que estoy tratando de descubrir que es lo que tienes que me vuelve jodidamente loco —cerró los ojos un segundo y volvió a abrirlos, esta vez luciendo sus iris mieles aún más brillantes—; pero ya me aburrí de negármelo a mi mismo, no quiero negarlo, me gustas demasiado.

Sonreí brevemente y levante mi mano para acariciar esta vez yo su mejilla.

—Yo igual lamento ser una mocosa atrevida, créeme, se que no soy fácil de llevar. Me gusta provocar a la gente —admití.

Asintió muy de acuerdo y me estrechó aún más contra su cuerpo, como si eso fuera posible. Le sonreí nuevamente y lo besé por última vez. Luego de eso nos quedamos en silencio, mirándonos, soltando suspiros y regalándonos caricias, hasta que caímos en un profundo sueño.

No se cuanto tiempo dormimos porque no tenía idea qué hora era cuando nos dormimos. Solo sé que desperté porque quitó sus brazos de mi cintura y encendió su teléfono para ver la hora.

Eran las seis de la madrugada.

Solté un pequeño bostezo y abrí los ojos nuevamente.

—Bien. Me tengo que ir —su voz ronca me hizo saber que notó que estaba despierta. Se inclinó brevemente y besó mi mejilla—. Tu padre llegará en cualquier momento y es mejor que no me vea aquí. No quiero que tengas problemas con él —murmuró algo enojado.

Asentí ligeramente y me senté en la cama.

—Ten —le tendí un mini control que estaba en mi velador—. Con este abres el portón. Quédatelo.  Tengo otro de repuesto —bostecé.

Asintió tomando el pequeño control entre sus grandes manos y guardándolo en el bolsillo trasero de su pantalón.

—¿Qué tienes en mente ahora? —preguntó luego de unos segundos en silencio en donde nos encontrábamos mirándonos.

Y supe que se estaba refiriendo a la situación de mi familia por lo profunda que sonó su voz y por lo cautelosa que se había vuelto su mirada de un segundo a otro. Sus ojos estaban atentos a los míos, sin asombro y sus labios estaban apretados en una fina línea.

Quise gruñir y tirarme en la cama para enterrar mi cara contra la almohada como si eso fuera mi salvación. No tenía muy claro qué debía hacer, pero si estaba consciente de que no podía ser una chiquilla arriesgada e impulsiva. Si bien esto era familiar, era peligroso, sobretodo por el maldito mundo en que vivíamos y porque Nikolay y Artur no eran ningunos santos.

—No lo tengo muy claro, pero me mantendré al margen con Irina y Artur. No me siento preparada para... —me quedé en silencio. La idea de afrontarlos se me hacía totalmente imposible, aunque en algún momento tendría que hacerlo—. No me meteré con ellos, trataré de pasar desapercibida.

Justin asintió, estando de acuerdo y soltó un suspiro de alivio. Al parecer le agradaba la idea de que no me enfrentara a mi padre.

—¿Y con Nikolay? —elevó una ceja, volviendo a ponerse tenso de repente.

Mi estómago se revolvió al escuchar su nombre.

¿Cuál sería su jodido apellido? ¿Cuál sería mi real apellido?

—Sigue en pie lo de reunirme con él —dije con firmeza. Porque de eso sí estaba segura, muy segura. No tenía certeza de cómo lo lograría, pero lo haría—. No creo que sea peligroso, no creo que el quiera hacerme daño porque de todas formas ya lo habría hecho, ¿verdad?.

—Aún así hay que ser cuidadosos, Isabella —gruñó. Noté que no le gustaba para nada esa idea—. Si él se encuentra buscándote en estos momentos, no creo que lo haga de manera personal, lo más probable es que lo hagan sus hombres y te puedo asegurar que ellos no serán amables contigo, no te ofrecerán una tarjeta de invitación para reunirte con él y mucho menos será una reunión para tomar el té. Esos bastardos son agresivos, lo sé porque así se trabaja en este negocio y...

Me levanté de la cama y caminé hacia el, poniéndome de puntitas para rodear su cuello con mis brazos.

—Tranquilo —lo interrumpí haciéndolo callar—. No creo recibir golpes peores a los que recibo cuando Artur me castiga —suspiré y noté como su mandíbula se tensaba ante mis palabras—. Algo idearemos, pero ahora hay que tomarlo con tranquilidad, yo debo tomarlo con tranquilidad o todo saldrá mal; pero de algo si estoy segura...

—¿De qué?

—Artur no puede enterarse de que lo sé o hará lo posible por mantenerme encerrada y yo nunca podré juntarme con Nikolay —un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando pronuncié su nombre.

—Tienes razón. Aunque no me parece una mala idea mantenerte encerrada para no exponerte —ladeó la cabeza, hablando medio en broma y medio en serio.

Rodeé los ojos y golpeé su hombro. Sabía que lo decía porque le preocupaba de cierta forma. Y al pensar en eso de nuevo me encontré sorprendida por cómo había cambiado nuestra relación en este último tiempo y sobre todo esta noche.

—Ya vete —suspiré—. Te veo luego —besé brevemente sus labios y me separé de él.

Elevó una ceja inconforme y tiró con fuerza de mi muñeca para hacerme volver hacia sus brazos. Tambaleé un poco por el tirón, pero sus brazos me afirmaron y bajó descaradamente su mano para acariciar mi trasero. Se inclinó unos segundos, dejándome con la respiración incontrolada y luego de mirarme fijamente a los ojos, me besó con fuerza y algo de pasión mezclado con lujuria y ternura, completamente distinto a cómo nos habíamos besado toda la noche.

Finalmente se separó y susurró sobre mis labios;— Eso es para que aprendas a despedirte, mocosa. —Dejo otro corto beso en mis labios y finalmente me soltó.
Agarró su chaqueta y me miró de pieza a cabeza unos segundos, luego me miró a los ojos otros cinco segundos y finalmente salió de mi habitación, dejándome con la respiración entrecortada y una pequeña maldita sonrisa de enamorada.

Había sido una noche muy triste y llena de cosas en mi mente, pero Justin sin duda la había mejorado y me había dejado llena de energías para afrontar todo lo que se venía desde ahora en adelante.
Solo faltaba prepararme mentalmente y seguir con mis planes.

Ya no había vuelta atrás en mi vida. Definitivamente.





———

¿Qué les pareció?
Finally, Justin lo admitió.
Dejen su voto si les gustó y un comentario contándome que les pareció y cuál fue su parte favorita del capítulo.

Tengo que admitir que me calenté la cabeza con este capítulo porque no soy la mejor narrando pensamientos y realmente quería que me quedara coherente.

Las quiero
Xoxo

Fairytale
Justbiebssg

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