C: 39
Isabella Romanov
Me quedé mirando el lápiz labial rojo que estaba dentro de mi neceser, luego miré el vestido que llevaba puesto y rápidamente descarté el labial rojo. Creo que el maquillaje que tenia puesto ya era suficiente.
—¿Qué quieres? Sal de mi habitación —Candace murmuró en cuanto crucé la puerta de su habitación.
—Vamos.
—¿No? ¿Estás loca?
Rodé los ojos y caminé hacia ella para obligarla a levantarse de la cama. Era mi hermana y nuestra relación era horrible, pero no dejaría que se quedara encerrada una noche como la de hoy y mucho menos por un imbécil que le rompió el corazón. Y también porque la necesitaba, sin ella, no había posibilidad de que mi madre me dejara ir a aquella fiesta.
—Será una noche entretenida. No tenemos porqué pelear y si quieres nos ignoramos. ¡Vamos a esa fiesta!
—Te dije que no, Bella. ¿Qué tan burra has de ser para no entenderlo? —Se sentó en la cama enfurecida de un viaje.
Creo que en verdad lo estaba pasando mal. Tenía unas ojeras del porte de Texas y su pelo rubio lucia asqueroso.
—¿Qué prefieres? ¿Encerrarte y ser una idiota humillada o emperrarte y demostrarle a ese imbécil que nadie puede contigo?. ¿Quién eres y qué hiciste con la perra de Candace? —elevé una ceja y la miré con desprecio.
Hacerla sentir inferior aumentaría su sed de ego. La conocía a la perfección.
Una pequeña sonrisa se asomó en su rostro y soltó un bufido.
—Bien.
Omití la risa de victoria que quería soltar y apunté con mi dedo la puerta de su baño;
— Tienes treinta minutos para tomar una ducha y arreglarte. Te espero en la sala —le guiñé un ojo y salí de su habitación.
Bien. Convencerla no había sido tan difícil.
Caminé hacia mi habitación para tomar mi bolsa y luego bajé al primer piso. Caminé hacia la sala y me senté en el sofá para esperar a Candace.
Estuve unos diez minutos mirando el techo de la sala. Tenia fe en que Candace demoraría menos de treinta minutos.
Habían pasado dos semanas y mi padre aún no llegaba a Francia. Supuestamente llegaba ayer, pero por alguna razón no estaba aquí en casa.
Había estado estas dos semanas encerrada y sin ver a Justin. Me había aburrido demasiado, mi única entretención era entrar al despacho de mi padre y jugar con la clave de aquella caja fuerte que resplandecía en su repisa.
Justo en ese momento en donde pensaba en el susodicho, Irina apareció desde la puerta de la oficina de mi padre con una gran sonrisa.
—¿Hacia donde vas tan bella? ¡Que hermoso vestido!
Traté de sonreír para no ser grosera, pero lo único que pude hacer fue una mueca estúpida.
Era tan difícil mirarla de la misma forma en que la veía antes. Cada vez que miraba sus ojos verdes la imagen de ella besándose con Nikolay se me venía a la mente.
—Fiesta de Will en casa Bieber —me elevé de hombros.
—¿Cuál es el motivo de esa fiesta? —se sentó a mi lado.
Dios mío. Lo que menos quería era entablar una conversación con ella en estos momentos. Aparte la sonrisa no se iba de su cara y eso me perturbaba demasiado. ¿Por que diablos salía del despacho de Artur tan feliz?
—No sé, solo hicieron una fiesta.
—¿Irás sola?
—Con Candace.
—Bien. Tu padre llega mañana ¿lo sabes, verdad?
—¿mi padre?
—Sí ¿Quién más? —frunció el ceño.
—Artur Romanov no es mi padre.
Su sonrisa se borró en seguida. Mi voz sonó tan seria que realmente parecía desconcertada. Su boca se abrió ligeramente y sus ojos se achicaron.
—¿Qué... qué dices? —tragó con fuerza y se tocó el cabello lentamente, sin dejar de mirarme.
Bien, no podía ser más obvio.
En ese momento sonreí y negué con la cabeza.
—Quizás es mi padre por naturaleza, pero yo no lo considero un papá —suspiré. Inmediatamente relajó la expresión de su cara, pero no lo suficiente. Me miraba con inquietud y atentamente—. Artur es un ser despreciable, y vivir bajo su mismo techo ha sido una maldición en mi vida.
Sentí como un alivio en mi pecho al dejar salir aquel odio de mi. Sin embargo, a mi madre no le gustó. Lo veía en su mirada. Había pasado de asustada a confundida y de confundida a enojada. La podía leer tan bien, sus emociones, sus gestos, todo lo que tiene que ver con ella la delatan en segundos, o era simplemente el hecho de que yo había aprendido a leerla con el pasar de los años.
—¡Eres una niña insolente y mal agradecida, Isabella Romanov! —levantó la voz y se levantó del sofá enfurecida— No te voy a negar que tu padre no ha tenido el mejor comportamiento contigo, pero tú tampoco se lo dejas fácil. Y a pesar de todo eso, te ha dado todo lo que tienes en esta vida, desde los zapatos que llevas puestos hasta lo que comes a diario, no puedo creer...
—¿No ha tenido el mejor comportamiento? ¿yo no se lo dejo fácil? —la interrumpí. Me sentía completamente indignada con lo que ella estaba diciendo, no podía seguir escuchándola— ¡Ha sido un ogro toda su vida conmigo! —le grité— Este último tiempo ha estado a poco de matarme con su maltrato, y... ¿y tú me dices que soy mal agradecida? Si fuera por mi, me iría lejos para no saber nada más de ustedes, de ninguno, incluyéndote a ti; pero no lo hago porque se que a donde sea que vaya me buscará y me encontrará solo para hacerme daño, porque eso es lo único que sabe hacer y créeme que jamás voy a entender por qué me odia tanto...
Mi garganta ardió un poco después de gritar aquello y al ver su cara desconcertada y sus ojos llorosos, me di cuenta de que quizás me había sobrepasado con ella y con mis palabras. También me fijé en lo muy agitada que yo me encontraba con la situación y que Martha y Candace se encontraban mirándonos desde las escaleras.
Irina soltó un sollozo y se giró para que no la viéramos.
No me gustaba verla así, pero no me arrepentía de nada de lo que había salido de mi boca. Era mi madre, ella me había criado, pero no tenía el derecho de llamarme mal agradecida con Artur cuando jamás había recibido alguna muestra de amor de su parte y en realidad solo recibía golpes.
—Vamos —miré a Candace sin más y salí de la casa lo más rápido posible.
Necesitaba irme de ese lugar rápido, necesitaba aire. Si seguía ahí dentro escuchando los sollozos de mi madre y sintiendo la mirada de desaprobación de Martha sobre mi, me terminaría volviendo loca.
—Te has pasado esta vez, Isabella —Candace rompió el silencio en el auto— Mamá no merece que seas una estúpida con ella.
Y aunque pude responderle muchas cosas a Candace en ese momento, preferí quedarme en silencio, porque nadie, absolutamente nadie era capaz de entender lo que yo sentía. Lamentablemente nadie podía ponerse en mi lugar. Por esa razón, me quedé en silencio y cerré los ojos durante el camino hacia la casa de los Bieber, para tratar de calmarme antes de llegar.
-
—La luna acaba de apagarse en tu presencia —Will sonrío tomando mi mano y dejando un beso en el dorso de esta en cuanto entramos a su casa–. No hay cosa que brille más que tú.
—Que romántico, Will. Ojalá tus hermanos fueran igual de caballeros que tú —Candace sonrío besando su mejilla y pasó por delante.
Sonreí por lo tierno que había sonado eso, pero igualmente me sentí incómoda. Incómoda porque realmente dejaba un gusto amargo en mi saber que Will sentía cosas por mi cuando yo solamente lo veía como un amigo. Yo no quería herirlo de ninguna manera, por esa razón me era incómodo escuchar un piropo proveniente de él, no sabía como actuar ante eso para no ser una pesada y tampoco una cínica.
—¿Cómo has estado? —besé su mejilla y agarré su brazo, el cual me había ofrecido para adentrarnos en su casa— No te veo hace bastantes días.
—He estado algo ocupado, mi papá me pidió que me preocupara de unos asuntos financieros —se elevó de hombros— ¿y tú? También has desaparecido del radar.
—Bueno, han sido dos semanas increíbles —sonreí irónicamente, robándole una carcajada a Will—. He estado encerrada, nada del otro mundo.
—Bueno, somos dos —sonrió—. Espero que te guste mi fiesta, nos hacía falta algo de diversión, por eso lo planeé con Jordan, quien me insistió en que te convenciera de invitar a Candace —rodeó los ojos.
—Bueno, lo logró —solté una carcajada.
Will también rió y continuamos caminando por la casa.
Me aguanté las ganas de preguntarle por Justin, con quien a penas había mensajeado estas dos semanas que estuve encerrada. No quise preguntarle porque bueno, Will era quien me había invitado a la fiesta y sería injusto preguntarle por su hermano, cuando el me había recibido gustoso en su casa.
Habían muchas personas y la música resonaba fuerte, lo cual me sorprendía un poco porque al ser un Bieber, debían ser muy reservados con la intimidad de su hogar, pero supongo que eso lo tenían bajo control, si no hubiese sido imposible que realizaran esta fiesta.
Habían varias chicas en bikini bailando alrededor de la piscina, varios grupitos de personas riendo y bailando entre ellos y otros drogándose como si fuera el fin del mundo frente a todos.
Divise a Candace atrás de la mesa donde se el Dj y por la mueca que tenía en su cara pude notar que ni estaba muy contenta, y supongo que Jordan quien se encontraba a su lado era el motivo.
—Hay una mini barra cerca del Dj —Will finalmente detuvo su paso y soltó mi brazo—. Puedes pedirte allí algo de beber, yo mientras iré por...
—¡Will! —un fuerte chillido se escucho, una chica de baja estatura, ojos cafés y cabello rizado se acercó a nosotros mirando sonriente a Will— No puedo creerlo, tanto tiempo.
Miré a Will con curiosidad, esperando que nos presentara con la chica, pero me asombre al verlo con la boca cerrada y los ojos grandes mientras tragaba repetidas veces.
—Julieta... —susurró.
Fruncí el ceño al escuchar el nombre de la chica, estaba segura que ya lo había escuchado antes.
—Que bueno verte, ha pasado mucho tiempo desde la ultima vez que te vi —se acercó a besar la mejilla de Will.
Will me miró algo incómodo, pero le devolvió el abrazo a la chica.
En ese momento algo hizo click en mi cabeza y recordé una de las conversaciones que había tenido con Will, donde me contaba que estaba enamorado de una chica que era hija del agente del FBI.
Sonreí con complicidad y le guiñé un ojo.
—Hola, me llamo Isabella un gusto —la chica finalmente se alejó de Will y se acercó a mi.
—Isabella Ro...
—Isabella, es una amiga que llegó hace un tiempo a Francia —Will me interrumpió y carraspeó la garganta.
Bueno, si el no quería que ella supiera mi apellido estaba bien. Supongo.
—Un gusto conocerte —sonrió hacia mi—. Espero verte luego Will —le sonrió y se marchó.
—Ella es la hija del agente del FBI.
—Sí —Will musitó mientras miraba por donde se había ido la chica.
—Wow, es muy linda —admití—. Lastima lo de su familia.
—Sí, lo es... —hizo una mueca y volvió su vista a mi—. Voy a buscar unas cosas, ve a la barra si quieres beber, vuelvo en seguida.
—No te preocupes —sonreí.
Will hizo su camino hacia la casa entre las personas y yo simplemente hice lo que me pidió. Caminé hacia la mini barra y me senté a esperar que el barman se acercara a mi.
Mientras tanto me di vuelta para hecharle un vistazo a la gente y solté un suspiro cuando no encontré a Justin en ninguna parte.
¿Dónde se había metido? Mi mirada terminó nuevamente en la chica castaña de pelo rizado llamada Julieta y me quede observándola.
Era muy linda para ser sincera. Sus ojos eres marrones y gigantes, tenia pecas en su piel y un cabello salvaje muy llamativo. Su contextura era ligeramente gruesa y era baja en comparación a las demás chicas.
Will tenía un excelente gusto, y me sentí nostálgica al recordar que me comentó que era complicado tener algo con ella porque su padre era del FBI.
Eso me hacía sentirme mal, la vida era muy injusta con las personas. A pesar de que el mundo que nos rodeaba era asqueroso, Will era una buena persona, no merecía tener que sufrir por una chica solo porque su padre era del FBI, esto era demasiado injusto, siendo que Will era la persona más respetuosa que había conocido en esta ciudad.
Finalmente dejé de observarla porque el barman carraspeó la garganta y sonreí avergonzada.
—Quiero una margarita.
El barman asintió y comenzó a preparar el trago.
Mientras esperaba sentí la presencia de un chico a mi lado y sus ojos puestos en mi, giré la cabeza lentamente y me encontré con Román, el amigo de Justin.
—¿Por qué tan sola? —sonrió coquetamente y se recargó en la barra.
—Acabo de llegar —me elevé de hombros.
Sus ojos se agrandaron y brillaron mientras tragaba duramente. Me miró nuevamente de pies a cabeza sin ningún disimulo y se lamió los labios.
Solté una risa, me daba gracia que fuera tan descarado y creído. Bueno, Jordan y Justin también eran como él; pero por alguna razón este chico me causaba desconfianza.
—No sabía que eras callada —soltó una pequeña carcajada—. Jordan comentó que eras una atrevida.
—¿Te importa realmente como sea? Si no hablo es porque no me interesa conversar contigo —respondí, recibiendo la margarita que había preparado el barman para mi.
Volvió a reír como si mis palabras fueran las más divertidas y negó con la cabeza.
—Y aparte eres provocativa —elevó una ceja.
Rodeé los ojos y me giré en la silla para mirar hacia la fiesta.
—Quiero whisky —le pidió al barman y también se giró, pero se acercó aún más a mi.
—¿Qué pretendes? —solté de la nada. Ya estaba aburrida de su mirada sucia sobre mi cuerpo, incluso podía sentir su respiración en mi cuello —Me estas ahogando con tu presencia y apenas te conozco.
—Oh, créeme que te podría ahogar de muchas otras formas —sonrió coquetamente y se atrevió a poner una mano en mi muslo.
Me removí incómoda en mi asiento y mi estómago se hundió con nerviosismo.
Quité su mano de mi pierna y traté de alejarme de él.
—No me interesa —le sonreí irónicamente.
Sus ojos brillaron con diversión y asintió lentamente, alejándose solo un poco de mi.
Traté de ignorarlo y concentrarme en mi margarita, pero en verdad fue difícil. Su presencia era imponente y me sentía muy incómoda con él a mi lado.
—Justin tenía razón, eres creída y te haces la difícil.
La margarita se quedó atascada en mi garganta cuando escuché eso salir de su boca y tosí bruscamente.
—¿Justin ha dicho eso? —elevé una ceja.
—Más de alguna vez lo mencionó, pero para tu suerte, preciosa, a mi me gustan las difíciles —me guiñó un ojo.
—Y a mi me gustaría que te largues de aquí ahora mismo.
La voz de Justin se hizo presente y mi corazón terminó por acelerarse en el momento. Me mordí el labio cuando lo divisé a mi costado luciendo una camisa blanca holgada y unos pantalones negros. Su mandíbula estaba marcada como siempre y sus ojos brillaban mientras miraba fijamente a Román.
Tragué con fuerza y volví a mirar al pelinegro a mi lado.
Román sonrió con diversión y se alejó de mi levantando sus manos en señal de inocencia, mientras negaba con la cabeza.
—Tranquilo, campeón. Nadie te ha robado nada —se levantó de la silla a mi lado y dio tres palmadas en el pecho de Justin—. Solo estaba charlando.
—Desaparece, Román —gruñó y apretó sus puños desviando la mirada.
Al parecer Justin no quería golpearlo.
El nerviosismo se multiplicó en mi cuerpo cuando Román dejó de sonreír y le dio una mirada feroz a Justin, pensé que en cualquier momento alguno se golpearía, pero aquellos pensamientos abandonaron mi mente cuando Román se dio media vuelta y desapareció.
Justin finamente fijó sus ojos en mi y sin decir nada se sentó a mi lado.
—Quiero un whisky —le pidió al barman, sin dejar de mirarme.
Elevé ambas cejas sin dejar de mirarlo y le di otro trago a mi margarita. Al parecer estaba enojado y sinceramente no me sorprendía, Justin era la persona más temperamental que alguna vez había conocido, después de mi padre claro.
Aún así esperaba que se dignara a saludarme o algo por el estilo. Habían pasado dos semanas de la última vez que lo vi y apenas habíamos intercambiado mensajes de texto.
Siguió en silencio y me dio una mirada descarada de pies a cabeza. Sonrió levemente y puso una de sus manos en mi cintura para acercarme a su cuerpo.
Me faltó el aire cuando sentí su aliento a menta chocar en mi cara y tragué con fuerza.
—¿Está es tu forma de saludarme? —musité.
Elevó una ceja y dejó de sonreír, acercándome aún más a él — ¿Tienes algún problema con eso, mocosa? —sus labios rozaron los míos.
Mi pecho se quedó sin aire al escucharlo decir eso, mientras miraba sus potentes ojos mieles. Me sentía indefensa y aturdida con su cercanía y sus labios a milímetros de los míos. Solo reaccioné mirando sus labios y no pude evitar lamer los míos.
Sonrió nuevamente y terminó de acortar la distancia que nos separaba.
Sus labios se mezclaron con los míos en un exigente beso. Olvidé por completo que estábamos rodeados de personas y dejé que su lengua invadiera la mía. Solté un jadeo cuando sentí su mano bajar hasta mi trasero y me estremecí contra su cuerpo mientras mordía suavemente mi labio inferior.
Nos separamos unos segundos para tomar aire, ya que prácticamente yo me encontraba sin respiración y me derretí por completo cuando sus ojos bajaron desde los míos hasta mis labios. Se volvió a acercar y nos besamos una vez más.
—Aquí tienes —el barman carraspeó su garganta.
Nos separamos nuevamente y finalmente me soltó.
Mire algo avergonzada al castaño que atendía en la mini barra y desvíe la mirada. Eso había estado intenso, había sido un espectáculo para la gente que estaba a nuestro alrededor.
Justin asintió hacia el barman y le dio un trago largo a su vaso, antes de volver a fijar sus ojos en mi.
—Wow, no vayas tan rápido —murmuré, al notar que había dejado el vaso casi vacío.
—Día largo —carraspeó la garganta—. ¿Qué tal la semana?
Elevé nuevamente ambas cejas con sorpresa ante su pregunta, haciéndolo rodar los ojos, Solté una carcajada y le di otro trago a mi margarita.
—Aburrida —hice una mueca y me acerqué a su cara—. Te extrañé —puse mi mano sobre su pierna y la acaricié descaradamente.
Justin elevó una ceja y sonrió levemente, mientras cambiaba su mirada desde mis ojos hasta mis labios.
—Es bueno saberlo —puso su mano sobre mi espalda y apretó ligeramente.
Sonreí también y me acerqué aún más a él.
Las hormonas de ambos estaban vueltas locas al parecer.
Estábamos por besarnos nuevamente cuando Candace apareció tirando de mi brazo.
—¡Nos vamos! —limpió las lágrimas de sus mejillas.
Justin bufó y yo fruncí el ceño.
—¿Qué? Acabamos de llegar, Candace —me solté de su agarre.
—¡No quiero verle la cara a Jordan ni un minuto más! —chilló.
Justin rodó los ojos y soltó mi espalda, dejándome libre para marcharme.
Realmente no me quería ir, al fin lo veía después de dos semanas y con suerte había intercambiado palabras con él; pero tampoco podía no regresar con Candace porque mañana regresaba Artur y no quería tener problemas con él.
Miré a Justin con una mueca y murmuré; —vente conmigo, Artur llega mañana y yo creo que mi madre debe estar durmiendo —miré a Candace asegurándome de que no haya escuchado.
Justin elevó una ceja y suspiró; —Bien, déjame tu ventana abierta —se lamió los labios.
—No es necesario, solo avísame cuando estés afuera y te abro la puerta. Los guardias no dirán nada.
—¡Isabella! ¡Vamos! —Candace lloriqueó y tiró de mi brazo con fuerza.
Solté un suspiró y miré a Justin por última vez antes de ponerme de pies y marcharme junto a Candace.
—¿En serio era necesario dejar la fiesta si tan solo llevábamos treinta minutos allí dentro? —gruñí una vez ya en el auto de camino a casa.
—En primer lugar, yo no quería venir —soltó sin gritar y siguió mirando por la ventana.
En verdad se veía mal por Jordan. Y aunque yo y ella apenas hablábamos y nuestra relación era horrible, me dio algo de lastima verla con los ojos rojos y la vista perdida.
Había pasado casi 1 mes desde que terminó con Jordan y aún seguía sufriendo.
—No puedo creer que estes así por alguien como Jordan —espeté.
—Ah si claro, como tú superaste a Hugo en cuanto llegaste a Francia, fue bastante fácil ¿verdad? —me atacó, finamente levantando la voz y dejando de mirar por la ventana—. Fue fácil olvidar a Hugo Lébedev con el mismísimo Justin Bieber. No tienes ningún derecho de admirarte de mi.
Abrí mi boca con sorpresa ante su arrebato.
No podía creerlo.
—¿Qué tiene que ver Hugo Lébedev? Apenas tuve algo con él, Candace. No necesitaba superarlo con nadie. Aparte estamos hablando de Jordan Bieber y yo solo me refiero a que él es un imbécil por quien no vale la pena sufrir.
Candace comenzó a reír cuando terminé de hablar. Para ese entonces ya habíamos llegado a la mansión y yo ya había detenido el auto.
—¿Qué te causa tanta gracia? —me molesté. Yo no estaba atacándola y estaba tratando de ser una buena hermana por primera vez con ella, no merecía su enojo.
—Dime Isabella ¿alguna vez has sentido el rechazo de un chico? ¿Sabes lo que significa estar enamorada de alguien y que esa persona no te corresponda? —espetó.
Me quedé estática en mi lugar, no sabía que la tristeza de ella iba por el camino del autoestima. Sin embargo, no respondí, porque no supe que decir. Nunca lo había sentido así exactamente. Sí, si había sido humillada por la persona que me gustaba y Justin era el ejemplo, ¿pero no correspondida? ni siquiera lo sabía aún. Y mi relación con Hugo en Rusia apenas comenzaba cuando tuve que dejar el país para mudarme a Francia.
Soltó una carcajada ante mi silencio y secó las lagrimas que corrían por sus mejillas.
—Lo sabía. Nunca has sentido eso porque siempre has tenido todo lo que has querido y ni siquiera lo valoras. ¿Sabes? Yo podré ser la favorita de papá, pero hay golpes que duelen más en la vida como declararte a alguien y que esa persona termine prefiriendo a tu hermana y restregándotelo en la cara —negó con la cabeza.
Mi estomago dolió al escuchar sus palabras.
Ella estaba hablando de Hugo y de mi.
—Candace... yo pensé que lo tuyo con Hugo no era nada más que amistad y...
—¡Cállate, Isabella! No me hagas reír —me interrumpió acercándose peligrosamente a mi cara, inclinándose en mi asiento—. ¿Nunca te has preguntado por qué te detesto tanto? Siempre supiste mis sentimiento por Hugo y aún así te hacías la linda cuando lo tenías en frente hasta que lograste meterlo entre tus piernas —negó con la cabeza mientras sonreía con ironía.
—Estás muy equivocada, Candace —tragué el nudo que se formó en mi garganta. Ni siquiera sentía las fuerzas para enfrentarla como lo hacía la mayoría de las veces, su arrebato me había tomado por sorpresa—. Yo pensé que esto tenía que ver con Jordan y...
—Jordan solo me ha recordado lo miserable que es mi vida amorosa —volvió a interrumpirme—. Jordan y tu se pueden ir a la jodida mierda. Y esto que te acabo de decir, nunca más lo volverás a escuchar de mi boca —agarró sus cosas, dispuesta a bajarse del auto.
—No puedo creer que ahora me vengas con esto, Candace. Pudiste habérmelo dicho en Rusia y ...
—¿Para qué? ¿Para verte sonreír y que me presumieras aún más que Hugo era tuyo? —rió nuevamente.
—Se nota que no me conoces —suspiré.
—Claro que te conozco. Siempre serás la víctima, Isabella —agarró mi antebrazo con fuerza—. Siempre serás la hija menor, mal enseñada, que le da dolores de cabeza a mi papá y se cree con el derecho de victimizarse. Siempre te saldrás con la tuya, porque eres una perra y eso no va a cambiar —finalmente me soltó dejando sus dedos marcados en mi brazo y abrió la puerta del auto—. Ahora ahorraré tus palabras de víctima y no te atrevas juzgarme por estar "sufriendo" por un imbécil como Jordan.
Cerró la puerta del auto con fuerza y a grandes pasos se metió dentro de la mansión.
Boté todo el aire retenido y me dejé caer sobre el asiento del chofer.
No sabía que ella había estado tan enamorada de Hugo, y de haberlo sabido sinceramente tampoco habría sabido que hacer, pero si me hubiese ahorrado tener algo con él.
Candace era hermosa, siempre había tenido a los chicos comiendo de su mano, pero lo de Hugo era totalmente inesperado para mi.
Ahora entendía porqué había comenzado a odiarme tanto de un momento a otro y realmente lo lamentaba.
La camionera de Justin apareció ante mi vista en el instante en que me bajé del auto y solté un suspiro. Le abrí el portón con mi control y finalmente caminó dentro del condominio.
No había forma en que se estacionara dentro de la casa, lo describirían.
Caminó hacia mi a paso lento y cuando finalmente estuvo frente a mi frunció el ceño.
—¿Qué te pasa?
Supuse que mi cara debía ser espantosa. Aún seguía impresionada con lo de Candace.
—Nada.
—¿Me estás jodiendo cierto? —resopló y pude ver como su mandíbula se marcaba.
Negué con la cabeza y toqué su cara para que se relajara. Aún así, mi tacto pareció no tranquilizarlo.
—Solo tuve una discusión con Candace, nada del otro mundo.
Pareció no creerme por la forma en que sus ojos se achicaron, pero terminó asintiendo.
Tomé su mano y lo arrastré dentro de mi casa. Ya estaba cansada y apenas llevaba como máximo una hora fuera de casa. Necesitaba descansar y relajarme.
Le hice una señal a Justin para que se mantuviera en silencio y caminamos en silencio hasta las escaleras, pero detuvimos el paso cuando escuchamos la voz de Irina por el pasillo del segundo piso, estaba por bajar la escalera.
—No puede ser Artur, ¿estas bien? —respondió al teléfono.
Mi corazón se aceleró y tiré de Justin para que se escondiera detrás de la escalera. Me miró algo asombrado y permaneció en silencio mientras escuchábamos las zancadas de mi madre por la escalera.
—Sí, solo fue un susto —la voz de mi padre se escuchó por el teléfono que se encontraba en alta voz—. Al parecer Nikolay solo quiere jodernos la vida y acercarse a Isabella.
Mi boca se abrió en seguida y un escalofrío recorrió mi cuerpo ante aquellas palabras.
—¿Qué mier... —Justin tapó mi boca en seguida y me miro fulminante, haciéndome callar.
—No puedo creerlo, yo aún no puedo creerlo —la voz de mi madre se escuchó casi en un sollozo—. No podemos permitirlo. Yo pensé que Nikolay estaba muerto y...
—Esto es tu culpa, Irina. Nunca debiste haber...
—No puedo creer que me estés culpando —la voz de mi madre le interrumpió.
—Bueno. Él fue quien atacó los almacenes en Rusia, el fue quien secuestró a Isabella en Inglaterra y me dijo que no iba a descansar hasta tenerla y decirle la verdad. Cosa que no voy a permitir, ese imbécil se quiere adueñar de lo mío y no se lo voy a permitir —su voz desprendía furia a través de la llamada, lo podía reconocer.
—Isabella lo sospecha, Artur. Y tengo miedo, tengo miedo de lo que pueda suceder y tengo miedo de perderla —la voz de mi madre cada vez se escucha más lejos a medida que se alejaba por el pasillo.
Vi los ojos de Justin entrecerrarse con confusión, pero no dejó de tapar mi boca.
—Isabella jamás se va a enterar de que no es mi hija y que Nikolay es su padre. Primero muerto. No te preocupes.
Mi corazón se detuvo en ese instante. El aire dejó de fluir y mi cuerpo sufrió múltiples escalofríos ante las palabras de mi padre a través del teléfono.
Vi la cara de Justin paralizarse y sus ojos se quedaron fijos en los míos. Destapó mi boca lentamente cuando la voz de mi madre dejó de escucharse y tomó mi cintura con fuerza.
Sin embargo, no dije nada. Solo sentí como una lagrima caía por mi mejilla y la sensación de vació se hacía presente en mi pecho.
Finalmente lo había descubierto y confirmado. Artur e Irina no eran mis padres.
———————
Holiiiii, soy yo después de mil años, ¿me extrañaron?
Finalmente Justin está demostrando más sus sentimientos.
Si no recuerdan el capituló en el que Will le habla a Isabella sobre Julieta, es el capítulo 7 :).
Espero que les gusté el capitulo. Dejen su voto y un comentario sobre que les pareció.
Me gustaría saber quien de mis lectoras del pasado aún sigue presente.
Un beso para todas.
Xoxo
Fairytale
Justbiebssg.
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