C: 37
No One's Point Of View
Justin golpeó el saco de arena con fuerza, soltando un jadeo y lo pateó posteriormente. Siguió golpeando, concentrado en sus movimientos y finalmente terminó con una doble patada. Había estado toda la mañana en esas, descargando el estrés que sentía y a la vez aprovechando aquella actividad como ejercicio.
—¡Justin!
Pattie salió al jardín de brazos cruzados, en donde se encontraba Justin golpeando el saco de arena y unos distraídos Jordan y Will sentados en los bancos del jardín.
—¿Qué sucede mamá? —Justin se quitó la camiseta y se la puso en el hombro, sin importar el hecho de que la temperatura ahí afuera era muy baja.
—¡¿Por qué habían unas malditas bragas en tu habitación?! Sabes que no puedes llevar a tus amiguitas al yate, es un lugar privado y familiar —lo miró con reproche.
—¿De qué hablas? —Justin se hizo el desentendido e ignoró las risas de Jordan y Will a lo lejos, los cuales lanzaban comentarios para molestarlo.
—No te hagas el tonto, Justin. Tus cositas fuera del yate, ya lo sabes. Agradece que tu padre no lo sabe.
Justin se controló para no rodar los ojos. Le parecía totalmente estúpida aquella situación.
—Yo creo que deberíamos comentárselo a papá —Will bromeó acercándose hasta Justin y dándole palmaditas en la espalda—. Hermano, yo se que eres un matador, pero lo que dice mamá es verdad, no puedes llevar a cualquier persona al yate, hay cosas muy importantes ahí...
—Ustedes me creen un estúpido o qué —Justin ignoró por completo a Will, interrumpiéndolo.
Will sonrió aún más y Pattie bufó.
—¡Te estás pasando, Justin! Will tiene razón, sabes muy bien.
—Estuve con Isabella, mamá, ninguna desconocida así que tranquilízate —le regaló una sonrisa a Pattie, quien lo miraba totalmente asombrada y luego le guiñó un ojo a Will, a quien se le había borrado la sonrisa por completo—. Ahora si me permiten, no me complace hablar de mi vida sexual, así que iré a tomar una ducha.
Isabella Romanov
Acaricié con suavidad la herida en mi muslo. Dolía muchísimo; pero no tenía tiempo para quejarme, tenía una cena en media hora en casa de Pattie. Resulta que tanto Jeremy como mi padre habían salido del país hace tres días y mi madre junto a Pattie habían quedado de acuerdo en cenar juntas algún día para matar la soledad. Genial idea, nótese el sarcasmo.
No me había negado a ir por dos razones. Una porque quería ver a Justin y otra porque no podía dejar que Irina fuera sola; Candace no nos acompañaría en esta instancia y ella tenía una muy buena razón para hacerlo, ya que no quería ver a Jordan.
Había pasado una semana desde la ultima vez que vi a Justin. Fue una noche que se coló por mi ventana y bueno no es necesario detallar lo que sucedió. Ni siquiera habíamos hablado desde ese día, pero de todas formas mi mente había estado muy ocupada como para pensar en él. Además tampoco era como si yo anduviera tras él.
Esa noche opté por ponerme un pantalón negro y una chaqueta del mismo color. El frío en Francia era horrible y no tenía ni la más mínima intención en ponerme a buscar tenidas extravagantes.
—¿Estás lista, bonita? —Irina entró a
mi habitación con una sonrisa, luciendo muy bonita con uno de sus largos abrigos que resaltaban el color de sus ojos.
—Sí —desvíe su mirada y tomé mi bolso.
De reojo pude ver cómo se borraba su sonrisa y miento si dijera que no me importó. Aún así no podía darle más que eso, era evidente que mi actitud con ella había cambiado y Dios me perdone, sin saber si era o no mi madre, madre es la que cría y ella me crió, pero estaba en un momento en donde me encontraba demasiado confundida, había descubierto algo muy difícil de asimilar pero aún inconcluso y había sabido mantener la calma ante ello porque podría ser peor, así que supongo que mi madre se merecía mi desprecio luego de descubrir la gran mentira.
—Isabella, por favor no me hagas esto, mi niña. Me duele tu indiferencia.
—Y a mi me duelen las mentiras —pase por su lado con la intención de salir rápidamente de la habitación y evadir su conversación.
Sin embargo, me detuvo antes de que fuera capaz de poner un pies fuera de la habitación.
—Isabella, si hablas de lo qué pasó en el cumpleaños de Will, bebé... todo tiene una explicación...
—¡Eso no me importa, mamá! —levanté la voz, cansada de esta maldita conversación que ni siquiera había comenzado.
—¿Entonces dime qué es lo que sucede contigo? Con tu padre no sabemos...
—¿Con mi padre? —la interrumpí con una sonrisa irónica.
No lo pude contener, solté una carcajada y negué con la cabeza.
Dolía, dolía muy en el fondo que después de tantos años no tuvieran ni el más mínimo remordimiento con su mentira. Sobre todo ella, ¿por qué no me dijo que Artur no era mi padre la primera vez que él imbécil me golpeó? ¿Por qué mierda dejaba que me maltratara si no era mi padre? ¿Por qué mierda permitía que yo siguiera aguantando esta situación? Y además tenía la valentía de seguirlo queriendo y defendiendo ante todo.
Esta mujer era admirable y no sé si en un buen sentido.
Su cara tuvo varios cambios de expresiones durante el tiempo en que me estuve riendo. Pasó de dolida, a confundida y podía apostar que ahora me miraba con sospecha y algo asustada.
—¿Por qué te ríes? —preguntó.
—Se nos hace tarde, Irina —sonreí finalmente y me di media vuelta.
—¡Vuelve a la habitación, Isabella! —exclamó— No hemos terminado esta conversación.
—Realmente no quiero hablar del asqueroso animal que llamas mi padre, no quiero, ¿puedes simplemente entenderlo? ¿No te parece mucho lo que tengo que soportar? —inquirí mostrándole las marcas de los dedos de mi padre en mis antebrazos— Ni siquiera eres capaz de hacer algo por tu hija, pero aún así quieres hablar de él para seguir con la tortura constante que tengo que vivir.
Al parecer la dejé sin palabras ya que se quedó mirándome con lástima. De todas formas no esperaba más de ella, a penas tenía voz de mando ante mi padre y a veces creía que el corazón de abuela que daba a mostrar eran más falsos que ellos diciéndome hija.
—Discúlpame, Isabella —murmuró luego de unos segundos—. Es solo que me duele tu indiferencia, yo te adoro, hija.
Negué con la cabeza y salí de la habitación. Me encantaría haberle dicho que a mi me dolía el cuerpo y el alma, pero no valía la pena seguir con esa conversación.
Me bajé del auto en la casa de los Bieber después de un largo viaje en silencio junto a Irina. Se había mantenido en silencio desde que la dejé sola en mi habitación, pero de reojo podía ver su cara descompuesta. Ya no estaba feliz como al inicio del día y en cierta forma me sentía culpable por ello, pero el demonio dentro de mi me recordaba que no tenía que sentirme mal porque se lo merecía.
Pattie abrió la puerta de su casa con una sonrisa y salió a recibirnos con un gran abrazo. Su sonrisa se me hizo contagiosa por lo que sonreí inconscientemente mientras la saludaba.
—¡Hola mujeres preciosas! Que agrado tenerlas en mi casa —nos miró con sus potentes ojos azules.
—Hola, Pattie. Muchas gracias por la invitación —mi madre le dio un corto abrazo.
—Adelante, siéntanse como en casa —abrió la gran puerta de su casa y nos invitó a entrar.
Me sentí algo incomoda cuando pasé por su lado y me miró fijamente a los ojos, pero no de una mala forma, si no como si supiera algo sobre mi en secreto. Me sonrojé ligeramente, quizás estaba despeinada o tenía alguna pestaña en mis mejillas. Me perseguí automáticamente.
No presté atención a la conversación que comenzaron Pattie e Irina, más bien me quedé mirando las obras de arte que tenían los Bieber en el pasillo principal, cada vez que entraba a esta casa robaban mi atención aquellas obras de autor "originales" según Will, lo cual mencionó alguna vez.
Recordando al rey de Roma. Will apareció por los pasillos luciendo muy ordenado como siempre, con jeans y camisa.
—Hola, hola.
—Hola, Hola —sonreí y me acerqué a besar su mejilla— ¿Cómo has estado?
—Algo estresado con unos asuntos de la universidad, nada grave —suspiró sin más, regalándome una encantadora sonrisa— ¿y tú?
—Nada interesante en mi aburrida vida —le guiñé un ojo— Deberíamos irnos de fiesta el fin de semana, ¿qué dices? Algún club o algo por el estilo.
—No suena mala idea —me regaló una sonrisa adorable— ¿los dos?
—¿Quién más, Will? ¿Me ves cara de tener amigos? —elevé una ceja.
Will tosió disimuladamente y miró incómodo hacia el piso. No pude evitar reír. Él se había sentido mal por eso, era demasiado tierno.
A mi no me molestaba andar diciendo por allí que no tenía amigos, era obvio, era nueva en el país, bueno no tan nueva, pero de todas formas no iba a la universidad, ni practicaba algún deporte. Y mi padre tampoco me dejaba salir constantemente, era obvio que mis amigos eran Will y... sí creo que solo Will. Él y sus hermanos eran las únicas personas de mi edad que conocía, pero Jordan no me agradaba y Justin... bueno, Justin era un maldito caso especial. Aunque quizás si lo podía considerar amigo, ¿no?, digo, ha dejado de comportarse como un idiota la mayor parte del tiempo, aún lo es en ciertos momentos, pero supongo que es porque lo lleva en la sangre y es parte de su personalidad. Sin embargo sabe cosas de mi que ni siquiera Will sabe, así que más que un amigo, lo podía considerar una persona de confianza, porque ni siquiera la palabra folla-amigos calzaba en nuestra relación.
—¡Tierra llamando a Isabella! —chasqueó los dedos.
—¡Perdón!
—Te quedaste mirándome mientras cambiabas de expresión cada dos segundos —soltó una carcajada— ¿todo bien?
—Así es, momentos de auto reflexión —elevé mis hombros restándole importancia, pero regalándole una sonrisa para hacerle saber que igual me causaba gracia.
—Creo que la comida está lista, ¿vamos? —me ofreció su antebrazo.
—¡Sí, por favor! ¡Muero de hambre! —me quejé y agarré su brazo para seguirlo hasta el comedor.
A medida que nos acercábamos el comedor, el olor a comida se hacía más potente y mi estómago comenzaba a doler del hambre. En cuanto entramos, la gran mesa nos recibió repleta de comida deliciosa y todos ya sentados alrededor de ella, quienes nos quedaron mirando a mi y a Will en cuanto entramos.
—Tomen asiento, por favor —Pattie sonrío.
¿Alguna vez había mencionado que Pattie sonreía demasiado? ¿Por qué sonreía tanto? Digo, no creo que su vida sea tan perfecta.
Mi mirada en seguida chocó con la de Justin. Y Dios... ahí estaba, con su mandíbula marcada como siempre, luciendo enojado. Mi cuerpo experimentó una serie de descargas eléctricas bajo su intensa mirada y las mariposas revolotearon en mi estomago con fuerza; cada vez que me miraba de esa forma se generaba una pequeña tensión entre ambos, algo ni siquiera tan sexual y vulgar, era un tipo de lujuria silenciosa.
Dejó de mirarme a los ojos, bajando su mirada hasta mi brazo agarrado al de Will y luego la terminó desviando por completo.
Auch.
Bueno, tomé una bocana de aire y me alejé de Will para sentarme en la silla que estaba desocupada al lado de mi madre, que para mi mala suerte, estaba frente al insoportable de Jordan.
Este mismo me regaló una mirada descarada de pies a cabeza y me guiñó un ojo disimuladamente.
Yo a veces me preguntaba como Candace podía seguir sufriendo en su habitación por un tipo tan asqueroso como este. Supongo que era su karma por ser una perra.
La cena no fue tan incomoda. Las madres de la habitación mantuvieron la conversación fluida y aunque no presté mucha atención, ya que inconscientemente estaba pendiente de Justin quien estaba sentado a un lado de Jordan.
Me enteré gracias a la conversación de Pattie e Irina que el señor Bieber junto a Artur se encontraban cerrando uno negocios en el sur de America y que don Jeremy volvería en unos días a Europa, antes que mi supuesto padre quien viajaría a Estados Unidos antes de volver a Francia porque tenía que resolver otros asuntos; noticia que terminó alegrando mi miserable existencia. Seria genial no tener a Artur cerca durante estos días, en todos los sentidos. Eso me daría libertad y tiempo para entrar a su despacho y robarle información sobre mi supuesta familia.
Luego de terminar, Irina y Pattie decidieron ayudar a las empleadas a limpiar, cosa que claramente ningún hombre de la casa haría y yo menos. Recién hoy había arreglado mi manicure, no me quería arriesgar.
—¿Te apetece ir al jardín a pasar el rato? —Will se acercó a mi lado.
—Hace frío, Will. Además ya ha oscurecido.
—Podemos ir a la sala de estar y escuchar música, no sé —se lamió los labios y me miró expectante.
—Sí, podría...
No terminé mi oración, Justin apareció a mi lado y tiró de mi muñeca, alejándome de Will.
—¡Hey! ¿Qué haces? —le reclamé— Estoy hablando con tu hermano...
—Justin, déjala —Will rodó los ojos y se acercó a tomar mi otra muñeca.
—¿Nos puedes dejar solo un rato? —Justin se giró, mirando a Will con una expresión de cansancio.
—No —Will le respondió con obviedad—Estamos por entretenerlos y has llegado a interrumpir.
Cada uno tenía una de mis muñecas entre sus manos, mientras se miraban con desprecio. Yo en silencio me sentía pequeñita.
—Isabella no quiere oír tu aburrida música, ahora deja de molestar , maldita sea —tiró de mi con fuerza y empujó a Will levemente.
No había hecho falta mucho para que Justin se irritará tan rapido de Will. Este otro me quedó mirando como si estuviera esperando que yo misma me alejara de Justin y fuera con él; pero no lo hice. Maldita sea, claro que no lo hice, quería estar a solas con Justin, quería escuchar o saber que rayos quería.
—Will...
Sus ojos me miraron con asombro al darse cuenta que no iría con él, y luego soltó una risa decepcionada, haciéndome sentir demasiado culpable.
—¡Déjalo! —me detuvo antes de que pudiera decir algo y soltó un bufido antes de darse la media vuelta indignado— Estaré en la sala por si necesitas algo.
Me sentí verdaderamente mal al oír sus palabras. Mierda, él no me merecía.
Justin rodó los ojos al escucharlo, pero luego puso toda su atención en mi.
—¿Cómo puedes pasar tiempo con ese aburrido? —elevó una ceja.
—No seas malo, no es aburrido, lo aprecio bastante, es bueno conmigo —lo miré con pesadez.
Es un aburrido, en todos los sentidos. No tengo pruebas, pero tampoco dudas —aclaró, mirándome sin ninguna expresión.
—¿Por qué eres así con él? Es tu hermano —negué con la cabeza.
—¿y qué con que sea mi hermano? No me gusta su forma de ser, le falta convertirse en un hombre de verdad —murmuró elevándose de hombros.
Justin era un imbécil.
—Es un caballero, a diferencia de ti. Es bien hombre para sus cosas —susurré.
Danger. Sus cejas se fruncieron y su mandíbula se apretó en cuanto aquellas palabras salieron de mi boca. Quise sonreír, pero disimulé, yo sabía que me estaba metiendo en zona peligro, pero me apetecía provocarlo y bajarle un poco ese ego que tiene.
Me sorprendió cuando agarró mi cintura con fuerza y me acercó a él de un solo movimiento. Como si se tratara de una simple almohada liviana.
—¿Will más hombre que yo? —elevó una ceja.
—Sí —le sostuve la mirada.
—Eres una...
—¿una qué? —lo interrumpí, acercándome a él, retándolo a que terminara su frase.
Cerró la boca y se me quedó viendo fijamente. Y así fue como la tensión sexual había subido en el ambiente salvajemente de un segundo a otro. Y es que así eran las cosas entre nosotros, demasiado tensas en todos los sentidos.
—Mocosa —susurró—. No sabes las cosas que dices. No tienes pruebas a tu favor.
—Eso es lo que tú crees —sonreí.
Agarró mi cabeza con fuerza y la sostuvo a centímetros de su cara.
—Tu solo has estado conmigo, pequeña mentirosa.
Ese pequeño calorcito comenzó a crecer en mi vientre, a medida que pasaba el tiempo y su cara se acercaba cada vez más a la mía.
—No sé —me mordí el labio inferior intencionalmente.
—¿A quién quieres engañar? —sonrió de un momento a otro— Lo único que ha habido entre tú y Will ha sido el beso más aburrido que me ha tocado presenciar en toda mi existencia.
Sonreí cuando escuché sus palabras. Aún recordaba mi beso con Will.
—Para mi no fue aburrido.
—Eres muy muy mentirosa, por eso no me agradas la mayoría de las veces, me provocan ganas de...
—¿de qué? —lo interrumpí, rozando sus labios
Soltó un gruñido de molestia y terminó por acortar la distancia entre nosotros. Sus labios chocaron salvajemente contra los míos, haciéndome soltar un pequeño quejido.
Esos eran los momentos que me hacían querer gritar de gusto.
Sus manos se pasearon por todo mi cuerpo en ese trayecto y su lengua exploró casi toda mi boca. Ambos estábamos ardiendo en ese momento, ahí en mitad de la sala de su casa. Podía sentir su erección en mi vientre y mis senos dolían por ser atendidos por él y sus malditas manos que acariciaban toda mi espalda trasera. Todo se había encendido tan rápido, pero no era de extrañar. Desde que lo vi había sentido la tensión entre ambos.
—Vamos... —susurró contra la piel de mi cuello.
—¿a dónde? —abrí los ojos mientras seguía recibiendo sus besos en mi cuello.
—Al club de Yates, pasa la noche conmigo, tu padre está lejos y tú madre no te dirá nada.
—Estas loco.
—Di que me acompañarás, no sé, no le digas que no llegarás —insistió.
Lo miré dudosa, pero no me negué. Y así fue como terminamos caminando por el muelle hacia su yate con su cuerpo pegado al mío.
La verdad es que mi madre ni siquiera me había prestado atención cuando le dije que acompañaría a Justin, y Pattie solo nos regaló la misma sonrisa que me había puesto incómoda como cuando llegamos.
Justin mordió la piel de mi cuello, mientras dejaba las llaves de su camioneta sobre una mesita de centro.
—Justin —suspiré con pesadez cuando me dio una pequeña palmada en el trasero— estás loco.
—Por ti, maldición.
Sus palabras me congelaron en ese momento. Él pareció no notarlo, porque siguió besando mi piel con bastante concentración. Aquellas palabras las había dicho inconscientemente en un momento de calentura, pero aún así mi corazón no pudo evitar ir más rápido.
Se sentó en el sofá y tiró de mi suavemente, por primera vez. Me senté en su regazo y llevé mis manos lentamente hacia los botones de su camisa.
Apretó la mandíbula y elevó lentamente su mirada, desde mis dedos desabotonando su camisa hasta mis ojos mirándolo fijamente.
El deseo se incrementó el doble en ese momento, y es que sus iris mieles me hacían estremecerme de una forma impresionante. Y creo que yo causaba algo parecido en él, ya que cada vez se tensaba más bajo mi cuerpo.
Cuando su camisa estuvo en el suelo, mi suéter no tardo en hacerle compañía. Solté varios gemidos a medida que su lengua se deslizaba con facilidad entre mi brazier y la piel de mi estómago. Sin embargo, no tardó en deshacerse de mi brazier y su lengua comenzó a hacer magia en mis senos.
—Joder —susurré tirando de su cabello, mientras su erección se apretaba más contra mi y su lengua jugueteaba con mis pezones.
—Exquisita —su aliento caliente chocaba contra mis puntos débiles.
Desabroché su pantalón y comencé a acariciarlo. Su respiración también se hizo más pesada contra mi piel, pero no fue impedimento para que siguiera con lo suyo y me terminara de desnudar por completo.
Sacó un condón del bolsillo de su pantalón y se lo puso en tan sólo segundos. No pude evitar lamerme los labios al verlo así, todo dispuesto y solo para mi. Mi cuerpo temblaba por sentirlo, lo deseaba demasiado.
—Ven aquí —agarró mis caderas y me levantó, dejándome caer suavemente mientras se introducía en mi.
Ambos soltamos un gemido de placer y nos quedamos mirando fijamente por otro rato más. Últimamente las miradas entre ambos se volvían más constantes y creo que cada vez que sucedía me volvía un poquito más loca por él. Me agarré de sus hombros y comencé a mover mis caderas, sintiéndolo en mi interior y muriendo de placer lentamente con cada segundo que pasaba.
Sus manos acariciaban la piel de mi espalda y apretaban mi trasero, mientras mis caderas se movían sobre las de él y sus labios besaban los míos.
—Dime, quién mierda no se volvería loco en su sano juicio con alguien como tú —se alejó de mi boca y se lamió los labios.
Mi corazón se aceleró aún más y me estremecí sobre él por milésima vez.
Cerré los ojos y gemí, los movimientos se habían vueltos más rápido, mi final estaba por llegar y sus palabras habían erizado toda la piel de mi cuerpo.
Mordí la piel de su hombro y no dejé de moverme sobre su cuerpo.
Justin se levantó del sofa conmigo sobre él y me dejo en el suelo a un lado de la ventana que daba a la costa. Me giró inesperadamente y me aplastó contra ella.
—Mira las estrellas mientras te vienes, preciosa.
El frío del vidrio contra mis senos, me excitó aún más y Justin entró nuevamente por detrás, con movimientos acelerados y fuertes que se hicieron cada vez más rápidos hasta que no fui capaz de soportarlo más y llegué a la cima gimiendo su nombre, mientras miraba las malditas estrellas y la costa frente a nosotros.
Mis piernas comenzaron a temblar y él mismo me sostuvo para no caer.
—Eso es, bonita —mordió mi hombro.
Gruñó y soltó un par de jadeos alcanzando su climax también y su cabeza reposó en mi hombro mientras nos quedábamos recargados contra el vidrio. Intentando calmar nuestras respiraciones.
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