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C:32


Justin se quedó mirando casi estático la espalda de Isabella. Tenía marcada la hebilla del cinturón y un poco de sangre, pero toda la piel de esta estaba roja e inflamada por los golpes.

La toalla de Isabella ya ni siquiera cubría su cuerpo, solo su trasero y parte de sus piernas.

Justin volvió a la realidad cuando la escuchó sollozar nuevamente y se tomó de los pelos. No sabía cómo actuar, no sabía que hacer para ayudarla. El miedo a que ella lo rechazara si la intentaba a ayudar era mínimo, porque había decidido que no la dejaría hasta poder hacer algo por ella.

Isabella en cambio, ya ni siquiera lloraba por el dolor. Lloraba por humillación. No quería tener a Justin ahí. Él era una de las personas que más emociones le causaba y quién más la había humillado, después de su padre, en lo que llevaba viviendo en Francia. No quería que él fuera amable con ella solo por esa noche a causa de lástima. No quería ser lástima de nadie y mucho menos de Justin.
Su cuerpo se tensó cuando sintió la mano de él sobre sus hombros dejar una leve caricia. Era la única parte de su cuerpo que no tenía alguna herida.

El estómago de la chica se revolvió y giró la cabeza hacia él con asombro, sin poder siquiera asimilar que le había dejado una simple caricia.

—No me mires así —bufó, desviando la mirada.

Isabella suspiró. Los ojos de Justin demostraban compasión.

—Soy yo la que debería pedirte que no me mires de esa forma. No necesito tu lástima, Justin —volvió a dejarse caer sobre la cama.

Justin negó con la cabeza. Pensando en lo terca que era.

—No es lástima ¡Por Dios!

—¿A qué haz venido? —Isabella volvió a mirarlo.

—Yo... —se perdió en los bonitos y grandes ojos la chica. No podía negar que le gustaban demasiado por lo verdes que eran.

Por primera vez Isabella parecía llevar las riendas frente a Justin.

—Eso no importa ahora —carraspeó.

Isabella soltó un bufido.

Justin odio tener que mantenerse alejado. Por esa misma razón volvió a tocar sus hombros; —Te ayudaré a limpiar esto y no dejaré que me digas que no. Debes recostarte, pero debes limpiar eso.

—Justin —se quejó.

Justin la miró sin vacilar y volvió a tomarla entre sus brazos para ayudarla a ponerse de pies. Isabella ni siquiera se preocupó por la toalla, ya le daba igual estar desnuda frente a él, lo que Justin había visto había sido lo peor.
Sus piernas temblaron sus pies tocaron el suelo, pero para su suerte, Justin la sujetó de la cintura.

—Tienes que caminar, linda, aunque te duela —la alentó.

Llegaron hasta el baño de la habitación lentamente e Isabella se recargó en el lavamanos. Le indicó a Justin con la mirada donde estaba el algodón, y él mismo, haciéndose cargo de la situación, limpio la sangre de la espalda de la chica con algodón y agua oxigenada.
Isabella ni siquiera le dio importancia al dolor que sentía cada vez que Justin la tocaba. Estaba concentrada en él, procesando que estuviera allí, ayudándola. Lo miró en todo momento a través del espejo. Si no fuera porque a penas tenía fuerzas para estar allí de pies, se hubiese pellizcado, era irreal verlo ahí ayudándola, luego de la última vez que lo vio, cuando tuvieron la última discusión.

—Lo veo y no lo creo —sonrió irónicamente.

—No empieces —Justin le dio una mirada amenazadora.

Isabella no pudo evitar soltar una leve carcajada. Ese si que era Justin. Ya comenzaba a extrañar su mandíbula apretada.

Justin, a pesar de la situación, también sonrió. Le agradó haberle robado una sonrisa.

—¿Dónde tienes una bata? —la miró por el espejo luego de botar el ensangrentado algodón a la basura.

—Estaba buscando una camiseta, pero no encontré —desvió la mirada hasta la playera que estaba usando Justin. Se veía cómoda.

—¿Dónde está tu closet?

—En la puerta de enfrente.

Justin salió del baño rápidamente y entró al inmenso closet de la chica. Soltó un bufido. No había forma de que encontrara una remera allí dentro, habían demasiadas cosas. Buscó unos segundos, pero se aburrió rápidamente, y de ninguna manera le entregaría unos pantalones incómodos y un pullover, eso solo haría que la piel de Isabella doliera aún más. Tomó una bragas blancas que habían en uno de los cajones y regresó al bañó.

—¿Solo eso? —Isabella elevó una ceja.

—No he encontrado ninguna playera —se elevó de hombros—. Te daré la mía solo porque soy buena persona —apretó la mandíbula.

Isabella se quedó en silencio. Aquello era demasiado para su pequeño cerebro.

Luego de vestirse, inhaló disimuladamente el olor de Justin, impregnado en la playera y con ayuda de él mismo, se recostó en su cama, boca abajo para descansar su espalda.

Justin se recostó a su lado y se quedó mirándola. Sus mejillas seguían rojas y sus ojos también, a pesar de que había dejado de llorar hace varios minutos.

Se quedaron en silencio. Justin mirándola e Isabella mirando a la nada.

—¿A que haz venido? —preguntó ella, nuevamente.

No descansaría hasta obtener la respuesta de la boca de Justin. Quería saber porque razón él se había atrevido a visitarla.

—Quería y necesitaba saber cómo estabas luego del secuestro. No te he visto desde que fui un idiota contigo en mi departamento —confesó en voz baja.

El estómago de Isabella se contrajo y sus mejillas ardieron aún más. Giró su cabeza para mirarlo y al encontrarse con sus ojos mieles el estómago se le revolvió.

—Al menos sabes que haz sido un idiota. Me retracto, lo eres desde que te conozco —murmuró sin ganas, desvió la mirada.

Justin rodó los ojos. La hizo girar para mirarla nuevamente a los ojos; pero Isabella se encontraba mirando al suelo. Le tomó el mentón, procurando ser delicado, y lo levantó hasta que se encontró con sus iris verdes; —Discúlpame.

Isabella sonrió melancólicamente, mientras su corazón involuntariamente iba más rápido de lo normal. La cercanía que tenían, hacia el momento bastante íntimo para ambos.
Isabella sonrió porque sabía que Justin se sentía culpable por ser un idiota luego de haber visto como su padre la golpeaba, sonrió porque una vez más estaba comprobando que Justin no sentía nada más que lástima por ella. Sin embargo, prefirió quedarse callada y asentir para que él siguiera hablando, no quería iniciar una discusión, no tenía fuerzas para ello.

—Discúlpame por ser un imbécil contigo la mayor parte del tiempo. No voy a negar que me sacas de quicio, pero yo soy así y no puedo cambiar. Me sentí culpable y por eso vine, pero cuando me encontré con tu padre y la situación...

—No sigas, Justin —su voz se rompió nuevamente y lo hizo callar poniendo su dedo sobre los carnosos labios del castaño.

Los ojos mieles de Justin se oscurecieron.

—¿Desde cuando? —inquirió.

Isabella negó con la cabeza.

—¡Habla conmigo! —fijó sus ojos en su mejilla derecha, la cual estaba comenzando a ponerse morada.

—Desde que tengo quince años —se dejó caer sobre su pecho—. Comenzó con una bofetada porque no quise ir a una de sus reuniones e hice un berrinche. Luego de eso se hizo constante hasta que las bofetadas pasaron a ser una caricia.

Justin frunció el ceño.

—¿y tú madre? No me digas que Irina también...

—No, mi mamá es tema aparte —elevó la vista para mirarlo.

Por alguna razón confiaba en Justin. A pesar de todo, el hecho de que él estuviera allí en ese momento hacía que su corazón se llenara aún más de sentimientos y cada vez le gustara mucho más. No podía ignorar aquel afecto.
Aún así, no sabía si debía contarle algunas cosas, si Justin se había quedado con ella no era porque la quisiera o algo así. Ella no sabía si después de esa noche todo seguiría siendo igual que antes y él le seguiría haciéndole daño  y haciéndola sentir una basura cada vez que tuviera la oportunidad.

—¿Tú padre también la maltrata? —Justin abrió los ojos más de lo normal al imaginarlo.

—Solo me maltrata a mi, Justin. Me odia. A mi madre la ama, pero mi mamá a pesar de que ha peleado muchas veces con él, no es lo suficiente fuerte como para alejarlo de mi. Estoy sola en esto, ¿comprendes? —sus ojos le transmitieron la tristeza que sentía al decir aquello.

—¿Y tú hermana?

Isabella rodó los ojos.

—Candace me odia. Y no te mentiré, yo igual la detesto, es una perra.

Justin asintió.

Comenzaba a entender porqué Isabella era tan rebelde y tenía una mirada retadora. Se dio cuenta de que ella siempre andaba a la defensiva porque se sentía sola y atacada la mayor parte del tiempo.

—No siempre fui así. Antes de los diecisiete era muy tímida, aunque no me creas —sonrió brevemente cuando notó que él se quedó en silencio pensando.

Justin sonrió de lado, mirándola sin creerle efectivamente.

Isabella sonrió aún más y bastaron algunos segundos para que soltara una carcajada.

Justin se quedó mirándola en silencio y se lamió los labios disimuladamente. No podía negar que era muy bonita, siempre lo había pensando, pero ahora más que nunca porque su cara seguía luciendo bien a pesar de estar roja e inflamada en algunas zonas como sus ojos y su mejilla. Apretó la mandíbula y desvió la mirada cuando se dio cuenta de lo que estaba pensando.

—¿y tú? ¿Siempre haz sido un idiota? —preguntó ella.

—No te pases —él le advirtió en serio, pero cuando Isabella rodó los ojos y sonrió, trató de relajarse—. Siempre he sido temperamental, desde pequeño.

—Y muy bipolar —recalcó Isabella.

—Soy bruto, no me gusta que me vean la cara de imbécil, sobre todo las mocosas estiradas, por eso no te soporté desde el principio —confesó—. Pero debo admitir qué hay momentos en los que eres agradable.

Isabella hizo una mueca.

—Hubieron veces en que pensé que en realidad me ibas a golpear ¿Recuerdas la noche que pase contigo en un club de tu padre? La mañana siguiente te descontrolaste, si no fuera porque llegó una de tus amiguitas —ironizó exageradamente.

Justin cerró los ojos y gruñó con desagrado cuando las imágenes se le vinieron a la mente. No recordaba aquel momento, pero no le extrañaba que Isabella lo recordara.

—A veces pierdo el control. Ese día no fue un buen día y tú me provocabas ganas de golpear o romper cosas. Tu actitud me sobrepasaba, y  hasta el día de hoy sinceramente, y en ese momento verte me daba rabia porque me jodía que fueras atractiva, creída y sobre todo te hicieras la difícil —susurró.

Los ojos de la chica brillaron cuando escuchó aquellas palabras. ¡Justin la encontraba atractiva!

«Obviamente te encuentra atractiva estúpida, por algo se ha metido entre tus piernas. No te ilusiones» No tardó en escuchar a su conciencia.

—¿y? ¿Todavía piensas que soy atractiva y difícil? —elevó una ceja con curiosidad, luciendo algo coqueta, pero sin querer, seguía estando más tranquila de lo normal y muy decaída.

Justin se lamió los labios, sin dejar de mirarla en ningún momento. La tomó de la cintura haciéndola gemir de dolor y la acercó aún más a su cara. Se estaba controlando para no romperle los labios con las intensas ganas que tenia de besarla.

—No me provoques decir cosas como esas. Sabes que no van conmigo —se quejó. Atreviéndose a tocar su nuca y apretando la mandíbula.

Justin analizó toda su cara de la misma forma en que lo hizo Isabella. Se miraron por muchos segundos sin decir absolutamente nada, solo sintiendo la respiración del otro y contemplándose. Como Isabella estaba recargada sobre él, ambos pechos se movían al compás, y las respiraciones tibias se mezclaban por completo.

Pero eso no era lo que Isabella quería. Se moría por probar sus labios, pero no era el momento. Aún no podía quitar de su cabeza todo lo pasado durante el día: el secuestro y la golpiza de su padre. Y agregarle los sentimientos de tener a Justin ahí, ya era mucho para ella. No podría dormir después de que él se fuera, y besarlo solo sería crearse una ilusión y era lo que menos quería porque estaba casi segura que al día siguiente, el haría como si nada hubiese ocurrido.

—Creo que ya es tarde —prácticamente susurró cuando sus labios estaban rozando los de él.

Trató de alejarse, pero Justin ejerció fuerza en su nuca.

—No me dejes con las ganas —suplicó, inclinándose hacia ella para poder robarle un beso.

—No me siento bien, Justin —sin poder controlarse, su voz se rompió, sorprendiéndolo.

Justin dejó que el aire retenido se escapara y asintió con comprensión, bajando su mano para acariciarle la mejilla.

La única mejilla que solía acariciar era la de su madre, y aunque lo hizo por inercia y se sintió extraño, no le desagradó.
Isabella secó sus lágrimas y se alejó de él unos centímetros.

—Gracias por esto.

Justin asintió y tiró de ella para que volviera a recostarse a su lado.

—Descansa, Isabella.

Los ojos verdes de la chica lo miraron unos segundos, para volver a recordarse de que todo eso era real, y luego de un rato, se dejó vencer por el cansancio.

Justin contempló como dormía, admirando su belleza y pensando en todo lo que había ocurrido ese día.

—————

Lamento por hacerlas esperar 1 día jajajaj.
No he tenido mucho tiempo porque se me acabaron las vacaciones :(

Les quería pedir si me pueden recomendar fanfics buenas de Justin o historias de este tipo. La mayoría me las he leído todas y no he encontrado nada que me atrape. ¿Dónde se han metido las beliebers con dote de escritor?

Voten y comenten si les gustó ❤️

Fairytale
Justbiebssg

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