C:30
Justin Bieber
Traté de relajarme al inhalar el humo del cigarrillo, pero no pude. Llevaba más de media hora vigilando el lugar para poder dar la orden de invadirlo, pero este trabajo no me ayudaba para nada a calmar ese raro ardor que sentía mi cuerpo.
Sentía un raro remordimiento dentro de mi. Sabía de antemano que la última vez que la vi, no la traté bien, fui un imbécil sin necesidad alguna; pero es que simplemente no sabía cómo reaccionar después de la relajada noche que habíamos pasado. Me refiero al sexo. Nunca lo había hecho tan calmado y eso realmente me asustó. Me asustó el hecho de que me gustó ir a ritmo en el sexo con ella. Sé que para algunos sonará estúpido, es solo un detalle sin importancia, pero claramente para mi no lo era. Tampoco esta era mi excusa, al fin y al cabo mi temperamento nunca había sido fácil y era mi forma de ser, pero el remordimiento que ahora sentía era más porque sabía que ella estaba en peligro y me inquietaba el hecho de que su padre se lo tomara con calma y expresara tanto descontento con ella. Digo, yo sé que yo tampoco tengo corazón, pero si en vez de Isabella fuera mi madre o alguno de mis hermanos, yo no respiraría en paz sabiendo que corren peligro, que quizás no los volveré a ver, y no estaría enojado como Artur, el enojo pasaría a segundo plano.
Mi teléfono vibró en los bolsillos de mis pantalones y lo saqué sigilosamente.
—Nada de movimientos...
Un disparó proveniente del bosque resonó por el sector.
—¡Mierda! —mi corazón se estrujó.
—¿Qué pasa? —Artur susurró al otro lado del teléfono.
—Se escuchó un disparo. El lugar donde están es dentro del bosque.
—Vamos llegando —Artur respondió como si nada.
¿Este hombre sabía disimular muy bien? ¿O el poder que tenía no le permitía preocuparse de nada?
—Será mejor que aceleren esa maldita camioneta si no quieren encontrar a Isabella muerta.
—Ay, muchacho, si tan solo supieras —musitó.
Aquello había sonado más bien como un quejido.
Colgué antes de que alguna mierda saliera de mi boca.
Romanov. Que familia más rara.
Diez minutos más tarde, una Dodge Ram 2500 blanca se estacionó frente mi campo visual.
Mi padre, Jordan, Artur y cuatro hombres más bajaron con chalecos antibalas y pasamontañas.
—¿Algo?
Negué con la cabeza.
Jordan me entregó un chaleco antibalas y un pasamontañas.
—¿Qué haremos?
—Primero entrarán Justin, Jordan y Fred —mi padre apuntó a uno de los que tenía pasamontañas.
—¿tres? —Jordan elevó ambas cejas— ¿qué si hay más?
—Al primer disparo que escuchemos entramos los que quedan. Tu mismo lo dijiste, son recién llegados, no creo que tengan mucha experiencia en esto —mi padre se elevó de hombros.
—Bien.
—Yo no entraré, me quedaré en la camioneta, conduciré de vuelta y prefiero estar preparado —Artur se elevó de hombros y caminó de vuelta a la camioneta.
Mi padre se quedó mirándolo incrédulo.
—¡Es su maldita hija y somos nosotros los que no estamos encargando de esta mierda! —Jordan escupió.
Algo coherente que habla.
Artur detuvo su paso y se giró lentamente. Mi estomago se revolvió cuando su fría mirada verde se fijó en mi hermano mayor.
—Sé que es mi hija, sangre de mi sangre —sonrió de repente—, pero entiéndeme, no quiero entrar allí y pillarme con la sorpresa de que está muerta o algo por el estilo. Les agradezco de corazón que se encarguen ustedes de esto.
Su voz ronca y el silencio que invadía el lugar me pusieron los pelos de punta. Siempre lo dije y siempre lo diré, había algo extraño en aquel hombre que no me dejaba respirar con tranquilidad cuando lo tenía cerca. Aún así, mi padre lo consideraba su mejor amigo, e insistía en que era de los pocos en este mundo de mierda que tenían buen corazón.
Ante la mención de Isabella muerta se volvió a revolver mi estomago. Eso no podía suceder. Todo había pasado muy rápido, y yo sabía que estaba viva.
Nosotros siempre estábamos preparados para eventualidades cómo estás, mi padre nos acostumbró desde pequeños; pero sinceramente esto no era nada grave al lado de todas las otras cosas por las que habíamos pasado yo y Jordan, porque Will solo servía para ir a la universidad y hablar todo el día.
Era solo un simple secuestro de unos inexpertos que querían hacerse conocidos y obtener algo de dinero. No serían capaces de matar a Isabella. Así no funcionaría la estrategia, porque con la carnada muerta, no había recompensa. Así de simple. Ellos sabían que se estaban metiendo con los grandes de este mundo.
—¿Qué estamos esperando? —pregunté ya harto de las miradas incómodas que intercambiaban mi padre con todos los demás.
—Vayan —mi padre asintió.
Solté la respiración retenida y no espere ningún segundo para adentrarme en el bosque.
Corrí como medio kilómetro hasta que el grito de Jordan nos alertó; — ¡aquí es!
Una rara especie de subterráneo en un bosque.
—Al parecer los Jefferson son ingeniosos —Fred sentenció.
—No lo suficientes —me elevé de hombros.
—Ahí está el auto de los Romanov —Jordan se inclinó.
Un Ranger Rover blanco estaba estacionado al lado de una pequeña puerta de madera.
—Te sigo —miré a Jordan.
Jordan asintió y hecho a correr bajo el subterráneo para tirarse contra la puerta, botándola de tan solo un golpe.
Entré detrás de él con Fred a mis espaldas y en seguida un chico de cabello rubio se interpuso en nuestro camino. Abrió sus ojos lo más grande que pudo, lo cual le dio el tiempo suficiente a Jordan para golpearlo en la cabeza con la pistola. Sin embargo, no cayó, quedó aturdido unos segundos y trató de sacar un arma de sus caderas.
—¡Sube las manos! —Jordan lo apuntó.
El rubio elevó las manos sin pensarlo y soltó un suspiro, tratando de calmarse.
—¿Dón...
No me dio tiempo a terminar, gritó a todo pulmón.
—¡Aquí!
¿Pero qué mierda?
Jordan me miró completamente extrañado, y cuando sentí fuertes pasos, enterré mi puño en su cara.
En ese momento, todo pasó súper rápido.
Tres tipos aparecieron con armas, pero no dispararon, a diferencia de Jordan, quien disparó solo para alertar a mi padre ya que se escucharon más pasos acercarse.
Al parecer eran varios.
—¡No disparen! —un chico de cabello castaño y ojos marrones apareció detrás de los que nos apuntaban.
Sentí la risa de Jordan a mi lado, sabíamos hacia donde se dirigiría esto.
—No negociaremos —susurré cuando quedó frente a nosotros. Directo al grano.
—Les conviene —el imbécil sonrió.
—¡¿Dónde está?!
—¿Qué es lo que...
En ese momento apareció mi padre con los demás hombres por nuestra espalda y el caos comenzó. Ni siquiera le dimos tiempo de hablar al chico de cabello marrón.
Los disparos comenzaron, a pesar de que la orden era no matar al que estaba a cargo de este estúpido plan. Las balas eran la escapatoria para avanzar.
Traté de esquivar los golpes que llegaron hacia mi y reventé a disparos las piernas de los que se unieron a la guerra. Corrí para adentrarme en el lugar y poder buscar a Isabella mientras mi padre y los hombres se entretenían en la entrada. Sin embargo, el mismo chico de cabello marrón me tomó del brazo, sorprendiéndome por la espalda y luego su puño se estampó con fuerza en mi pómulo.
—¡Te dije que no tan rápido! —gritó antes de volver a golpearme.
Me descompuse tres segundos, pero fui capaz de esquivar el tercer golpe y enterrarle mi pie en el estómago. Se retorció de dolor y dejó caer su cuerpo sobre mi. Caímos al piso y su puño volvió a impactar contra mis pómulos.
Tenía que admitir que el imbécil sabía golpear.
Logró sentarse a horcajadas sobre mi y a pesar de que traté de alejarlo y forcejeamos varios segundos, sus puños volvieron a romper la piel de mis mejillas.
Pude interceptarlo por más de cinco segundos, y cuando sus nudillos venían nuevamente directo a mi cara, un fino, fuerte y muy agudo gritó se escuchó por todo el lugar, seguido de un balazo.
—¡Noooooo!
Era Isabella.
Mi piel se erizó.
El idiota me quedó mirando anonado, y las ansias de mi cuerpo aprovecharon aquel momento para tirarlo a mi lado y subirme esta voz yo sobre él. Mis piernas lo único que querían era correr hacia el lugar de donde provenía aquel grito y los sollozos, pero no pude hacerlo sin antes devolverle los golpes al imbécil que estaba bajo mi cuerpo hasta dejarlo inconsciente.
No lo logré. Quedó aturdido y eso fue lo único que pude hacer. Me levanté como pude y corrí por el pasillo hasta la única puerta visible. Unas pasos a mi espalda me alertaron, pero seguí corriendo cuando noté que era Jordan y los hombres que había traído Artur.
La puerta se abrió de tan solo un golpe. Pero tuvimos que detenernos en seguida.
Dos tipos apuntaban a Isabella en la cabeza con un arma, uno a cada lado. Y cada uno nos apuntaba a nosotros con la mano libre.
—¡Mierda! —Jordan musitó.
Estaba con una venda en los ojos y atada con cadenas a una especie de silla. Su ropa estaba rasgada casi por completo y tenía pequeñas manchas de sangre.
—Muy bien, muy bien —Oscar Jefferson apareció detrás de Isabella, con una pistola entre sus manos—. No tardaron mucho en encontrarnos.
—Sí tan solo supieras hacer un buen secuestro, esto no hubiese sido tan fácil —Jordan musitó.
—No me digas, un Bieber, reconozco el acento —rugió y luego una cínica sonrisa apareció en sus labios— ¿dónde está Artur y Jeremy? ¿Cuál de sus hijos eres?
Miré disimuladamente a mi padre para que se mantuviera en silencio.
—¿Cuál es el propósito de todo esto? —Jordan pareció sonreír, por la forma en que sus ojos se achinaron.
—No me faltes el respeto muchacho —su sonrisa se borró y miró a mi hermano con ganas de querer reventarlo en balas —. ¡Travis! —gritó con fuerzas— ¡Travis!
Todos nos miramos confundidos, pero luego de unos minutos el mismo imbécil con el que me estuve golpeando casi cinco minutos apareció con la cara repleta de sangre.
Óscar lo miró asombrado, pero no le dio mucha importancia.
—No tenía planeado esto —Oscar finalmente volvió a hablar—. Pero esta chiquilla me lo hizo demasiado fácil y rápido.
—¡Vamos al grano, maldita sea! —grité, avanzando dos pasos hacia él por impulso.
No podía creer que alguien como él, nos tuviera en esta situación. Aunque entendía que era parte del procedimiento mantener la calma en este escenario peligroso con dos imbéciles apuntando a la cabeza de la preciosa morena, pero se me estaba acabado la jodida paciencia. Quería matar a aquellos idiotas que la tenían sin respirar y desatarla para llevármela.
Óscar comenzó a reír y miró a Travis con diversión.
Si tan solo supiera la gracia que me causaría a mi meterle dos balas en la cabeza.
—Escuché de unos negocios que están haciendo Romanov y Bieber en América del Sur —Oscar comenzó a hablar.
Ya entendía a donde quería llegar.
—No hay espacio para ratas —Jordan se elevó de hombros, interrumpiéndolo con una sonrisa.
—Espacio para mi asociación o plomo en la cabeza de aquella muchacha —sentenció, su paciencia se había agotado.
—¡O mejor plomo para usted! —agarré su arma por sorpresa y se la quité tirándolo al piso.
Jordan atinó a tirarse sobre Travis y los demás dispararon hacia los imbéciles que tenían a Isabella entre vida o muerte.
No fui capaz de procesar con mas detallé lo que sucedió después. Solo recuerdo ver que llegaron más hombres y se armó otra balacera. Sorpresivamente Jefferson se había armado bien su asociación para estar recién empezando, eran demasiado hombres, más que nosotros en ese momento, ya que mi padre había pensando que como eran novatos, no sería necesario un ataque de los serios que solíamos hacer con tropas de hombres armados.
Todos los disparos que di los hice en la pierna para no matarlos, no me gustaba esa mierda. Corrí detrás de Jordan y de Fred hacia la salida y mi cuerpo se relajó al ver que mi padre llevaba a Isabella en sus hombros.
Llegamos a la camioneta y todos se metieron allí antes de que Artur acelerara y desapareciera por el camino.
Yo corrí a mi moto, sin olvidar prenderle fuego al pasto donde habíamos rociado gasolina antes de atacar, para prender en llamas el lugar.
Lo último que sentí, fue el calor del fuego en mi espalda, antes de salir disparado en la motocicleta detrás de la camioneta.
Había acabado.
Media hora después de tomar desvíos es caso de que alguien nos siguiera. Llegamos a la casa de Artur y una especie de tranquilidad me invadió cuando todos bajaron de la camioneta y de la casa salieron Irina y la familia de Artur.
Me acerqué a Jordan que se encontraba a un lado de mi padre, quien sostenía a Isabella para que pudiera caminar. Ya no tenía la venda en sus ojos, los cuales estaban completamente rojos. Miró desorientada a todos los que nos encontrábamos a su alrededor y lo primero que hizo fue lanzarse sobre los brazos de sus madre y comenzar a llorar.
—Gracias por esto, Jeremy —Artur murmuró acercándose a nosotros.
—No tienes que agradecerlo, hermano —mi padre le golpeó el hombro—. Me quedaría para saber como se encuentra tu hija, pero prefiero dejarlos solos como familia. Después de este día hablaremos de lo sucedido y hablaremos sobre Jefferson.
—Me parece.
Caminé hacia la moto en silencio y miré por última vez hacia la entrada de la casa. Donde se encontraba toda la familia Romanov.
Jordan y mi parte se subieron al auto, yo encendí la moto y finamente nos marchamos.
No acabó allí. Mi padre tenía razón y debíamos dejarlos solos; pero yo no quería. Por esa razón cuando llegué a mi casa, no esperé mucho después de cenar esa noche, tomé las llaves de la camioneta y salí de la casa.
La ansiedad no había dejado mi cuerpo en ningún momento y el remordimiento menos. Necesitaba saber cómo se encontraba Isabella. Se lo debía de alguna manera. Y también quería regañarla por ser tan terca y desobediente. Si había sido secuestrada y nos había metido a todos en este rollo, era solo su culpa.
————
No se me da escribir acción. Pero les juro que lo intenté.
A pesar de que Justin es un idiota. Si tiene algo de color en su corazón jajajaja.
Fairytale
Justbiebssg
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