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Justin la empujó algo cabreado. Solo quería terminar de tomarse el vaso de whisky que tenía en sus manos.
—¡Justin! —Margot se quejó.
Justin rodó los ojos y se sentó en la barra a un lado de Will, minutos después, como era de esperar, se les unió Margot, acomodándose entre las piernas de Justin.
El club estaba repleto de gente. Eran apenas las ocho de la tarde y todo el mundo se encontraba bebiendo y bailando como si fuera media noche.
Después del paseo en lancha por la costa. Justin se había marchado hacia su casa para tomar un baño y luego dirigirse al club de Jeremy como lo había planeado en un principio junto a Román, Will, Jordan y Margot.
Jordan se acercó tosiendo hasta ellos y saludó a ambos de un golpe en la espalda. Caroline y Candace venían con él.
—¿Son las ocho y ya estás bebiendo Whisky? —Will elevó una ceja, mirando a Justin con una mueca.
—¡Es mi problema! —se elevó de hombros y volvió a alejar a Margot de sus piernas.
—Ni se te ocurra llamarme, Justin Bieber —Margot lo miró indignada antes de marcharse. Resulta que Justin la había rechazado durante todo el día.
Jordan comenzó a reír junto a Candace, pero Justin solo rodó los ojos.
—Para alguien como Justin, supongo que es normal beber un trago fuerte a estas horas —Caroline comentó, haciendo acto de presencia, acercándose hasta Justin y sonriéndole con simpatía.
—Que bien me conoces, Caroline —murmuró con ironía, con la vista pegada a la pista de baile.
Candace le sonrió cómplice a Caroline y luego susurró en el oído de Jordan, a los minutos se marcharon a bailar.
—¿Qué ha sido de ti desde la última vez que te vi? Estás más arrogante que de costumbre —Caroline se sentó en la silla siguiente, sin dejar de mirarlo, mientras se bebía su recién servida margarita.
—¿En serio quieres hacer vida social en un club? —Justin finalmente la miró, quedando algo embobado por lo bien que lucía en aquel vestido rojo; resulta que no le había dirigido la mirada desde que llegó. Desvió la mirada en seguida.
—¿y qué se supone que se hace? —la pelirroja elevó una ceja, sonriendo lentamente, sin dejar de mirarlo, estaba logrando lo que quería, seducirlo.
—Bailar —movió los hielos de su vaso y le dio otro sorbo—, beber —la miró de pies a cabeza, sin ninguna vergüenza y luego volvió a desviar la mirada—, follar.
El cuerpo de Caroline se estremeció y una gran sonrisa apareció en su cara. Pensó que había tenido la suerte de encontrarse a Justin bastante simpático, después de la forma en que la trató esa misma tarde en la lancha cuando estaban con Isabella y los demás.
Will elevó una ceja. Al tanto de toda la situación pero disimulando estar metido en sus asuntos. Miró por el rabillo del ojo y notó la sonrisa arrogante de Justin.
Caroline se puso entre las piernas del objetivo, y él mismo la recibió con gusto, colocando sus manos en el trasero de la chica, para atraerla hacia él.
Will pensó que lo mejor era marcharse, pero justo en ese momento su teléfono sonó. Dejándolo sorprendido cuando vio el nombre de Madison en la pantalla.
—¿Alo?
Caroline se acercó peligrosamente hasta la cara de Justin, mordiéndose los labios y robándole una sonrisa.
—¡Will! —Madison sollozó— ¡Will!
—¡¿Madison?! —frunció el ceño y su corazón se aceleró cuando la escuchó sollozar con fuerza— ¿Qué pasa? ¿Eres tú? ¿Qué sucede?
—Will, necesito tu ayuda ¡Isabella es Isabella! —su voz quebrada a penas se escuchó a través de la línea.
Caroline besó a Justin. Dejándolo algo tieso, pero logrando cerrarle los ojos y que le siguiera el beso luego de unos segundos.
—¿Qué pasa? ¿Isabella? ¿Qué pasó con Isabella? —se levantó bruscamente de la silla.
Justin abrió los ojos.
—Isabella, está mal, la llevan al hospital —volvió a sollozar.
—¿Qué? ¿Qué le pasó? ¿Al hospital?
Justin se alejó de Caroline. Quedando a centímetros de su cara. Se quedó mirándola, pero escuchando atentamente a Will.
—No te puedo decir por aquí, Will. Pero se la acaban de llevar y no tengo como ir, por favor ven. Will, ella estaba muy mal, se la llevaron inconsciente.
Will ni siquiera lo pensó. Colgó el teléfono y tomó sus cosas de la barra para salir de allí de inmediato, con la preocupación a flor de piel.
Sin embargo, Justin, quien aún seguía perdido en la cara de Caroline, se inclinó y tomó el brazo de Will con fuerza, sin dejarlo escapar.
—¿Qué mierda, Justin? ¡Suéltame! —Will lo miró desesperado.
Justin finalmente desvió sus ojos hasta él y elevó ambas cejas.
—¿Qué sucede?
Will ni siquiera tenía escapatoria. Cuando Justin preguntaba algo siempre debía obtener respuesta, y lamentablemente por la forma en que Justin lo agarraba con fuerza del brazo y lo oscuros que estaban sus ojos, Will sabía que debía explicarle todo.
—¡Madison necesita mi ayuda!
—¿Qué pasa con Isabella? —gruñó.
Caroline elevó una ceja mirando la escena.
—¡La llevan al hospital! —Will lo empujó— ¡suéltame maldición!.
Se deshizo del agarre de Justin y ambos se quedaron mirando por tres segundos, transmitiéndose el enojo con el otro a través de las miradas. Will soltó un suspiro y finalmente se marchó.
Justin gruñó apretando los puños y golpeando la barra con fuerza. Haciendo sobresaltar a Caroline y a la pareja de homosexuales que se encontraba a su lado.
—¡Tranquilízate! —Caroline se atrevió a acariciarle el cuello.
Justin cerró los ojos ante tal masaje y volvió a acercarla hacia él.
—El pendejo de Will me pone de esta forma —se excusó.
—¡Solo relájate! Y vámonos de aquí, como en los viejos tiempos —Caroline le sonrió, antes de dejar un camino de besos por el cuello de Justin.
—¿Es que acaso no te preocupa tu prima? —Justin murmuró, con los ojos cerrados, disfrutando del placer y logrando relajarse solo un poco.
—Isabella es la persona que menos me importa —Caroline se elevó de hombros.
Justin no pudo evitar reír, pero luego negó con la cabeza y tiró de Caroline para besarla con ganas.
Isabella Romanov.
Un pinchazo en mi brazo. Fue todo lo que bastó para volver a la realidad.
Solté un gran quejido cuando mi cuerpo completamente adolorido reaccionó, igual que mis sentidos.
La imagen de mi padre frente a la camilla fue lo primero que vi, y el recuerdo de su cara enfurecida, mientras le daba fuerza al cinturón antes de azotarlo contra mi piel, fue todo lo que se me vino a la mente.
Me agarré del borde de la camilla con fuerza y me alejé de él. Aguantándome todo el dolor.
—¡Isabella!
Fue en ese momento en que me di cuenta de que no estábamos solos. A mi lado había un policía acompañado de una enfermera.
—Yo creo que el interrogatorio lo podríamos dejar para después —la voz gruesa de mi padre resonó por la habitación—. Está asustada y cansada. Puede visitarme en mi casa, oficial. Prefiero que Isabella descanse y se recupere bien antes de cooperar con ustedes —le sonrió con simpatía al oficial—. Además ya le explicamos que fue un accidente y que cayó por las escaleras.
Me quedé embobada viendo como podía mentir tan bien y ni siquiera lucir nervioso por estar frente a un policía. Eran los momentos como estos en donde quería hablar y gritarle al oficial que él me había hecho daño, pero el miedo que le sentía a mi padre era mucho más grande que cualquier otro sentimiento.
El oficial se tragó todo su cuento, pidiendo disculpas por la insistencia y excusándose de haber olvidado mi accidente, también prometió que no volvería a molestar.
Cuando finalmente se marchó, acompañado de la enferma, estuve sola en la habitación. Mi padre se acercó hasta mi, haciéndome acurrucarme aún más en la dura camilla, pero para mi sorpresa, ni siquiera me tocó.
—Tienes suerte de que tú tío John estaba allí —murmuró, de la nada, mirándome con sus ojos verdes de la misma forma en que miraba a las personas cuando quería analizarlas en lo más profundo de su ser, como si simplemente tuviera un poder especial o algo parecido. Patético.
—Créame que en estos momentos preferiría estar muerta —murmure, volviendo a romperme en pedazos, sollozando levemente—. Si tanto me odia debería haberme matado y ya. Se ahorraría un gran problema.
—Créeme que lo sé —soltó un suspiro y se sentó en la silla que estaba frente a la camilla—. Pero eres mi hija Isabella, y tengo que castigarte por tus faltas de respeto y desobediencias. ¿Comprendes el nivel de gravedad de lo que hiciste? ¿Meter a alguien a tu habitación durante la noche? ¿Sabes el riesgo al que nos enfrentamos? —espetó.
Quise reír irónicamente cuando aquellas palabras salieron de su boca. Era increíble como ahora pretendía comportarse como el padre del año.
—No metí a nadie a mi habitación —mentí.
Aunque técnicamente no era una mentira. Yo jamás metí a Justin a mi habitación. Se metió él y sin invitación.
Aunque era bienvenido.
—No me hagas enfadar con tus mentiras.
—¡No metí a nadie a mi habitación! Deberías revisar las cámaras de seguridad, es más, dormí con Madison esa noche y en la mañana regresé a mi habitación —exclamé.
Me quedó mirando fijamente de nuevo, por más de cinco segundos poniéndome increíblemente nerviosa. Finalmente suspiró y se llevó las manos a la cabeza.
—¿Sabes la gravedad del asunto si es que alguien se está metiendo a nuestra casa? —dramatizó.
—Claro que lo sé. Ni siquiera me dejaste explicártelo, decidiste azotarme como siempre lo haces —hice una mueca—. Pareciera que es tu actividad favorita.
—¡Está bien! ¡Ya se acabó! —se levantó bruscamente de la silla—. Solo te diré una cosa, Isabella —me apuntó con su dedo—. No me gustan los mentirosos y espero que sea verdad lo que estás diciendo.
Se dio la media vuelta y salió de la habitación, dejándome sola en aquella habitación de hospital, conectada al suero y con la espalda más vendada que una momia.
No pasaron ni tres segundos, antes de que mi madre entrara a la habitación, llorando y abrazándose a sí misma a medida que avanzaba hacia mi lado. Que hipócrita. A su lado venía Martha, quien de verdad lucía bastante preocupada.
—Isa...
—No quiero escuchar nada de tu boca, mamá. Yo estoy bien, si es que te preocupa algo.
—Mi niña, no seas tan dura —Martha se acercó a acariciar mi cabello, de la misma forma que lo hacía desde que yo era una niña.
—¿Que no sea tan dura? Mamá jamás hace algo cuando ese hombre que acaba de salir por la puerta me maltrata. Yo de verdad no lo entiendo. Y si vas a venir a juzgarme de por qué entré a alguien a mi habitación, mejor déjame sola —miré sus ojos verdes y rojos derramar lágrimas continuamente.
—¡Isabella! —Martha protestó.
—Mi intención no era juzgarte, sólo saber cómo te sientes —respondió finalmente, entre sollozos, tratando de tomar mi mano.
Dejé que la tomara solo para no ser tan dura con ella. Pero que Dios me perdone, la persona que menos quería ver en estos momentos era a mi mamá.
—Estoy perfecta, ahora ya lo sabes.
Noté como Martha negó con la cabeza y soltó un gran suspiro.
—Será mejor que volvamos más tarde, Irina —le acarició los hombros.
Mi estómago se revolvió al verla así, tan mal. Mi madre era demasiado débil, no me sorprendía. Y por más que quería abrazarla y decirle que no se preocupara, no lo hice. No lo hice porque ya estaba harta de que cada vez que a Artur se le cruzaba la idea de maltratarme, ella no hacía nada más que llorar y escuchar mis gritos de dolor. Ni siquiera hablaba con él, sabiendo que mi padre haría todo lo posible para complacerla.
Me dio una última mirada y salió de la habitación junto a Martha. Giré mi cabeza para mirar por la ventana, y un gran gemido se escapó de mis labios. Mi espalda ardía como el infierno, en estos momentos odiaba a mi padre más que nunca.
La puerta se abrió nuevamente. Y evité demostrar mi cara de descontento. En realidad quería estar sola, ni siquiera estaba enferma, solo me había desmayado del dolor, por los golpes de mi padre, claro.
Madison entró corriendo con los ojos llenos de lágrimas junto a Will. No pude evitar sonreír. Madison era un tesoro y yo jamás lo había notado; siempre la había visto como alguien amable, pero antisocial. Sin embargo, solo era cuestión de tiempo y confianza; podía notar lo transparente y buena persona que era, era una digna hija de John Romanov, a diferencia de Caroline.
—¿Por qué lloras? —estiré mi mano para limpiar sus lágrimas.
—Estaba asustada, sabes que lo que ocurrió en tu casa no...
Se quedó en silencio cuando miré disimuladamente a Will, quien estaba a sus espaldas, mirándome con una mueca.
—Tranquila. Estoy bien —le guiñé un ojo.
Madison negó con la cabeza y me miró con tristeza. Sin embargo solo me limité a sonreír. Entendía que ella estuviera asustada, para cualquier persona esto era algo gravísimo, y en realidad lo era, pero para mi ya era normal recibir los castigos de Artur.
—¿Qué ocurrió? ¿Cómo te sientes? —Will preguntó, acercándose hasta mi lado, tomando mi mano.
Lo miré con ternura y no pude evitar reír. Sus ojos mieles me miraban con algo parecido a compasión, al menos eso podía distinguir.
—Estoy bien, Will. Solo me caí y casi me maté, nada del otro mundo —me elevé de hombros.
Pude notar por el rabillo del ojo como Madison negaba con la cabeza ante mi mentira.
—Tiene que haber sido un buen golpe, con todas esas vendas que tienes en la espalda, cualquiera no te creería —Will elevó una ceja.
Preferí quedarme en silencio.
—¿cuando vuelves a casa? —Madison preguntó, cruzándose de brazos.
—No lo sé, ningún doctor a hablado conmigo. Pero no creo que pase de mañana. No es tan grave.
—Tu dices que no es grave y Madison me ha llamado desesperada para venir hasta aquí —Will susurró.
—El susto, hubieses visto cómo rodó por las escaleras —Madison mintió, mirándome con complicidad.
—¡¿Te caíste por las escaleras?! Preciosa, te podrías haber matado. Las escaleras de tu casa son demasiado largas —avanzó preocupadamente hasta mi cara y comenzó a acariciar mis mejillas con suavidad.
—¡Estoy bien, Will! No es para tanto.
Sentí mis mejillas arder.
Madison miró al suelo incómoda.
Will se quedó mirando fijamente mis, sin dejar de acariciarme las mejillas. Por un momento sentí que me tenía algo de compasión. Sin embargo, sus ojos se movieron hasta mis labios y me sentí incómoda.
Puse mis manos sobre las suyas y las retiré de mis mejillas lentamente, mientras le sonreía agradecida por su muestra de afecto.
—Gracias por preocuparte, Will. Eres un gran amigo —besé su mejilla.
Will cerró los ojos y se alejó lentamente; —Bueno, yo me tengo que ir. Estoy a cargo del club de mi padre por esta noche junto a Justin, pero no creo que Justin haga algo —rodó los ojos—. Nos vemos, Isabella. Mañana te iré a ver, podríamos comer algo los tres —miró a Madison con una sonrisa.
—Nos vemos — murmuré.
Will besó la mejilla de ambas y posteriormente salió de la habitación.
Ambas miramos la puerta cerrarse y luego nos quedamos mirando fijamente. Me sentí bastante incómoda con la mirada de Madison. Se sentó en la orilla de la camilla y murmuró; —¿por qué mientes? ¿Es que nadie...
—No quiero que la gente me tenga lástima. Y tampoco es como que Will o cualquier otra persona pudieran hacer algo. Artur es mi padre, nadie se puede meter. Ni siquiera mi madre lo hace. Prefiero que no lo sepa nadie y si tú lo sabes es porque estabas allí, probablemente nunca te hubiera contado, pero confío en ti y sé que no le dirás a nadie.
Madison negó con la cabeza.
—Lo siento, Isabella. Eso solo que no está bien, no es normal.
—Claro que no es normal, pero lamentablemente no somos una familia normal.
Un suspiro se escapó de sus labios.
—Y Madison, le dije a mi padre que pasé la noche contigo. No puede saber que el que se metió a mi habitación fue Justin.
Asintió mientras sonreía algo divertida.
Luego de que Madison saliera, ya que una enfermera la sacó porque el horario de visita había acabado. Me dispuse a dormir, aunque bueno, tuve que esperar ya que se apareció un doctor para hablar conmigo sobre mis exámenes y mi condición.
—Tu espaldas luce mal. Esos no fueron golpes de una caída. Sin embargo, todo está bien y tú desmayo se produjo por el dolor. Mañana podrás volver a casa.
Y fue a mejor la noticia del mundo, ya que nunca había pasado una noche en un hospital y la camilla era demasiado incómoda.
Apagué la luz de la habitación con el pequeño control y abracé la almohada, aguantando el dolor que me producía la posición.
No sé cuánto tiempo estuve allí, sin poder dormir, pero intentándolo. Mi cuerpo y mi cabeza pedían a gritos una siesta, pero simplemente no podía conciliar el sueño.
No fue hasta que sentí la puerta de la habitación abriéndose a mis espaldas, cuando noté que me estaba quedando dormida. Solté un gran gemido con disconformidad y ni siquiera me molesté en girar la cabeza. Era una enfermera, estaba segura.
—No me digas. ¿De nuevo te caíste, mocosa?
Mi cuerpo se estremeció por completo en el momento en que reconocí su voz. Cerré los ojos durante unos segundos para tratar de calmar mis emociones y cuando creí lograrlo, sentí las yemas de sus dedos acariciar mi cuello.
—¿Qué pasó? —insistió, pero esta vez con un tono más suave. Incluso llegué a dudar que fuera él.
—Larga historia —me giré lentamente.
Me mordí el labio inferior para no gemir del dolor. Aún así, Justin notó mi cara de dolor y se acercó a ayudarme.
—¿Qué haces aquí? —fruncí el ceño— No es horario para las visitas.
—¡Curiosidad! Escuché a Will hablando con Madison, supe que algo había ocurrido contigo —se elevó de hombros.
—Ah... —moví la cabeza— gracias.
Su cara no reflejó ninguna emoción ante mi respuesta. Incluso se me quedó mirando fijamente con la mandíbula apretada, logrando alterar todo mi interior con su penetrante mirada color miel.
No pensé que fuera a venir. ¿Por qué vendría Justin? Si me detesta, él mismo me lo ha dicho millones de veces en el poco tiempo que llevamos conociéndonos. Me detesta y solo siente atracción sexual por mi, por la primera chica virgen que tuvo entre sus brazos.
—¿Qué ocurrió?
—Te dije que...
—¡Solo dime! —se desperó, tomándose del pelo con fuerza y asustándome un poco— Me estresa que me desvíen el tema.
—Me caí por las escaleras de la mansión. Y me trajeron hasta este lugar porque me desmayé, nada del otro mundo —finalmente expliqué.
Frunció el ceño y sus labios quisieron curvarse en una sonrisa; Sin embargo, no sonrió. Se inclinó, sin dejar de mirarme y se acercó a mi cara; —No te creo.
Mi respiración descontrolada, tanto por su cercanía como por mi mentira, me dejaban en evidencia. Aún así, seguí adelante con la mentira que me había salvado ya de Will, del policía y del doctor.
—No me importa si no me crees —espeté.
Abrió ambos ojos, ante mi astuta respuesta y ahora si sonrió.
—Eres tan...
—¿Inteligente? ¿Linda? Ya lo sabía —sonreí también.
Dejó de sonreír.
—¿Por qué haz venido en realidad, Justin? —subí las mantas, tapándome hasta el cuello y acurrucándome en la almohada.
—Te dije que era curiosidad.
Vale. Era obvio que solo era curiosidad, él jamás se preocuparía por alguien más que no fuera él mismo. Pero yo presentía que estaba aquí porque quería algo, ¿pero qué? ¿por qué otro motivo se tomaría la molestia de venir desde el club de su padre hasta un aburrido hospital?
—Dime la verdad.
Se inclinó nuevamente hasta mi altura y sin dejar de clavar sus lagunas mieles en las mías, se acercó y me besó de la nada. Dejándome congelada, confundida. Sus suaves labios acariciaron los míos con bastante suavidad, como nunca lo había hecho antes, robándome un suspiro de asombro.
Se alejó de mi unos centímetros, ya que no le había respondido su repentino beso, sonrió y luego se marchó. Así como si nada. Dejándome llena de dudas y de angustia.
————
Opiniones de Justin:
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Fairytale
Justbiebssg
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