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C:22

Justin Bieber

Isabella temblaba bajo mi cuerpo a medida que sus piernas se envolvían en mi cintura con fuerza. Solté un jadeó al ver su cara de placer y cerré los ojos por inercia. Esto era genial, no me cansaría jamás de acabar sobre alguien.

Abrí los ojos lentamente y me la encontré con una sonrisa mirando hacia el cielo; creo que ella finalmente lo había disfrutado.

Apretó mis hombros y elevó ambas cejas con fuerza. Quise reír, pero preferí quedarme en silencio.

Me miró algo confusa, no sabía que hacer, cosa que yo entendía. A diferencia de las demás con las que yo había estado sexualmente, no conocía a ninguna, por lo que era muy fácil despacharlas sin más, incluso eso mismo había hecho con Isabella en Inglaterra; pero en estos momentos yo estaba en su habitación y ambos ya nos conocíamos lo suficiente, por lo que entendía que fuera incómodo para ella, sinceramente a mi me daba igual.

Salí de su cuerpo lentamente, en silencio. Me puse los bóxers y luego me dejé caer en la cama, aún estaba demasiado extasiado como para levantarme.

La habitación estaba oscura, pero podía observarla a la perfección gracias a la luz proveniente desde el balcón.

No había sido difícil escabullirme por su balcón, había tenido la idea desde que la vi marcharse del yate moviendo aquellas caderas que me dejaban sin imaginación. Su casa estaba rodeada de guardias pero creo que mi experiencia me permitió escabullirme lo mejor posible, no quiero decir que ando por allí siempre metiéndome por los balcones de la gente, pero más de alguna vez lo había hecho gracias a los trabajos que me mandaba a hacer mi padre.
Tampoco había tenido tiempo de observar la habitación, no era como que me importara realmente, pero no podía no mencionar lo grande que era y lo bien que olía. El olor de Isabella estaba impregnado por toda la habitación, la cual me sorprendía ya que se encontraba perfectamente ordenada.

Me quedé mirando el cielo de la habitación mientras solo sentía la  respiración agitada de Isabella a mi lado. Se había tranquilizado pero aún podía sentir sus suspiros, cosa que extrañamente me relajaba.

No quería sonar preocupado y parecer un imbécil, pero por alguna razón sentía la necesidad de preguntarle cómo se sentía. Digamos que solo lo quería hacer para no sentirme culpable en la noche cuando llegara a mi casa y quisiera dormir.

Estuve por pronunciar aquellas palabras, pero ella misma me interrumpió.

—Me siento bien —susurró.

Me vi silenciado por lo que solamente solté otro suspiro. ¿Será que me había leído la mente o yo había pensado en voz alta?

—Sé que te importa una mierda, pero solo quería acotar que me siento bien, creo que fue genial.

—Siempre es genial conmigo —musité.

—Te lo tienes creído, pero mi primera vez fue contigo y fue horrible —murmuró como si nada.

Rodeé los ojos y finalmente me levanté de la cama.

—¿A donde vas? —preguntó.

—¿No es obvio? —elevé una ceja— Me voy.

—Ah...

Terminé de abrochar mis zapatillas y encendí la luz de la habitación.

Isabella ni siquiera trató de cubrirse. Verla desnuda con la luz encendida, era bastante distinto a verla desnuda con la oscuridad de la habitación.

No pude evitar poner mis curiosos ojos sobre su cuerpo, sin vergüenza alguna. Sonrió con orgullo cuando me pilló mirándola. Su piel bronceada lucía mucho más brillante, quizás por el sudor de nuestros cuerpos cuando estaban juntos. Quise aullar de gusto al ver sus colaborativos senos, pero me aguanté.

Caminé hasta ella lentamente y me senté en el borde de la cama a su lado. Me miró curiosa y yo solo seguí con mi vista fija en su abdomen plano. Acaricié lentamente la línea de su estómago y fui testigo de cómo este se hundió con nerviosismo. Sonreí y seguí bajando mi mano hasta su entrepierna. Cerró sus ojos y soltó un jadeo. Seguí admirando como su pecho subía y bajaba a medida que mis dedos la masturbaban, hasta que noté unas pequeñas cicatrices, frescas, sobre la piel de sus caderas.

—¿Qué es esto? —elevé una ceja, dejando de tocarla.

Abrió sus ojos en seguida y miró el lugar que acariciaban mis dedos.

Se sentó en la cama de golpe y quitó mis manos de su cintura.

—Me caí —mintió.

Ella era una imbécil. ¿En serio creía que me podría hacer tonto?
Se notaban que eran golpes, yo mismo había sido azotado una vez y me habían quedado las mismas marcas.

—¿Esto no tiene que ver con lo que sucedió en Inglaterra? ¿Estás segura de que los que te secuestraron no te hicieron daño?

—Me caí en la tina, Justin. Mi piel se quemó con el borde de la ducha teléfono, por eso tengo estas marcas —insistió.

Vale, eso tenía más sentido.

La miré fijamente por unos segundos. No le creía del todo, pero no desvió la mirada y su semblante permaneció serio.

Elevé una ceja y finalmente me levanté de su cama.

—¿No seguirás con lo que estabas haciendo? —preguntó cuando le di la espalda.

Sonreí sin mirarla y tomé mi teléfono de la mesita de noche. Varios mensajes de Jordan deslumbraban en mis notificaciones.

—Tengo que volver a casa. Tú deberías dormir o mañana notarán que no has dormido nada —me giré nuevamente hacia ella.

Rodó los ojos y tomó la camiseta que hace algunas horas había caído al suelo. La esplendorosa vista de su cuerpo, quedó escondida bajo la horrible camiseta.

—Podrías seguir tu misma y pensar en mi —le guiñé un ojo.

—Imbécil —musitó.

Esta vez yo rodé los ojos.


Me fui de su casa exactamente cinco minutos después. No pude salir antes porque la seguridad  de Artur se paseaban por el jardín trasero y el balcón de Isabella, para mi mala suerte, era el único que daba hacía el jardín trasero.

Descendí fácilmente por las cañerías y me escabullí entre los arbustos y árboles para poder llegar hasta la muralla y saltarla sin tocar la corriente de seguridad.

Solté un gran suspiro cuando mi espalda tocó el asiento de mi auto y no pude evitar gemir con satisfacción. Desde que Isabella se bajó del avión, cuando llegamos de Inglaterra, me había dejado con ganas de tomarla y follarla para cerrar su boca; y lo había logrado. A pesar de su actitud infantil, falso orgullo y caprichos, era fácil de seducir, y esta noche lo había comprobado de nuevo.

Dejé su casa atrás y finalmente me puse en rumbo hacia la mía.





No one's point of view.

Isabella despertó con bastante dolor de la cabeza. Sus ojos estaban bastante inflamados por la falta de sueño y las ojeras bajo ellos la dejaban en evidencia.

Tomó una ducha de una hora, antes de salir de su habitación para encontrarse con Candace en el corredor.

«Buena manera de empezar el día» pensó, rondando los ojos.

Candace la miró de pies a cabeza y caminó hasta ella lentamente, con sospecha.

—¿Qué tienes? —Isabella la miró de arriba a abajo, de la misma forma en que lo había hecho Candace.

—Nada. Solo me parece raro ver aquellas marcas en tu cuello. Supongo que Justin tiene que ver con eso.

Isabella en seguida le tapó la boca y miró hacia todos lados. Asegurándose que nadie hubiera escuchado.

—¡¿Qué insinúas?! —miró a Candace con los ojos abiertos.

—¿Crees que tengo memoria a corto plazo? Todavía recuerdo cómo te devoraba en el muelle ayer —Candace se cruzó de brazos.

Isabella soltó un gran suspiro. Por un minuto había pensado que Candace sabía que Justin estuvo en su habitación durante la noche. Si aquello hubiese pasado, Isabella estaba segura de que Candace le hubiera ido con el chiste a Artur.

Miró a su hermana con recelo y luego se cruzó de brazos; —¿y eso en que te influye? Es problema mío lo que haga con mi maldita vida.

Candace rodó los ojos.

—En nada. Solo te pido que no hagas estupideces y no hagas que mi padre pase rabias. Bastante tiene con soportarte a diario —miró nuevamente a Isabella de pies a cabeza, antes de marcharse.

Isabella gruñó, mirando con Candace se marchaba.

—Auch. Candace si que es soberbia.

Isabella se giró rápidamente, encontrándose con Madison, que recién salía de la habitación.

—No te preocupes, Bella —se apresuró en decir—. Yo no soy como mi desagradable hermana, soy una tumba —hizo el gesto de cerrar sus labios con los dedos.

Isabella negó con la cabeza y soltó una risa.

—Si sé que no eres como Caroline. Tú eres de las mías —le guiñó un ojo—. Y gracias por eso.

Madison soltó una carcajada y tomó el brazo de Isabella para tirar de ella.

—Dale, vamos a desayunar.

El desayuno estuvo tranquilo. Madison se animó conversando con Isabella. Candace compartía risitas secretas con Caroline, y Artur arregló la vida junto a su hermano acompañado de su esposa y cuñada.

El día paso tranquilo, al menos eso pensó Isabella. Hasta que llegó al jardín y se encontró a Caroline hablando con Candace mientras bebían cerveza. Estuvo por interrumpirlas, pero no lo hizo cuando escuchó a Caroline pronunciar el nombre de Justin. Se ocultó tras la cortina y escuchó atentamente.

—Él es así, lo conozco desde hace bastante tiempo. Siempre ha sido un descarado, amargado y pesado. Sin embargo es muy sexy. Creo que por eso me encanta tanto Justin Bieber —soltó un suspiro bebiendo de su cerveza.

—¿Entonces quieres decir que han tenido así como una especie de relación? —Candace elevó una ceja.

—¡No! —Caroline rodó los ojos— Solo hemos tenidos encuentros sexuales. Él jamás podría tener una relación, es demasiado egoísta como para abrirse a alguien más.

—Pero lo conoces bastante.

—Digamos que me gusta analizar a la gente.

—No me agrada. ¡Es un levantado! —Candace exclamó.

Isabella rodó los ojos mientras acercaba su oreja más hacia el vidrio.

Caroline rió.

—Es Justin. Sin embargo, está más pesado. ¿Puedes creer que ni siquiera me dirigió la palabra ayer cuando llegamos al Yate? No sé cómo hacer para atraparlo y meterme en su cama nuevamente. Lo deseo.

Isabella sonrió. Justin ayer ni siquiera le había dirigido la palabra a Caroline porque había estado ocupado besándola en el muelle.

—Justin no es de hierro, Caroline. En cuanto te vea en bikini va a querer follarte.

—¿y cuando va a suceder eso? —Caroline espetó con ironía.

—Hoy —Candace se elevó de hombros—. Jordan me invitó a pasear en lancha, irá con sus amigos y con Justin.

Isabella elevó una ceja. Se alejó del vidrio y corrió a su habitación. Había oído suficiente.

Will no tardó en contestar la llamada y saludar a Isabella con bastante emoción.


Justin inhaló del porro con fuerza y tosió a medida que exhalaba el humo. Román le quitó el porro e hizo exactamente lo mismo.

—Hace tiempo no te veía, hermano. Has estado desaparecido.—Román lo miró con una ceja alzada.

—Tuve que salir del país, negocios ya sabes.

—¿Y no me extrañaste? —Margot se sentó en las piernas de Justin y rodeó su cuello en seguida.

Justin elevó una ceja y le acarició la pierna con lentitud.

—¿Tú extrañaste mi polla, Margot? —la miró fijamente.

Margot abatió su pelo rubio y lo miró con los ojos entrecerrados.

—La última vez que estuvimos juntos fue cuando te visité en el club de tu padre una mañana, porque aquella zorrita de piel morena y ojos verdes no te dejó follarla, ¿recuerdas? —elevó una ceja desafiante.

Justin la sacó de su regazo con fuerza y le dio una mirada intimidante.

Román soltó una carcajada y tosió nuevamente al exhalar el humo de su boca.

—¿Piel morena y ojos verdes? Me suena. Y me sorprende que haya rechazado a Justin.

—Isabella Romanov —Jordan se unió a la conversación, sentándose a un lado de Margot— La única morena de ojos verdes que se ha enredado con Justin.

Justin apretó los puños, mirando a Jordan con pesadez. Sabía que Candace había andado de bocona con Jordan. Y por lo menos esperaba que su hermano guardara el secreto.

—La hija de Artur Romanov —Román sonrió, mirando el suelo.

Justin elevó una ceja, mirando a Román con recelo y le quitó el porro con brusquedad.

Justo en ese momento una camioneta bien conocida se estacionó frente al muelle. Jordan sonrió cuando vio a Candace bajar de ella junto a Caroline y no tardó en ponerse de pies para ir a recibirla.

—No puede ser —Justin gruñó.

No quería ver a Caroline. No quería soportarla aquel día y menos a Candace Romanov. Ambas eran insoportables, según él.

—¿y esas quienes son? —Margot preguntó.

Tanto Justin como Román la ignoraron.

—No puede ser, ¿esa es la tía que te tirabas el verano pasado? —Román soltó una carcajada.

—Cuando mierda aprenderás a mantener tu maldita boca cerrada —Justin gritó—. ¡Será que aquí todos son bocones o qué!

Justo en ese momento, cuando Candace y Caroline subieron al Yate. Llegó un jeep blanco, del cual bajaron Madison, Will, y una morena que conocían muy bien todos los que estaban allí.

Justin abrió los ojos, a medida que sus ojos recorrían a Isabella de pies a cabeza. Lo que se trataba de una tarde tranquila, no sería más una tarde tranquila y lo presentía.

Maratón 1/2

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