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Sus gruesas manos le agarraban la cintura y el trasero con bastante fuerza. Tanta que para Isabella le era imposible no soltar pequeños jadeos cada vez que Justin la estrujaba contra su cuerpo. Sus labios la dejaban sin aire y le exigían más y más a medida que la besaba y el tiempo se iba.
—Hay gente allí dentro —ella susurró para que él se calmara un poco.
No podían seguir así ya que tenían que volver dentro junto al resto.
Sin embargo, Justin la ignoró. Mordió su labio y le tomó la mano para ponerla por dejando de su camiseta. Isabella se estremeció cuando sus dedos tocaron la tibia piel sobre los abdominales marcados de Justin. Sonrió contra los labios de Justin y bajó la mano apropósito hasta sus pantalones, dejando lentamente pequeñas caricias en el bulto que sobresalía del pantalón.
—Isabella — Justin se quejó, abriendo los ojos en grande y dejando de besarla.
Isabella se mordió los labios, para ella Justin se veía aún más apetecible enojado, con la mandíbula apretada, el ceño fruncido y los labios rojos e hinchados por los besos. Sonrió con descaro y siguió acariciando.
—Tú no eres el único que puede tocar.
Justin rodó los ojos;— La diferencia es que para ti es fácil ocultar tu excitación. Para mi es complicado —le quitó la mano de su entrepierna y la llevó hasta su cuello—. Mocosa —gruñó.
Con ambas manos hizo a un lado el cabello de Isabella y la obligó a inclinar la cabeza hacia la izquierda; dejando a la vista su apetecible cuello. Justin quizo aullar del gusto.
Isabella cerró los ojos cuando la lengua tibia de Justin le tocó la piel y succionó de ella, dejando pequeñas caricias allí. Se volvió loca, su debilidad eran los besos en el cuello y Justin era un excelente besador, por lo que ella se encontraba muriendo literalmente. Ni siquiera se molestó cuando notó que él estaba dejando marcas en su cuello a propósito.
—¿Qué hacen?
Tanto Justin cómo Isabella pegaron un brinco y miraron asustados hacia la izquierda. Candace se encontraba mirándolos con una ceja alzada.
Justin soltó un suspiro frustrado, Candace no le caía de presencia y punto. Isabella la miró con pánico, pero luego recordó que Candace ya la había encontrado besándose con Justin.
—No te importa. Métete en tus asuntos —Justin murmuró.
—No te equivoques conmigo, Justin. Yo no soy como Isabella —Candace lo apuntó con un dedo.
—Y yo no tengo la paciencia que tiene Jordan —este respondió.
Candace rodó los ojos, no sabía que responderle. Desvió sus ojos hasta Isabella y la miró de pies a cabeza con recelo; —Ya nos vamos. Entra a despedirte y agradece que fui yo quien salió a buscarte.
—No tengo nada que esconder. Así que no pienses que te debo un favor —Isabella apenas la miró.
Se alejó de Justin y comenzó a caminar de vuelta al Yate.
Justin soltó un suspiro y pasó por al lado de Candace, quien lo miraba despectivamente desde el yate. La ignoró y entró, encontrándose con todos sentados en el bar.
—¿Dónde andabas? —Will se acercó a Isabella con una sonrisa.
—Estaba en el muelle —esta se elevó de hombros.
Su prima Madison se acercó hasta ellos con una sonrisa y se sentó a un lado de Will.
Isabella le sonrió con amabilidad y se cruzó de piernas, mientras desviaba la mirada hasta Justin, quien se encontraba sirviéndose una vaso de Whisky. Justin también la miró, pero no sonrió. Se quedó observando fijamente los verdes ojos de Isabella mientras brillaban, no pudo evitar pensar que eran preciosos.
—¿Es guapo verdad? —Caroline se sentó a un lado de Isabella.
Isabella la miró con recelo y evitó poner los ojos sobre Justin, aunque seguía sintiendo la mirada de él sobre ella.
—No sé de qué hablas —se hizo la tonta.
Caroline sonrió en grande y se llevó su copa de vodka a los labios;—a Justin. Noté como lo mirabas —se elevó de hombros.
Isabella se quedó en silencio. No sabía cómo negarlo.
—No tienes que negármelo. Sé que es guapo, es normal que uno lo mire. Además, solo lo miras porque no sabes lo bien que lo hace en la cama —susurró como si estuviera contándole un secreto y luego soltó una carcajada. Aquel dato iba con doble intención—. Claro está que si lo supieras, lo mirarías con otros ojos.
Isabella no sonrió. Apretó los dientes y volvió a mirar a Justin, quien la miraba curioso desde un costado del bar. Puso su vista en Caroline y murmuró;— es guapo, pero no me interesa saber cómo es en la cama —mintió—. Además, si hubiese querido saber, ya lo hubiese sabido desde hace un buen tiempo —se elevó de hombros con arrogancia.
Lo triste era que ya se había acostado con Justin y él no se comportó con ella de la forma en que Caroline lo estaba describiendo.
Caroline soltó otra carcajada.
—No te creas, Isabellita —se burló—. Justin no es tan fácil como parece, solo le van las tías como yo, potentes —le guiñó un ojo.
La sangre de Isabella hirvió y por algún motivo quiso romperle la cara para dejar de ver aquella sonrisa burlona con la que Caroline la miraba.
—¿Es que acaso te gusta? —sonrió irónicamente. Aguantándose las ganas de gritarle todo lo que había hecho con Justin desde que llegó a Cannes.
—¿Cómo no me podría gustar? —rodó los ojos— Es intenso, guapo, una fiera en la cama. Es el tipo de hombre que te vuelve loca. Es un diablo y eso es lo que más me gusta. Lamentablemente no vine aquí a buscar novio. Pero Justin es mi diversión estable en Cannes —sonrió con orgullo. Notaba como Isabella había estado mirando a Justin y trató de ponerla celosa, pero por la cara que tenía Isabella y lo tranquila que aparentaba verse, Caroline pensó que ella no tenía interés en él.
—No sabía que lo conocías desde antes —Isabella desvío la mirada nuevamente hasta Justin.
—Oh, sí. Ya hemos venido a Cannes y lo conozco desde hace algunos años —Caroline siguió la mirada de Isabella, llegando hasta Justin.
—Bueno, señores —Artur Romanov se levantó de su silla y ayudó a Irina a ponerse de pies—. Ha sido una agradable noche, pero ya es tarde y mañana será un día agotador.
—Ve tranquilo, hombre —Jeremy levantó la copa y luego se la llevó a la boca.
—John, he preparado mi casa para que te quedes con nosotros. Sabes que mi casa es tu casa —Artur miró a su hermano con simpatía.
Isabella sintió que se desmayaba. Tendría que soportar a Caroline y a su madre vagando por su casa. Quiso salir corriendo y no volver más.
Toda la familia Romanov, incluidos los Romanov-White, se pusieron de pie y comenzaron a despedirse. Isabella ni siquiera lo hizo, sabía que era mala educación, pero estaba tan cabreada, saber que Caroline se quedaría en su casa le había jodido todo lo lindo que quedaba de noche.
Salió del yate sin despedirse de nadie y fue la primera en subirse a la camioneta.
No le molestaba tener al tío John y a Madison, para nada. El tío John era muy simpático y Madison a penas pronunciaba una palabra; pero tener a Caroline y a su madre, era como multiplicar a Candace por mil. Sería su perdición. Pensó en que tendría que andar perfecta las veinticuatro horas del día, pero después recordó que ella era perfecta por naturaleza, así que no pondría mucho esfuerzo.
Llegaron a la mansión varios minutos después. Había sido un viaje silencioso, Candace se había quedado dormida y sus padres habían estado en completo silencio. Isabella soltó un suspiro al ver el auto de su tío estacionarse frente a la mansión, por lo que entró a la casa y corrió a encerrarse a su habitación.
Justin expulsó el humo del cigarrillo en la cara de Will, antes de tirar la colilla al piso y apagarla con el pie.
—¿Qué? —Justin le preguntó.
—Yo... yo te quería pedir disculpas por lo que sucedió en la tarde —Will murmuró mirando al suelo, no quería mirar a Justin y ver su sonrisa burlona—. Me comporté como un imbécil y...
—Que bueno que te des cuenta —Justin se elevó de hombros—. No vale la pena que nos agarremos a golpes por una mocosa. Somos hermanos, Will.
Will frunció el ceño. Justin tenía labial en el borde de su camisa.
—¿Y esto?
—Caroline —Justin mintió.
Will asintió levemente.
Justin le golpeó la espalda amistosamente antes de largarse;—Hazle saber a mamá que llegaré a casa por la madrugada —musitó saliendo del yate.
—¿Dónde vas?
—Por ahí —se subió a su auto.
Will negó con la cabeza y se adentró al Yate para unirse a su familia.
Justin prendió otro cigarrillo a medida que avanzaba por las calles de Cannes. Estaba tenso y ansioso. Piso el acelerador con fuerza y el auto avanzó por la autopista a gran velocidad, mientras en la radio sonaba Jocelyn Flores de XXXTENTACION.
Isabella salió de la ducha. Eran las dos de la madrugada y no tenía nada de sueño. Había decidido tomar otra ducha porque sentía que sus músculos tensos necesitaban agua caliente. Se quedó mirando frente al espejo del baño y sonrió al ver su abdomen ligeramente marcado. Se puso crema, su típica crema de manzanas y ni siquiera se molestó en ponerse el pijama, una camiseta holgada que siempre vagaba en su closet.
Desde su baño sintió una fuerte carcajada en la habitación siguiente. Rodó los ojos al reconocer la hueca voz de Caroline y en silencio rogó para que ésta se callara.
Cuando dejó toda su ropa en el cesto de la ropa sucia, salió del baño de su habitación. Encendió la luz, y cuando levantó la vista soltó un grito que se escuchó por toda la mansión.
Justin estaba sentado en su cama con un cigarrillo en las manos, mirándola de pies a cabeza, sin ningún disimulo.
Isabella se quedó estática. ¿Por dónde había entrado? Claramente los demás no sabían que él se encontraba allí, de lo contrario Justin no estaría sentado en su cama fumándose un cigarrillo como si nada. Su corazón se agitó y sus piernas se hicieron gelatina. La miraba con los ojos entrecerrados, mientras se fumaba el cigarrillo dentro de su habitación. Tenía una vaga sonrisa que le ponía los nervios de punta y estaba recostado en la cama de tal manera que su camiseta dejaba a la vista su duro abdomen. Isabella no supo qué hacer.
—¿Qué haces aquí? —rugió, caminando hacia él y quitándole el cigarrillo— Dejarás mi habitación oliendo a cigarro.
Justin sonrió aún más, con arrogancia, y antes de que Isabella se alejara a botar el cigarrillo, la tomó por la cintura y la sentó sobre sus piernas con fuerza, robándole un jadeó.
—¿Qué crees que estoy haciendo aquí, mocosa? —susurró a centímetros de su cara, con una sonrisa maliciosa.
El estómago de Isabella dio un vuelco y sus piernas comenzaron a temblar notoriamente, aunque lo hacían desde que lo encontró sentado en su cama.
Justin sonrió aún más al ver que no obtenía respuesta de parte de ella. Besó seductoramente el hombro de la morena, el cual la camiseta dejaba al descubierto, y luego dio un pequeño mordisco.
Isabella cerró los ojos ante el tacto y quiso gemir por lo bien que se sentía.
—Vete, Justin. Si mi padre te encuentra aquí nos matará a ambos —susurró con los ojos cerrados.
Justin acarició descaradamente las piernas de Isabella y finalmente la miró a los ojos.
—¿De verdad quieres que me marche? —subió su mano hasta su entrepierna, sin dejar de mirarla y acariciarla— Cuando te marchaste del yate no te despedidte —Isabella gimió ante su tacto—, y dejamos algo pendiente en el muelle, mocosa.
Isabella se mordió los labios con fuerza. A medida que su estómago se contraía por la excitación y su corazón marchaba con bastante pánico.
Las caricias de Justin le estaban ganando, pero el pánico de que alguien entrara por la puerta de su habitación y los encontrara seguía presente.
—Nos encontrarán, debes irte —se mordió el labio con fuerza para no gemir. Los ojos de Justin la ponían aún más nerviosa.
Isabella jadeó y se agarró de sus hombros con fuerza, lo empujó y logró levantarse de él. La mano de Justin dejo de tocar su entrepierna a medida que caía sobre la cama. Isabella aprovechó, se levantó rápidamente y caminó hasta la puerta para cerrarla con seguro.
—¿Cómo has entrado? —se giró para mirarlo.
—Si te digo se acaba el misterio.
—Supongo que por el balcón —se cruzó de brazos con falsa molestia.
No podría estar enojada cuando en realidad los nervios y la ansiedad se la comían viva.
Justin rodó los ojos, ya lo habían descubierto;— No me iré de aquí.
—¡Voy a gritar, Justin! ¡Son las dos de la madrugada! —exigió.
—¿Me ves preocupado por eso? Grita si quieres, nadie me moverá de aquí —se elevó de hombros y luego se levantó de la cama.
Isabella si ya estaba nerviosa, al ver a Justin levantarse de la cama y comenzar a caminar hacia ella sin dejar de mirarla, sintió que se derretía allí mismo.
—¿Qué...
Los labios de Justin la silenciaron finalmente, fue corto y preciso. En menos de cinco segundos Justin la había besado y silenciado con tan solo sus labios. La tomó por la cintura y la apegó a su cuerpo a medida que la aprisionaba contra la puerta. Isabella soltó un gemido contra sus labios y finalmente dejó caer su barrera para agarrarlo por el cuello y atraerlo más hacia ella, como si aquello fuera posible.
Los labios de Justin la atacaban con brevedad, con bastante desesperación a medida que ambas respiraciones se elevaban más de los normal. Isabella tiró de su camiseta y se atrevió a morderle el labio para hacerlo jadear. Justin gruñó e inhaló con fuerza el aroma que desprendía del cuello de Isabella antes de atacar allí.
—Basta —Isabella jadeó, cerrando sus ojos mientras Justin volvía a devorarle el cuello.
Bella apagó la luz de la habitación e inconscientemente ambos comenzaron a retroceder lentamente hasta la cama, hasta que cayeron sobre ella con Justin sobre Isabella.
—Te odio, Justin —Isabella murmuró, a medida que los besos de Justin bajaban por el escote de su camiseta.
—Es mutuo —Justin susurró contra la piel de sus senos, volviéndose loco con el olor y a suavidad de esta—, créeme.
Isabella tiró de su cabello solo para ahogar sus gemidos. Abrió sus piernas y Justin no tardó en acomodarse entre ellas, enterrando su ya creciente bulto en la entrepierna de la chica.
La camiseta de Isabella como la de él no tardaron en caer al suelo. Justin se deleitó con la poca luz que llegaba desde el jardín y le dejaba una buena vista de los senos de Isabella, como si se trataran de una bandeja con comida ante alguien con bastante apetito. Se mordió los labios y con su mano libre comenzó a acariciarle los pezones, mientras miraba como se retorcía bajo su cuerpo.
Los ojos de Justin quemaban cada centímetro de la piel de Isabella, al menos eso sentía ella, por esa razón su estómago estaba hecho un mar de emociones y creía que llegaría a su fin incluso antes de empezar. Sintió como el aire abandonaba su cuerpo cuando Justin le corrió una esquina de sus bragas, un recuerdo de la noche que pasaron en Inglaterra recorrió su mente y quiso huir; pero no lo hizo, exactamente porque no podía y porque las cosas no eran así de simples, además ella misma había decidido olvidar lo horrible que pasó y en estos momentos Justin se estaba comportando bien, hasta el momento.
Justin quizo gruñir de satisfacción cuando su lengua tocó la tibia y suave piel del estómago de Isabella. La luz de la luna le daba un reflejo directo a su piel bronceada por lo que lucía más perfecta de lo que era, y el olor que desprendía de ésta lo hacía aún mejor. Quiso no pensar en lo imbécil que sonaba, pero tampoco podía negar que Isabella lo volvía loco, toda ella lo volvía loco en todos los sentidos. En la forma en que hablaba, en la forma traviesa en que lo miraba y además lo mal enseñada y terca que era. Lamió toda su piel, desde sus senos hasta su pelvis, haciéndola retorcerse cada dos segundos, dejándola sin respiración, como acostumbraba a hacerlo con todas. Quería tomar todo de ella, con furia, quería hacerla retorcerse bajo su cuerpo y hacerla gemir solo para quitarse esa rabia que tenía contra ella y sus perfectos ojos verdes.
Besó su clitoris sin ni siquiera avisar y las manos de Isabella no tardaron en llegar a su cabello, de la misma forma en que sus gemidos no tardaron en llenar la habitación. Se concentró en ella solo para matar la necesidad que sentía por decirle que era deliciosa y una pequeña mocosa insoportable.
El sexo oral no era algo que Isabella no haya practicado antes, por lo que sin mucha vergüenza le pidió a Justin más y más, mientras gruñía y jadeaba con fuerza.
Justin se alejó y finalmente volvió hasta su boca. Sonrió, mirándola, sin besarla, solo provocándola.
—¿Qué es lo que quieres? —preguntó, con cierta picardía, mientras se desabrochaba los pantalones.
—No me hagas esto —Isabella cerró los ojos y tiró de él para rozar sus labios.
La tibia respiración de Justin la estremecía.
—¿Qué es lo que quieres, mocosa? Dímelo —él exigió, apretando su cintura con más fuerza de la necesaria.
—No me hagas daño, por favor —Isabella abrió sus ojos, viéndose tan pequeña y asustada, que Justin la soltó con rapidez y reemplazó su agarre bruto y seductor por una caricia, solo una, para volver a causarle confianza.
—No lo haré —aseguró, abriendo sus piernas y posicionándose entre ellas—. Solo dime lo que quieres que te haga, maldita sea —comenzaba a perder la paciencia.
Isabella rasguñó su espalda y lo miró desafiante, volviendo a recuperar toda la confianza que sentía en ella misma. Analizó la situación: la habitación a oscuras, ambos desnudos sobre la cama, su familia al otro lado de la puerta y lo mal que se llevaba con Justin. Todo era tan arriesgado, como le gustaba a ella.
El pánico la excitaba aún más y los peligrosos ojos de Justin también.
—Te quiero a ti —susurró—, por favor.
Justin sonrió al escuchar aquellas palabras que lo ponían tanto y no perdió ningún segundo más, abrió las piernas de Isabella con una mano y entró en ella sin avisar, haciéndola soltar un gemido mezclado de dolor y placer.
Recordó cómo había sido la primera y única vez que estuvieron juntos en una cama, y aunque jamás había hecho algo por no incomodar a alguien, esta vez se estaba conteniendo de ser un bestia solo para no hacerla sentir mal y además, porque sabía que no podría dormir después de tratarla como una basura, al fin y al cabo ni ella ni nadie merecían ser tratados de esa forma.
Isabella jadeó con fuerza cuando Justin comenzó a salir y a entrar de ella con agilidad, cada vez más rápido, y el dolor que había sentido en un comienzo, comenzó a ser reemplazado por un placer bastante potente. Era la segunda vez que lo hacía y era la primera vez que lo disfrutaba. Buscó los labios de Justin mientras esté subía sus manos hasta los senos de ella. No tardaron en besarse y en gemir sobre los labios del otro. Las caderas de Justin iban más rápido y chocaban contra las de Isabella en una rítmico vaivén.
Isabella se mordía los labios y tiraba de su pelo a medida que su estómago recibía las oleadas de placer con cada entrada de Justin en su cuerpo. Comenzaba a sentirse extasiada y su pecho ya subía con bastante fuerza, al igual que el de Justin.
—Mierda, joder, joder —se quejó en el oído de él.
Justin sonrió nuevamente y no tardó en acelerar sus movimientos. Agarró las caderas de Isabella y a medida que ella le acariciaba los pectorales y el miraba embobado el movimiento de sus senos, ambos llegaron al orgasmo juntos en aquella habitación.
En ese momento, Isabella supo porque el sexo era tan adictivo para el resto de la gente. Era una sensación que no se podía explicar con palabras, solo con acciones.
————
Se que no es el mejor capítulo, pero bueno. En el anterior no llegamos a 300, ¿podremos en este?
Déjenme un comentario. Nos vemos ;)
Fairytale
Justbiebssg.
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