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C:19


Isabella soltó un suspiro a medida que el auto se acercaba a la casa. Su madre le dio una leve mirada y también suspiró.

—Tu padre esta durmiendo; pero sabes que mañana tendrán una larga conversación —apagó el motor del auto cuando estuvieron fuera de la casa—. En la tarde iremos al club de yates. Artur debe hablar con Justin por todo lo ocurrido. Lo único que me importa es que estas a salvo; supongo que le debo un gran agradecimiento Justin por haber cuidado de ti.

Isabella rodó los ojos y quiso gritarle a su madre que Justin era un imbécil que lo único que sabía hacer era tratarla mal; pero claramente prefirió mantener el silencio.

Entró a su casa y quiso gritar de gusto. No lo hizo solo porque no quería formar un escándalo ya que todos estaban durmiendo.


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El día estaba soleado. Las empleadas iban de un lado a otro limpiando la mansión porque exactamente ese día llegaba el hermano de don Artur con su familia. Según Irina la mansión debía estar impecable ya que siempre había que mantener una buena impresión.

—No puedo creer que vaya a llegar el tío John, no creo poder soportar a mi maldita prima y a Candace justo cuando vengo llegando de Inglaterra —Isabella entró en la cocina, haciendose la desentendida.

Irina, Candace y Artur se giraron para mirarla.

—Ups, Candace. No sabía que estabas aquí —mintió, llevándose las manos a la boca. Sabía perfectamente que todos se encontraban en la cocina.

—Isabella —Artur soltó un gran suspiro al verla finalmente.

—Hola, papá. ¿Me extrañaste? —rodó los ojos y se sentó a un lado de Candace.

—Recién llegando y ya vienes con mañas —Candace soltó un búfido—. Mejor te hubieses quedado en Inglaterra; o aún mejor, ojalá no hayas vuelto nunca.

Isabella apretó sus puños y la quedó mirando con furia.

—Im...

—¡Ya basta! —Irina las hizo callar a ambas— Quiero tener un desayuno agradable.

Artur permaneció en silencio, mirando la sonrisa burlona que Isabella traía en la cara a pesar de todo. Sabía que su hija menor algo se traía entre manos.

—Mi madre me comentó que iremos a cenar al club de yates. ¿Los Bieber estarán allí? —Isabella preguntó a medida que tomaba una galleta de chocolate.

—Así es. Necesito resolver algunos asuntos. ¿Les parece bien que estén ellos?

Isabella frunció el ceño. ¿Desde cuando Artur se comportaba tan amable al desayuno? ¿Cuándo fue la última vez que su padre fue amable?

—A Isabella le parece genial pasar la tarde con ellos —Candace sonrió—. Sobre todo con Jus...

El pie de Isabella golpeó con fuerza la rodilla de Candace por debajo de la mesa. Sus ojos se abrieron con pánico y miró a sus padres. Irina la miraba curiosa y Artur al parecer no había prestado atención.

—La que esta de novia con Jordan es Candace.

—Sí y me parece genial. Es un buen chico —Artur pareció salir de sus pensamientos y miró a Candace con una sonrisa—. Estoy orgulloso de ti, Candace. Siempre vas por el buen camino.

Isabella tosió con fuerza. ¿Jordan buen chico y Candace por el buen camino? ¡Tenía ganas de vomitar y reír a la vez!

—Iré a mi despacho a terminar unos papeles —Artur se levantó de la mesa—. Cuando termines de desayunar te espero allí, Isabella —a penas la miró y besó la mejilla de Irina antes de marcharse.

Isabella ni siquiera lo miró. Solo siguió comiendo y tratando de desviar la mirada de su madre, quien no le había quitado la vista de encima desde la insinuación de Candace.

—Bueno, yo igual me marcho. Iré de compras, llegaré antes de la cena —Candace se levantó y posteriormente salió de la cocina; dejando a Isabella y Irina solas.

Irina tosió brevemente y sin dejar de mirar a Isabella, elevó una ceja.

—¿Qué? —preguntó ya cansada de los ojos verdes de su madre sobre ella.

—¿Qué es lo que iba a decir Candace y tu no la dejaste terminar?

Isabella soltó un gran suspiró y esquivó la mirada de su madre. ¿Enserio iban a tener aquella conversación sobre Justin cuando a penas se había besado con él y él era un imbécil con ella?

—Nada.

—No me gusta que me ocultes cosas, Isabella. Soy tu madre y puedes confiar en mi —trató de tomar su mano por sobre la mesa, pero Isabella no se lo permitió.

Isabella abrió la boca con indignación y se levantó rápidamente de la mesa.

—¿En serio me vas a decir que puedo confiar en ti cuando tu apenas confías en mi? —la miró atónita— Eres una descarada, mamá. Tú y Artur son las personas que más me ocultan cosas. ¿Crees que no me causa curiosidad el por qué me mandaron a Inglaterra y me trajeron de vuelta justo cuando un tipo me secuestra y no exactamente para hacerme daño?

—¡Isabella! —Irina se levantó inmediatamente al escuchar las palabras de su hija.

—¿Isabella qué? —elevó la voz— De Artur que dice llamarme hija me puedo esperar cualquier cosa; pero de ti jamás esperé si quiera que me mintieras.

—¡No sabes lo que estas hablando! Todo tiene una explicación y...

—¿Sabes qué, mamá? —la interrumpió— Ya no te creo nada —murmuró antes de salir de la cocina.

Irina abrió la boca con sorpresa ante el arrebato de Isabella. Isabella jamás le había faltado el respeto, siempre la había respetado de la forma en que nunca lo hizo con Artur.

Por otro lado, aunque Isabella salió de la cocina sintiéndose mal por haberle hablado de aquella forma a su madre, no se arrepintió de nada. Tenía rabia y muchas dudas, y lamentablemente le había tocado a su madre lidiar con su carácter.

—¿De qué quieres hablar? —entró al despacho de Artur sin pedir permiso y se sentó frente a él mirándolo con indiferencia.

Artur levantó la cabeza y al encontrarse con la actitud rebelde de Isabella soltó un gran suspiro. Aquel día no andaba con ganas de castigar a nadie e Isabella siempre colmaba con su paciencia.

Dejó el lápiz sobre el escritorio y posteriormente puso sus codos sobre el escritorio para dejar reposar su mentón en sus manos.
—¿Será que nunca vas a aprender a respetar?

—¿De qué quieres hablar? —insistió ignorando su pregunta.

—¡Maldición, Isabella! —Golpeó la mesa con fuerza en tan solo un segundo. Haciendo que la morena se sobresaltara.

—¡No voy a hablar contigo si me tratas de esta forma!

Artur se levantó con brusquedad y se inclinó sobre el escritorio para tomar el mentón de Isabella con fuerza;—A mi no me pones condiciones, muchacha. Aquí el que da órdenes y pone condiciones soy yo —la soltó con fuerza y se alejó, girándose para no mirarla. Se tomó la cabeza. No quería mirar a Isabella o terminaría con más dolor de cabeza.

Tras segundos de silencio, en donde Artur logró calmarse e Isabella solo permaneció asustada y en silencio. Él rompió el hielo, volviendo a sentarse en el sofá; —Solo quiero saber como te fue en Inglaterra y que me expliques lo que sucedió el día que te escapaste.

—¿Es que acaso Justin no te lo dijo? —por más asustada que estuviera, su boca siempre lograba provocar más y más la paciencia de su padre.

—Sí me lo dijo, pero quiero oírlo de tu boca. ¿Quién te secuestró? ¿Cómo era? ¿Qué te hizo?

Isabella elevó una ceja y
Artur solo negó con la cabeza.

—Un señor de la edad de usted —lo miró de pieza a cabeza y sonrió — quizás más joven y claramente guapo —solo quería molestar el ego de su padre—. No vi su cara, pero sí sus ojos, eran igual a los de usted, verdes. Y no me hizo nada. Sabía mi nombre. Estoy muy segura de que me conocía; pero yo no a él.

—Obviamente iba a saber tú nombre. Esos imbéciles averiguan todo antes de secuestrar.

—¿Quién era? —Isabella soltó un suspiro.

—¿Qué? —Artur frunció ambas cejas.

—¡Usted claramente sabe quien era! —gritó ya harta de aquel secreto— Usted sabe quién era, por algo me trajo de vuelta y está tan interesado en saber. Hay algo que me está ocultando y quiero saber que es porque sé que tiene que ver con mi persona —rugió.

La mirada fría de Artur cayó sobre Isabella. Se quedó mirándola con el semblante serio que usualmente traía y sin mostrar ninguna otra emoción. No le respondío verbalmente, pero sí con una cachetada que dejó el despacho en completo silencio y que hizo eco por toda la mansión.

Isabella cerró ambos ojos y se tomó la mejilla con fuerzas. A penas la sentía. Había estado esperando aquella cachetada hace bastante, incluso no sabía por qué Artur tardó en golpearla por todos aquellos insultos.

—¿Qué estas insinuando, pequeña sin respeto? ¿Crees que la vida es un juego? —caminó hasta ella para volver a tomarla del mentón y obligarla a mirarlo.

Ambos ojos verdes se miraron con rabia. Los ojos de Isabella eran igual de retadores que los de Artur.

—Usted no me quiere —Isabella susurró—. Usted mismo me dijo que se avergonzaba de  mi y que debió haberme dejado tirada cuando nací ¿lo recuerda? —sonrió con brevedad, sin dejar de mirarlo, mientras una lagrima se deslizaba por su mejilla.

—No me sigas provocando, Isabella.

—¿Es que acaso no soy su hija? ¿Por qué me odia tanto?

Artur la tomó del cuello con fuerza, acercándola peligrosamente a él;— No sabes las estupideces qué estas diciendo —rugió— ¿Desde hace cuanto que vienes sacando conclusiones tan estúpidas?

El aire se atascó en la garganta de Isabella cuando la mano de Artur apretó su cuello.

—¡Suélteme!

—Si te dije eso es porque te lo he dado todo desde que eras un bebé. Y me arrepiento de haberlo hecho porque en vez de criar a una hija decente, crié  ¡una maldita loca sin respeto!. Lamentablemente eres mi hija y créeme, me gustaría que no lo fueras —la soltó con brusquedad.

Isabella cayó al suelo e inconscientemente se llevó las manos a su cuello para disminuir el dolor. Sollozó casi en silencio y miró a Artur quien seguía de pie a su lado.

—El que te secuestro es un idiota que se quiere robar mi dinero y mi poder en Inglaterra. Quizás se quería hacer el simpático para sacarte información. Justin fue a Inglaterra exactamente para eso, para traer la mayor parte del dinero que tenía escondido y para ocultar lo demás. Ahora déjame solo y jamás vuelvas a insinuar alguna otra estupidez como la que acabas de decir. ¡Fuera de mi despacho! —se giró.

Isabella se levantó del suelo y salió rápidamente del despachó de Artur, chocando con su madre a la salida. Ni siquiera la miró y subió corriendo las escaleras de la mansión. Se encerró a su habitación y permaneció allí el resto de la mañana, ni siquiera bajó a almorzar.

Se sentía decepcionada. Sabía que sus conversaciones con Artur siempre terminaban en lo mismo; pero por alguna razón esperaba que aquello fuera diferente. También se cuestionó demasiado el hecho de haber creído que Artur no era su padre. Recién ahora notaba lo estúpido que había sido tan solo pensarlo. Ella era el vivo retrato de su madre, pero no podía negar que también se parecía a su padre, incluso hasta en la manera en que tenían arrebatos.

La tarde pasó lenta mientras estuvo encerrada en la habitación. No quería ver a su madre. Sabía que merecía una disculpa pero estaba avergonzada por haberla tratado mal. Tampoco quería ver a Martha y recibir su mirada de lástima; y mucho menos a Candace y ser su objeto de burla.

Cuando dieron las seis de la tarde, entró al baño y al mirarse al espejo soltó un gran suspiro. Su mejilla tenía la mano de su padre marcada y su cuello estaba ligeramente rojo a un costado. A su mente se vino Justin por alguna razón y se dijo a si misma que no quería que él la viera así. Isabella sabía de antemano que Justin no tenía interés en nada más que no fuera él mismo; pero esa noche, a pesar de todo lo sucedido con el mismo Justin y su padre; quería verse bien, quería verse perfecta e indiferente para demostrarle a ambos que nada le afectaba; cuando en realidad por dentro se sentía bastante rota.

También quería lucir perfecta porque esa noche llegaba la familia Romanov-White, que se componía de su tío John, su esposa Marie y sus hijas Caroline y Madison. Madison no hablaba demasiado con ella, si mal no recordaba era un año menor, y Caroline tenía su edad y era una perra, una perra al igual que Candace, según Isabella.

Tomó un baño de media hora. Ocultó el color rojo de su mejilla con maquillaje y la marca de su cuello con tan solo su cabello. Se puso un vestido rojo bastante provocativo y elegante acompañado de unas vans negras. Se maquilló con una sombra negra para ocultar sus hinchados parpados y puso un brillo labial en su boca. Se debatió cinco minutos en qué chaqueta usar, pero finalmente se dio cuenta que no la necesitaría.

Salió de su habitación luego de haber estado todo el día encerrada y volvió a toparse con su madre. Esta la miró de pies a cabeza y no pudo evitar sonreír.

—Te venía a buscar porque ya nos vamos —avisó.

Isabella asintió levemente y la miró; —escucha, mamá. Yo...

—No te preocupes, sé por qué me dijiste todo aquello en la cocina y tu padre me ha comentado lo que sucedió en su despacho.

—Supongo que también te dijo que me golpeó, como siempre —soltó un suspiro.

Irina negó con la cabeza.

—Lo siento tanto, Isabella. Sabes que si yo puediera...

—Yo también lo siento, mamá. No debí hablarte de esa forma. Y entiendo todo; pero jamás entenderé como puedes querer a una persona como mi padre. Narcotraficante, cruel y bueno para maltratar. Me sorprende saber que jamás te ha puesto una mano encima.

Irina se quedó en silencio, sin saber que responder. Justo en ese momento apareció Candace en el pasillo luciendo un vestido blanco que traslucía su ropa interior negra. Isabella la miró con asco.

—Mi padre nos espera fuera de la casa —avisó.

—Vamos, luego seguimos hablando ya que tengo que entregarte tu teléfono y debemos llegar al club de yates antes de que lleguen tus tíos y primas —sonrió.

—Genial —Isabella susurró con Ironia.






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Hola, tenía planeado subir dos capitulos pero se me hizo imposible ya que tengo mucho que estudiar y mi teléfono no funciona y es por ahí donde escribo mucho más cómoda.

Subire el siguiente capitulo entre el lunes y el miercoles. Voten y nos leemos pronto:)

Fairytale

justbiebssg

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