C:16
Justin dejó a Isabella sobre la cama de la habitación que había estado usando él mientras estaba allí en Inglaterra. Soltó un gran suspiro cuando ardió la herida de su brazo, una bala lo había rozado.
—Estaremos pendientes de los movimientos dentro de la cuadra. Yo creo que deberías hablar con el señor Romanov lo antes posible. Creo que es peligroso seguir teniendo a la muñeca aquí en Inglaterra —murmuró Peter, el guardaespaldas que había contratado Artur para cuidar de Isabella en aquel pais.
Justin soltó un gran suspiró al escuchar aquello, pero solo se limitó a asentir. No quería hablar con Artur, apenas lo conocía y no sabía como él iba a reaccionar si se enteraba de que su pequeño tesoro había sido secuestrado. Justin sabía que no era su culpa, pero aún así no se esperaba una buena reacción del amigo de su padre.
—¡Maldición! —resopló quitándose la camiseta con rabia, cosa que solo empeoró el dolor que sentía en su brazo izquierdo.
Por el rabillo del ojo vio como Isabella se removió en la cama. En seguida la miró, ya era hora de que comenzara a despertar, llevaba mucho tiempo desmayada.
—¿Qué qué diablos...
—Isabella —caminó rápidamente hacia ella.
—¡Justin! —Isabella saltó de la cama en cuanto reaccionó y lo abrazó con fuerza.
Justin cerró los ojos para aguantar el dolor que sentía en todo el cuerpo y le devolvió como pudo el abrazo.
—¡Dios mío! ¡Estamos vivos! —Isabella sollozó en silencio— Yo pensé que ellos me iban a matar y cuando llegaste y...
—¡Shh! —la hizo callar— Después hablaremos de todo esto. Ahora dime si estás bien y qué necesitas para...
Se quedó en silencio al notar que estaba siendo más amable de lo que debería, en realidad debería estar regañándola por ser tan porfiada e ingenua.
Estaba dispuesto a seguir hablando pero los sollozos de la morena lo interrumpieron.
Se quedó tieso en su lugar; jamás había consolado a una persona,
menos a una mujer que no fuera su propia madre y realmente no sabía qué hacer. Su personalidad era fría y temperamental, por lo que estas situaciones no iban con él.
—Deberías tomar un baño caliente. Te vendrá bien y podrás relajarte; eso si... no te podrás escapar de las palabrotas que tengo para ti. ¡Tu padre me va a matar!
—Justin tengo vidrios en mi cuello —se quejó casi en silencio.
Justin pareció reaccionar en seguida y la tomó de las mejillas para examinar su cuello. Efectivamente tenía algunos vidrios incrustados, por esa razón estaba sangrando.
—Cuando estes en el baño saldrán, no están incrustados por completo, solo están por sobre la piel.
Isabella asintió y sonrió brevemente, dejando de llorar por unos segundos. Se alejó de Justin para poder mirarlo a la cara y susurró; —Haré lo que dices.
—Bendito sea Dios por este milagro. ¿Tú? ¿Una mocosa mal educada obedeciendo por una vez en su vida?
Y ahí estaba de nuevo. Él.
Isabella rodó los ojos y se alejó para irse a su habitación.
—Justin —se giró antes de cruzar la puerta.
—¿Qué?
—Gracias, de verdad.
Justin se limitó a asentir, sin mirarla. Isabella soltó un suspiro y finalmente se fue.
Aquello había sido tan breve, pero para nada intenso, como todo lo que pasaba entre ambos.
El teléfono de Justin comenzó a sonar en seguida, este trago con fuerza cundo vio el nombre de Artur en la pantalla.
—Señor Romanov.
Isabella, quien aún no se iba del todo, detuvo su paso y se afirmó de la pared cuando escuchó la voz de su padre en el voz alta.
—¡¿Por qué mierda no me avisaron sobre lo que acaba de suceder?!
—El cuidado de su hija es responsabilidad de Peter —Justin musitó con enojo, controlándose para no mandarlo al carajo—. Agradezca el favor que le estoy haciendo por ser amigo de mi padre. Nadie en su sano juicio haría lo que usted me pidió y menos solo. ¿Sabe cuántos hombres armados he tenido que saber controlar yo solo?
La línea permaneció en silencio por unos segundos. Finalmente Artur soltó la respiración, haciendo que tanto Justin como Isabella se estremecieran.
—Lo sé, Justin. Discúlpame. Estoy nervioso. ¿Cómo va lo que te pedí?
Justin frunció el ceño.
—Pensé que me iba a preguntar por su hija. ¿Eso es lo que importa ahora o no?
Isabella rodó los ojos. Justin realmente no sabía nada.
—Isabella ya está en casa y eso está bien. Yo arreglaré este asunto con ella cuando vuelva a casa, cosa que adelantaré ya que no la quiero ni un día más en Inglaterra.
Justin elevó una ceja, mirando el teléfono con curiosidad.
Isabella, se guardó un grito de felicidad y trató de acercar su oreja aún más a la puerta para escuchar.
—Eran rusos.
—Lo supuse. Si mi instinto no falla, solo quieren dinero y...
—No le hicieron ningún tipo de daño a Isabella. Él idiota que la tenía de verdad parecía fuerte. Se atrevió a decir que tenía más poder que usted y que mi padre y...
—¡Maldición! —Justin se sobresaltó al escuchar aquel grito en la línea— Pensé que ese imbécil estaba en Francia —se escuchó un golpe.
—¿Quién es?
—Un ruso. Le robé mucho hace algunos años.
—¿Y qué hacemos?
—Tráete el dinero que reuniste estos días y todo el que puedas reunir mañana. Te regresas a Cannes con Isabella en un día más.
Justin cerró los ojos. Quería mandar al carajo a Artur. Si fuera por el regresaba ese mismo día.
—Sé lo que debes estar pensando. Pero no volveremos a Inglaterra y por esa razón necesito que ahora te traigas todo lo que puedas. Es ahora o nunca. Les mandaré un jet privado. No quiero exposiciones.
—Como usted diga —murmuró entre dientes, apretando los puños con fuerza.
—Ah y otra cosa. Vigila a Isabella, es más loca y burra que dos internas de manicomio juntas —colgó.
Justin ladeó la cabeza. En eso estaba de acuerdo con Artur.
Isabella rodó los ojos por milésima vez y siguió con su camino a la habitación.
Justin cerró los ojos y soltó un gruñido mientras se sacaba la camiseta. Esta se había pegado a la sangre que salía de su brazo y ardía aún más de lo normal.
Isabella, quien ya estaba un poco tranquila, pero aun seguía más callada de lo normal, elevó una ceja al escuchar pequeños quejidos desde la habitación de Justin. Entró en ella con el ceño fruncido y se tapó la boca con ambas manos cuando vio como Justin trataba de limpiar su herida.
—¡Dios mío!
Justin levanto la cabeza y no pudo evitar rodar los ojos con pesadez cuando la vio, aunque luego de eso sus ojos se desviaron por todo el cuerpo de la morena. Aquel vestido blanco traslucía su ropa interior.
—Es segunda vez que pienso en ayudarte y tú solo ruedas los ojos. Eres un mal agradecido —Isabella se acercó a él mirándolo fijamente.
—No necesito que te preocupes por mi —Justin musitó. Aún así, le entregó el algodón y unas vendas que habían en aquel baño—. ¿Por qué tienen tantas de estas cosas? ¿Tú mamá es enfermera o algo?
Isabella rio brevemente. Justin había acertado.
—Sí, es enfermera pero no ejerce ya que mi padre no la deja. Aún así creo que tiene estas cosas por precaución; digamos que sabe el estilo de vida que lleva mi padre desde que es un niño —suspiró.
Justin asintió, quedándose en silencio.
Isabella hizo una mueca cuando logró sacar toda la sangre y vio la profundidad de la herida. No entendía como Justin no se había desangrado.
—Justin, yo... —las palabras no salían. Se sentía bastante avergonzada y el hecho de tener a Justin a menos de dos centímetros no ayudaba demasiado. Su olor la tenía en otra dimensión.
Justin elevó una ceja.
—¿Qué pasa?
—Yo lo siento, mucho. Todo esto es mi culpa. Yo solo quería salir a... a... —la fija mirada de Justin la ponía aún más nerviosa. Y Justin no pensaba hablar ya que realmente quería escuchar la justificación de Isabella—. Quería sentirme libre por un momento. Si estuvieras en mi lugar me entenderías, lo difícil que es estar en una ciudad, lejos de casa y sin teléfono y encerrada. Estoy acostumbrada a desobedecer a mi padre.
—Y por esa razón estás aquí, porque eres demasiado inquieta —Justin reprochó—. ¡Ay! —se quejó, Isabella había hecho presión en la herida apropósito.
—Mi padre no me quiere, ese es el problema —confesó.
Justin empezó a reír.
—Tener una hija como tú debe ser un gran dolor de cabeza. Por lo que no creo que no te quiera, creo que tú acabas con su paciencia.
—No sabes nada —Isabella lo quedó mirando.
—Y prefiero no saberlo —Justin le guiñó y le quitó el algodón de las manos para botarlo.
Isabella salió del baño de la habitación y caminó hacia la ventana, dejando a Justin atrás. Le gustaba mucho la vista que tenía la habitación que estaba usando Justin. Se podía apreciar mucho más de la ciudad.
Su estómago se estremeció por completo cuando unos fuertes brazos rodearon su cintura y su cuerpo se pegó por completo al pecho de Justin. El corazón de Isabella salió disparado y sintió que sus piernas se hacían gelatina cuando la respiración de Justin chocó contra su cuello; —Estoy un poco estresado, ¿me puedes ayudar con eso?
El calor del cuerpo de Isabella se centró solamente en una parte de su cuerpo. Los labios de Justin recorrieron la piel de su cuello y ella solo atinó a cerrar sus ojos.
Los suaves labios de justin succionaban con suavidad su piel, como si se tratara de algo demasiado delicado, y eso la estaba volviendo loca. La tela de su vestido iba subiendo de apoco hasta que llegó a su estómago y los dedos de Justin no tardaron en colarse por sus bragas.
—Dios —Isabella jadeó cuando sintió las caricias de Justin allí abajo.
—¿Te gusta, mocosa?
La excitación de Isabella se elevó por completo cuando lo escuchó llamarla mocosa. Por alguna razón había sonado demasiado caliente su sobrenombre desde la boca de Justin.
—Sí —gimió arqueando la espalda.
Justin sonrió levemente e introdujo sin preguntar dos dedos en Isabella. Se sorprendió al encontrarla tan apretada. Pensó en que quizás ella no tenía sexo desde hace mucho tiempo.
—Mierda —se quejó.
Justin sacó los dedos del interior de Isabella, pensando en que le faltaba estimulación y terminó de sacarle el vestido, dejándola en tan sólo ropa interior. Se sentó en la cama después de desabrochar sus pantalones y observó la fina figura de Isabella mirándolo desde la ventana. Se guardó un gruñido de placer y tiro de ella con una mano, haciéndola caer sobre él.
—Déjame tenerte, por favor —susurró.
El corazón de Isabella salió nuevamente disparado. Sus ojos se abrieron lo más grande que pudieron y sus piernas comenzaron a temblar ligeramente.
Jamás pensó que Justin le pediría sexo de esa forma.
—Vamos, Isabella. ¿Por qué te haces la difícil conmigo? Mira como me tienes —tomó la mano de Isabella y la puso sobre el bulto en sus pantalones.
Isabella se estremeció y soltó un gran suspiro. En realidad ella igual quería hacerlo, pero tenía miedo, por primera vez no sabía que hacer en aquella situación.
Lo besó mientras Justin esperaba una respuesta, pero aquel beso era la respuesta. Justin sonrió con malicia y no perdió ningún segundo más. La desnudó en menos de un minuto y la dejó sobre la cama con rapidez. Estaba apurado. Llevaba casi dos semanas sin sexo.
Se lamió los labios cuando vio el sexo de Isabella ante sus ojos, era bonito. Isabella se sonrojó brevemente y tiró de él para besarlo. Estaba un poco nerviosa pero no lo quería demostrar, estaba demasiado excitada como para pensar en eso también. Se lamió los labios cuando vio el miembro erecto de Justin y lo masturbó con su mano. Justin cerró los ojos y le abrió las piernas con brusquedad.
—Justin, de verdad por favor ten cui...
—Sh... —le puso un dedo sobre los labios—. No hables.
Isabella soltó un suspiro y asintió. Sabía que perdería tiempo recordándole a Justin que era su primera vez ya que él no le creía.
Justin abrió las piernas de Isabella y con una sonrisa maliciosa se introdujo rápidamente en su cuerpo. Isabella gritó fuertemente por el dolor y trató de empujarlo. Justin abrió los ojos como platos y se le quedó mirando bobamente. Ella no mentía cuando le decía que en verdad era Virgen.
—Isabella, maldición —salió de ella y se quedó mirando el dolor plasmado en la cara de la morena.
Una lágrima cayó por su mejilla y se la secó rápidamente.
—Te lo dije —ella susurró.
—Lo siento —se disculpó.
Isabella apretó las piernas para tratar de disminuir el ardor pero aquello no cesaba. Jamás pensó que sentir un miembro sería tan incomodo. Justin cerró los ojos y trató de no sentirse miserable por no creerle desde un principio. Es que hasta para él había sido incomodo ya que sentía lo estrecha que era. Trató de eliminar los sentimientos de culpa y volvió a mirarla.
Isabella soltó un suspiro y tiro de la mano de Justin. Sabía que luego se iba a arrepentir, pero ya estaba ahí, no iba a retroceder. Era demasiado terca.
Justin elevó una ceja y sonrió brevemente. Ella lo sorprendía de varias maneras y no le diría que no, cuando él moría por ganas de hacerlo.
Le abrió las piernas nuevamenre y la invadió. Isabella trató de no quejarse. Incluso le mordió el hombro para no gritar. Aún así a Justin no le importó, estaba encantado con aquella sensación estrecha y su mente andaba en otro lugar mientras la penetraba.
Otra lágrima recorrió la mejilla de Isabella, pero no se tomó la molestia en secarla. A pesar de la brusquedad en los movimientos de Justin, pasó a acostumbrarse al dolor y a disfrutar aunque fuera un poco. Pero no de la forma como ella lo quería, jamás pensó que su primera vez sería de esa manera tan cruda.
Justin inhaló con fuerza el olor de la chica y la soltó cuando se sintió acabar. Salió con rapidez de su cuerpo y se dejó caer a un lado de la cama.
Isabella quedó mirando al techo fijamente. Sin asimilar nada de lo que estaba pasando. Sin saber que hacer o que decir y con mucha vergüenza. Miró a Justin, pero este se encontraba con los ojos cerrados. ¿Qué mierda había sido aquello? Se preguntó.
—Isabella, quiero dormir. Mañana tengo muchas cosas que hacer antes de marcharnos y quiero dormir.
Si Isabella se encontraba humillada hace algunos minutos, después de escuchar aquellas palabras sintió que no le quedaba dignidad. ¿En dónde estaba la Isabella que a nada le temía y se atrevía a todo? Simplemente había desaparecido desde que Justin llegaba y se llevaba todas sus sensaciones y sentimientos.
Se levantó como pudo, sentía un dolor punzante allí abajo. Tomó su ropa sin decir nada y sin mirarlo. Aunque sintió la mirada de Justin sobre su cuerpo durante un instante. Evitó mirarlo en todo momento para que no quedaran en evidencia sus ojos rojos, y en cuanto salió de la habitación y llegó a la suya. Se metió bajo la ducha y comenzó a llorar y a arrepentirse de todo lo ocurrido en las ultimas veinticuatro horas.
————
:(
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro