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C:09

Justin Bieber

Ignoré la mueca que tenía Will, se había enterado que había inhalado cocaina la noche anterior.
Siempre se metía en mis asuntos y yo simplemente lo ignoraba. Pero me estaba cansando. Yo no era un drogadicto ni nada por el estilo, solo había probado la cocaina hace algunos meses y ayer fue la segunda vez que lo hice, pero fue solamente por dejarme llevar por Román y sus amigos. Aún así yo no tenía problema con eso, sé que es una droga dura, ¿pero ya que? No me gustaba y tampoco me apestaba, pero su efecto era tan bueno como para concentrarme en otras cosas menos en la mierda que me rodeaba a diario.

—Te volverás un adicto como Román y....

—Basta, Will. No es la gran cosa —suspiré tirándole el cojín con fuerza— Mantén tu boca cerrada.

—Me preocupo por ti, imbécil. Deberías valorarlo ya que soy la única persona que se preocupa y se da cuenta de la mierda en la que vives cada día —me tiró el cojín de vuelta.

Me levanté del sillón dispuesto a golpearlo, pero justo en ese momento apareció mamá interponiéndose entre los dos.

—¿Qué está pasando aquí? —puso sus manos en su pequeña cintura y enterró sus ojos azules en mi— ¿Qué sucede contigo, Justin? Andas muy agresivo últimamente.

Will me miró fijamente. Lo que había dicho mamá era exactamente lo que él trataba de decirme.

—Dile a este pendejo que no se meta en mis asuntos —solté antes de girarme y marcharme a mi habitación.

—Vuelve acá, Justin Bieber —la voz de mi padre resonó por toda la casa.

Cerré los ojos, deteniendo mi paso y soltando un gran suspiro. Sentía la mirada de todos en mi espalda.
Me giré lentamente y como era de esperar mi madre me miraba furiosa, Will negaba con la cabeza y mi padre simplemente me miraba serio.

—¿Qué?

—Tienes que calmarte, no vives solo en esta casa y sigues bajo mis órdenes y las de tu madre.

Preferí quedarme en silencio para no soltar algo inapropiado y de lo que luego podría arrepentirme.

—Ve al grano, papá.

—Necesito hablar contigo, bueno, necesitamos. Artur Romanov te espera en mi despacho.

Lo que me faltaba.

Entré al despacho de mi papá y mi estómago se sintió vacío al ver a Artur bebiendo de uno de los whiskys más caros que Jeremy guardaba en este lugar. Él no lograba hacerme entrar en confianza. Era como que algo dentro de mi me decía que iba a terminar odiando a este hombre por alguna razón. 

—Justin, que bueno verte, niño —sonrió cuando me vio y se sentó en la silla detrás del escritorio.

—Igualmente —apreté su mano.

—Siéntate.

¿Por qué mierda me daba ordenes en mi propia casa?
Sentí la mirada de mi padre sobre mi cuando permanecí más de treinta segundos en silencio.

—¿Pasa algo? —pregunté, ya harto de la misteriosa mirada de ambos sobre mi.

—No, no pasa nada. Solo quería hablar contigo sobre lo que te propuse sobre Inglaterra. Tengo fecha para el viaje. En dos semanas  tienes un vuelo a Inglaterra en mi jet privado.

—Oh —fue lo único que fui capaz de soltar. No sabía que decir porque no quería ir a ese viaje y que fuera tan pronto era aún más terrible— ¿no es muy apresurado?.

—¿Tienes algún problema con eso Justin? —mi padre elevó una ceja.

—No, no, solo me sorprende.

—Sí, pero te daré todos los detalles de lo que necesito que hagas. Esto no puede salir mal, Justin.

Asentí.

Mientras comenzó a entregarme información y comenzó a mostrarme algunos planos de sus propiedades en Inglaterra, me fue imposible no pensar en Isabella. ¿Cómo no la iba a recordar si tenía a su padre frente a mi y más encima lo sucedido la noche anterior aún seguía fresco en mi mente? No se por qué demonios se me vino a la mente la forma en que ella soltaba suspiros la noche anterior mientras yo  descargaba mi furia con besos sobre su cuello. Estuve probablemente una hora sentado, tratando de concentrarme en lo que Artur y mi padre me comentaban, pero mi mente solo reproducía los recuerdos de la noche anterior. Mi cerebro parecía querer bloquearse a las palabras provenientes de aquellos señores.

Salí casi corriendo del despacho de mi padre cuando me dijeron que me podía ir. Lo primero que hice fue encerrarme en mi habitación para tratar de tomar una siesta, pero nuevamente estaba esa mocosa malcriada en mi mente.
A pesar de que ayer estaba drogado hasta el culo, podía recordar lo bien que sabían sus labios carnosos y lo excitante que eran los sonidos que salían de sus labios mientras la tocaba. Si solo la tocaba, me imagino como debía ser si la follara.

Me obligué a mi mismo a dejar de pensar en la mocosa. Pero es que simplemente no me caía en la cabeza como sucedió lo de ayer. Siempre había admitido que era hermosa, pero su forma de ser contrarrestaba toda su belleza y por esa razón yo la detestaba, de todas formas igual terminé besándola y eso era lo que me asombraba.

Finalmente dejé de darle vueltas al asunto y pude tomar mi siesta de medio día.

Ese día no terminó de la mejor forma. En realidad no terminó bien, no se le puede llamar buena forma al hecho de que tuve que torturar junto a Jordan a dos imbéciles que estaban rodeando uno de nuestros almacenes más importantes. La tortura que hicimos no sirvió de mucho ya que ninguno quiso soltar una palabra, por lo que estuvimos toda la noche con ellos y finalmente Jordan les puso un tiro en la cabeza a cada uno. Mi padre al día siguiente pareció bastante preocupado por ello, pero el hecho que más lo puso tenso fue cuando le contamos que uno de aquellos imbéciles se atrevió a preguntarnos por Artur Romanov. Mi padre sacó con urgencia el teléfono y se encerró en la oficina a hablar exactamente tres horas por teléfono. Algo no me cuadraba de todo este asunto, Artur me causaba mucha desconfianza y cada vez tenía menos ganas de largarme a Inglaterra a cumplir sus malditos favores.

—Esta noche cerraremos un negocio importante en el club del oeste —Jordan salió de la oficina de mi padre—. Estará Micky el gordo con sus hombres. Tiene que entregarnos tres maletines llenos de billetes. Te...

—¡No cuentes conmigo!

—Justin, te estoy hablando en serio, imbécil.

—Está noche iré al club, pero a emborracharme. No a recibir malditos maletines con mierda —me levanté del sofá, mirando a Jordan con obviedad—. Ese trabajo lo tienes que hacer tú.

Jordan elevó una ceja y me dio una mirada asesina. De aquellas que me daba cuando no sabía como responderme.

Se acercó a mi, hechando humo por las orejas y golpeando su hombro contra el mío.

—Si no fuera porque está mi novia por llegar, te molería a golpes ahora mismo, maricón.

¿Y a este que demonios le pasó?

—¡Inténtalo! —lo empujé para que se alejara de mi.

Justo en ese momento Candace entró a la casa, luciendo un vestido blanco que dejaba a la vista la mitad de su trasero.
La chica estaba demasiado buena, pero no era mi tipo. No me gustaban las novias y jamás podría tener a alguien como ella de novia, se notaba que era una ofrecida a primera vista. Al contrario de mi , mi hermano, disfrutaba aquella actitud.

—Hola, Justin —pasó por mi lado chocando hombros y sonriendo.

—Hola.




Isabella Romanov.

—No irás —mi padre entró a mi habitación, con fuertes y firmes pisadas.

—¿Por qué no? —pregunté por milésima vez, dejando la paleta de maquille sobre mi mesita de noche.

—¡Porque no! Deja de hacer tantas preguntas, tienes prohibido salir por la puerta de esta casa, ¿entendido? —sus ojos verdes se abrieron con enojo.

—¡No! —ni muerta me daría por vencida— ¿Por qué Candace si puede? ¿Por qué yo no? ¿Cuál es la diferencia?

—¡Deja de hacer preguntas! —gritó tan eufóricamente, que tuve que retroceder un paso— Además no tienes con quien ir, no conoces a nadie. Isabella va con Jordan Bieber.

No podía creer que mi papá pensara que aquel imbécil era confiable.

—¡No hay diferencia! Yo voy a ese club porque Will me ha invitado.

—¡Por favor, Isabella! A simple vista se nota que Jordan es distinto al pequeño estúpido de Will, él es un Niño aún.

Vale, eso me molestó. Will no era igual al bruto e imbécil de Jordan porque Will era un caballero, no un cerdo asqueroso como los demás hombres de esta ciudad, incluyendo a mi detestado padre.

—¡Pap...

—¡Silencio, Isabella! —gritó— Ni una palabra más. Te quedarás encerrada en tu habitación hasta que me asegure de que no saldrás de esta casa sin mi autorización —se giró con firmeza y caminó hasta la puerta de mi habitación con rapidez.

—No, pa...

El portazo y el seguro de la puerta me interrumpieron. No había forma de que yo pudiera abrir la puerta desde aquí dentro ya que mi padre le había puesto llave por fuera y estás malditas puertas tenían un sistema de seguridad bastante complicado.

—¿Y ahora que voy a hacer? —suspiré, dejándome caer en la cama.

No podía creerlo. Mi padre había estado unas horas en su despacho hablando por teléfono y después de eso salió bastante nervioso y enfurecido, aún así dejó ir a Candace libremente y se decidió a encerrarme en esta maldita habitación.

¿Se podía tener más mala suerte en esta vida?

Mi teléfono comenzó a sonar y cerré los ojos con fuerza. Sabía que era Will quien me buscaba.

—¿Estas listas, preciosa? —su grave voz se escuchó divertida.

—Will, sucede que...

—¡No me digas! ¿necesitas que pase por ti?

—No, Will. Sucede...

—¡No tengo ningún problema, Isabella! Es más, ahora mismo...

Estaba por gritarle que no viniera por mi. Pero vi la ventana de mi habitación abierta y la escalera que había dejando el jardinero en la mañana aún seguía afirmada a mi ventana.

—¡Está bien, te espero! No entres al condominio. Espérame en la carretera.

—¿En la carretera? —se escuchó urgido— ¡Estas loca, Isabella! Puede ser peligroso y no quiero que...

—¡Espérame en la carretera! ¡Adiós! —colgué antes de que pudiera articular una palabra.

En momentos como estos me felicitaba internamente por ser tan inteligente. Sin embargo, sabía que era arriesgado y probablemente me traería problemas. Pero me gustaba la adrenalina y lo peligroso, no tan peligroso, me excitaba.

Cerré con cuidado la ventana de la habitación y me subí sobre la baranda del balcón con cuidado. Afirmé la escalera en el balcón, y con bastante cuidado, siendo lo más silenciosa posible y rezando en voz baja, me escabullí para poder llegar a tierra.

No suelo rezar, pero jamás pensé que serviría bastante.

No sé como lo hice, no se como me escapé con la cantidad de guardias que custodiaban mi casa y las alarmas de seguridad en cada rincón, pero cuando vi el Audi negro de Will fuera del condominio a un lado de la carretera, sentí una satisfacción que jamás había sentido antes.

Últimamente se estaba volviendo una costumbre venir a clubes nocturnos y encontrarme aquí siempre con Will y sus hermanos. Sin embargo, lo prefería así, era más incómodo verlos de día a que verlos de noche y con más escapatoria.

—¿Te dije que te ves increíble con ese vestido? Resalta tus ojos —susurró Will mientras bailábamos entre toda la gente.

Sonreí inconscientemente y solo le guiñé un ojo, amistosamente. Claro.

El olor a bronceador, a cigarro y a alcohol se sentía por todo el club. Jamás había venido aquí, pero sin lugar a duda, me gustaba más que todos los que había visto antes. Ya que la barra era al aire libre con una increíble vista a la playa y al tan nombrado club de yates.

—¿Quieres descansar? —Will elevó una ceja.

—Por favor.

Nos sentamos en la barra, cada uno con su cerveza y nos dispusimos a mirar la playa, mientras la música retumbaba a nuestro alrededor.

—No entiendo, como es que dejaron a Candace salir con Jordan, y a ti te encerraron en tu habitación —Will elevó una ceja y sus ojos mieles me miraron profundamente—. A propósito, debes contarme como fue que te escabulliste de tu habitación con toda la seguridad que tiene tu padre en su casa.

Él debía dejar de mirarme de esa forma. Era muy difícil recordarme que solo era un amigo.

—Candace es la preferida de papá. No hay otra explicación. Él a ella la adora, y a mi me odia. Eso es todo —me elevé de hombros, desviando la mirada.

—No creo que tu padre te odie, exagerada —rió rodando los ojos.

Preferí guardar silencio. Nadie jamás me creía cuando yo decía que mi padre en verdad me odiaba. Lo podía notar en su mirada y los ojos jamás engañan.

—¿Por eso nace tu odio con Candace? Ninguna soporta a la otra —siguió preguntado.

Si fuera otra persona, ya la habría mandado a la mierda, pero era Will, solo Will Bieber.

—No, antes puedo decir que nos queríamos —fruncí el ceño—. Me parece raro decirlo, pero puedo apostar que nos teníamos algo de aprecio.

—Debe haber alguna razón. Por ejemplo, yo odio a Jordan porque es un idiota y eso todos los sabemos. A Justin no lo odio, también es un idiota pero lo soporto porque el hombre tiene sus problemas —suspiró con lamentación, desviando la mirada.

—¿Qué problemas? —la curiosidad mató al gato.

—Problemas que ni yo sé. Justin es otro caso —se movió inquieto, como si quisiera cambiar de tema con urgencia—. Yo creo que tu envidias a Candace porque tu padre la quiere más que a ti, de ahí nace todo este problema.

—¿Yo envidiar a Candace? —no pude evitar reír– Eso jamás ha sucedido, Will. Jamás sucederá —le aseguré.

Se rió y entrecerró sus ojos como si no me creyera. Pero era la verdad. Yo jamás podría envidiar una personalidad tan asquerosa como la de Candace.

—Iré al baño —Will se levantó—. No te marches, pequeña.

Rodé los ojos y divisé como se marchaba. Aproveche ese momento de soledad para pedirle otra cerveza, la cual conseguí gratis gracias a mis lindas miradas hacia el barman; y además, aproveché de observar con más cautela en entorno a mi alrededor.
Estaba demasiado relajada, tanto que había olvidado que me había escapado de la casa sin consentimiento alguno. Saqué al odioso de mi padre de mi mente y me recargué en el respaldo de la silla.

Justo cuando miré hacia la playa. Divisé a Justin al otro extremos de la barra, mirando fijamente hacia mi, mientras una chica se abrazaba de su cuello y otra se entretenía acariciando su pecho  por debajo de su camiseta.
Elevé una ceja asombrada, aún en shock por encontrarlo tan cerca después de la última vez que lo vi, cuando nos besamos. No lo había visto desde esa noche, pero aún podía sentir como sus labios arrancaban los míos y sus manos se colaban por mi cuerpo. Temblé ligeramente, sin dejar de mirarlo, y creo que lo notó, porque se bebió su trago de una vez y sonrió egocéntricamente.

Elevé ambas cejas con modestia e igualmente sonreí. Él no podía ser superior a mi persona. En este juego, los dos éramos buenos jugadores.

Sentí sus ojos quemar sobre mi escote. Ambas iris mieles brillaban mientras miraba aturdido mi escote. Sonreí y enderecé la espalda aún más, apretando mis piernas para controlar el cosquilleo que sentía entre ellas.

—¿Quieres otra cerveza, guapa? Ya sabes por quien corre —el barman se acercó nuevamente a mi lado.

Me miraba con una sonrisa coqueta. Tenía el pelo rubio y unos ojos cafés y grandes muy bonitos.

—No, yo pago —le aseguré—. Sé que me pedirás algo a cambio por esto, guapo —le devolví el piropo.

Se rió elevando ambas cejas. Le había pillado.

Volví mi vista hacia Justin, pero ya no estaba frente a mi. No había rastro de él ni de las dos rubias que lo acompañaban. Mis ojos se movieron rápidamente por todo el lugar, pero no había rastro de él.

—¿A quién buscas, mocosa?

Me sobresalté, pasando a tirar mi bolso al piso.

Me llevé una mano al corazón y recogí mi bolso del suelo con rapidez. Mientras veía la mirada seria y burlona de Justin sobre mi.

—Te pasas, imbécil —me levanté de la silla furiosa.

Estaba enojada. Enojada porque mi orgullo se había ido a la mierda en el momento en que él me encontró buscándolo.

—Hey Hey, no tan rápido —me tomó de los brazos con fuerza, bloqueando mi salida.

Me quedé mirándolo fijamente, mientras su olor invadía mis fosas nasales por la cercanía.

¿Por qué diablos era tan guapo? Su mandíbula apretada le daba un aspecto sensual mientras que sus ojos mieles te impedían quitarle la vista. Era como hipnotizante.

—No creas que porque te besé y casi te follé —susurró tan bajo, con una voz tan peligrosa, logrando excitarme por milésima vez en la noche— te aprecio, porque te sigo detestando, mocosa.

—Eso no es lo que demuestras —también lo enfrenté, acercándome demasiado a su cuerpo, tanto que nuestras respiraciones se mezclaron y era como estar reviviendo la última noche que lo vi—. Me deseas —me atreví a asegurar.

—Estás jugando con fuego, mocosa —sonrió.

Su sonrisa era peligrosa. Se notaba que no le causaba gracia el asunto, sin embargo, igual sonreía forzosamente.

—No me da miedo quemarme —le guiñé.

Su agarré se volvió más fuerte en mi brazo, su mirada se volvió agresiva, bajó su mano hasta mi trasero y me atrajo hacia su cuerpo. Su boca tocó mi cuello, sorprendiéndome bastante, pero permanecí en silencio ya que sus labios comenzaron a besar mi cuello lentamente con firmeza, llevándome al mismísimo Marte en aquella barra.

En ese momento no me importaba estar con mucha gente a nuestro alrededor. Solo cerré los ojos, disfrutando de aquellos labios mágicos, succionando de la piel de mis clavículas.

—No sabes las ganas que tengo de...

—¿Justin?

La voz de Will interrumpió por completo nuestro momento y las palabras de Justin. Este último frunció el ceño y miró a su hermano con molestia.

—¿Qué quieres? Estoy ocupado, Will —gruñó.

Me quise alejar de él y aún más por la mirada que Will me dio cuando notó la mano de Justin en mi trasero. Sin embargo, Justin me apretó aún más a su cuerpo.

—Yo estaba con Isabella —Will musitó entre dientes. Su semblante había cambiado por completo, parecía molesto.

—¿y? Ahora esta conmigo, no molestes —Justin volvió su mirada hasta mi, me miraba con furia.

Will también se me quedó mirando fijamente, pero yo no sabía que hacer ni que decir, por lo que permanecí en silencio, logrando que Will abriera ambos ojos y riera sarcásticamente.

—Vale, me voy —musitó.

Traté de tomar su mano para detenerlo, pero ya había desaparecido y Justin me tomaba con fuerza, imposibilitando mi huida de cualquier modo.

—Déjalo, tiene entretención de sobra en este lugar —Justin se levantó de la silla y tomó mi mano con fuerza— ¿me acompañas a otro lugar?

Y yo como idiota asentí y lo seguí embobada.

Yo era Virgen, y nadie lo creía ya que yo era bastante rebelde como para serlo, pero esa era la verdad, aún no tenía sexo. Claramente había tenido mis momentos y experiencias sexuales, pero a los más lejos que había llegado era sexo oral.
Justin me aterraba, me fascinaba y me excitaba como jamás nadie lo había hecho, pero tampoco pensaba tener sexo con él, por dos razones. La primera porque no sabía si él estaba limpio de alguna enfermedad, se notaba que tenía demasiada experiencia en esto, era obvio, y a pesar de que existían muchos métodos para prevenir enfermedades, mis amigas de Rusia me habían asegurado que era mucho mejor sin condón y yo estaba dispuesta a experimentarlo cuando se me diera la oportunidad. La segunda razón era que a pesar de que ya me había besado por primera vez, yo sabía que solo era calentura, se notaba en su mirada que aún me despreciaba, quizás ya no tanto como antes, pero lo seguía haciendo y era demasiado. Ni siquiera era delicado conmigo, no me podría imaginar el dolor que sentiría mientras él entraba en mi cuerpo sin piedad alguna y después me botaba a la basura junto al condón que usó. Así me lo imaginaba.

Entramos a una habitación oscura. La música del club apenas se sentía desde este lugar. Era una oficina y habían fotos de la familia Bieber en el escritorio, por lo que supuse que este club era de su padre.

Se sentó en un sofá que tenía vista a un gran ventanal que dejaba ver la playa de Cannes. Tiro de mi con brusquedad y caí en su regazo con fuerza, logrando que mi vestido se subiera y dejara al descubierto mi trasero.

Justin rápidamente se apoderó de él y me miró fijamente a los ojos.

—Que el Diablo me lleve si digo que no eres exquisita —gruñó, apretando mis nalgas con fuerza.

Me mordí el labio para no gemir por la excitación. Los suaves labios de Justin se posaron contra los míos y se movieron lentamente al compás de nuestras respiraciones. Nos separamos para tomar aire y me abracé de su cuello, aprovechando de inhalar el exquisito olor que desprendía su piel, mientras él mordía fuertemente la piel de mis hombros.

Era como estar soñando. Aún no podía creer que lo tenía bajo mi cuerpo completamente excitado.

Gemí con dolor cuando sus dientes mordieron aún más fuerte mi piel. Me miró con diversión y mordió aún más fuerte, por lo que tiré de su cabello con fuerza para que dejara de hacer aquello.

Bajó las tiras de mi vestido, sin mi consentimiento y luego desabrochó mi brasier, mirándome competitivamente.
No me importó mucho. Deje que se deshiciera de mi vestido y de mi brasier con libertad. Yo conocía mis límites y aún faltaba mucho camino por recorrer para llegar a ellos.

Me excité con tan solo su mirada sobre mis senos. Sus ojos quemaban mi piel, y sus manos ardían sobre mi cuerpo. Solté un suspiro cuando sus pulgares tocaron mis pezones y comenzaron a jugar con ellos. Moví mis caderas violentamente sobre su cuerpo como reacción a su toque, rozando su dura erección apropósito.

Siguió tocando mis senos y yo seguí moviéndome sobre su erección. Sentí su respiración pesada contra mi piel y eso me estremeció por completo. Gemí como un animal cuando su lengua tocó uno de mis pezones y lo llenó de saliva. Me miró sin ninguna expresión, aparte de excitación, y con su mano libro acarició mi otro seno libre.

Aproveché aquel momento para desabrochar sus pantalones y acariciar el bulto que se escondía en sus bóxer. A simple vista se notaba que era grande, pero no me arriesgaría a deshacerme de su bóxer. Justin era demasiado violento y si yo me negaba después de ir tan lejos, él era capaz de obligarme a hacer algo que yo no quería. Al menos eso pensaba yo.

Mi estómago se hundió aún más cuando mi intimidad se rozó contra la tela de sus bóxers.

—Mierda —gruñó, cerrando sus ojos y dejando mis senos en libertad, finalmente— ¿qué mierda esperas para montarme de una vez? —murmuró molesto.

—No tendré sexo contigo.

Abrió sus ojos de golpe.

—¿Qué? No vengas con estupideces ahora, mocosa. Mira como estamos, sabías a qué te traía a este lugar —gruñó.

Vale, estaba demasiado enojado. Sus ojos estaban oscuros y su mandíbula nuevamente estaba apretada.

—No tendré sexo contigo —repetí—, pero no he dicho que podemos hacer otras cosas.

—No estoy para estupideces —me tomó con fuerza, dejándome sentada en el sofá con brusquedad.

Elevé una ceja.

Se levantó del sofá y tomó sus pantalones con furia, abrochando el cinturón.

Lo detuve rápidamente, también poniéndome de pies y lo besé con rapidez. Prácticamente tirándome sobre él. Al principio me correspondió, pero noté sus intenciones de alejarme, en ese momento desabroché nuevamente su cinturón y metí mi mano por debajo de sus bóxers, acariciándolo descaradamente.

—Me dan ganas de destrozar algo cuando me dejan con las ganas.

A pesar de que la forma en que lo dijo y el tono de voz que utilizó me habían aterrado un poco. Seguí con lo mío.

—No tendré sexo contigo, pero eso no significa que te dejaré con las ganas —me quedé mirándolo fijamente, antes de arrodillarme frente a él y tomar su erección con ambas manos para introducirla en mi boca.

Lo que más disfruté, fue la cara de placer de Justin.

——-

¡Esto se está descontrolado!
Se viene más dialogo en el próximo capítulo :)

Fairytale
Justbiebssg

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