C:08
Isabella soltó un suspiro mientras miraba por la ventana hacia el jardín. Su padre se encontraba abrazando a Candace mientras estaban sentados en la terraza.
Aquella imagen no causaba celos ni dolor en Isabella, solo curiosidad, duda. ¿Por qué su padre jamás la había tratado con amor? ¿Por qué siempre la humillaba?
Ese viernes era el cumpleaños de Candace. El cual, obviamente sería celebrado en grande y exactamente en el club de yates.
Ese día terminaba el castigo de Isabella, exactamente la habían castigado por aquella vez que se escapó del club de yates y Justin la llevó a rastras hasta la casa.
El día después de eso Isabella entró en cautiverio y desde ahí que no había salido de su casa.
No había visto a Justin después de aquel día, pero lo había recordado exactamente porque no podía olvidar lo que sintió por lo cerca que estuvieron ese día y por la forma en que él la llevó a casa, sin ser desagradable con ella por primera vez en la vida.
La silla vacía que estaba a un lado de Isabella, dejó de estarlo gracias a la presencia de su madre, quien la miraba con una sonrisa triste.
—¿Qué pasa, Isabella?
—Nada.
Ambos pares de ojos verdes, idénticos, se encontraron.
—Puedes engañar a todos, menos a tu madre —ella sonrió.
Isabella soltó un suspiro.
—Extraño Russia.
—Lo suponía, ¿extrañas a Hugo? —su madre sabía sobre la pequeña relación que existió entre Isabella y Hugo en Russia.
—No es solo a Hugo, extraño mis amigos. Aquí no tengo a nadie, solo a gente que me trata pésimo —se acordó de Justin–. Esto es horrible, mamá.
—Aquí la gente es más ruda, conoces el mundo en que vivimos. Además, tú eres bastante rebelde, Isabella. Sabes que por tus actitudes tu padre se vuelve loco —le regaló una mueca de reproche pero con simpatía.
Ojalá fuera sólo su padre quien la tratara mal, pensó Isabella.
—Prefiero no hablar de eso, mamá —finalmente desvió la mirada.
—Sabes que solo estoy diciendo la verdad, pequeña.
—Está bien.
De esa forma Isabella pretendía terminar la conversación. Sabía que con su madre no llegaría tan lejos. Irina se levantó y besó delicadamente la cabeza de su hija antes de marcharse.
-
Isabella se subió al yate en el que se estaba realizando la fiesta de cumpleaños de Candace. Como era de esperar, sintió bastantes miradas sobre su pequeño cuerpo. Lucía un pequeño vestido entallado de color plateado que dejaba al descubierto la mitad de su espalda, causando envidia en muchas por lo sensual y bonita que se veía, ademas de que lucía también un bronceado envidiado por muchas.
Se sorprendió al ver a bastantes jóvenes de su edad. ¿En qué momento y cómo Candace conoció a tanta gente?
El olor a cigarrillo y a marihuana era apreciado y la música se escuchaba con la misma intensidad casi por todo el club de yates.
Caminó hasta la barra ya que no tenía nada más que hacer y pidió una cerveza para comenzar la noche.
—¿Acostumbrada a beber sola?
Will Bieber apareció frente a ella con otra cerveza en la mano.
—No sabía que tú también bebías —Isabella sonrió hacia él.
Will rió brevemente antes de acercarse a besarle la mejilla con ternura, causando que el estómago de la chica se retorciera por completo.
—Que no me guste matar gente, maltratar y que sea algo educado, no significa que no beba alcohol o no me guste salir de fiesta —se elevó de hombros.
Isabella sintió que su comentario había sido completamente estúpido.
—Tienes razón, lo siento —rió también.
—Pensé que no te vería por aquí.
—¿Por qué? —se sentó en la barra y cruzó sus piernas.
Will miró disimuladamente sus piernas desnudas, pero Isabella igualmente lo atrapó, logró sentirse más complacida aún.
—No tienes la mejor relación con Candace, se nota, además supe que estabas castigada.
—Ni me lo recuerdes, por favor —la sonrisa se borró de su cara a medida que rodaba los ojos.
Will rio nuevamente, dispuesto a responderle, pero una mano en su hombro lo interrumpió.
—Te necesitamos —Jordan susurró en su oído mientras miraba con descaro el cuerpo de Isabella.
Isabella volvió a rodar los ojos, pero esta vez por la presencia de Jordan. Estaba claro que no lo soportaba.
—Nos vemos después, linda —Will le guiñó antes de marcharse.
A pesar de que Will e Isabella tenían una buena relación y parecía haber sintonía entre ellos, ambos no podían verse con otros ojos que no fuera de amistad. Al menos eso pensaba Isabella. Él era el único chico que la trataba bien y la respetaba en aquel país.
Siguió bebiendo de su cerveza. La noche transcurrió tranquila para ella, estuvo dos horas sentada en la barra sin dejar de beber. Esa noche solo optó por la cerveza.
Estuvo bastante tranquila, mirando desinteresadamente hacia la pista de baile. Pero su corazón dio un vuelco y se agitó por primera vez en la noche cuando reconoció al chico que pasaba por medio da la pista hacia fuera del yate.
Justin iba acompañado de Román y otros amigos hacia la playa. Sus ojos igual notaron la presencia de Isabella, y se volvió algo loco con lo corto que era aquel vestido y lo bien que lucía. Se lamió los labios ligeramente y la miró sonriendo levemente.
Si antes Isabella estaba agitada, ahora estaba en pleno paro cardiaco. Perdió de vista a Justin ya que este salió del yate y desapareció en la oscuridad.
Isabella se levantó con intenciones de ir detrás de él, pero cuando se levantó toda su cabeza dio vueltas. Consecuencias de beber alcohol por dos horas sentada.
Se afirmó de la barra y maldijo en todos los idiomas.
No había visto a Justin hace aproximadamente una semana, casi había olvidado la adrenalina que sentía cada vez que lo veía. La curiosidad por saber qué estaba haciendo él con sus amigos fue más grande que su dignidad, no pensaba quedarse sentada en la barra solo porque estaba casi borracha. Le daba igual que la gente notara lo mareada que estaba.
Salió del yate y caminó a lo largo del muelle. Habían bastantes grupos de jóvenes en la playa, pero en ninguno de ellos divisaba a Justin. Fue cuando miró hacia el este, cuando lo vio detrás de una roca junto a sus amigos. Sonrió con gusto y disimuladamente se acercó hacia ellos para espiar un poco más. Isabella pensó es que no podía sentirse más estúpida por espiarlo como quinceañera enamorada del chico malo, pero luego recordó que ella siempre iba detrás de lo que quería. Se preguntó de que estarían hablando Justin y sus amigos, quienes tenían un aspecto algo aterrador, todos se reían como si no hubiera mañana, cosa que entretuvo a Isabella durante varios minutos, jamás había visto a Justin reír de esa manera, apenas lo conocía y solo lo había visto enojado y cabreado todo el tiempo. Se quedó observando con disimulo hasta que su corazón se detuvo, ya comprendía que era lo que les causaba tanta risa.
Justin tomó la bolsita con su mano y con su tarjeta sacó un poco de aquel polvito blanco y lo esnifó, cerrando los ojos con fuerza y riendo nuevamente.
Aquella imagen le chocó por completo a Isabella. Sabía que hoy en día las drogas era normal en los adolescentes, incluso sabiendo a lo que se dedicaba su familia y la de Justin, y a pesar de que ella había fumado hierva varias veces, aún así por algún motivo verlo inhalar aquella droga tan dura, le provocó algo de ansiedad.
Se cruzó de brazos y siguió observando, todos los amigos de Justin estaban en las mismas y no hacían nada más que reír. Soltó un gran suspiro y miró por última vez ya que tenía intenciones de marcharse. Sin embargo, Justin la atrapó con la mirada. La pilló sentada en aquella roca mirando hacia ellos.
Aquella fue la señal de advertencia para Isabella. Debía salir de allí lo más rápido posible.
Ignoró los extrañados ojos de Justin y se dio la media vuelta para salir corriendo hacia el yate aún algo mareada por el alcohol. Ni siquiera volvió por la playa, no quería que la vieran correr, decidió rodear el muelle por el otro lado, sin saber a donde diablos se dirigía.
Suspiró con alivio cuando vio las luces del yate y una pequeña escalera que le daba acceso a él. Pero unas manos en su cintura la detuvieron.
—¿Qué haces por aquí tan sola, bonita?
Lo que faltaba.
Isabella giró la cabeza, encontrándose con uno de los guardias del club de yates. Se horrorizó por completo y trató de empujarlo, pero fue imposible. Era como diez veces el cuerpo de Isabella, y además de eso era alto.
—Déjame, estoy ocupada, imbécil —forcejeó con él.
—Claro que no, podemos pasarlo increíble, pequeñita —sonrió, acariciando el trasero de Isabella con descaro.
Isabella hizo una mueca de asco y trató de golpearlo, pero él fue más rápido y la estampó contra un árbol, subiéndole el vestido hasta la cintura, dejando sus nalgas al descubierto.
—¡No! —Isabella se desesperó, su vista se nubló, estaba muy asustada—¡No, no, por favor!
—¡Claro que sí! —sintió como él se desabrochaba la hebilla del cinturón.
Aquel viejo gordo, tomó las delgadas bragas de Isabella con intenciones de correrlas, pero antes de poder siquiera lograrlo sintió como lo tomaban del cuello y lo alejaban de Isabella con fuerza.
—¿Qué mierda estas haciendo? —Justin lo empujó con fuerza— ¿Paul? ¡¿Qué mierda?!
Isabella cerró los ojos, aún afirmada contra el árbol y soltó un gran suspiro. Se arregló en vestido rápidamente y se abrazó a ella misma. Jamás le había sucedido algo así, por un momento pensó que aquel viejo asqueroso la violaría aquella noche.
—¿Me estás jodiendo, Niño Bieber? Mira a esa preciosura —Paul trató de levantarse.
Justin frunció el ceño y sin pensarlo dos veces lo pateó con fuerza.
—¡Eres un maricón! —volvió a patearlo.
Paul tomó la pierna de Justin y lo tiró al suelo. Sin embargo, Justin fue más rápido en levantarse y volvió a golpearlo con fuerza. La furia entró en su interior y no tenía intenciones de controlarse, y menos lo haría drogado. Comenzó a descargar su furia contra el gordo sin pensar, lo golpeó con fuerza bastantes veces, ignorando los gritos de Isabella diciéndole que ya era bastante.
Se sintió enfermo y cuando vio que Paul apenas respiraba se cansó y lo dejó. Se pasó la mano por la cabeza y miró a su alrededor. Isabella no estaba. Maldijo en su interior.
Se giró y la encontró corriendo hacia el yate. Dejó a Paul en el piso casi inconsciente y fue detrás de ella.
—¿Dónde diablo vas? —tiró de su brazo.
—¡No me toques! —Isabella le golpeó el brazo lleno de sangre.
—¿Qué mierda tienes, mocosa? Te acabo de salvar el trasero allí atrás —escupió con furia, acercándose peligrosamente a ella.
A pesar de que estaban en plena oscuridad, sin gente alrededor y solo la luz de la entrada trasera del yate a unos 50 metros, Justin pudo divisar los asustados ojos de Isabella y ella pudo observar los ojos de Justin, los cuales estaban ligeramente rojos.
—¡Casi lo matas! Si es que no está muerto —Isabella gritó.
—Se lo merece, te iba a violar, ¿acaso querías que ese te follara? —Justin elevó ambas cejas.
Isabella se quedó en silencio. Aún estaba en blanco por todo lo que acababa de suceder. Sin embargo, Justin tomó el silencio de Isabella como una afirmación.
—¡Ja! Lo debí suponer, una perra mal enseñada como tú iba a disfrutar tener sexo salvaje en una playa.
La mano de Isabella se estampó con fuerza contra la mejilla de Justin.
Silencio puro fue lo que sucedió después. Los ojos de Justin se agrandaron aún más e Isabella pensó que estaba perdida.
—Estás muerta, Isabella Romanov —susurró, tocándose la mejilla que le ardía como el infierno.
—¿Me va a golpear a mi ahora? —Isabella lo provocó.
Es que Isabella jamás iba a dejar sus impulsos de lado. Justin la aterraba ciertamente, pero las ganas de provocarlo siempre eran más gigantes que su terror.
Justin apretó los dientes con furia y la tomó de la cintura con fuerza para acércarla a él.
—Eso es lo que debería hacer contigo, darte unas nalgadas para que aprendas a respetarme, mocosa —susurró sobre su cara.
A pesar de que la tensión entre ellos era peligrosa, el deseo sexual que existía entre ambos cuerpos no desaparecía.
Isabella se mordió los labios ligeramente y levantó el mentón hacia él, haciéndole saber que no la intimidaba, aunque en realidad si lo hacía.
—Dices que me odias, pero aún así te mueres por tenerme en tu cama —espetó. Sorprendiéndose a ella misma cuando dijo aquello.
—No te equivoques conmigo, Isabella —Justin le advirtió.
Pero era verdad. Justin se moría por follarla con furia para hacerle saber que él tenía todo el control.
¿Cuál de los dos era más egocéntrico?
—¿Lo vas a negar? —lo provocó con sus grandes ojos verdes.
—¿Cuando vas a aprender a mantener cerrada esa boquita que tienes, mocosa? —la apretó aún más.
—Nunca —sonrió.
Justin soltó un gruñido y la estampó con fuerza contra uno de los palos que sostenían el muelle.
Isabella soltó un quejido de dolor y miró algo asustada a Justin, quien estaba aún más cerca de su cara, si es que eso era posible.
Se quedaron mirando fijamente, Justin la miraba con furia y ella lo miraba desafiante. Se quedaron mirando unos diez segundos sin decir nada, hasta que Isabella se mordió el labio inferior.
—Te detesto, mocosa —gruñó.
—Yo más.
Los labios de Justin se estamparon contra los de ella con una necesidad bastante peligrosa.
Ambos soltaron un gemido necesitado y probaron por primera vez los labios del otro. Isabella se apegó al cuerpo de Justin y lo abrazó del cuello para acércalo aún más a ella, mientras Justin enterró su pelvis en el vientre de ella y bajó sus manos desde la cintura de la chica hasta su trasero, apretándola contra él aún más.
Todo era demasiado violento. Isabella quedó encantada con el sabor dulce de los labios de Justin. También quedó asombrada con lo buen besador que era. Aunque desde que lo vio, lo sospechó.
Se separaron luego de unos minutos para tomar aire.
Se quedaron mirando fijamente y esta vez fue Isabella quien lo besó con desesperación. Justin bajó sus manos hasta los muslos de Isabella y las metió debajo del vestido de la chica para acariciarle el trasero con suavidad. Isabella soltó un suspiro y mordió los labios de Justin para gemir con agrado.
Justin estaba dispuesto a follarla esa noche, estaba dispuesto a dejar su orgullo a un lado para meterse entre las piernas de aquella mocosa peligrosa. Tomó las bragas de Isabella con intenciones de bajarlas.
Isabella estaba dispuesta a detenerlo, pero ambos fueron interrumpidos por el teléfono de Justin. Este gruñó con enfado y se separó de Isabella con molestia.
—¿Qué quieres? —contestó, sin dejar de mirar a Isabella— No puedo ahora, mierda —soltó un suspiro—. Estoy drogado hasta las patas, Jordan —suspiró contra el teléfono.
Una parte de Isabella se desilusionó al escucharlo decir aquello. Había olvidado que Justin estaba drogado.
—No puedo ir, imbécil. ¿No entiendes? —se cabreó— Te voy golpear por idiota, Jordan. En quince minutos estaré allí —suspiró finalmente antes de cortar.
Isabella se quedó mirándolo con duda, pero Justin no tenía intenciones de hablar con ella. Por lo que la tomó por la cintura y la besó por última vez antes de irse.
Bajó sus labios por el cuello de Isabella, embriagándose de aquel olor a vainilla. Isabella cerró los ojos mientras sentía los dientes de Justin morder su cuello suavemente. Justin siguió besando hasta su escote donde succionó con fuerza antes de volver a sus labios y devorarla con fuerza.
Finalmente se separaron y él se quedó mirándola fijamente antes de retroceder y marcharse. Sin decir absolutamente nada, dejando a Isabella entre confundida y excitada.
¿Qué diablos había sucedido allí y tan rápido?
——————
Hola, se qué probablemente estén molestas por esta tardanza de meses. Pero no estuve pasando por mi mejor momento anterior meses. Sin embargo, hace semanas dije que volvería y recién hoy subí el capítulo, pero necesitaba tiempo para ponerme al día con lo que ya tenía escrito y con las ideas de esta historia.
Espero que estén todas muy bien y que aún sigan aquí❤️
Gracias de antemano a las que aún siguen leyéndome desde sus casas. Un beso para todas:)
Fairytale
Justbiebssg.
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