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C: 03


Isabella Romanov.

Solté un gran suspiro, cerrando mis ojos y llevando el cigarrillo a mi boca. Aún podía sentir las manos de mi padre tirando de mi cabello con fuerza y apretando mi brazo sin importarle mi dolor.

¿Por qué me castigaba tanto? ¿Por qué no me quería tanto? La pregunta jamás había sido si lo hacía o no, la pregunta siempre había sido ¿por qué? ¿Por qué solo era así conmigo?

Ni siquiera era malo con Candace. Siempre la abrazaba y le decía lo orgulloso que estaba de ella. Con mi madre la historia se repetía. Los ojos de mi papá eran mi madre, probablemente era la única persona a la que amaba más que a Candace.

Era increíble pensar en que la única persona que se preocupaba por mi era mi mamá, porque claro estaba que para Candace y mi padre yo solo era un problema.

—¿Estás bien, Bella?

La voz de Martha, mi empleada de toda la vida y la cual se había venido desde Moscú solo para estar con nosotros, apareció en el ante jardín con su típico delantal azul acuadrillé.

Le regalé una sonrisa, mientras exhalaba el humo de mi cigarrillo y asentí.

—Solo estoy esperando a que ellos salgan para irnos.

—No te veo muy emocionada con el almuerzo que tienen —sus ojos marrones de veían melancólicos.

—No tengo muchas ganas de salir después de lo que sucedió esta mañana y tampoco me apetece almorzar con aquellas personas —admití elevándome de hombros.

Martha me miró con una sonrisa de comprensión y se acercó a acariciar mi mejilla.

—Escucha, Isabella. Sé que has pasado por cosas bastante duras últimamente; pero no quiero que se pierda tu dulzura. Sé que ya no eres la misma niña tierna y buena de antes, sé que has cambiado por culpa de los demás, pero también se que dentro de ese pequeño corazón existe aún mi pequeña Bella.

Un pequeño nudo se formó en mi garganta al oír sus palabras y la miré con melancolía. Asentí levemente y no dudé en envolver mis brazos alrededor de su cintura. Los cálidos brazos de Martha se envolvieron en mi cuerpo y de mi boca solo se escapó un suspiro de alivio. Martha era la segunda y última persona a la cual yo podía considerar en la lista de "personas que me quieren de verdad".

—Gracias Martha.

—Siempre serás mi pequeña y bella Isabella —besó mi frente.

Le regalé una sonrisa y me acurruqué en su pecho.

Esa mañana había sido feroz y solo por un maldito test de embarazo en el baño principal.
Recuerdo perfectamente como mi padre me había sacado de la cama tirándome del cabello y me había lanzado al piso con brutalidad. Todo se repetía en mi mente con lentitud, pero lo peor era que yo estaba acostumbrada a todo eso y ya debería haber dejado de pensar en lo que sucedió. Al principio ni siquiera supe lo que sucedía, pero cuando lo escuché gritarme y pedirme explicaciones lo entendí, y ni siquiera supe que responder ni cómo defenderme, ya me encontraba bastante adolorida en el suelo, sollozando casi en silencio por el dolor cuando él comenzó a gritarme.
Lo más triste era que yo había sido castigada por un test de embarazo que ni siquiera era mío, y tampoco podía ser mío porque a pesar de que yo ya no era la santa que era hace meses atrás, yo seguía conservando mi virginidad.

Mamá fue la que logró alejar a mi padre para que dejara de gritarme. Candace solo se encontraba mirando desde el marco de la puerta mientras mi  padre me tiraba del cabello con brutalidad  y me gritaba.
De lo único que estaba agradecida era que no me había golpeado y no tenía ninguna marca en el cuello además del color rojo que había tomando mi muñeca. Pero él sabía lo que hacía, sabía que ese día teníamos un almuerzo en la playa con los Bieber, por eso no me había tocado.

Mi cuerpo se tensó cuando vi salir a mis padres y a Candace por la puerta principal. Mi madre me miró con tristeza y mi padre junto a Candace ni siquiera dirigieron su mirada hacia mi.

—Suerte, Bella.

Besé la mejilla de Martha y finalmente me dispuse a caminar a paso decidido hasta la camioneta. Haciéndome la importante e ignorando la mirada de reproche en la cara de mi padre. Tenía que permanecer siempre digna.

—No quiero ningún berrinche. No quiero que me hagan pasar ninguna vergüenza y tampoco que me molesten —habló desde el asiento del piloto como si nos estuviera diciendo aquello a ambas, pero yo sabía que aquel protocolo solo iba dirigido hacia mi persona.

—No es necesario que seas tan duro, Artur —mi madre le reprochó.

—Algunas veces se les olvida, especialmente a Isabella.

Rodeé los ojos y mi madre me miró en seguida, regalándome una mirada de tristeza y comprensión con los ojos. Me limité a sonreírle y luego a desviar mis ojos hacia la ventana, para tratar de ignorar y olvidar la presencia de mi padre y Candace en ese vehículo.

Me limité a mi misma a no seguir llorando, exactamente porque yo podía demostrar que era mejor que ellos. Y no quería darles el gusto de verme llorar y sufrir por su culpa.

Llegamos hasta el club de yates minutos después en donde reinó el silencio dentro del vehículo. Mi padre ayudó a bajar a mi madre y a Candace y luego comenzó a caminar hacia el yate de los Bieber con ambas tomadas del brazo.
Cerré la puerta de la camioneta y luego de tomar mi bolso, caminé detrás de ellos.

En cuanto subimos al yate este comenzó a alejarse del muelle y nos comenzamos a adentrar al lago. Solté un suspiro y al levantar la vista me encontré con toda la familia mirando hacia nosotros.

Pattie me saludó con un gran abrazo como si de su mismísima hija se tratara y yo solo me limité a devolverle el abrazo.

—Hoy disfrutaremos de un día en el lago —Jeremy comentó, mientras terminaba de saludarme con un beso en la mejilla.

La idea no sonaba tan mal después de todo.

—¿Podremos tomar sol? —la aguda voz de Candace se hizo presente mientras saludaba a los tres hermanos en un costado.

Hice un gran esfuerzo por no rodar los ojos.

—¡Claro que sí, cariño! —Pattie respondió emocionada.

—¡Un poco de sol siempre hace bien! —mamá sonrió.

Solté un gran suspiro y me acerqué a besar la mejilla de Will, quien sonreía amablemente. Justin le seguía y este ni siquiera dirigió su vista a mi, solo se quedó tieso y quizás movió un poco la cabeza para que yo pudiera besar su mejilla. Jordan me miró con una ceja alzada, repasando todo mi cuerpo con su mirada y luego él besó mi mejilla.

Vale, me encantaba ser el centro de atención, pero no me agradaban las miradas tan posesivas y pervertidas como las que daba Jordan Bieber, considerando que él era casi doce años mayor que yo.

—¿Necesitas ayuda con eso?

Will se ofreció a tomar mi bolso.

—Oh, por favor —sonreí.

Asintió y se acercó a mi, arrebatándome el bolso con una simpática sonrisa.

—Muchas gracias.

—No te preocupes —guiñó un ojo sonriendo.

Cualquier persona pensaría que aquella acción había sido coqueta. Pero sólo yo podía saber que en realidad él estaba siendo bastante amigable.

Finalmente, luego de aquel protocolo de saludos, todos nos sentamos al rededor de una mesa en donde estaba el almuerzo servido. El ambiente era genial, había una canción de fondo en tono bajo, y el hecho de que nos encontráramos al aire libre lo hacía todo mejor.

Me senté a un lado de mi madre para poder pasar desaparecida y creo que sirvió. Las únicas personas que hablaban en la mesa con bastante confianza eran los dos hombres de familia y Candace, quien quería saber absolutamente todo y además hacía comentarios innecesarios.

—¿Planeas estudiar, Isabella? Ahora que has salido del colegio.

Levanté la vista asombrada al notar que Pattie me había hecho una pregunta directamente.
Su sonrisa era igual de reconfortante que la de mi madre, por lo que me dispuse a responderle con agrado, pero la voz de mi padre interrumpió.

—¡No va a estudiar! Ya lo hemos hablado.

Mi interior se apagó lentamente y me obligué a asentir, haciendo una mueca.

—Pero me encantaría estudiar.

—¿Por qué no va a estudiar? Will comenzará leyes en la universidad al terminar el verano —Pattie se giró en dirección a mi padre.

—Isabella en una universidad sería un problema más y no lo necesito —mi padre me lanzó una mirada.

Supe que realmente no debíamos seguir con el tema. Le regalé una sonrisa a Pattie solo para que dejara de mirarme con lastima.
Desvíe la mirada para concentrarme en otra cosa, sin embargo, terminé chocando con unos ojos mieles bastante profundos que me miraban fijamente.

Mi estómago se apretó ligeramente. Justin, ese era su nombre. Él que trataba de pasar desapercibido pero era igual o peor que los demás hombres en la habitación, a excepción de Will, claro.

Ni siquiera se había inmutado porque lo sorprendí mirándome. Incluso mantuvo su mirada en mi, sin mostrar ninguna emoción, solo mirándome fijamente como si estuviera analizándome, como si estuviera interesado en saber algo.

Elevé una ceja hacia él, solo provocando que él igual elevara una ceja hacia mi. No pude evitar sonreír algo divertida y me atreví a guiñarle el ojo solo para hacerle saber que no me intimidaba.

—Lo de perra seductora en Cannes no es lo tuyo. Deberías haberlo dejado en Rusia —Candace susurró en mi oído.

—Y tú deberías haber superado lo de Hugo en Rusia —solté.

Su cara se transformó y su pierna golpeó mi rodilla por debajo de la mesa. Sonreí a gusto y esta vez le guiñé un ojo a ella.

Hugo había sido y quizás seguía siendo el amor de toda su vida.

Terminamos de almorzar y posteriormente todos salimos al exterior del yate para tomar algo de sol y pasar el rato. El yate de los Bieber era realmente gigante, parecía un barco, tenía dos pisos y un Jacuzzi al interior y exterior.

Jeremy y mi padre estaban sentados en un bar al aire libre mientras conversaban casi en secreto. Mi madre y Pattie se habían metido al Jacuzzi que estaba en el exterior y Candace estaba entre los tres hermanos, desnudándose para tomar sol y tratar de seducir a los tres muchachos con su blanco cuerpo.

—¡Hey, sirena! ¿No te recostarás aquí con nosotros?

Elevé una ceja hacia Jordan, quien me sonreía de lado y negué con la cabeza.

—A tu lado jamás.

—¡Uh! —Will rió burlonamente, mirando a Jordan con diversión.

Me recosté al otro extremo. A un lado de Justin pero suficiente alejada de él. Realmente hoy no era mi día, y lo que menos quería era pasar tiempo con gente que me siguiera tratando mal.

Ya había tenido bastante por hoy y no creía poder soportar más.

—La mocosa rebelde ha llegado —soltó un bufido.

Auch.

—Veras lo rebelde que puedo llegar a ser —lo miré fastidiada.

Elevó sus ceja y sus ojos volvieron a mirarme de esa forma que hacía que mi estómago se contrajera con adrenalina.

—No me conoces, no me provoques —elevó una ceja. Su semblante había cambiado a uno más duro.

—No te tengo miedo —musité.

—No sabes en lo que te metes, mocosa —esta vez la voz de Jordan se escuchó, mientras Justin y yo seguíamos mirándonos.

—Nadie está hablando contigo —finalmente alejé mis ojos de los de Justin.

—Escúchame maldita mo...

—¡Cállate, Jordan! —Justin lo interrumpió.

—¡Isabella siempre creando atados! —Candace se quejó.

—Tampoco he pedido tu maldita opinión —Él giró su cabeza hacia ella.

Por el desconcierto que expresaba el rostro de Candace, supe que él prácticamente la había matado con la mirada. Quise reír, pero preferí quedarme en silencio y suavizar el ambiente.

—Déjenlo —suspiré y me puse de pies.

Me quité el vestido porque estaba acalorada y no quería quedar marcada. Consciente de que tendría los ojos de Justin, Jordan y de Will sobre mi, me quité el vestido lentamente y lo tiré suavemente al suelo. Los miré con una sonrisa y luego volví a recostarme a un lado de Justin. Sentía sus ojos quemar sobre mi piel y joder, me gustaba esta sensación de saber que estaba fascinado, me gustaba saber que yo le parecía atractiva, me gustaba llamar su atención.

Tomé el envase con aceite bronceador y lo esparcí lentamente por mis piernas.

No sentía solo la mirada de Justin en mi, si no también, podía darme cuenta de como Will me miraba disimuladamente como si fuera un pecado mirarme por mas de un segundo. Y Jordan, bueno, él era un caso aparte y que realmente no me importaba detallar porque su sola presencia me fastidiaba.

—¿Qué miras?

Justin se sobresaltó por un momento, por lo que me di cuenta que lo tomé desprevenido.
Él en seguida recuperó su postura de "soy lo máximo" y me miró con simpleza, sin decir ninguna palabra, ignorándome sin complejo alguno.

—Mocosa y todo, pero sé que probablemente soy lo mejor que has visto últimamente.

Sus mejillas se inflaron en seguida y estalló en carcajadas, llamando la atención de todos los que nos encontrábamos ahí.

—¿Lo vas a negar? —musité, solo para quitar la pequeña vergüenza de mi cuerpo.

—Escucha, pequeña mocosa —tomó mi muñeca con fuerza disimuladamente. Sus ojos mieles hicieron contactos con los míos y mi muñeca ardió en ese instante .

Me soltó en seguida cuando notó el dolor en mi cara y miró mi muñeca algo sorprendido, dándose cuenta de el tono morado que estaba tomando esta.

—Imbécil.

—¿Te gusta andar peleando, Isabella Romanov? —me miró divertido.

—No me sorprende —Jordan sonrió—. Es una pequeña fiera.

—¡Déjenla en paz! —Will suspiró, cansado.

Justin, sin dejar de sonreír, finalmente desvió sus ojos de los míos y se quedó mirando al horizonte frente a nosotros.

Ignoré los divertidos ojos de Jordan, mirándome curiosos y soló cerré mis ojos para finalmente comenzar a relajarme.

—Me gustaría ir a un club esta noche. No conozco lo que es ir de fiesta en Cannes —la voz de Candace se hizo presente minutos después.

—Está noche tenemos que estar con Justin en un club por obligación. Te puedes sumar —la voz de Jordan se sintió.

—¡Claro que me encantaría!

Si mis ojos hubiesen estado abiertos los hubiese rodado.

—Y por cierto, Isabella. El club no es para mocosas.

—Ve a divertirte sola, Candace. No me interesa —abrí mis ojos para mirarla.

—Tampoco hubieses podido entrar, tienes dieciocho —Justin murmuró a mi lado.

—Te sorprenderían las cosas que puedo hacer.

—¿Tú siendo zorra? No me sorprende.

Me sentí avergonzada con sus palabras y las miradas de burla de su hermano mayor y de Candace no ayudaban, sumándole a esto la vergüenza ajena que mostraba la cara de Will.

Y vale no lo aguanté. Su arrogancia y su insulto. Yo sabía que él ni siquiera lo hacía por molestar, yo sabía que a él no le importaba nada ni nadie, y a pesar de que era la segunda vez que lo veía en mi vida, sabía que él decía las cosas por decirles sin controlar sus emociones. Por esa razón no me importó seguir mi impulso y golpear su mejilla, y mucho menos me importó que nuestra familia estuviera a nuestro alrededor, a pesar de que Candace, Will y Jordan fueron los únicos que notaron lo sucedido.

Me levanté de la reposera, pero no llegué muy lejos. Su mano tomó con fuerza la mía y tiró de ella, haciéndome chocar con su pecho. Mágicamente estaba de pie a menos de dies, centímetros. Sus ojos mieles me miraban enfurecidos, su mandíbula estaba más marcada que nunca y su respiración era agitada.

—Escúchame, mocosa —musitó, apretando mi muñeca lastimada esta vez sin importarle lo roja que estaba—. Desaparece de mi camino. Si no fuera porque tu padre está ahí, estarías con una maldita bala en tu cabeza.

Me congelé lentamente. Ya no sentía dolor, solo sentía sus palabras causar efecto en mi cuerpo. Yo le creía, porque yo sabía que él sería capaz de aquello y de más. Pero aún así, yo jamás cambiaría, por lo que levanté mi cabeza provocativamente hacia él para demostrarle que no me intimidaba.

—¿Algo más?

—Sí —sonrió.

¿Qué?

—Desaparece —me empujó.

Y si no fuese por Will. Yo estaría cayendo al agua por el desequilibrio.

Maratón 1/2

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