Romina, o Romi, como la llamaba todo el mundo, era una joven prometedora en el mundo criminal. Uno de sus apodos era el de "mano suave", porque era capaz de robar a una persona sin que jamás notaran si los tocaba o no. Ella era parte de la familia Robber, una de las familias de ladrones más famosas del mundo, y debido a esa fama, tenían enemigos por doquier. Pero el enemigo más grande de su familia, era la familia Murder, una familia de asesinos.

La rivalidad era tan antigua que ya nadie recordaba cómo había comenzado, por lo que, si nacías en una de ambas familias, por defecto debías odiar a la otra. Julieta, por su parte, pensaba que era una completa estupidez, y que si ambas familias colaboraran serían más poderosas de lo que ya eran. Ella era de la familia Murder, una de los jóvenes talentos, era sumamente eficaz en su trabajo, su nombre clave era "mantis" por esto mismo, pero a ella no le enorgullecía demasiado asesinar gente por dinero. Sin embargo, no conocía otra forma de vivir, así que siguió los pasos de toda su familia. 

Así que ese día fue como cualquier otro, a investigar a un objetivo que debía asesinar en los próximos días. No había ningún apuro, pero ella era una mujer precavida. Le gustaba saber todos los horarios y cualquier información útil sobre su presa. De esta manera fue que terminó en un centro comercial, debía matar a la esposa de un empresario rico de la ciudad.

Aunque la mujer era inofensiva, al parecer sabía cosas que no debía. Julieta estaba decepcionada, era un objetivo demasiado fácil y sin sentido. La siguió hasta una tienda que estaba abarrotada de gente, fue ahí cuando percibió que una mano se colaba por su abrigo negro, y al atraparla, dio directamente con los ojos de Romi. Fue un completo flechazo. El corazón de Julieta se aceleró como nunca, el rostro de aquella mujer de cabello negro la cautivó.

Lo mismo sucedió con Romi, quien quedó totalmente prendada de aquel par de ojos color miel. Y todo parecía de color rosa, con unicornios y arcoíris, hasta que la ladrona vio la pequeña runa tatuada en la mejilla de la asesina, y a su vez, Julieta vio el piercing color rojo en la parte superior de la oreja de Romi. Se reconocieron de inmediato, por lo que se separaron como un metro de la otra.

—¿Cómo te llamas, ladrona insolente? —preguntó Julieta.

—No sabía que eras una de esas. Me llamo Romi, ¿y tú?

—Julieta —respondió casi gruñendo, estaba enojada consigo mismo por sentirse atraída por una ladrona.

—¿Julieta? ¿Eres la famosa "mantis"? Eso explica muchas cosas —sonrió con sorna Romi.

—No puedo creer que seas tan idiota como para robarle a una Murder.

—No pensé que una Murder estaría en un centro comercial como éste, y menos en esta tienda. ¿Intentas dejar el negro, Julieta?

Para ese entonces habían terminado muy cerca la una de la otra, mientras se provocaban mutuamente.

—Deberíamos besarnos para romper la tensión —contestó Julieta, desviando la mirada a la boca de Romi.

Y sin más dilación, se besaron, al principio suavemente y luego con mayor intensidad. De pronto cayeron en cuenta que podrían llamar demasiado la atención, por lo que se separaron con dificultad. Ninguna de las dos se había sentido así de bien antes, aquella era una sensación adictiva.

—Vámonos a la mierda —dijo sonriendo Romi, tomando la mano de Julieta con firmeza.

—Nos van a perseguir el resto de nuestras vidas —respondió Julieta algo preocupada.

—Hasta que la muerte nos separe.

Julieta se rio, y ambas se marcharon del centro comercial, para tomar un taxi al aeropuerto, donde huirían hasta que la muerte las separara.