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Capítulo 19

«Al día siguiente, el clima empeoró rápidamente; de un hermoso día soleado, un día de nudos surgió. Nos tomó por sorpresa a todos, pero la serenidad no desapareció. 

Volé hacia la ventana de la habitación de Pervinca, quien descansaba en la cama. Desde que despertó no tuvo un momento de paz. ¿Cómo hacerlo, si al día siguiente sería Navidad? 

-Mamá, ¿qué me regalarás? -Preguntó Lili, esperando que su madre le diera al menos una pista. 

-Al molesto de tu padre. 

-¿¡Qué!? ¿¡Por qué!? -Reaccionó negativamente Grisam, pues apenas llegaba con la familia a la recámara y ya lo estaban regalando. 

-Te regalaré con mucho amor. Un enorme moño rojo decorará tu cabeza -Pervinca le respondió, sonriendo sarcásticamente, antes de cubrirse con las mantas. 

Yo les tenía una sorpresa a todos  para mañana; una mala noticia, en realidad. Había sido muy cobarde por ocultarme tantos días. 

-¿Podemos invitar a la familia de la tía Shirley y a la familia de la tía Flox? -Iris quiso saber para tener algo planeado por si algún niño iba. ¡Los niños no querrían jugar con sus muñecas!

-Shirley y su familia pasarán el día con el señor Poppy y los señores Cordibock, Iris -Jim le recuerda, acariciando su cabello-. La familia de Flox estará haciendo la fiesta para el resto de los Polimón y Bugle. 

-Por otro lado, los abuelos, el tío Duff y la tía Tomelilla... ¡Bruja mía! Olvidé que vendría la familia de Scarlet este año. ¡Maldita sea! -Saliendo disparada de la cama como una bala, Pervinca se dirigió corriendo hacia la cocina. ¡Había olvidado preparar platillos para la familia Burdock Pimpernel! 

-¡Mamá! ¡Espera! ¡Voy contigo! -Gritaba Lili, siguiendo a su madre hacia el piso de abajo. 

Vainilla vio con desaprobación la situación que se les planteó, tomó asiento en la cama y suspiró. ¡Todo eso pasaba el último fragmento de la historia, y eso quería decir que tendría que narrarlo otra vez para el resto de la familia! 

-Tendré que contarles la historia solo a ustedes, al parecer. 

-¡Me siento especial! -Grisam exclama con una enorme sonrisa, mientras se hacía lugar en la cama con el resto de las personas. Jim tuvo que poner a Iris en sus piernas para que todos cupieran. 

-Yo nunca pude contar una parte de la historia... -El sin magia dice, desalentado-. ¡Les contaré el siguiente cuento completo como venganza!

-Claro, papá, claro... 

Babú se río, negando con su cabeza, antes de comenzar la historia. ¡El último capítulo estaba comenzando!»

Desorden. 

Pánico. 

Cansancio. 

Todo el valle estaba hecho un lío durante las últimas horas del día veinte de octubre. Faltaba muy poco para que el enemigo atacara al pueblo y aún no estábamos listos. ¡Todo era casi igual que la última vez gracias al pánico de los mayores! 

Grisam, Tommy y Francis, ágiles como cualquier joven de su edad, iban de un lado a otro, volando o corriendo. Se trepaban a árboles y postes, se deslizaban por la muralla... Tal y como hacían en los entrenamientos. 

Flox y Shirley se encargaron de coser y reparar las lonas que cargaban la tierra. Shirley admitió poder hacer más cosas a la vez, así que ayudó a la tía Hortensia en convertir las ruedas de carros en ruedas dentadas. 

Nepeta, Acantos y otros magos y brujas de la luz se reunieron para reparar y reforzar cuerdas en las distintas puertas; mientras que James y los magos de la oscuridad se hicieron cargo de derretir las velas. 

Scarlet y yo nos hicimos cargo de despejar las cuerdas, término usado por los marineros que se refería a dejar sin nudos a las cuerdas. Tal y como hacía años, me tocó la misma tarea. ¿Acaso no había madurado o crecido para hacer algo más?

-James dijo que fuera a ayudarle a dirigir del otro lado del pueblo... -Scarlet dijo, viendo nerviosa hacia las cuerdas-. ¿Qué pasará si fallamos? Sin sus poderes, ¡no somos nada!

Sonreí con lástima a mi amiga, haciéndome ovillo en mi capa. 

-Ya lo  hemos hecho una vez... Ve con James tranquila, ¡tenemos los poderes extras, aparte! -Le recordé, guiñando un ojo. Ella sonríe antes de dejarme sola con el trabajo. 

Permanezco callada y centrada en mi labor, hasta que Jim llega a mi lado; entrelazó nuestras manos y tomó asiento conmigo. 

-¿Estás cansada? 

-Un poquito -contesté. 

-¿Quieres un poco de té? Tengo en la cantimplora. 

-Gracias, quizá más tarde, cuando empiece a hacer frío de verdad. 

-Bueno, espero que cuando se haga de noche sus madres los lleven a casa. Quiero decir, lo espero por ustedes, no por mí. 

Sonreí con dulzura. 

-No soy tan pequeña, ¿sabes? Y también nuestra ayuda, la de los chicos, es muy importante. 

-¡Y tanto! Si no hubiese sido por ustedes, todavía estaríamos intentando clavar esos postes en la tierra. ¿Tienes miedo? 

-No -contesté-. Sé que debería tenerlo y, en cambio, me siento... Emocionada. 

-¿Emocionada? ¿Por la idea de encontrarte con el Enemigo? 

-No, con alguien distinto. Y tú, Jim, ¿tienes miedo? 

-Estoy demasiado cansado, no duermo desde hace días y hoy ha sido un día muy duro. 

-Pero tu plan parece fantástico -dije.

-¿Has comprendido cómo funciona?  Ahora, ataremos a las sogas todos los contrapesos que hemos alzado con los cabrestantes. Cuando el señor Duff, o el alcalde, den la señal, uno de nosotros cortará las sogas, los contrapesos caerán y, al caer, harían que se cierren las puertas y se levante el muro de troncos. 

-¿Como si fuera un puente levadizo? 

-¡Exacto! Lo hemos dispuesto de forma que quede al ras del foso, así no podrán utilizar las escaleras para superarlo. 

-¡Pero volarán! -Hice notar, aunque no sabía si era cierto. 

-Algunos sí, pero te aseguro que el foso es muy profundo y no resultará nada agradable caer dentro. ¿Puede volar un mágico herido? 

-Mm... No lo sé, puede que sí, pero mal. 

Y reímos al percatarnos de que hicimos la misma escena de hacía cuatro años atrás. 

Jim me estrecha contra su pecho sin dudarlo y suelta un largo suspiro. Tal parecía que ambos queríamos que eso acabara lo más pronto posible. ¡Era verdaderamente tedioso! 

-Sabes bien que era solo para seguir la escena sobre lo de querer que te vayas a casa -Jim me aclaró-. Quiero que estés bien resguardada, pero también quiero protegerte yo mismo... Y sé que no te irás a casa por nada del mundo. 

-Supongo que también sabes perfectamente que puedo defenderme por mí misma... No tanto como Pervinca con su seguridad, o Shirley con sus poderes; pero lo hago. 

Él me miró callado durante unos segundos en silencios, antes de levantarse de su lugar. 

-Y tú sabes que el protegerte siempre será mi deber como buen novio -palmea mi cabeza, antes de comenzar a caminar. 

Dispuesta a seguirlo cuando terminé mi trabajo, me quedé de piedra durante unos instantes en medio del sendero al escuchar un par de gritos. 

-¡YA LLEGAN! ¡YA LLEGAN! -Gritó un hada muy alterada-. ¡CIERREN LA PUERTAS! 

Recuerdo la mirada de preocupación y sorpresa que Jim me dirigió desde el otro lado de la calle, al igual que casi no recuerdo cómo es pudimos correr tan rápido hacia la puerta más cercana para comenzar a ejecutar los pasos. 

Los hombres estaban pálidos y cansados. La luz de las antorchas no era suficiente, pero ellos no se rendían. Las manos las tenían hinchadas, rojas y posiblemente muy adoloridas. Por primera vez agradecí ser "una mujer indefensa", como Evan Cordibock me diría.

-¡Pero aún no estamos listos! -Exclama el señor Duff-. ¿Cómo es que son tan rápidos...? 

-¡Sus caballos, señor! -Le informó Pic-. Son incansables, al igual que sus jinetes; ¡no se detienen con nada! Hemos intentado hablar con sus animales, pero no funciona. ¡Es igual que la última vez! Ejecutan hechizos para deshacerse de los obstáculos, y los caballos saltan los riachuelos y recorren los lagos igual de rápido. 

-Bien, ¡veremos si pueden superar también nuestra barrera! ¡JIM, A LAS PUERTAS! -El mago Burdock ordenó. Jim lo alcanzó tras haber depositado un beso sobre mi frente. 

-¡CUANDO YO DIGA TRES CORTAN LAS SOGAS, JOE! -Gritó Jim. 

El conserje alzó el hacha y se preparó. 

-¡UNO, DOS... TRES! 

Las sogas chasquearon, las poleas vibraron y las puertas se impulsaron. 

¡TUNF!

¡TUNF! 

Sonaron los contrapesos al tocar el suelo. Y... ¡CACLONC!, hizo la primera puerta. La segunda, en cambio, se paró antes de cerrarse..., algo había salido mal. 

-¡DIABLOS! ¿CUÁNTO HA FALTADO! 

-¡UN DEDO, SEÑOR BURDOCK! -Jim gritó-. ¡VAINILLA, TOMMY, HÁGANSE CARGO DE CUBRIRLO!  

Tommy y yo nos cruzamos por el camino de las personas apresuradas que se dirigían hacia distintas partes del pueblo por más materiales y nos encargamos de cubrir aquel espacio con hielo lo más pronto posible; si bien no era tan resistente, era lo mejor por ahora. 

-¡CON ESTE SIMPLE VUELO ME LEVANTO DEL SUELO PARA PEDIRLE AL CIELO EL PODER DEL HIELO! -Cubrimos el espacio de manera rápida, a pesar de no haber ensayado tanto con aquellos poderes. 

El segundo par de sacos bajó lento, a petición de Jim.  Una vez arriba, él y el señor Joe quitarían el bloqueo, los contrapesos volverían a caer y la barrera, tirada por ellos, se levantaría dejando un enorme hundimiento en su lugar. El herrero y Duff tiraron de las cuerdas hasta que se tensaron por completo. Todo iba bien.

Mientras Nepeta y Flox subían con los demás hacia la parte superior de la muralla para averiguar qué sucedía del otro lado, me percaté de la forma de actuar de la gente. Corría de un lado a lado algo desesperados, pero ésta vez sí sabían qué hacer gracias a las explicaciones detalladas que Jim había estado dando durante las últimas semanas. 

"¡Ese es el Fairy Oak que adoro!" Coreé en mi mente, antes de subir con los chicos. 

Un escalofrío recorrió la parte trasera de mi cuello cuando vi hacia el lado contrario. Una marea negra rodeaba al pueblo. ¡Veinte filas de más de quinientos enemigos cada una! Iban a caballo, tal y como dijo Pic, al igual que usaban sus características capas y botas altas color negro. 

Reconocí a Bellepor, quien los comandaba como años atrás. Tenía el caballo más precioso de todos y aquel elegante porte que tanto lo caracterizaba en esos tiempos; parecía que él también había crecido. Lucía incluso similar a Jim, quien ya parecía ser lo suficientemente maduro para su edad. Nadie reconoció la lengua que usaban para comunicarse, pero la intención era más que obvia. 

-¡SON MILES! ¡ESTÁN FORZANDO LAS PUERTAS! -Gritó alguien de nosotros, haciendo énfasis en lo primero. ¿La última vez habían sido tantos? 

Los encargados se lanzaron una mirada de entendimiento y, mientras los demás a su alrededor aguantaban la respiración, empezaron a izar los contrapesos. 

Los sacos se estiraron y, lentamente, fueron separándose del suelo. Un siniestro rechinar acompañaba su ascensión, mientras que las sogas se tensaban a más no poder. 

Un giro a la manivela, otro giro... y los sacos subieron lentamente. Todos mirábamos desde lo alto, preocupados, mientras oíamos gritar a Joe que no se rindieran. 

Cuando Jim estuvo dispuesto a gritar, por primera vez, de desesperación al ver cómo toda la estructura se sacudió y los contrapesos se colapsaron, Shirley y Tomelilla fueron más rápidas y se hicieron cargo de las reparaciones y el evitar que los contrapesos golpearan al suelo. Shirley aprendió a usar sus poderes más rápido de lo que creíamos, por fortuna, pero eso quería decir que tendríamos que cuidarla al doble en esta ocasión. 

En el momento en el que todo se arregló, Tommy y Grisam se hicieron cargo de que los contrapesos cayeran justo a tiempo. Si algo salía mal, la defensa no serviría para nada. Se miraron decididos una última vez y las hachas cayeron contra las cuerdas. Durante los siguientes segundos todos contemplaron cómo salía un muro de troncos de la tierra y cómo muchos enemigos caían en el foso y eran convertidos por los magos en cosas inofensivas; como copos de nieve, flores, gusanos...

Shirley y el resto de los Cordibock que aún tenían sus poderes se hicieron cargo de evitar que los villanos pudrieran la madera echando el hechizo "siempreverde". Cada forma para evitar que entraran al pueblo causaba una risa en Humulus, lo cual me ponía los pelos de punta. ¿De qué se reía? ¿Por qué mi hermana no estaba con él?

-¿Esta vez tendremos que dirigirnos a la caseta del capitán como la última vez, Babú? Recuerda que no quiero que me transformen como la última vez -me advirtió Scarlet, tratando de que olvidara por unos segundos de lo que ocurría. Oí a Flox y a Acantos reírse, de hecho, sobre eso; no me quedó más que reír también. 

La lucha se desenvolvió principalmente en tierra, pero también hubo en el cielo. Los enemigos llevaban la cara descubierta, al igual que antes, así que los mágicos hicieron lo mismo. Amigo contra amigo, hombre contra hombre. Los magos y brujas no se rindieron tan pronto como hacía cuatro años, pues ésta vez el plan había sido mejor planeado que antes y habían comenzado con el proyecto desde semanas atrás. 

Nuestra mirada estaba fija en los atacantes y ejecutábamos bolas de fuego y nieve para distraer a los enemigos, quienes confundidos se miraban entre ellos. Sin embargo, hubo un momento de tranquilidad cuando un par de hermosos caballos blancos se aliaron junto a Bellepor; yo ya había visto eso antes, pero solamente con un caballo. 

Ambas chicas llevaban una capa suntuosa y montaban aquellos corceles. Derechas, altivas... ¡Parecían unas reinas! Incluso más cuando se dieron lugar entre las filas de los demás caballos y jinetes. Humulus nos dirigió una mirada cargada de pesadez y cansancio; parecía ser que ellos tampoco habían estado tan bien durante el proceso. A pesar de eso, noté aquella sonrisa que nunca creí ver en él. 

-¿Nos acaba de sonreír...? -Susurré. 

-Te acaba de sonreír -Nepeta me corrigió, antes de asentir-. Sí, él te sonrió. 

Ambas desconocidas fueron las protagonistas de la escena. Lentamente, con regia solemnidad, se bajaron las capuchas y levantaron su rostro hacia nosotros. 

Sentí la necesidad de tomar una gran bocanada de aire al reconocer a mi hermana, más pálida y cansada de lo usual. Se veía que quería correr de ese lugar después de golpear a Humulus como me dijo que una vez hizo. 

-Es... ¿Tu hermana, Nepeta? -Francis susurra, pero todos lo oímos. Concentrados en Pervinca, nadie se había percatado de la otra atractiva joven. En efecto, era la hermana mayor de nuestra amiga; lucía lo contrario a Vi. Tenía un porte sofisticado y hermoso, al igual que su largo cabello recogido en una larga trenza. 

-Creí que dijiste que estaba enferma y que por eso no salía con nosotros -Tommy comentó, confundido. 

-Vi cómo huyó hace unas noches; mis padres no quisieron decir nada. También la había visto escabullirse para irse al bosque varias veces -Nepeta nos contó-. Ella me dijo que no dijera nada. Que todo estaría bien si dejaba que todo marchase su curso natural. 

Cuando vi que Francis se dispuso a gritar de exasperación, me interpuse entre los dos de un salto y negué con la cabeza. No era culpa de nadie. 

-¿A qué se refería con que todo iría bien? 

-Ella me contaba noche tras noche cómo se fue acercando a Humulus y cómo entablaron esa relación... Decía que él no era tan malo cuando estaba solo, pero yo no le creía del todo; sé lo que le hizo a Grisam hace años para querer quitarte de sus manos -nos explicó la castaña, frotando sus mejillas-. Aún así, dijo que haría lo posible para que Bellepor cambiara; para que fuera bueno. Ella es más terca que yo, y se había puesto ese objetivo. 

Incrédulos, todos nos miramos unos segundos antes de regresar la mirada hacia el trío de personas que destacaban en los aliados del enemigo. Pervinca ya se estaba bajando del cabello con ayuda de Bellepor, quien ayudó después a la hermana de Nepeta. 

-¿Eso quiere decir que hemos ganado? ¿¡Y NO PENSABAS DECIRNOS!? Llevo horas de pie, corriendo de aquí a allá -Scarlet explota, haciendo abrir los ojos como platos a James-. ¿Qué? -Lo miró exasperada. Él alzó los hombros y negó con la cabeza. 

-No hemos ganado exactamente. Estamos a un cincuenta por ciento... Más o menos. 

-¿Eso quiere decir que...? 

-Bellepor, Pervinca y mi hermana están de nuestro lado, sí, pero hay más de mil enemigos que no lo están. Enemigos fáciles de engañar. 

Miré unos instantes a mis amigos y a Jim. Shirley, Flox y Scarlet decidieron creer en las extrañas palabras que Nepeta decía; James y Jim solamente contemplaban la escena, esperando órdenes para saber qué hacer; y mientras que Tommy, Acantos y Francis aún dudaban, los ojos de Grisam solamente demostraban las ganas de querer correr hacia Pervinca. Había pasado los primeros días torturándose por su descuido, hasta que Scarlet casi lo abofetea porque le comenzaba a cansar su actitud de "niño sufrido."

Pervinca alzó la cabeza y me miró fijamente desde su lugar. Me sonrió con tranquilidad y me regaló la mirada más relajada que pudo para darme a entender que todo estaba bien; que yo estaría bien. Que ella estaría bien. 

En el instante en el cual quise dar el aviso de que cambiaríamos de plan, un grito llamó la atención de todos, asustando a todo el pueblo. 

-¡LAS PUERTAS SE ESTÁN ABRIENDO! ¡JIM! 

Mi mirada se dirigió al instante hacia la puerta más cercana. Salvia estaba utilizando sus poderes para abrir las diversas puertas, las cuales lo tardaron en ceder; los chicos y yo bajamos a toda velocidad de la muralla para evitar alguna repercusión grave. 

Sin embargo, al llegar a tierra firme, nos percatamos de la existencia de los enemigos apresando a nuestros amigos, familiares y conocidos en las jaulas que cargaban la última vez. Busqué con rapidez a mi hermana y a los otros dos, pero cuando los encontré ya se dirigían hacia el centro de Fairy Oak. Como pude, y gracias a los demás chicos, me hice camino entre los aliados del Terrible 21. El corazón me latía ferozmente en el pecho, y si no fuera por la mano de Jim que me guiaba, posiblemente habría caído. 

-¡Pervinca! -Gritaba el nombre de mi hermana, queriendo llamar su atención-. ¡Salvia! ¡Humulus! -Recurrí a los nombres del resto para ver si me hacían caso. 

Alcancé a Vi a un par de metros del centro de la plaza y tiré de su mano. 

-¡Pervinca! 

-Aún no podemos hacer nada. Debemos de estar en el lugar donde lo hicimos antes -fue lo único que dijo. Miré confundida lo que me rodeaba cuando el silencio se hizo presente repentinamente al haberla cogido de la mano; nadie se movía, ni siquiera Jim que estaba a un par de centímetros de mí. El aire se quedó encerrado en mis pulmones cuando me percaté que los enemigos también habían quedado bajo el efecto "para tiempo" de la unión de la Antigua Alianza. 

-¿Y Shirley? 

-Ella ya está allá, esperándonos. Voló por encima de nosotros. Todos recuperarán sus poderes... Tendrán que enseñarme cómo hacer esos hechizos nuevos. 

Di mi mano insegura a Vi y vi cómo me volvía a sonreír similar a antes. Apreté nuestro agarre y la seguí hasta el centro del pueblo. Shirley no tardó en ubicarse entre nosotras como aquel punto de poderes que era, mientras que Vi y yo nos sujetábamos con ambas manos. 

Como si lo leyera de un libro, Shirley comenzó a citar un par de palabras mientras una luz blanca nos cubría a nostras y a todo el valle. 

-La Antigua Alianza y el infinito poder nos encontramos presentes para terminar con ésta ola de maldad... Shirley Poppy, Pervinca y Vainilla Periwinkle y la Nueva Alianza nos permitimos decir que esto ha acabado. 

Y terminó. 

"Los enemigos realmente no nos odian; se odian a sí mismos. Saben que nunca serán como nosotros, y caen en la envidia y los celos. Se dice que amemos a nuestros enemigos como si fueran nuestros amigos, posiblemente porque nunca sabremos cuándo necesitaremos ayuda de alguien más." 

«-¡Y así ésta historia ha terminado! -Sentenció Vainilla, soltando un largo suspiro. Nunca antes había narrado tanto en una noche y ya se encontraba casi sin saliva y aire. 

-¿Qué? ¿Hablabas en serio con ésta parte sería la última? -Iris preguntó, incrédula. Su madre asiente, acariciando el cabello de su hija. 

-No necesito contar algo que ya estamos viviendo ahora, Iris -respondió en ese momento-. Además, tu tío Grisam se ha quedado dormido en medio del relato y no pienso despertarlo. ¿Apoco no se parece a Lili durmiendo? 

Iris asiente con la cabeza y dirige su mirada a Jim. 

-Entonces, ¿tú contarás una nueva historia, papá?

-Dejaré las historias para su madre. Ella es especialista en esto y no le quitaré algo en lo que es tan buena -el azabache comentó, plantando un beso sobre la frente de su esposa. El amor en esa familia a veces sobraba, pero nunca faltaba. 

-¿Y mañana qué haremos con los hijo s de Scarlet, si han contado toda la historia? -Preguntó la pequeña-. No creo que Clío y Pétalo quieran cuidarnos a todos afuera, ¿o sí? A menos que Iria, su hada, venga a ayudarles... 

-Mañana es otro día, Iris. Vive éste día y luego preocúpate por el siguiente, ¿de acuerdo, pequeña? Aún te faltan muchos días por vivir...

Es un lástima que todo terminara tan pronto. Mañana tendré que decirles la verdad.»



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