parte unica
PARTE ÚNICA
Acérquense, niños. Y escuchen la triste historia de Honey, una Hada del jardín que amaba con tanta fuerza, que el dulce sentimiento de calidez se convirtió en llanto desgarrador, agonía en carne propia con la infaltable mezcla de rencor a aquel muchacho joven de cabello negro y ojos verdes. Dicen que cuando una hadita se enamora, la luz de sus alas brilla con esplendor, mucho más fuerte que nunca, y al volar, tintinea con potencia de la felicidad.
Fue una mañana de trabajo, en los prados de girasoles, que Miel observó de lejos una cabellera negra recostada sobre sus hermosas flores apenas nacidas. Su trabajo consistía en cosechar toda la plantación y hacer ver con brillos las tierras de BangShi, amaba su trabajo, cada mañana salía de su hogar con una sonrisa en el rostro, saludando a sus vecinos y compañeros de trabajo. Junto a muchas hadas del jardín volaban a las tierras fértiles en busca de un agradable día de trabajo. Y no solía ver caras nuevas, particularmente sus días pasaban como cualquier otro, riendo de los malos chistes de Athe y regañando a Oliv por cortar las margaritas antes de su punto.
Pero aquella mañana, con el sol en su punto perfecto gracias a sus hermanas de la Luz, pudo distinguir a un hombre durmiendo entre la larga cosecha. Con sus ojos cerrados, y cuerpo relajado, él ni siquiera parecía notarla sobre él. Volando más arriba de su varonil cuerpo, Miel notó con rapidez que se trataba de un Elfo, pues no tiene ningún tipo de ala. ¿Qué hacía uno en su zona? Ellos, normalmente, suelen encontrarse trabajando en el bosque, el cual se hallaba un poco más lejos de ahí. ¿Y si estaba herido? La sola idea de que aquel joven estuviera lesionado la hizo preocupar. Los pobres Elfos no tienen magia, por lo que viven de sus manos y cuerpos, ellas les venden recursos, y ellos les otorgan trabajo forzoso, construyen sus casas e incluso recogen las cosechas del suelo.
Dicen que no hay ser que trabaje más duro que un Elfo. Y que no hay nadie más vanidoso que un Hada con alas brillando.
La suave brisa de sus alas moviéndose hizo que él comenzará a abrir sus cansados ojos. Verdes, tan verdes como los tallos del girasol que lo cubre del sol.
—Hola. —ella saludó, su sonrisa mostraba dos hoyuelos a los costados de sus comisuras. Tan tierna y alegre, hizo que el Elfo sintiera como un nudo se formaba en su vientre, nervioso se levantó con sus mejillas sonrojadas— Me llamo Miel, ¿estás herido?
—No, para nada. —negó, su vestimenta hizo que la chica ladeada la cabeza. ¿No se supone que ellos utilizan ropa para trabajar? Eso era muy elegante, ¡Se ensuciaría en la tierra!— Estoy bien, señorita.
—Me alegra escucharlo. —con un pie más abajo que el otro, Honey comenzó a aterrizar en el suelo para estar frente a esos ojos verdes. Y descubrió que era un poco más baja que él, ahora era ella quien tenía que levantar la mirada— ¿Te has perdido…?
—TaeHyung, mi nombre es TaeHyung. Y no, no estoy perdido.
—Un nombre hermoso. —aplaudió— Eres un Elfo muy particular TaeHyung, nunca había visto uno con tus ropas.
—Yo… —el joven rasco su cabeza nervioso, no sabía qué responder, pues su atuendo era, al menos para él, algo normal. De donde viene es así— Tú eres un hada del jardín, ¿o me equivoco?
—Estás en lo correcto. —dijo, y sonrió aún más fuerte, si es que era posible. Una hada del jardín, con cabello dorado y ojos celestes, con su piel blanca parpadeante ante la potente luz del sol, y una energía optimista que a TaeHyung le encantó, de donde viene no es normal encontrarse a gente así, estaba tan acostumbrado al mal humor e insultos que de repente estar frente a una dama cortez era… gratificante— Podrías perderte en el prado, sería mejor que vuelvas al bosque. Los elfos no deben pasar su territorio sin razones de trabajo.
Oh, es verdad. Es un Elfo y ella una dulce Hada, con su resplandeciente bondad incapaz de pasarlo por alto.
—Lo siento.
—¿Por qué?
—Porque, aunque sé que no debería, no quiero irme. Deseo escucharte más.
TIN TIN TIN. Campanitas sonaron en el aire, yendo directo a los tímpanos de Honey, quien sonrojada bajo su mirada sin saber qué responder. La mayoría de las Hadas no suelen encontrarse en un lazo amoroso, pues entre ellas tienden a considerarse más familia, así que jamás en su longeva vida había llegado a experimentar un sentimiento de 'enamoramiento' a un muchacho, mucho menos… nervios, su estómago cosquillea como si hubiera miles de mariposas dentro tratando de huir. Increíblemente, le encantó ser observada por ese par de ojos, y lejos de querer que se vaya, a escondidas de sus compañeros lo mantuvo a su lado en el día.
Aquel joven de sonrisa cuadrada se había quedado con ella durante toda la tarde, le mostró con felicidad como trabaja con el polvo mágico para extender los tayos del prado y dejar que florezcan en la temporada de primavera.
Pasar el rato juntos había sido agradable, tanto que llegando la noche, con la luna a lo lejos subiendo por el monte, ninguno quiso dar el 'adiós'. Y con sus ojos destellando por un nuevo amor nunca antes visto, prometieron verse al otro amanecer, en el mismo lugar, en el mismo horario.
Y de esa forma, los días juntos comenzaron a pasar. Ninguno quiso llevar la cuenta de cuánto tiempo pasaba, porque podría significar que se acababa la suerte, y que tal vez alguna de esas tardes acabando por la llegada de la luna, significaría un adiós definitivo. Con sus pechos latiendo, y manos picando por tocar la del otro, se divertían entre el césped del prado más alejado a las otras Hadas, evadiendo responsabilidades o cualquier otra persona para estar cerca del otro.
—¡Voy a atraparte! —advertía el pelinegro, corriendo detrás de ella. La chica, con sus pies descalzos, sintiendo el césped húmedo, y su esencia única, corría con sus mejillas coloradas y alas brillando. Hasta que estas se extendieron para volar dos metros por encima del suelo— ¡Hey, eso es trampa! Eres una tramposa, Miel.
Ella rió, bajando para ser tomada por dos fuertes manos rodeando su cintura. Aún sin aterrizar, prefirió quedar frente a su rostro moreno sonriente.
—Lo siento. —rió— A veces olvido que no puedes volar.
—Pero puedo… ¡Hacer esto! —sus dedos comenzaron a moverse sobre el abdomen de la femenina, ocasionándole cosquillas y haciendo que estalle en risas escandalosas.
—¡Para, para! —sollozaba riendo. A los minutos TaeHyung se separó satisfecho, y ella limpiando sus lágrimas de cocodrilo hizo una mueca cruzando los brazos— Eres un grosero.
—Me gusta verte con esa expresión, mi hadita dulce. —pellizco su mejilla con sorna— Y me encantaría seguir con nuestra diversión, sin embargo, la luna se acerca y tú debes irte.
—Ven conmigo, por favor. Podemos escondernos en mi casa, allí nadie te verá.
—Aunque quisiera, podrían verte con facilidad debido al brillo de tus alas.
—¿Cuánto tiempo más deberemos escondernos, TaeHyung? ¿Algún día… estaremos unidos? —cabizbaja espera su respuesta, la cual nunca llega pues el hombre frunce sus labios con una mirada melancólica— Te extraño cada vez que nos separamos, y me preguntó antes de dormir si tendría que haberme despedido mejor… por si es nuestra última vez juntos.
—Para mi, Miel. Nosotros ya estamos unidos, aunque no haya una ceremonia celestial, o nuestras razas sean divididas, mi corazón se unió al tuyo por una fuerza mayor a las demás desde el primer momento en que conocí tu encantadora sonrisa. Y no hay nada ni nadie que pueda separarme de aquello.
—No hay reino ni emperador, ni hada o elfo en el mundo que me convenza de que estar lejos tuyo sea mejor. Te veré mañana, querido.
Tomando su mano derecha, el pelinegro depositó un suave y lento beso en esta antes de verla marchar hacía la ciudad.
( … )
Miel no podía pegar un ojo en toda la noche, estaba extasiada con los recuerdos del día que pasó al lado del moreno, necesitaba intensamente tenerlo entre sus brazos a cada hora. Poder estar en la ciudad con él, presentarlo a sus amigos y conociendo más sobre el mundo juntos. Por eso, quitó las sábanas que cubrían su delgado cuerpo y con el tintineo de sus movimientos al volar abrió la puerta de su casa despegando vuelo hacía las fronteras del prado y el bosque del reino de los Elfos. Era tarde en la noche, nadie se hallaba despierto a esas horas, suponía que su amado se encontraría durmiendo también, pensó que podría encontrarlo fácilmente pues su corazón la guiaria.
Equivocada estuvo, pues tras varias horas y asomándose el amanecer, no pudo hallarlo en ninguna aldea cercana. Cansada, dejó sus pies caer sobre el suelo, y miles de miradas se posaron en ella con admiración. Desesperada observó a una tierna mujer con su pequeña en brazos, sus orejas puntiagudas eran signo de su sangre Elfo.
—Señora, ayúdeme. —suplico, apenas había descansado, sus alas brillaban y dolían.
—¿Qué necesitas? ¿Te perdiste?
—N-No —negó angustiada—, estoy buscando a mi amigo, él es un Elfo como ustedes. Su nombre es TaeHyung, tiene cabello negro y ojos verdes.
—Lo lamento, no conozco a nadie igual. —se disculpó, yéndose justo a su pequeña.
Así durante dos horas más, pregunto a cada persona que se cruzaba en su camino, a su pesar nadie conocía a 'TaeHyung'. Debido al amanecer y al cargo de conciencia por no ir al trabajo junto a sus hermanas, voló nuevamente a la frontera después de beber agua en el bosque. Con la ilusión de ver a su amado esperándola en el lugar pactado, se apresuró pensando en pedirle ir a su hogar.
Hasta que, de lejos, percibió un desagradable aroma a fuego. A miles de flores siendo quemadas y agonizando, a sangre siendo derramada mientras las almas vuelan al otro mundo. Una punzada en su pecho hizo que se detuviera entre los árboles del bosque, la luz solar que con tanto esfuerzo sus hermanas guiaba estaba mostrando claramente como su hogar era exterminado.
Tembló, y reaccionó minutos después cuando volaba llena de ansiedad al prado.
Y lo vio. Un hada masculino, con su porte elegante y ojos similar al césped se encuentra lleno de sangre. La vio, estupefacto abrió la boca tratando de hablar.
—¿Cómo… pudiste? —su voz quebrándose pronunció llena de rencor.
—Miel, puedo explicarlo…
—¡Eres un monstruo!
El muchacho de miraada dulce que alguna vez llegó a creer conocer se había desvanecido, frente a ella se encontraba la raza de hadas más poderosas, las cuales con crueldad masacran otras tribus en busca de absorver todo el polvillo mágico para su propia beneficencia. TaeHyung era parte de ellos, en su espalda había un par se alas de color negro con rojo, las cuales danzaba en el aire con orgullo de ser mostradas. Para Miel, era asqueroso haber caído en su engaño, él había escondido su más grande tesoro, le hizo creer que era un indefenso Elfo… todo para masacrar su pueblo.
Llena de llanto cubrió su boca, debajo de sus pies se encontraban sus hermanas mutiladas.
El pelinegro trato de acercarse, sus compañeros estaban dentro del pueblo buscando cualquier polvo amarillo restante para ser llevado, mientras tanto él la buscaba a ella, a la única mujer de su vida. Por no encontrarla pensó que ya era tarde, que algún otro la había hallado primero y acabó con su refrescante vida.
Verla llegar fue un gran alivio.
—¡Aléjate! Te odio, te odio tanto. —lloraba con fuerza.
—No quiero matarte Miel, yo no sabía que esto iba a pasar. Las tropas… no soy parte de ésto, vine en cuanto me enteré del atentado, te busqué…
—Nuestra reina, mis hermanos… todos muertos.
—Es peligroso que estés aquí, vete por favor. —dijo acercándose.
—¡N-No me toques! —voló alejándose— ¡No quiero que me vuelvas a hablar, no confiaré en tus palabras! —el brillo de sus bellas alas se debilitaba a cada segundo— ¡Matame ahora o yo te mataré a ti! ¡Y si salgo viva, juro que voy a vengarme de tu pueblo!
Miel no se detuvo a pensar que estaba volando en medio de un campo de guerra, y que era un blanco fácil. Un hada negra la vio de a lo lejos, tomó su arco con flechas envenenadas y apuntó a ella.
—¡Miel, huye! —gritó su amado, empujándola para recibir él la flecha morada que se incrustó en su abdomen. Abriendo los labios, escupió sangre del mismo color que el veneno, antes de caer en un último acto de bondad su querida chica de hoyuelos lo sostuvo entre sus brazos mientras caían al suelo.
—¿De qué te sirvió sacrificarte por mi, eh? Si de cualquier forma… moriré a manos de tu gente. —sus lágrimas salpicaban en el rostro del moreno, el aludido con sus ojos verdes la observo enamorado, no podía verse más hermosa ese día— ¡Dime! ¡¿Por qué lo hiciste?!
—Por favor, Miel. Huye de aquí, amada.
—No, no puedo irme. Escupiria en el honor que me queda, debo… debo aceptar mi final junto a mis hermanos.
Vio su espíritu marchar lentamente, y quiso gritar a los cielos el odio que siente. No puedes odiar a una personas si no la amaste primero, y ella amaba a TaeHyung como a nadie, y lo odiaba por ser parte de aquellos que destruyeron su vida. Aún así, verlo morir era doloroso, se robaba sus suspiros tratando de darle calor a sus frias manos. Las venas comenzaban a marcarse en su cuerpo. Moradas y negras por el veneno.
—Quiero que vivas a salvo.
—TaeHyung…
—Escapa de aquí, Miel. —lloró en su último aliento. La rubia miró sus labios resecos en agonía, y los beso antes de soltarle la mano.
Los guerreros de negro venían a por ella desde los cielos, así que voló lo más rápido que pudo sin ver a sus espaldas.
( … )
La mujer de avanzada edad cierra el libro, y ve a sus nietos.
— ¿Y qué pasó con Miel abuela?
— Oh, bueno. Ella pudo huir a la felicidad.
— ¿Y el hada negro?
— Hay una leyenda que cuenta que cuando un hada muere, crece un árbol en donde sus cenizas quedan. Como... ¿Ven el árbol de afuera? —ven el árbol en la ventana— Me gusta pensar que ese es TaeHyung, y que su alma floreció en aquel.
— ¿Crees en las hadas, abuela?
— Por supuesto.
La abuela que con tanto amor contó aquella hermosa y trágica historia para sus nietos, volvió a su silla donde suele tejer y observó desde su asiento a los pequeños que corrían hacía el jardín, donde la nieve comienza a caer. Y el árbol de camelia florece en el invierno que los acecha. Su corazón palpita de amor, pues aunque la historia que su propia abuela le contó hace años sea nada más que un mito familiar, muy dentro suyo cree que, en realidad, podría haber sido real.
Y siente que Miel pudo encontrar felicidad en un mundo de humanos. Lejos de su pueblo.
— ¡Hola! Me hacía mucha ilusión subir este OS porque me di cuenta que no estoy familiarizada con el género fantasía, y quería probar algo nuevo. ¿Qué les pareció el final jajaj? Es algo confuso, como los que suelo hacer. No edite nada todavía así que puede haber errores, más tarde los veré.
Recuerden dejar una ☆ y comentar. ¡Gracias por leer! ♡
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