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Chapitre Trois

El distrito rojo era justo como lo había imaginado, o más bien como lo había visto.

Oscuro, tenebroso, frío e increíblemente fascinante, ahí había muchas razas, y establecimientos para las distintas razas que ahí habitaban, así como puestos bastante bizarros donde las magas, o brujas que pertenecían a aquelarres compraban sus productos.

Ojos de hada, uñas de gigantes, pelo de bestia, miasma de demonio o plumas de angel, así como especímenes de distintas razas que figuraban como esclavos, entre ellos muchos humanos.

Como esas humanas que poseían muy poca ropa y entraban a un cuarto con razas diferentes a las suyas.

Había demonios arreando los carros donde estaban los humanos, algunos con ojos particulares, supuso, híbridos.

Ella alguna vez había visto un híbrido humano-hada, era grande, de complexión delgada, no poseía alas y tenían ojos pardos, tampoco tenían magia, eran una aberración para su raza, así que los mataban, reconoció a algunos en la jaula, dándole poca importancia les dio la espalda.

Había algo extraño en el distrito rojo, esa energía abominable que salía del centro del lugar era una cosa, y otra la cantidad de errantes y corrompidos que entraban cada segundo.

También los ángeles que estaban vigilando los alrededores de los cuales nadie parecía darse cuenta.

— ¿Que hace un humano libre aquí? —bufo un gigante a sus espaldas tomándola de la capa y levantando su cuerpo hasta su cara, quizás unos 12 metros sobre el suelo— vuelve al ganado basura —

— Basura tu imbécil —respondió a la par que el tipo la soltaba esperando que cayera— no me confundas con uno de esos inútiles —

— No te creas la gran cosa tampoco bruja —respondió dandole un manotazo que la mando de golpe al piso, si no tuviera esa reacción rápida definitivamente sería un huevo estrellado en ese momento— tampoco eres una bruja —

Sintiendo la cólera envolverle materializó una espada clavandosela en el pie.

— Que seas grande no te hace mejor —dijo elevándose con la espada envuelta en sangre, una sangre azul, era un híbrido no un gigante—

Sin premeditarlo mucho clavo la espada en su ojo, volando hasta entrar a un establecimiento de humanos, ese extraño donde las mujeres humanas estaban.

El sol comenzaba a salir y ella no podía ir así mucho tiempo.

— ¿Se te ofrece algo? —preguntó una humana de cabello negro azabache, cara pequeña, algo más baja que ella en su forma más humanoide y de unos bonitos ojos marrones— acabamos de cerrar —

— Solo me escondo de la luz —dijo volviendo a su forma hada sin mostrar las alas—

— Eres una pequeña bruja —exclamó sorprendida— ¿que hace una niña aquí? Es muy peligroso —

— Mamá me mando por provisiones —mintió— nuestro familiar murió hace poco y ella tenía que cuidar el aquelarre —

— Solo eres una niña —Negó revisándola, para encontrar alguna herida, solo tenía hematomas, nada de sangre—

— Un híbrido casi me mata —exagero la situación, era una buena manera de moverse en un sitio así, si la humana mostraba compasión sobre razón ella ganaba—

— Entonces definitivamente no puedes salir así —dijo contundentemente llevándola de la mano a una habitación— Mi nombre es Jisoo —

— Me llamo Jennie —

— Es un nombre muy lindo, ¿cual es tu apellido? —preguntó dejándola sentada en la cama mientras se quitaba la ropa para tomar un baño—

— Kim... —dijo algo dudosa, era un apellido muy común, era el primero que se le ocurrió—

— Yo también me apellido Kim —sonrió Jisoo, esa humana le inspiraba confianza, incluso la estaba escondiendo—

La vio caminar hacia un lugar extraño, iba desnuda así que supuso que tomaría un baño.

Se preguntaba como estarían todos en el bosque.

(...)
— No hay rastros de la princesa en ningún lado —dijo Rosé ante el rey, quien parecía bastante estresado, la heredera no estaba en ningún lado del bosque, algún lugar próximo quizás—

— prepara algunos soldados que te acompañen —ordenó ante la mirada confundida del hada— iras al distrito rojo y la buscaras, si no fue por voluntad creo que deberemos unirnos a los ángeles —

— Como ordene Señor —asintió Rosé, quien había pasado al puesto de su general después de la pérdida de sus alas— ¿necesito recurrir a la violencia? —preguntó levantando la mirada—

— Solo si te atacan —

Asintiendo ante las órdenes, recorrió el campo donde las hadas sobresalientes entrenaban, se acercó analizando la situación, y recordó que la princesa había dicho algo sobre sus alas.

— ¿Alguien aquí puede esconder sus alas? —preguntó con firmeza descendiendo frente a ellos—

— Yo —alzó la mano una hada bastante seria, Tzuyu, si no recordaba mal— es cansado y difícil pero puedo hacerlo —

— Necesito que nos enseñes —dijo haciendo que pasara al frente— la princesa está desaparecida y en sus palabras nuestras alas son débiles, no debemos dejar que algo así tan expuesto —

(...)
— Un hada... —Murmuró Jisoo observando a la pequeña niña que estaba durmiendo en su cama— supongo que no eras una bruja —soltó una risita leve—

Tenía unas alas hermosas que quería tocar, la apariencia de una niña de 12 años y un cabello claro.

Había escuchado que las hadas tenían ojos hermosos, se preguntaba de que color serían los de ella.

Era un hecho que no podía pensarlo demasiado, si ella siquiera mencionaba su existencia en ese lugar sería peso muerto.

Terminaría en el centro del distrito, los demonios la lanzarán dentro del hoyo y desaparecería totalmente.

Ya casi pagaba su deuda como esclava sexual, no podía cometer muchos errores, no podía tener a esa hada ahí, menos ahora que era una hada...

Salió apresurada de ahí llamando a su señor demonio, quien era el encargado de administrar, fue tonto pensar que podría tenerla ahí escondida, su señor la encontraría y la haría pagar con sangre, estaba en el distrito rojo, no en un patio de niños.

— Hay un hada en mi habitación —dijo recibiendo uns caricia en la cabeza del demonio—

Ojos rojos, cabello azabache rasgos marcados y dominantes y completamente vestido en negro con miasma, era un demonio de clase A y entre más humanos se veían más fuertes eran, su jefe era totalmente humano a excepción de su ojos rojos.

— Te portas muy bien Jisoo —asintió observando el cuerpo de la humana temblar— ya veré que hago con esa hada —

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