Chapitre Final
Los cadáveres relucieron en el piso de la fosa, un lugar tan amplio como nunca lo hubiera imaginado.
Había cuerpos de toda clase y por momento temió.
Pero no por ella.
Por Lisa.
Roseanne entraba a la fosa seguida de otras hadas mientras veían todo con asco y seriedad.
- Levántese de ahí y venga con nosotros -ordenó con tono firme, Lisa a su lado temblando ante lo desconocido, su apariencia angelical desvaneciéndose en segundos para tornarse tosca y agresiva, un demonio en su total esplendor-
- La estas asustando -regaño con suavidad acariciando su cabello, su dedo pinchándose con uno de sus cuernos que habían crecido y la sangre brotando levemente de él-
- ¿A un demonio? -preguntó burlesca riéndose de la situación que realmente no le provocaba gracia, ella no había pasado todo eso para que la princesa hiciera un berrinche- No sea ridícula y venga con nosotros -
- No -Negó con firmeza, dándose cuenta que entre dos hadas la levantaban y otras más inmovilizaban a Lisa, Rose acercándose a matarla- ¡Dije que no! -grito con furia liberándose sin problemas-
Si estaban bajo tierra implicaban raíces.
Sus alas crecieron exponencialmente mientras ella volvía a su tamaño hada y las raíces salían de las paredes atrapando a las hadas.
- ¡Está loca! -gruñó Rosé forcejeando sin éxito- ¡La va a matar! -
- Si te enojas te vas a corromper -dijo Lisa levantándose de su lugar y acercándose a Jennie quien volvía a su forma normal- la nebulosa de mi fosa es mucho más tóxica que la que respiras en la superficie -
Mirándola confundida Jennie frunció el ceño extrañada ¿tóxico?
- Transforma el sentimiento negativo en la corrupción de los seres mágicos -explicó mirando a Rosé- Cómo esa marca negra que se está apoderando de sus brazos y armas -señaló entrecerrando los ojos-
Jennie nunca había presenciado una corrupción en los seres mágicos, y se sentía aterrada al ver como las alas de Rosé salían de su espalda sangrando y se tornaban negras como la noche misma y de sus ojos pesadas gotas de sangre salían.
- ¿Tu... Lo provocas? -preguntó algo temerosa acercándose más hasta hacer que Lisa la mirará a los ojos, estos ahora eran rojos como su propia sangre y sin embargo la miraban tan anhelante-
- No -Negó observando a las otras hadas sufrir los mismos cambios, menos una que se quedó quieta- ellas mismas al odiar o sentir enojo lo provocan, mi nebulosa solo hace visible la corrupción que ellos ya poseen -
- Posiblemente me odia -murmuro observando a Rosé quien ahora poseía colmillos y todo su poder mágico se descontrolaba de golpe- Por mi culpa el general al que consideraba su padre perdió sus alas -dijo en un tono bajo, la raíces que sostenían a rose rompiéndose ante la violenta ola de magia que salió de su cuerpo-
- Puedo purificar su cuerpo pero debo salir de aquí -dijo en un tono bajo, acariciando el cabello de Jennie como ella lo había hecho antes con el suyo le beso la frente con una sonrisa antes de que su apariencia angelical volviera- Se que soy muy tonta respecto al mundo que me rodea, pero me gustaría que tu me lo enseñarás -confesó dejando un suave beso en sus labios esta vez-
Abriendo sus alas tomo impulso elevándose con las hadas a su espalda se topo con el caos personificado frente a sus ojos.
El distrito estaba ardiendo y mientras demonios dejaban de lado su "humanidad" para matar ángeles, estos mismos hacían polvo a cualquier demonio que estuviera en sus narices.
Se sentía extraño ser creación de dos razas tan distintas, ella no encajaba con ninguno de ellos.
Era algo completamente distinto, como todos los híbridos que solo permanecían en sus jaulas observando alrededor.
Lanzando los cuerpos de las hadas frente a ella los atravesó con un rayo de luz que de un golpe limpio las dejó en el suelo como si nada hubiera pasado.
Sintió la magia de Jennie detrás de ella y giro mirándola con adoración.
Sus bonitas alas resplandeciendo y sus ojos mirándola fijamente antes de empujarla y ser atravesada por una lanza que la clavo en el piso.
Su mundo se cayó frente a sus ojos cuando la imagen de su madre llegando a protegerla de los demonios llegó de golpe a su memoria.
El ángel bajando del cielo como una clase de Dios matando a su madre en sus narices y luego tratando de matarla a ella.
Lo miró tan molesta como aquel día que su magia se había descontrolado creando la fosa en la que había habitado los últimos miles de años.
Tan sonriente y arrogante mientras sus blancas vestimentas y espada brillaban.
La bilis subió hasta su garganta quemando sus entrañas cuando sintió su cuerpo arder ante la cantidad de miasma que salía de ella.
Dé repente, todo el distrito parecía estar en pausa mientras la veían como un fenómeno.
- Eres un error que debe ser erradicado -Murmuró el ángel acomodando su espada que corto su ala sin provocarle el mínimo dolor-
Su propio miasma la curó de inmediato, quería llorar y gritar, destrozar todo a su alrededor.
Y justo eso fue lo que hizo.
Tomó el cuello del arcángel que supuestamente era su padre y con garras fuera lo traspaso salpicando su cara de su asquerosa sangre.
Todos alrededor miraban atentos como aquel híbrido mataba de dos certeros movimientos a el que había matado a casi todos los demonios del distrito.
Su cabeza había rodado y caído al piso mientras su cuerpo se quemaba con el miasma que ella emanaba.
Entonces todo explotó cuando volvió a ver el cuerpo de Jennie caer en la fosa...
(...)
Pateando los cuerpos muertos que quedaban en el distrito Lisa avanzaba en dirección al cuerpo de Jennie, por donde pasaba todo moría, su madre había muerto protegiéndola igual que Jennie y ella misma había matado a su progenitor. Había explotado erradicando toda forma de vida en la superficie a excepción de la hada que había caído a la fosa después de morir con la lanza en el pecho.
Algunas diosas llegaron después de la explosión y ahora estaban inclinadas ante su presencia, un demonio que estaba tirado sin un brazo y con la mitad del rostro despedazado también se había levantado e inclinado ante su presencia.
- Despierta -dijo retirando la lanza del cuerpo de Jennie, el único lugar que poseía alguna vegetación era que donde ella estaba debido a su propio poder que la protegía incluso muerta- Es hora de irnos -Murmuró levantando su cuerpo sin esfuerzo, colocándolo sobre una piedra recitó el conjuro que una diosa le había susurrando al oído-
Observó como abrió los ojos con alegría y la herida de su estómago se cerraba.
- ¿Lisa? -preguntó confundida, alrededor todo estaba muerto, incluso las plantas donde había estado-
- ¿Recuerdas? -cuestiono abrazándola sintiendo el latido de su corazón- dijiste que nos iríamos juntas -
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