13
Las vacaciones decembrinas habían terminado, Taehyung en definitiva no quería volver al instituto, pero era la mitad del curso y SeokJin era estricto con las notas, debía esmerarse si quería tener un buen promedio. No estaba nada entusiasmado, generalmente sus compañeros alardeaban de donde habían viajado para Navidad, Taehyung en cambió no celebraba esas fechas, preferían celebrar su cumpleaños y además sus mayores siempre estaban trabajando.
Nadie era amable en el instituto y disfrutaba de no ser notado, sus ropas holgadas y lo largo de su cabello eran una gran barrera dentro de una escuela llena de niños adinerados y superficiales. Pero ese regreso a clases Taehyung estaba diferente, Jungkook le había hecho un corte nuevo y enseñado a delinear. Jin le dio la libertad de elegir su nuevo armario y la mayoría de sus prendas habían sido oscuras, respetando el gusto de Taehyung por ser discretas y poco reveladoras.
- Apresúrate si quieres llegar a tiempo, Tae. - Decía SeokJin desde fuera de su habitación. El menor ya estaba listo. - ¿No olvidas el saxofón? - Dijo al inspeccionar su espalda y no ver el instrumento.
- Llevaré la boquilla, no tengo ganas de cargar. - SeokJin asintió, dando a Taehyung sus píldoras y viendo que sí las tomara.
Había sido silencioso en el camino, iniciando una lectura que había pospuesto con los años, una novela romántica que Jimin le había regalado a sus 14, pero Taehyung nunca leyó. El fin de semana anterior se decidió por sacar todos aquellos libros del baúl y ponerlos en la estantería. Lo que ahora ocupaba aquel escondite era el bello y fino instrumento que Hoseok le regaló previo a su cumpleaños.
No había tenido noticias de Hoseok desde que este se fue, según una platica que escucho una noche mientras se escabullía, Hoseok estaba en otra provincia resolviendo un caso. Pero Taehyung no creía que fuera trabajo lo único por lo que se había ido. Dejo mensajes que parecía no eran recibidos, ninguna de sus llamadas conectaban y su apartamento había sido temporalmente abandonado. -Hoseok lo había abandonado-.
Luego de la escuela decidió ir donde el trabajo de Jin en lugar de su casa. Era bien recibido ahí y podía esperarlo hasta la tarde sin aburrirse, Taehyung estaba muy acostumbrado a pasar tiempo en la comisaría aún si le traía horribles recuerdos. SeokJin había estado ocupado y Taehyung se quedo sentado fuera de su oficina con los auriculares puestos, observando al personal ir y venir. La oficina de Hoseok estaba cerrada, aún cuando se ausentaba durante mucho tiempo, el lugar permanecía limpio y era respetado por todos. Hoseok era una personalidad respetada.
Había visto a Jimin trabajando, pero este no lo había visto e él. No era un día en que ellos tuvieran terapia, pero a Taehyung le habría agradado que este lo notara y lo hiciera pasar para al menos hacerle compañía. No le gustaba estar solo. Bajo ese pensamiento y con el pasar de las horas sabía que era la hora de comer de Jimin, el castaño se levantó de su lugar yendo hasta la puerta. Se detuvo al frente, dudando en si solo pasar, pero antes de hacerlo tocó la puerta.
- Adelante. - Respondieron del otro lado, el menor entró entonces, la sorpresa en el rostro de Jimin, Taehyung le vio unos instantes y el otro sonrió. - ¿Qué tal estuvo tú día? - Preguntó con calma, dejando el ordenador para darle toda su atención al castaño.
- Bien, muy tranquilo. - Contó, sentándose frente a su escritorio y mirando dentro de toda la oficina. - Esperaba a Jin, pero me aburrí. -
- Iba justo a buscar algo que comer, Jin tendrá un día ocupado, con todo el trabajo sobre él no logra organizar su tiempo... ¿Quieres ir conmigo? podemos comer lo que se te antoje. - Para su sorpresa, Taehyung accedió.
Jimin odiaba la comida rápida, pero el menor parecía muy satisfecho con la hamburguesa en su plato y las papas fritas por terminar. No habían conversado sobre nada, solo se acompañaban en la mesa y el mayor no estaba incomodo al respecto. Taehyung solía ser de pocas palabras con los demás, solo hablaba abiertamente con Hoseok.
Desde su partida, Jimin había sido cuidadoso en su trato con Taehyung y era atento a cómo este reaccionaba con su entorno. Sabía que estaría entristecido y pensó que quizá hasta molesto, pero no era así. Taehyung no había peleado con él ni con SeokJin, no había renegado a su tratamiento y estaba comiendo. Tampoco preguntó por Hoseok desde aquella mañana en el hospital. Simplemente parecía ido, más callado de lo normal y apagado.
Y eso no era bueno en ninguno de los casos, Jimin no se había atrevido a hablar con Taehyung al respecto de la ausencia de Hoseok y como se sentía, quería tocar muchos temas desde que leyó su diario, sin embargo sabía que Taehyung no confiaba suficientemente en él. Y era algo que debía ganarse.
Podía inmiscuir lo dolido y probablemente rechazado que se sentía, después de todo aquellos no fueron cualquier cosa. Lo que Hoseok le hizo a Taehyung arrastraba responsabilidades afectivas enormes. Jimin estaba preocupado si aquello que hicieron revivía las traumáticas vivencias del menor, pero nunca podía saberlo sino ganaba su confianza. Jimin solo quería que Taehyung sanara.
- La comisaría hará algunas convivencias para celebrar su aniversario. - Dijo el Jimin rompiendo el silencio. - Me he apuntado y estaré ahí, serán algunas actividades recreativas, vendrán personas que han pasado por experiencias difíciles y que tienen el resguardo. Habrá quizá chicos de tu edad, eres bienvenido si quieres acompañarme. -
- Pero yo no soy un testigo protegido. -
- No tienes que serlo para ir. Tampoco te obligo... pero sería bueno, sino tienes planes el fin de semana, incluso puedes invitar a Jungkook si quieres. -
- Lo voy a pensar. - Respondió tajante, terminando de comer.
...
La tarde del sábado ambos chicos habían acordado en pasarla juntos. Jimin lo había llevado a recoger a Jungkook y ahora los tres estaban en el auto, en el camino el mayor les había comprado un helado y ambos venían riendo entre ellos. Cuando estuvieron en casa, Jimin solo se encargó en dar pocas indicaciones a Taehyung de lo que estaba permitido hicieran pues iban a pasar la noche solos hasta que SeokJin llegara. En la habitación del castaño, Jungkook había corrido con discreción la cortina, observando al mayor subir a su auto.
- Jimin es atractivo. - Dijo riendo, ganándose un resoplido de Taehyung.
- Por supuesto que no. -
- Sí lo es, tiene un no se qué. Hum, quizá lo es cuando no usa el traje y peina diferente su cabello. - Taehyung negó con una sonrisa débil hacía Jungkook. - ¿Sale con alguien? -
- No que yo sepa. - Respondió recargándose a la pared, del otro lado de la habitación. - Siempre que veo está trabajando... Pero creo que eso no le interesa, nunca tiene citas o así. -
- Bueno, es atractivo. - Concluyó Jungkook cerrando la cortina cuando lo vio alejarse. - ¿A que hora vuelve tu papá? -
- Tarde, pero seguro y me llama cada treinta minutos. -
Jungkook fue donde su mochila, buscando algo y luego volviendo a lado de Taehyung. Le mostró lo que tenía en manos e hizo un ademan hacía la ventana, el castaño le siguió y abrió la misma, el aire entrando al instante. Jungkook llevó un cigarrillo a sus labios y lo encendió calando, soplando el humo hacía afuera. Luego pasó el mismo a Taehyung. Quien lo tomó entre sus dedos y aspiró con torpeza, tosiendo al instante y llevando sus manos a su cuello.
- Eres la persona más torpe al fumar. - Se burló el otro, dando palmaditas en su espalda.
- Odio hacerlo. -
- ¿Y entonces porqué la insistencia en aprender? -
- Porqué es estúpido y me hará daño. - Respondió dando un segundo intento igual de torpe que el anterior.
- Solo la colilla debe estar al principio de tus labios. Inhala, como si trataras de aspirar el cigarrillo. Mantén el humo y siéntelo. No lo tragues como algún bocado, solo suéltalo poco a poco. Con calma. - Taehyung volvió a intentarlo, Jungkook lo miraba paciente, asintiendo con su cabeza cuando Taehyung lo había logrado. - Hasta lo estúpido tiene su magia. -
Taehyung escuchó a SeokJin llegar a casa más tarde, cuando sus pasos sonaron por la escalera. El mayor tenía la costumbre de asomar sus ojos por la puerta cuando llegaba para cerciorarse de que Taehyung estaba durmiendo. El menor fingió hacerlo cuando eso pasó, y Jin se fue tranquilo, apagando la lampara de estrellas en la habitación. Tomó unos segundos que sus ojos se adaptaran a la oscuridad y miró hacía el suelo.
Jungkook dormía tranquilamente sobre una colchoneta a lado de la cama de Taehyung. Este bajó una de sus manos solo para tocar la punta de su nariz y molestarlo un poco, divertido de sus gestos. Luego de mirarlo unos instantes, giró sobre su propia cama, sacándose las mantas de encima, en posición fetal y con las rodillas tocando su pecho. Respiraba pesado y apretaba los ojos para contener sus lágrimas.
Taehyung había aprendido a contener sus sentimientos frente a los demás, pero por las noches cuando el silencio lo invadía y la oscuridad lo cubría, era la persona más frágil del mundo. No podía hablar abiertamente con nadie respecto a como se sentía y cuanto dolía el gran vacío en su cuerpo y corazón, sollozaba todas las noches con los ojos húmedos hasta conciliar el sueño; donde sus pesadillas eran presentes.
- No llores, Tae. - El peso de Jungkook hundió la cama a un lado. - Va a pasar y todo va a mejorar. - Sus brazos lo habían abrazado desde la espalda y Taehyung solo se hizo pequeño en su lugar.
- No se qué hice mal... - Sollozó. - No quería perderlo, lo amo. - Jungkook lo abrazo más fuerte, su cuerpo no era muy grande, pero sí distinto al delgado y liviano del castaño. - Pero no elegí amarlo. -
- Nadie lo decide... Solo pasa y va a pasar. -
- ¿Pero cuándo? ¿Cuándo deja de doler y porqué debe de doler tanto? -
Jungkook no pudo responder, porqué no lo sabía. De algún modo Taehyung estaba pasando por el duelo en una etapa de ruptura y debía sanar, de a poco. Solo reconfortó a su mejor amigo con caricias en su cabello y le susurró en cantos hasta que logró hacerlo dormir.
...
Su nueva oficina era mejor que la anterior, tenía toda una vista a la ciudad de Incheon y se iluminaba espectacularmente por las noches. Era el líder de todo el lugar, los demás empleados tenían miedo hasta de mirarlo. Cuando su jornada terminaba solía tomar un trago ahí mismo y luego ir donde su actual departamento. No era más grande que el anterior ni más lujoso, simplemente el ideal para un hombre solitario. Hoseok llegaba a casa cada noche, pasaba unos minutos en el sofá y luego iba a su cocina, recalentaba su almuerzo y cenaba el mismo, solía acompañarse de melodías tranquilas de Claude Debussy y recostarse en su cama para reflexionar sobre su vida.
Hoseok odiaba su vida.
Odiaba el estrés de su violento trabajo, la seriedad con la que lo trataban sus semejantes y odiaba vivir en Incheon. Odiaba llegar a su fría casa y no poder dormir sin algún somnífero. Odiaba la culpa que lo atacaba por las mañanas y como cada uno de sus días era el mismo que el anterior. Pero amaba sus sueños. Amaba la piel canela que lo visitaba y los enormes ojos que lo veían con devoción. En sus profundos sueños una cabecita castaña brincoteaba a su rededor donde sea que lo veía dedicándole miradas cómplices.
Porqué no había día que no pensara en él, sus momentos juntos y lo que le hizo.
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