Jungkook se mordió el labio inferior, su estómago cerrado y su mano temblando mientras decidía en sí debía o no hacer caso al profundo deseo, al anhelo, que desde la noche anterior le carcomía las entrañas.

Aquél deseo que no le dejó dormir.

Elevó su mano hasta el picaporte, el material en éste haciéndole arder la palma, y cerró los ojitos cuando los latidos desesperados de su corazoncito le aturdieron, haciendo doler su cabeza.

Porque todo en él sabía que no debía.

Pero, oh, cómo lo quería.

"Tranquilo" se susurró a sí mismo, con la voz temblando y los ojitos aguados. "Padre volverá en cuatro horas. Tienes tiempo" se recordó. "Será un segundo."

El lobo en su interior sollozó aterrado, haciéndose para atrás, arañándole las entrañas en un desesperado intento de que se detuviera, de que no les hiciera esto, de recordarle lo que les costaría si el alfa los descubría.

"Tranquilo" le dijo, acariciando su pecho por sobre la tela de su camiseta. "Estaremos bien. Sólo vamos a ver un poco. ¿No quieres ver las flores?"

Su omega sollozó, negado, mas Kook no le escuchó. En cambio, se armó de valor y cogió el picaporte con más seguridad de la que tenía, abriendo la puerta con el corazón en la boca.

Y no pudo contener las lágrimas cuando lo vio: el caliente sol de verano casi, casi quemándole los ojos, las coloridas flores pintando todo a su paso, las personas a su alrededor paseando tranquilas y los cachorros persiguiéndose mutuamente, todo a su alrededor apestando a alfa, la casta predominante en la manada, y el omega sintió sus pies tambalear.

El mundo prohibido, ése del que alguna vez Jungkook formó parte, se alzaba a su alrededor, tan cálido y colorido como lo recordaba, tan grande que el vientre se le revolvía, tan lleno de aromas que la nariz se le arrugaba, tan-, tan-

Jungkook dio un paso al frente, fuera del hogar donde era prisionero, y el pecho le dolió cuando su lobo sollozó, aterrado hasta el punto en que siquiera estaba disfrutando el caliente sol en la piel, el viento revolviéndole el cabello, los pájaros cantando cerca de él.

Su omega tenía tanto miedo y el mundo prohibido olía tanto a alfas, tanto como el alfa, que no hallaba consuelo siquiera en el dulce aroma de las flores que tanto le gustaban.

'Por favor, no', le rogó el lobo cuando Jungkook dio otro paso al exterior. 'Ha sido suficiente. Basta, ya', le lloró.

"Sólo un poco más" Kook le susurró, maravillado con el mundo fuera de su hogar.

¿Hacía cuánto que no estaba fuera?

"Tenemos tiempo" murmuró.

Pero, oh, Jungkook debería escuchar más seguido las súplicas de su lobo.

Porque la nariz se le arrugó cuando sintió el tan conocido aroma a naranjas, y una parte de él se forzó a creer que era porque estaban en temporada de dicha fruta, pero, oh, Jungkook ya lo sabía.

Joder, si él sabía.

"¡Jungkook!" le llamaron a lo lejos, y todo en él se estremeció.

Su omega lloró.

El alfa estaba allí.