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capítulo 15

—saben, estoy empezando a odiar el clima de Faeri –dijo Zéphiruz mientras dejaban atrás las costas de Gladgeland.

—solo es un poco de frío, no seas exagerado –le le gritó Gladius para hacerse oír por encima del sonido estrepitoso de las corrientes de aire que atravesaban.

—no soy exagerado –protestó el mayor de los hobbits cruzándose de brazos desde la montura de Briana

—si, eres muy exagerado. Pero no te preocupes por el frío. Tengo razones para creer que el clima va a cambiar dentro de unos minutos –respondió Luna observando el orisonte.

La noche era clara y poco a poco, las estrellas y la luna fueron iluminando el cielo con un tono plateado. El camino se hiso mas estrecho y el aire parecía volverse más ligero a medida que dejaban atrás las costas del mar oriental.

—¡ya casi llegamos! –gritó Brielis muy emocionada al observar que observar a lo lejos dos rostros élficos que miraban atentos el cielo.

—son los guardianes de Almenor –dijo Uriu cuando desmontaron cerca de un riachuelo —ellos protegen la ciudad de cualquier intruso. Leí que son la única clase de elfos que pueden bolar

—¡que increíble! ¿crees que nos dejen entrar? –preguntó Brielis

—si, es probable. Doolik es uno de ellos y si les explica a que venimos podremos pasar por la ciudad sin ningún problema –dijo Uriu muy convencido

—que alivio –terció Luna —solo espero que Raisa esté bien para cuando lleguemos a malam

—tranquila, ten fe. Estoy seguro de que ella va a curarse en el manantial y nos verá con los demás en la frontera. Morlok no va a descanzar hasta que ella se recupere –afirmó Gladius

Las dos figuras élficas se acercaron dando zancadas por el cendero, y los observaron con atención. Estos elfos eran pequeños, de rostro redondo, ojos grandes y de un color café muy intenso. Vestían túnicas de un color azúl con un címbolo bordado en el pecho.

Lo que los diferenciaba uno del otro, era el color de sus cabellos. Uno lo tenía tan negro como el azabache y el otro lo llevaba castaño y mas corto.

—¿a qué han venido? –preguntó el elfo de cabellos negros.

Doolik les explicó en pocas palabras su misión, y tras pensar un poco, ambos elfos asintieron.

El elfo de cabello castaño les hiso una seña para que los siguieran y luego ambos se dirigieron al sendero.

—este riachuelo es la entrada a la ciudad de almenor. ES una ilusión que la protege de los forasteros –explicó el elfo de cavellos negros con una voz bastante chillona pero sin ser irritante

—muchas gracias –dijo Luna haciendo una reverencia

—es un gusto, señorita –respondió el elfo de cabello castaño sumergiéndose en el río

aunque dudaron si entrar al río en un principio, terminaron por sumergirse como lo habían hecho los elfos y las guadralas los acompañaron gustosas, aunque se decepcionaron al descubrir que no se habían mojado ni una pluma al atravesar el río.

Almenor se extendía frente a ellos, majestuosa y encantadora, como un sueño hecho realidad. La luz que bañaba la ciudad parecía diferente, más pura, como si el cielo estuviera siempre en un crepúsculo eterno donde la magia se sentía palpable. Las construcciones eran altas y esbeltas, de formas sinuosas que parecían crecer directamente del suelo. Estaban hechas de materiales tan perfectos que era difícil discernir si eran piedra, cristal o algo completamente único. Cada edificio brillaba con una luz suave, reflejando los colores del bosque circundante.

En el centro de la ciudad, una enorme torreblanca se elevaba como un faro de esperanza y sabiduría. Sus paredes estabanadornadas con intrincados grabados que parecían moverse 

bajo la mirada, contando historias de la antigua gloria de los elfos. Desde la torre caían cascadas de luz que fluían como agua líquida, conectando con fuentes y canales que recorrían toda la ciudad, llenándola de un brillo etéreo.

Los jardines eran tan vastos como hermosos, con árboles gigantes cuyas copas se entrelazaban formando arcos naturales que proyectaban sombras danzantes. Flores brillantes y exóticas cubrían el suelo, algunas iluminadas desde dentro, otras vibrando al ritmo del viento. Entre los jardines, pasaban elfos de distintas razas, cada uno con una gracia única, mientras sus vestimentas, adornadas con detalles que reflejaban su linaje, parecían fluir con la brisa.

—la reina Erindra está hablando con sus amigos para reunir un ejército de elfos que marche hacia Menedis para la batalla –informó el pelinegro —tenemos la esperanza de que logremos combatir al cetro si trabajamos juntos

—nosotros también –afirmó Gladius —los elfos son un gran apoyo para la causa

Los dos elfos sonrieron, y siguieron caminando hacia un edificio alto, de piedra caliza y enormes puertas de madera

Gladius se lanzó a los brazos de Araline cuando la vio de espaldas sentada ante la reina Erindra, un elfo alto, de facciones hermosas, piel blanca y unos ojos azules platinado.

—mi amor ¡Cuánto te extrañé! –dijo el hobbit acariciándole el cabello.

Araline le sonrió y le dio un beso en la mejilla

—yo también te extrañé, Kahim –le respondió al oído

—de modo que este es el hogar del que tanto nos has hablado –observó Erindra con una vos muy dulce

—sí, él es mi Gladius –respondió Araline pasándole un brazo por los hombros.

Ella se encargó de presentarlos a todos, y tras resumirle en pocas palabras lo que había pasado con raisa, la elfina de ojos plateados los miró con una expresión seria en el rostro.

—mi señora, esperamos contar con su apoyo para la batalla –le dijo Doolik con una voz dulce

—Araline me ha expuesto todo lo que sabe, y estamos dispuestos a cooperar –respondió a la elfina con una voz tan majestuosa como su persona

—será un honor luchar a su lado –reafirmó Doolik con una afable sonrisa.

—el consejo de elfos va a reunirse con nosotros al atardecer –explicó Araline a sus amigos —lord Casian está convencido de que es mejor trazar un plan de acción antes de emprender el viaje

—tiene razón –le respondió Uriu reflexivo —Leya sabe que su cetro es poderoso, pero no tiene idea de que estamos planeando unirnos contra ella

Todos hicieron exclamaciones de asentimiento

—ustedes deben partir a Menedis cuanto antes –aconsejó Erindra —cuanto antes nos movamos, mejor

—esperaremos a la reunión de los elfos, y nos iremos, porque debemos reunir comida para continuar -respondió Doolik

—olvidas algo muy importante, joven elfo. Tus amigas no tienen mucho tiempo. Por lo que entiendo, les queda menos de un mes para regresar a su mundo –alegó la gobernante —es mejor que se reúnan con ellas cuanto antes

—¿usted sabe dónde están? –preguntó Luna con curiosidad

—no exactamente, pero podemos averiguarlo –dijo a la elfina levantándose —acompáñenme

La siguieron hasta la parte trasera del edificio, donde una fuente de agua cristalina

Ella se inclinó, y susurró algunas palabras ininteligibles, y todos se sorprendieron al contemplar en el reflejo del agua, la escena más peculiar que hubieran visto hasta ahora.

—¿ese es Caelan? –preguntó Gladius

—sí, y parece estar cargando a Raisa –respondió Araline muy sorprendida

—¿Dónde están' - preguntó Luna muy curiosa

—creo que es Kilimanur –respondió Uriu

—así es, jovencito. Ellos van hacia el manantial –explicó Erindra contemplando la imagen con mucha atención

—entonces, ¡Raisa va a estar bien! –dijo Luna muy contenta

Todos se sintieron profundamente aliviados. Era una gran noticia la que acababan de recibir.

—esta es la fuente de barini. Nuestros ancestros la hechizaron para que pudiéramos ver en ella lo que pasaba en otras partes de Fuera si era necesario –explicó Erindra —solo el que gobierna la ciudad puede usarla, y únicamente puede ser consultada para asuntos importantes

—¡usted puede ver lo que sea en esa fuente? –preguntó Uriu con una mirada inquisitiva

—sí, prácticamente lo que sea –respondió la elfina inclinándose hacia la fuente de nuevo —ya se lo que estás pensando, y es razonable. Pero Leya podría averiguar que la estamos vigilando, porque tienes que recordar que todo hechizo deja rastros

Tras a ver almorzado dignamente, montaron de nuevo dispuestos a partir.

—antes de que se vallan, creo que es mucho mejor que mi primo se quede conmigo. Ya les causó suficientes problemas –dijo Araline mirando severamente a Doolik

—pero....

—es mucho mejor que no digas nada –lo interrumpió —ya dijiste demasiado

El elfo desmontó con brusquedad, y entró al palacio a regañadientes. Era tan indignante que su propia prima le haya recriminado su comportamiento, que no pudo soportar ni un minuto más su mirada penetrante.

Su opinión, es que resulta mucho mejor mantener los pies en la tierra, que dejarse llevar por el sentimentalismo.

—¿estás segura? –dijo Luna muy sorprendida

—sí, claro que estoy segura. Doolik ha dicho cosas que no son dignas de nuestra rasa –respondió Araline

—nunca la había visto tan enojada –dijo Gladius susurrándole a su hermano

—mujeres. Son el misterio más grande de este mundo –el respondió Zéphiruz suspirando

—me hubiera gustado que se quedaran más tiempo –dijo el elfo pelinegro mientras los guiaba hacia el riachuelo

—sí, ahí también. Tenía ganas de conocer la ciudad –respondió Brielis

—cuando todo esto termine, regresaremos a conocerla –le dijo Uriu —quiero conocer la casa de los elfos de fuego

—sería increíble mostrarles la ciudad –dijo el elfo de cabello castaño —soy Galadrin, por cierto

—y yo Vaelit –exclamó el pelinegro

—un gusto –dijo Gladius

Y tras presentarlos a todos, cruzaron el riachuelo, y llegaron al mismo sendero por el que habían llegado a Almenar.

Les pareció que despertaban de un sueño. Sin duda, esa ciudad dejó una impresión indeleble


¡hemos vuelto!

me siento muy contenta de poder regresar a escribir, me di un tiempo para explorar nuevas ideas y encontrar una vez mas la razón de por que amo la escritura, así que aquí estoy de nuevo para traerles la continuación de esta facinante historia.


tenemos nuevo día de publicación, debido a el cambio de mis horarios. 

gracias por ser tan pacientes. ¡se les quire!

y por cierto, les deseo un feliz año nuevo y que sus sueños y propósitos se hagan realidad en este nuevo año.

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