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capítulo 12

Doolik, Caelan y Circe despertaron justo a tiempo para ver que un hombre alto, muy bien parecido, de ojos profundos y penetrantes los saludaba con una mano. Vestía una hermosa túnica de color gris, con un símbolo bordado en color plateado a la altura del pecho.

—¿creen que sea él? –preguntó Raisa muy nerviosa

—si, definitivamente –respondió Uriu muy emocionado.

Raisa tragó saliva, sintiendo que sus rodillas temblaban ligeramente. No todos los días uno se encontraba frente al mismísimo Señor del Tiempo. Las palabras de Uriu resonaban en su mente: "definitivamente es él". El peso de la situación se volvió aún más real.

—justo a tiempo, jóvenes viajeros. Los he estado esperando – dijo el hombre con una hermosa voz —soy Alberon, el señor del tiempo.

Todos hicieron profundas reverencias y el solo sonrió y dijo

—no es necesario. Yo soy el que se considera onrado con su presencia

Todos se asumbraron al oír esas palabras. Caelan sintió una extraña mezcla de orgullo y miedo. Habían sido valientes, sí, pero también habían cometido errores. Las miradas de sus compañeros, llenas de sorpresa, confirmaban que él no era el único que sentía el peso de aquella inesperada alabanza.

—han sido muy valientes al emprender este viaje, y por su puesto, obtendrán las prespuestas que necesitan - -dijo el señor del tiempo adentrándose en el valli.

Palomas diminutas, de un color muy blanco custodiaban al hombre a medida que lo seguían a travez del inmenso valle. Eran tan hermosas, que Circe se quedó hipnotizada ante tal esplendor.

Siguieron a Alberon hasta un pequeño castillo, bastante sencillo pero sutilmente elegante.

Entraron por una puerta de mármol blanco, que se abrió en cuanto el hombre la tocó. Un salón adornado con lámparas que destellaban como estrellas los resivió

Todos se sentaron ante una larga mesa de madera cubierta por un mantel rojo de una tela grueza y muy suave al tacto

—Lina, busca el libro que te mostré hace un rato, y tráemelo –ordenó a una paloma que se posó en su hombro.

—claro, mi señor –dijo la paloma con una voz chillona, pero bastante tierna.

La paloma trajo un pequeño libro de tapa blanca, algo desgastado y viejo.

—este es el libro del tiempo. Muestra las cosas que han sucedido en el pasado, y las que podrían pasar en el futuro con algo o alguien en específico –explicó Alberon abriendo el libro en la primera página.

Estaba en blanco, así que el hombre tomó una pluma y escribió con una letra muy fina y agradable a la vista "el pasado de leya Menedis"

Pasó la página, y una cerie de dibujosaparecieron mientras el pasaba las hojas. En el primero, estaba Leya con su madre, una mujer alta y muy hermosa. Al parecer estaban discutiendo por algún motivo, porque en sus rostros se mostraba la furia y el rencor.

—Leya siempre fue una chica muy inteligente y comprometida. A los 18, su ceremonia de entrega iva a celebrarse como en cada generación, pero ocurrió algo inesperado para su familia. Leya nació sin el don de canalizar su magia con su cuerpo o a travez de un objeto –explicó el señor del tiempo mientras pasaba de página

—¡que mal! Ella debió estar muy triste –dijo Raisa

—así es, nena. Era tanta su tristesa, que se fue de su casa y no se negó a ver a sus padres –respondió mientras pasaba la página

—¿quién es el? –preguntó Circe al mirar el siguiente dibujo.

Era un joven alto, desgarbado pero simpático. De tes morena y ojos verde claro.

—es Alarik Elandor. Leya estaba enamorada de él, pero cuando se fue de su casa, Alarik no quiso saber de ella por no tener magia –explicó Alberon pasando d página

—¡que horror! –exclamó Circe

—totalmente decepcionante –replicó Luna

—ya se imaginarán lo que pasó después. Leya estaba destrozada. No solo había fallado en la ceremonia, sino que había perdido todo lo que alguna vez le importó. El rechazo de Alarik fue la gota que colmó el vaso. Se encontraba sola, vagando por los bosques, su corazón convertido en una fría piedra. El rencor crecía en su interior, alimentado por las crueles palabras de quienes la consideraban débil. Buscó una forma para vengarse de quienes le habían hecho daño –continuó Alberon pasando las páginas a medida que hablaba—ideó el plan perfecto. Robar el cetro que por derecho era suyo, arrebatarle la magia al mundo que le había dado la espalda y acabar de una vez por todas con su clan. El cetro estaba protegido por un hechiso muy poderoso, que impedía que

alguien impuro de corazón lo tomara, de modo que necesitaba a un alma sin maldad en ella. Era muy peligroso usar un hechiso de controlmental sobre un Faeriano, así que buscó un blanco fácil en el mundo de los humanos, y Amauri resultó ser perfecto para el trabajo. Consiguió la poción, y obtuvo el cetro con la ayuda del chico

—así que ese es su nombre –susurró Luna

—si, y ahora ya puedes escribir sobre él en mi libro, jovencita –respondió Alberon con una mirada de suspicacia

—siento mucho si le molesta, mi señor –se disculpó Luna

—no, en lo absoluto. Creo que su papel en esta historia es digno de ser recordado –le respondió sonriendo

—¿cree que nos ayude a derrotar a Leya? –preguntó Circe

—tal vez, pero su hechiso se está deshaciendo, y no le queda mucho tiempo de vida. Tiene leucemia, y si no se trata pronto, las consecuencias serán fatales –explicó el hombre mientras cerraba el libro.

—¡ay que hacer algo por el! –dijo Luna

—si ay algo que puedes hacer, pero aún no –le dijo Alberon —ahora, lo importante es que lleguen al cetro antes de que le quite toda la magia a Faeri

—¿nos puede ayudar? –preguntó Uriu —¿no sabemos donde está

—claro que si –dijo el señor del tiempo mientras sacaba un pergamino de entre varios que había a su derecha

—deben ir a Menedis, y este mapa les dirá como llegar. Pero deben irse ya, o será demasiado tarde –dijo haciendo comillas con las manos

—¡y ya casi no nos queda tiempo! En Faeri los días pasan mas rápido que en nuestro mundo –dijo Circe haciendo los cálculos

—tienes razón, Circe. Les quedan dos semanas para que sus padres regresen de Bangladesh

—espere, ay algo que quiero preguntarle, señor –dijo Raisa un poco nerviosa —¿por qué puedo hacer magia y mi hermana cambiar de forma? Si somos humanas

—esa es una excelente pregunta –dijo Alberon escribiendo en el libro de nuevo.

El señor del tiempo le contó exactamente la misma historia que yo les conté al principio. Por lo tanto, Loren Dabis fue la tátara abuela de Raisa.

—¡no puede ser! –exclamó Circe asombrada —pero si Morlok es nuestro tío ¿por qué el puede hacer magia si es de la generación anterior?

—porque su padre fue un mago Faeriano muy importante –respondió Alberon —Morlok es hijo de Dorian Fenroth, el pionero de la magia curativa y el gobernante de kilimanur, la ciudad de los brujos curanderos mas famosos de todo Faeri

—¡es increíble! –dijo Raisa muy asombrada.

Morlok no supo que decir ni que hacer. Era algo impactante para procesarlo en ese momento. Y pensar que había sido tan malo con su propio mundo y tan despreciable con su padre. Lord azazel estuvo haciendo muchos desfalcos a esa ciudad, y muchos de ellos fueron respaldados por el hechicero.

—se lo que piensas, pero no te preocupes. Todos merecemos una segunda oportunidad, Morlok. Y de hecho, creo que tu padre estará muy feliz de verte cuando pasen por Kilimanur –le dijo Alberon poniendo su mano en el hombro del hechicero para tranquilizarlo

—no lo se, mi señor. Pienso que soy una deshonra para mi padre –dijo Morlok muy apenado —pero trataré de seguir su consejo

—tal vez hasta nos ayude –le dijo Raisa tratando de mantener su ánimo

—es muy probable. Kilimanur es conocido por su amavilidad con los viajeros –replicó Doolik con aires de intelectual —si saben que estamos de su lado, querrán ayudarnos de alguna forma.

—señor, yo tengo otra pregunta. ¿para qué es su reloj? –dijo Uriutratando de ser lo mas educado posible

—es con el que controlo el tiempo, jovencito. La manecilla mas grande es para el pasado, la pequeña es la del presente y la última es para el futuro –explicó mostrando su reloj.

Era uno pequeño, como los que muchos de ustedes usan a diario en la muñeca. Pero este tenía tres manecillas que sobresalían de él.

—¡es genial! –dijo Uriu observándolo cuidadosamente

—si, es bastante curioso. Nunca creí que fueran a darme ese poder, pero ahora soy quien debe asegurarse de que el tiempo transcura con normalidad, y que las cosas pasen cuando tienen que pasar, sin que nada altere el curso de estas –dijo el señor del tiempo mirando su reloj

Discutieron un plan de acción para lo que estaba por venir, y no se fueron del valle del tiempo hasta que calló la tarde. Su próxima parada era gladgeland, la ciudad marina mas próspera de toda Faeri.

Zéphiruz y Gladius cumplieron su promesa, y le contaron a los chicos lo que habían hecho bajo los efectos de la flor.

—Raisa yo... -titubeó Caelan después de enterarse lo que le había dicho a su amiga

Ella lo abrazó y le dijo

—no pasa nada, tranquilo. Yo se que no lo hiceste a propósito

—si, yo jamás te diría algo así, eres como una hermana para mí, y te quiero mucho –le dijo apretándola contra su pecho

—yo también te quiero, Caelan –le respondió ella acariciándole la cabeza.

—¡Zéphiruz! ¿estás llorando? –preguntó Gladius incrédulo

—¡no digas tonterías! Solo se me metió algo en el ojo –respondió el hobbit pasándose una manga por el rostro para quitarse las lágrimas

—¡si estás llorando! –exclamó Gladius riéndo

—¡que no! –dijo el hobbit refunfuñando

Todos rieron, y al final, Zéphiruz tubo que admitirlo. No era tan malo si lo pensaba bien, pero aún así le daba vergüenza.

Y en cuanto a los dos tórtolos, no se dirigieron la palabra. Se sentían incómodos y algo preocupados. Circe tenía a Demian y definitivamente no se sentía a gusto sabiendo que había besado a Doolik. No solo porque definitivamente no era su tipo, si no porque para ella, estaba engañando a Demian. Siempre se había considerado firme con sus sentimientos, y aunque sabía que solo fue el efecto de una flor, no estaba segura si sería capás de decírselo. ¿y si el no pensaba igual? ¿y si terminaba con ella por ese incidente?

Doolik estaba trementamente turbado por aquella situación.Sabía muy en el fondo que Circe no era una humana cualquiera, pero no sentía nada especial porella. Aunque ya estaba pensando en buscar una forma de pedirle perdón por ser tan arrogante ¡y justo pasó esto!

¿qué le diría ahora? ¿cómo la miraría a la cara abergonsado como estaba de sus actos?

Eran preguntas que se repetían constantemente en su cabeza mientras abandonaban el inmenso y hermoso valle del tiempo.

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