A la mañana siguiente, Raisa y Circe despertaron a la hora del desayuno.
Si había algo que a las dos les encantaba, eran los desayunos de su madre. Nada era mejor que la comida que ella preparaba.
Las dos chicas se sentaron a la mesa y desayunaron tranquilamente.
—mami ¿me sirves más? -preguntó Raisa
—si, claro linda -respondió Olivia
—a mi también, por favor -replicó Circe viendo las intenciones de su hermana.
—veo que despertaron con hambre el día de hoy -observó su madre alegremente desde la cocina
—si, con mucha hambre -respondió Raisa
Las dos hermanas se miraron con complicidad.
—¿dónde está papá? -preguntó Raisa a su madre cuando regresó con los platos
—tubo que irse muy temprano al bufete. El cliente lo esperaba esta mañana -respondió su madre
—papá es un hombre muy ocupado -observó Raisa
—así es, hija. Me preocupa que ha veces no tenga tiempo para...
Se interrumpió de repente
—olvídenlo. ¡Que cosas digo!... si me necesitan, estaré en la oficina -dijo después de un corto silencio.
Las chicas asintieron y Raisa recordó que debía buscar el libro
—¡mamá! ¿no has visto mi libro de leyendas antiguas? -le preguntó
—si, está en mi habitación -le respondió encaminándose a el pequeño cuarto que le servía de oficina.
La niña le hiso señas a su hermana para que le llevara la comida a los hobbits y ella fue hasta el cuarto de su madre.
Era una habitación grande, con una cama muy cómoda y un escritorio junto a ella. Una lámpara descansaba en la mesita de noche del otro lado de la cama y en el fondo, había un enorme librero.
Raisa fue hasta él y justo en el primer estante, vio lo que buscaba. Un libro grande y grueso, de pasta dura y de un gris claro.
La chica tomó el libro con dificultad y salió de la habitación de su madre.
Fue hasta la suya y serró la puerta. Puso el libro en su cama y les dio buenos días a los hobbits.
—buen día, Raisa -respondió cortésmente Caelan
—buenos días, pequeña -dijo Gladius
Raisa se sonrojó levemente y les sonrió a los hobbits.
—Zéphiruz, se amable -le aconsejó su hermano menor
El aludido refunfuñó y dijo con desgana
—buenos días
Circe los miró y se puso un poco seria. No le gustaba la actitud de Zéphiruz, pero por el momento era mejor no discutir.
—¡encontré el libro! -dijo la pequeña muy emocionada
Los hobbits murmuraron una exclamación al verlo y Circe tomó el libro.
Lo abrió y comenzó a buscar la famosa historia
—veamos... ¡aquí está!
Los hobbits se sentaron en la cama de Raisa y se apiñaron alrededor de Circe. Raisa, por otro lado, trató de alejarse de ellos lo más posible. No porque no le agradaran los hobbits, si no porque Zéphiruz no dejaba de lanzarle una mirada furibunda cada vez que podía.
La mayor de las Grant se aclaró la garganta y comenzó a leer.
—hace mucho tiempo, existió un reino llamado Avaloria. Era una tierra llena de magia y paisajes muy hermosos y místicos.
Avaloria era gobernado por el rey Isendel y la reina Aradis Amberwind. Juntos, tuvieron gemelas idénticas en hermosura y majestuosidad, Elina y Eliana.
Un día, el rey decidió fraternizar con el reino vecino, Elisium, que era gobernado por el malvado rey Baelgrim.
Antes de hacer todos los preparativos, el rey Isendel fue a ver a su mejor amigo, el hechicero de el reino, Astarot.
—¿qué puedo hacer por ti mi amigo? -le preguntó Astarot
—Astarot, tengo que partir a Elisium, necesito que cuides a mis hijas y a mi esposa en mi ausencia. Pase lo que pase, no debes dejar que nada les pase -le ordenó el rey.
—claro, lo haré, mi señor -prometió Astarot.
El rey se despidió de su amigo y con el corazón renovado de fuerzas, regresó a sus aposentos.
Y fue así como a la mañana siguiente, Isendel juntó una escolta de nobles caballeros, y partieron hacia las tierras de Elisión.
El rey los recibió con arrogancia, pero una curiosa sonrisa en el rostro
—¡ja! Con que quieres fraternizar con nosotros ¿no? -se mofó Baelgrim
—la paz es de todos, Baelgrim. Nuestros hijos merecen vivir en un mundo que no sea gobernado por la codicia y la ambición -respondió sabiamente Isendel
—¡no seas tonto! La codicia y la ambición son las armas más poderosas del ser humano -respondió Baelgrim
Isendel se encogió de hombros y miró con severidad a su interlocutor.
—ahora veo que nunca podremos congeniar, mi querido amigo. A ti solo te interesa el poder y lo material. Pero ten por seguro que algún día, las fuerzas te fallarán y la maldad que te gobierna caerá -le respondió el rey.
—mmm...tal vez, pero eso no pasará en mucho tiempo -le respondió Baelgrim.
El malvado rey se sentó en su trono y meditó las palabras de Isendel. Pasados unos minutos, dijo
—está bien, creo que no es tan mala idea hacer un tratado de paz. Pero con una condición
—¿cuál? -preguntó Isendel
—quiero que me entregues como esclavo a Astarot -respondió Baelgrim.
Isendel puso cara de asombro. No podía entregárselo. Sabía que Astarot era un hechicero muy poderoso y quien sabe que tantas cosas lo obligaría a hacer el malvado rey de elisium.
—no ¡eso jamás! Astarot es mi mejor amigo, y no permitiré que lo manipules o le hagas daño -respondió el rey firmemente.
—¡eres un canalla! pagarás por tu insensatez, Isendel – prometió Baelgrim
Y así, Isendel salió de las tierras de elisium y regresó a su reino.
pero en cuanto el rey llegó a las fronteras de Elisium, las tropas de el reino se desplegaron y los emboscaron.
Los caballeros hicieron todo lo que pudieron para proteger a su rey, pero los enemigos los superaban en número. En muy poco tiempo, todos fueron asesinados o heridos.
El rey desenvainó su espada y luchó con fervor. Abatió a muchos enemigos y la victoria casi era de él, pero los enemigos siguieron adelante y el rey, superado por el cansancio, fue abatido por una flecha envenenada que le dio en el corazón.
Cuando los enemigos traspusieron las fronteras de Avaloria, los soldados defendieron al reino. La noticia corrió hasta llegar a Astarot, y se dio cuenta de que ahora más que nunca debía proteger a la esposa del rey y a sus hijas.
Así que se las llevó fuera del reino al bosque, donde nadie pudiera hacerles daño.
Astarot, buscó a Isendel y no tardó en encontrarlo gracias a sus enormes poderes.
La noticia lo dejó devastado y la reina Aradis se puso muy triste. Poco tiempo después, falleció a causa de la pena y la soledad, dejando a sus hijas en manos de el hechicero.
Astarot crio a las gemelas con sabiduría y bondad, y les transmitió todos sus conocimientos sobre magia y los secretos de el bosque.
Astarot juró vengarse de Baelgrim por haber acecinado a su amigo y por dejar huérfanas a las hijas de el rey, de modo que cuando el Rey de Elisium llegó a las tierras de Avaloria, el echicero fue a su encuentro.
La batalla fue dura y el rey se defendió con fiereza.
Pero la magia del hechicero fue mucho más fuerte, y con un movimiento de su barita, asesinó al rey de una vez por todas.
Pero justo antes de morir, Baelgrim le atravesó el costado al hechicero con su daga, y ambos perdieron la vida.
entonces, las dos jóvenes hechiceras se convirtieron en las más poderosas de la tierra, y derrotaron a las tropas que quedaron dispersaspor Avaloria, logrando que el sacrificio de Astarot no fuera en vano.
Y es por eso que desde entonces, las hechiceras moran en el bosque al que llamaron Amberwind y ayudan a los que acuden a ellas.
Circe serró el libro y todos guardaron silencio unos minutos
—¿creen que las echiceras existan? -cuestionó Zéphiruz
—bueno, solo hay una forma de averiguarlo. Debemos ir al bosque de Amberwind -le respondió Gladius
—¿dónde está? -preguntó Caelan
—no lo se, pero tal vez la señora Freeman sepa -dijo Raisa
—¿la señora Freeman? -repitió Circe
—si, fue ella la que me regaló este libro -le respondió Raisa
Entonces, iremos a preguntarle más tarde -respondió Circe.
Los hobbits asintieron con la cabeza y Raisa se fijó en la expreción pensativa de Gladius
—¿en que piensas? -le preguntó
—pienso en como debieron sufrir esas dos niñas por el sacrificio de su padre y su protector -respondió el hobbit un poco nostálgico
—la rasa humana es repulsiva, despiadada y cruel -terció Zéphiruz con una mirada de odio en el rostro.
¡ja!
esta narradora se ríe de todo esto. Y pensar que hobit no tenía ni idea de todo lo que una humana podría hacer con tal de protegerlo.
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