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capítulo 24

Raisa comenzaba a ponerse cada vez más nerviosa. El aire no parecía traer ningún consuelo, porque nada había cambiado. Ni siquiera el tiempo parecía pasar.

No encontraba a Zéphiruz y Morlok tampoco estaba a la vista. A decir verdad, comenzaba a pensar que no había nada en kilómetros.

Cansada, y creyendo que había fracasado, se sentó en el suelo y ocultó la cabeza entre los brazos.

Unas lágrimas salieron de sus ojos, y calleron sobre su túnica. El báculo, que aún brillaba en su mano brilló aún mas, y Raisa lo miró con sorpresa.

–se que suena tonto, pero necesito que me ayudes ¿puedes hacer algo? Porque yo ya no se que mas puedo hacer –le dijo al báculo, con la esperansa de que él le dijera alguna palabra de consuelo.

Pero en lugar de eso, se escuchó un ruido que a la niña le pareció antinatural en aquel ambientedesolador. Al principio, pensó que podía ser su imaginación, pero volvió a escucharlo y una sola palabra salió de su boca.

—¡agua!

Se levantó rápidamente y buscó con la mirada el origen del sonido. Y lo encontró casi al instante.

Una pequeña charca relucía a lo lejos, y ella corrió hasta ella como si esa pequeña charca pudiera hacer algo por ella. Pero al mirar al fondo, una cara pareció dibujarse en el.

—¿señora Freeman? –preguntó titubeando

—si, soy yo. Y veo que necesitas ayuda –le respondió sonriendo

—donde...donde está usted. Y ¿dónde estoy yo?

—estás en el mismo lugar en el queestubiste desde que comenzaste apelear con Morlok. El hechizo deforma tu campo visual, pero sigues estando en el mismo bosque y Morlok está mucho más cerca de lo que crees. Solo tienes que seguir buscando –le explicó la mujer

—pero ¿cómo? ¿yo ya no se donde buscar –dijo la niña temiendo que ya no hubiera esperanza

—si sabes donde. La respuesta está frente a ti. Solo tienes que mirar más allá

—¿mas allá... -repitió la niña absorta en sus pensamientos.

y lo supo. Supo que era lo que tenía que hacer.

Se irguió, dibujó una estrella con su báculo, y su armadura apareció. Ella se la puso, y cuando estaba por abrir los labios para agradecerle a la señora Freeman, ella ya se había ido.

la niña suspiró, y se jiró ahcia donde antes veía a Morlok. SE concentró en su imagen, en su figura delgada y su tes morena, casi blanca. Y cuando estuvo totalmente presente en su mente, ella gritó con todas las fuerzas de su corazón.

—¡rependia!

Y con el corazón a punto de estallarle en el pecho, vio como poco a poco la niebla se despejaba y el aire dejaba de elar tanto su piel. Y como el hechizero aparecía de nuevo frente a ella.

—¡lo lograste! –gritó una voz muy familiar.

La señora Freeman, vestida con el traje regional de los Himbas, la miraba radiante

de felicidad.

—lo ves, solo debías buscar en tu interior. Y creo que esto le quedará muy bien a tu armadura –le dijo entregándole una tiara de color rosa, que colocó en su pequeña cabeza.

—muchas gracias, señora Freeman –le respondió la niña muy contenta.

—detesto arruinar su encuentro tan cursi, pero estoy cansado de esperarte, Raisa –exclamó Morlok mirándola con desprecio.

—si, yo también estoy canzada de esta peléa –le respondió la niña tomándo el báculo de nuevo —Zéphiruz ¿estás listo? –

—si, yo me encargo. –le respondió el hobbit sintiendo que por una vez podría ayudar a Raisa

Se irguió, apretó los puños y del sinto sacó un acha de jardinero con la que escribió algo en la tierra, que ni la señora Freeman ni Raisa pudieron leer hasta que el se desplazó unos pasos. Vieron con sorpresa que las palabras no estaban escritas en el polvo, si no en una extraña tela delgada que parecía ser un pañuelo muy

Justo en medio de las dos palabras que había escrito, clavó una bengala de humo que ondeó en el aire formando una frace que todo hombre de la tierra media y de el resto del mundo había escuchado por lo menos una vez.

Sacó esa extraña tela de la tierra, y la lansó al aire gritando.

—¡bolsón cerrado! ¡bolsón serrado!

Ese grito se escuchó por todo el bosque, y Caelan miró con ojos desorvitados hacia todos lados.

—¡por las escamas de mi abuela! ¡que fue eso! –exclamó Dunkel con un extraño brillo de sorpresa en los ojos.

–es la ceñal de auxilio de los Gamford. Mis hermanos y yo la usamos cuando...cuando... ¡no puede ser! Dunkel, me tengo que ir –dijo Caelan levantándose de pronto.

—yo querer ayudarte a llegar mas rápido –le dijo Dunkel rascándose la cabeza

—lo se, pero si me monto sobre tu lomo, podría...

—no, solo las escamas de mi cola ser malas para las criaturas –lo interrumpió su nuevo amigo.

—entonces prepárate, porque tenemos que ir muy rápido –le indicó Caelan con una sonrisa.

Subió con mucho cuidado a su lomo, y se acomodó para no rosar tanto sus escamas.

—¡oigan! ¿ya vieron eso? –dijo Benjamín de pronto al ver pasar a Caelan montado en Dunkel.

—que rallos fue eso –se escandalisó Uriu

—creo que eraCaelan montado en un skignatt –respondió el americano muy confundido

—pronto lo averiguaremos , por que el portal está justo por allí, y Caelan viene directo hacia el –indicó la pincesa con un gesto de la mano.

Por otro lado, Circe, Araline y Luna seguían haciendo todo lo posible para curar a Gladius. Pero nada parecía serrar la herida por completo.

—ya no se que mas hacer –dijo Circe dando una patada al suelo

—yo tampoco. ¿qué a caso no hay nada mas que hacer por el?-dijo ARaline muy frustrada.

Las dos se miraron, y derrotadas, se sentaron una a cada lado de Gladius. NO habían pasado ni sinco minutos, cuando de pronto, un canto muy melodioso que ninguna había escuchado nunca emergió de quien sabe donde.

—¿eso es lo que creo que es?

Y si era lo que Araline creía. En el cielo, apareció un ave majestuosa de plumas doradas, que bajó en picada hacia ellos y se posó suavemente en el hombro de el hobbit.

Miró la erida que comenzaba a abrirse de nuevo, y acercó su cabeza a ella. Una lágrima brotó de sus ojos, y se derramó en el centro.

Y la herida se serró.

—¡no puede ser! ¡eres un fénix! –dijo Circe muy imprecionada.

La criatura cantó como si le respondiera, y ella se quedó boquiabierta cuando se dio cuenta de que podía entenderle.

—el dice que su nombre es Flare –susurró.

—¡imposible! ¡esto es absolutamente imposible! Hay una antigua layenda que dice que si eres capáz de entender a un fénix y te dice su nombre,el te protejerá para toda la vida –explicó Araline muy impresionada.

—será verdad? –interrogóCirce.

—lo averiguaremos muy pronto.

Mientras tanto...

Benjamín les pidió a las guadralas que aterrisaran, y todos bajaron apresuradamente . Bieron a Brielis y Luna junto a una niña vestida de armadura y a una mujer alta y muy distinguida.

—¡raisa! –exclamó Caelan al unírseles

—¿señora freeman? –dijeron todos casi al mismo tiempo.

—¡apártense! –gritó Raisa agitándo el báculo con violencia

—si, apártense jóvenes incultos ¡amortentia!

El hechizo paralizante rosó la armadura de la niña, y ella aprovechó para lanzar otro echizo.

—¡eripius! –gritó el hechizero.

Raisa sugetó el báculo con tanta fuerza, que sus dedos se pucieron blancos. Pero a pesar de todo, no logró evitar que se le callera.

El suelo comenzó a temblar, y una fuerza extraña imbadió el ambiente. El portal, antes una esfera, se resquebrajaba lentamente a medida que la batalla transcurría.

—la concentración demagia vuelve inestable el portal –dijo la princesa Elina a Raisa

—¡esto tiene que terminar ya! –gritó la inconfundible voz de Caelan —¡destrúyelo Raisa!

La niña intentó recoger su báculo, pero Morlok se lo impidió al teletransportarse hasta detrás de ella.

—tu no vas a ningún lado –le susurró

—¡déjala en paz! –gritó la voz de Dunkel, que se había abalansado sobre Morlok

Todos se quedaron moquiabiertos al ver a la criatura darle tiempo a Raisa para tomar su báculo.

—¡me traicionaste! ¡eres un maldito y despreciable... ! –...

—¡lepiarmy! –lo interrumpió Raisa haciendo aparecer de la nada un enjambre de mariposas quealetearon alrededor de Morlok, obstruyendo su visión

—por el amor de... ¡donde está Nix!

—Nix está congelada como un glaciar ahora mismo –le respondió Benjamín

—¡imposible! ¡estás mintiéndome! –gritó Morlok desesperado

—¡rebela! –pronunció la princesa Elina.

De la barita, salió la estatua de Nix convertida en hielo puro. Tenía los brasos a los costados, y una extraña expresión de furia y tristeza mezcladas.

Morlok la miró incrédulo, y el color de sus mejillas se fue por un segundo.Raisa creyó que iba a llorar, pero logró sobreponerse y volvió amirarla, y La barita de la princesa Elina desapareció.

—ya causaste mucho daño, Morlok. Es hora de que pagues las consecuencias de tus actos –le dijo la joven alteza

—no soy como tus súbditos, Elina. He planeado esto por años, y no dejaré que nadie arruine todo por lo que trabajé –le respondió el hechizero.

Raisa lo miró, y vio el rostro de un hombre cansado y desgastado por las penas. Miró la profunda e inmensa tristeza de sus ojos, y lo comprendió.

Su corazón estaba erido, no solo por la venganza y el odio, si no porque lo había perdido todo. Su familia, su única miga en todo el munto, y estaba totalmente solo y sin un verdadero rumbo fijo.

Ella se sintió desolada, y sin saber que hacer. Se concentró tanto en pensar como derrotaría a Morlok, que nunca se puso a pensar que haría con el.

No podía matarlo, porque de tan solo pensarlo se le estremecía el corazón. No estaba lista, ni lo estaría jamás.

Sentía cierta empatía por aquel hombre, porque a pesar de todo lo que había hecho, él estaba dolido y roto por dentro, como lo estuvo ella por mucho tiempo bajo las burlas y los constantes abusos de Morgana Blakwood.

Miró a la señora Freeman y a cada uno de los presentes, y luego a su báculo. Era hora de terminar lo que había empezado.

Su ejército de mariposas aún revoloteaba a su alrededor, y el hechicero estaba a punto de lanzar otro hechizo.

Ella empuñó su arma de nuevo, y con una idea renovada por la inocencia de su corazón, gritó a voz en cuello.

— ¡incarceris!

Y unas gruesas cuerdas ataron los pies y manos del hechicero, haciendo que callera al suelo.

Un brillo muy profundo brotó del árbol de Leriz, y pareció que se trataba de una estrella. Al mirar más detenidamente, Raisa se dio cuenta de que Jasper había abierto el frasco con la esencia de la estrella, y la luz llenaba todo el bosque.

Los skignatts, aturdidos ante tanta luz, comenzaron a caermuertos uno por uno.

Hubieron vítores y gritos de júbilo, y la princesa Elina, junto con la señora Freeman y su hija se acercaron a los dos contrincantes

—tranquila, nosotros te ayudamos –le dijo la princesa.

Colocaron a Morlok sobre un tronco, y lo despojaron del ala de dragón y la barita de Nix.

— ¡por qué me perdonaste la vida! ¿Que no sabes que un hechicero nunca debe perdonar a sus enemigos? –se quejó Morlok

—Yo sé por todo lo que has pasado, y aunque no lo creas, tú y yo somos muy parecidos –le respondió la niña

— ¿me tuviste lástima? ¡eres indigna de poseer el báculo de Griamor!

—solo hago lo que nadie hiso por ti ¡te estoy dando una segunda oportunidad! –replicó Raisa muy tensa.

—Pues no creas que te lo voy a agradecer –respondió Morlok arrugando la frente.

Su rostro adoptó una expresión tan seria, que Raisa creyó que en cualquier momento iba a estallar en llanto. Pero nada pasó.

—chicos, creo que ya es hora. El portal no durará mucho tiempo –dijo la señora Freeman un tanto preocupada.

—antes de irnos, queremos agradecerles por todo lo que hicieron por nosotros. Sin ustedes nunca hubiéramos podido llegar hasta aquí –expresó Caelan.

—nosotros debemos agradecerles a ustedes. Nos ayudaron a salvar a todo un reino y quizá a dos mundos. Y por eso, yo los nombro caballeros de Amberwind. El servicio que han prestado ha sido sin duda honorable –concedió la princesa Elina.

Los tres hicieron reverencia y Osiris se adelantó para decir.

—Gladius Gamford. Por tu valentía en la batalla y tu gran liderazgo, yo te nombro, miembro honorario del ejército de Balmontia.

La mujer puso su mano en la frente y el hiso lo mismo.

—es todo un honor, mi señora –dijo el hobbit muy impresionado por aquellas atenciones.

La dama Osiris le entregó lo que parecía ser el dije de una flecha de un metal muy brillante y rojizo, que colocó en su cuello con una cadena.

Todos aplaudieron y los hermanos felicitaron al hobbit, que se sonrrojó ante tal selebración.

—Raisa, gracias por todo. Siempre serás una amiga muy especial para mí. TE quiero mucho –le dijo Caelan apretándola contra su pecho.

—Yo no tengo palabras –dijo Gladius entre sollozos

—y yo no sé si las mías sean suficientes –replicó Zéphiruz abnegado en lágrimas.

—los quiero muchísimo, chicos. Ustedes son mis mejores amigos, y nunca los voy a olvidar –les respondió abrasándolos a los tres.

Circe no se quedó atrás, y los tres fueron a despedirse de ella también.

—salúdame a celine, y dile que no he olvidado como se dice te amo en lenguaje de señas –le dijo Zéphiruz tras darle un abraso muy fuerte.

—gracias por no decirles a tus padres sobre nosotros, y por no echarnos a la calle –le dijo Caelan

Los cuatro se rieron y Gladius se atrevió a darle un beso en la mejilla a su salvadora.

—Eres muy especial, y espero que Damien sepa valorarte –le dijo el hobbit con una sonrisa

— ¡eres tan dulce! Pero no te preocupes. YO me encargo de eso –exclamó ella con un gesto de ternura.

Y tras despedirse de la corte real, la princesa Elina y todos los que los ayudaron (tuvo que ser muy rápido) se enfilaron del mayor al menor hacia el portal.

Caelan fue el primero en cruzar, haciendo un gesto de adiós con la mano. Gladius blandió la espada de solarion en el aire y a medida que cruzaba el portal, su brillo se fue alejando cada vez más.

Y Zéphiruz, se sacó el anillo del dedo, y susurró algunas palabras ininteligibles. Que mas tarde Raisa y Circe tradujeron a su idioma. Se detuvo en medio del portal y dejó que el anillo brillara en su mano unos segundos.

Luego, lo giró dos veces y se lo volvió a colocar en el dedo. Cuando todos miraron de nuevo, ni el hobbit ni el portal estaban allí.

Poco a poco, las hadas llegaron al bosque de los secretos, y comenzaron a cantar un himno de gloria, con Jasper como vocalista principal. Era como o escuchar a Sam Smith cantar en vivo, y todos estaban totalmente asombrados por el espectáculo.

Los skignatts que habían sobrevivido fueron convertidos en piedra, gracias al brillo de la estrella de Jasper, excepto Gaoth, que al quebrarse la barita de Nix, se convirtió en un enano. Las princesas lo encontraron inocente, porque les contó que hacía mucho tiempo al explorar los rincones más profundos del país junto con un grupo de cazadores, había caído en manos de Morlok y este le perdonó la vida con la condición de convertirse en su esclavo por siempre. Fue por eso que lo convirtió en skignatt y lo delegó a ser el espía de su ejército.

Después de que muchos de los guerreros se fueran a descansar a sus campamentos para regresar al amanecer a sus ciudades, Raisa decidió salir a caminar al bosque sola, porque con tanta conmoción no podía dormir. Se levantó muy lentamente y sin despertar a nadie salió de su tienda. El aire estaba fresco y aún se podían ver las huellas de la guerra que se había librado. Los árboles destrozados, rastros de sangre en la tierra, escamas de skignatts por doquier y ningún ave nocturna a la vista.

Ella sintió que el corazón se le partía en mil pedazos al ver de nuevo el lugar donde antes estaba el portal. Solo se podía vislumbrar un pequeño montículo de tierra y barro en el punto exacto en que había visto por última vez a sus amigos. Ella se sentó justo encima, y lloró y lloró hasta que pudo sentirse capaz de detenerse.

No sabía cuánto había pasado, pero sin duda le había servido desahogarse un poco. Todo esto había sido muy traumático para ella. Miró al cielo, y se dio cuenta de que las estrellas si habían salido, y que la luna resplandecía redonda e impertérrita.

No sabía que sentía por dentro. Tenía tantas cosas que procesar, y tanto sueño...

Se quitó los zapatos y sintió el pasto bajo sus pies. Una suave brisa le llegó del este y sintió que algo le susurraba en el oído.

Era una suave melodía que parecía venir de todos lados. Ella supuso que era Flare en fénix, que le cantaba para que se durmiera.

Y lo hiso. Se dejó caer en el suelo, y cruzó los brazos como quien ha aceptado su destino y por fin, se quedó dormida.

Y en cuanto al castigo de Morlok y Nix, a la mañana siguiente, las princesas lo obligaron a vestirse de obrero y ayudar a reconstruir la ciudad de Eldorat, Replantar lo que él y Nix habían destruido en el bosque y llevar una vida casi normal en el bosque de Amberwind como sirvientes. Y si por alguna razón se les ocurría huir del país, la princesa Eliana había puesto un hechizo para alertar a los guardias más cercanos si se atrevían a poner un pie fuera de alguna frontera.

Al medio día, todos hacían fila para despedirse de los viajeros, que regresarían a su mundo. Las princesas les cedieron permanentemente los presentes que les habían dado, y aunque Raisa no comprendía porque, le permitieron llevarse el báculo como su propiedad.

—lo usarás de nuevo, Raisa. Y nosotras solo cumplimos lo que el báculo ha destinado –le explicó la princesa Eliana cuando le hiso el cuestionamiento.

— ¿creen que volveré a verlos? –les preguntó mirando hacia el bosque de los secretos.— ¿creen que volveré a verlos? –les preguntó mirando hacia el bosque de los secretos.

—La vida da muchas vueltas, y todo puede pasar –le respondió la princesa Elina con una enigmática sonrisa.


¡HOLAAA!

ESPERO QUE EL CAP LES HAYA GUSTADO MUCHO. DE AQUÍ SOLO TENEMOS EL EPÍLOGO, ASÍ QUE PRÁCTICAMENTE LA HISTORIA ESTÁ TERMINADA.

ME SIENTO MUY CONTENTA POR HABER CONCLUIDO ESTE LIBRO, PERO AL MISMO TIEMPO MUY TRISTE POR TENER QUE DEJAR POR UN TIEMPO TAN hermosos personajes. Sin duda he aprendido mucho desde que comenzé este maravilloso viaje, y espero que al igual que Raisa, nunca pierdan la esperanza al luchar en las guerras de la vida.

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