capítulo 2
Capítulo 2.
De regreso a casa.
A la mañana siguiente, Raisa despertó con un rallo de sol que se filtró por la pequeña abertura que le servía como ventana a su tienda. Salió de su saco de dormir y miró a su alrededor. Los hobbits aún reposaban envueltos en la manta
Parecían tan cansados, que no quiso despertarlos aún. Quería ayudarlos a regresar a su hogar, pero no sabía como. Entonces, se dio cuenta de que no podía abandonarlos en el bosque, así que debía llvarlos a un lugar donde tuvieran comida y una cama donde dormir...
—No...es muy peligroso -se dijo así misma
Pero si le pidiera ayuda a su hermana, tal vez... ¡pero en que estaba pensando! ¡su hermana nunca la ayudaría! ¿o sí?
cubrió a los hobbits con su bolsa de dormir, de forma que no los vieran y salió de la tienda sin hacer ruido.
Caminó unos pasos y para su sorpresa, vio a su hermana haciendo una fogata para preparar el desayuno.
—¡Circe! ¡necesito que me ayudes? -dijo Raisa acercándose a su hermana
—Raisa, no te acerques tanto al fuego -la reprendió su hermana —¿y por qué crees que te ayudaría?
—porque te prometo que te daré mis postres por un mes -respondió la niña con un dejo de súplica en la voz
Circe la miró incrédula. Sabía muy bien que a su hermana le encantaban los postres de su madre, y no se los ofrecería si no fuera algo importante.
—está bien ¿cómo quieres que te ayude? -preguntó Circe, ya más interesada.
Raisa le contó a su hermana lo que había pasado la noche anterior, y la joven la escuchaba con una mirada de asombro.
—entonces... ¿dices que hay tres hobbits en tu tienda?
—si -respondió Raisa
–¡es imposible! -dijo Circe un tanto alarmada
Raisa la tomó del brazo y la llevó hasta su tienda con una mirada de irritación.
Cuando Circe entró en ella, vio a los tres hermanos sentados en el suelo de la tienda. La chica reprimió un grito y se acercó a los hobbits
—¡no puede ser! ¡enserio son hobbits! -dijo tratando de no hablar tan fuerte.
Los tres hermanos se levantaron y saludaron a Circe
—mi nombre es Zéphiruz, y estos son mis hermanos. Caelan y Gladius -dijo el hobbit
—yo soy Circe, encantada de conocerlos -respondió ella con una sonrisa tímida —y ya conocen a mi hermana, Raisa
—¡niñas! ¡hora de desayunar! -las llamó su madre.
—¡ya vamos! -respondió Raisa.
—mientras desayunamos, deben quedarse aquí. Les traeremos comida cuando terminemos -prometió Circe.
Su hermana asintió y salieron de la tienda, actuando lo más normal posible.
Las dos chicas les dieron buenos días a sus padres y se sentaron con ellos a desayunar.
—niñas, a su padre le surgió un cliente importante, así que tendremos que irnos antes -dijo su madre con una notable expresión seria
—¿Cuándo nos iremos? -preguntó Raisa con la mirada triste
—nosiremos al medio día. Lo siento mucho, Raisa. Se que el viaje de campamento es muy importante para ti -dijo Bruno apenado
—está bien, papá -aceptó Raisa decepcionada.
—iremos a empacar entonces -dijo Circe.
Raisa tomó lo que le sobraba de su desayuno y circe hiso lo mismo.
—lo voy a guardar para el camino -improvisó la mayor de las Grant.
los adultos asintieron y Circe tomó a su hermana de la mano para llevarla a su tienda.
—¿sabes que significa eso? -preguntó Circe cuando ya estuvieron lejos de sus padres
—que tendremos que llevarnos a los hobbits -respondió Raisa
—si, exacto. ¿crees que quieran ir con nosotros? -preguntó Circe
—no lo se -respondió su hermana aún más triste
—no te preocupes. Volveremos el próximoaño -dijo Circe para tratar de consolar a su hermana
Raisa suspiró y entró a la tienda.
Dejó el desayuno de los hobbits sobre su saco de dormir y se sentó en el suelo.
—¿todo bien? ¿Por qué esa cara tan triste? -preguntó Caelan a Raisa
Las dos chicas les contaron a los hobbits lo que sus padres les dijeron y en seguida, Zéphiruz las miró como si estuvieran locas
—¿quieren que ballamos con ustedes?. Por si no lo han notado, somos hobbits ¡que pasa si nos descubren! ¡que les dirán a sus padres! -se escandalizó
—cálmate, ellas solo quieren ayudarnos -las defendió Caelan
—¿ayudarnos? ¡son humanas! -protestó Zéphiruz
—¿olvidas que Raisa te salvó la vida? -replicó Caelan
Gladius los fulminó con la mirada y dijo
—¿podrían darnos un segundo? -dijo dirigiéndose a las dos hermanas
Ambas asintieron y salieron de la tienda.
—creo que se parecen a nosotras, de alguna forma -reflexionó Circe mientras caminaban hacia su tienda para empacar sus cosas
—si, tienes razón. Se pelean como nosotras
Ambas rieron y Raisa se puso a ayudar a su hermana a empacar lo que le faltaba.
—¿crees que quieran irse con nosotras? -preguntó Circe
—espero que si
Mientras tanto, el la tienda...
—¡no podemos confiar en ellas! -afirmó Zéphiruz
—te recuerdo que si no hubiera sido por Raisa, ya estaríamos muertos -respondió Caelan
—¿y qué pasa si nos ven? ¡nos llevarían a uno de esos lugares en donde los humanos hacen sus experimentos! -dijo Zéphiruz irritado
—¿yqué sugieres que hagamos?. Por si no lo has notado, no sabemos a donde ir ni como regresar a casa -terció Gladius
Zéphiruz soltó un resoplido y ocultó la cara entre las manos por un momento
—está bien. Pero si algo malo pasa, no digan que no se los advertí -aceptó por fin el hobbit.
Caelan y Gladius chocaron palmas con una mirada de triunfo y Zéphiruz los miró con desaprobación.
—¿les parece si desayunamos? -sugirió Gladius para cambiar el tema
los dos hobbits asintieron y se pusieron a comer.
Pasados unos cinco minutos, las hermanas Grant regresaron y Zéphiruz les dijo a regañadientes
—iremos con ustedes
Las hermanas se miraron sonrientes y Circe dijo
—bueno, entonces... ¿cómo los vamos a llevar sin que se den cuenta?
—mmm...¡en las bolsas de dormir! -sugirió Raisa
—¡buena idea! Pero solo tenemos dos ¿crees que quepan?
—tal vez...
La voz de su madre se hiso presente y las chicas se apresuraron a meter a los tres hobbits en las bolsas de dormir.
—lo siento Caelan, pero tendrás que ir con Zéphiruz, porque eres el más pequeño -dijo Circe apenada —irán en la mía, porque es la más grande
—está bien -respondió Caelan resignado.
—y tú irás en la mía, Gladius -dijo Raisa abriendo su bolsa de dormir.
Afortunadamente, los tres hobbits pudieron entrar en las bolsas sin ningún problema, aunque les costó convencer a Zéphiruz de que debía tratar de hacer el mayor silencio posible para que no los descubrieran.
las hermanas Grant metieron sus bolsas de dormir en las mochilas y cuando fue medio día, todos subieron al auto.
Raisa miró una vez más el bosque. El sol emitía un resplandor que bañaba las copas de los árboles y hacía parecer plata el agua de los ríos y los pequeños arrollos que la niña alcanzaba a ver. era el bosque más hermoso que ella había visitado. Incluso, le parecía mágico.
—ahora veo por que amas tanto el bosque -dijo Circe a su lado
—es muy bonito ¿verdad?
—si, lo es -respondió la joven.
Una brisa fresca meneó las copas de los árboles y las ramas se mecieron lenta y apaciblemente.
—¿están listas? -preguntó su padre
—si -respondieron las dos hermanas al unísono.
Bruno arrancó el auto y Raisa, como despidiéndose de el bosque, hiso un gesto con la mano y susurró
—algún día volveré
El camino fue largo y más de una vez, Raisa pensó que nunca llegarían a su casa. Cada cierto tiempo, revisaba su mochila para comprobar que Gladius estaba lo más cómodo posible.
Circe hacía lo mismo y de vez en cuando, le susurraba a Raisa para preguntarle como estaba Gladius.
Casi al anochecer, llegaron a su hogar en los ángeles, California.
Bruno estacionó el auto en su garage y Circe ayudó a su madre a bajar lo que habían llevado y ponerlo en su lugar. Raisa, mientras tanto, tomó su mochila y la de su hermana y entró en la casa lo más rápido que pudo . Subió hasta la habitación que compartía con su hermana y sacó a Zéphiruz y a Caelan de la bolsa de dormir.
—espero no tener que repetir eso nunca más -gruñó Zéphiruz —ya no siento mis pies
—por lo menos estamos vivos -le respondió su hermano menor
Gladius soltó un quejido y Raisa abrió la mochila de su hermana y lo sacó de la bolsa de dormir. Suavemente, lo depositó en su cama junto a los otros dos.
—¿estás bien?
—creo que me torcí el cuello -respondió el hobbit.
—¿te duele mucho?
—no, no tanto...
Giró el cuello y dijo
—corrijo lo dicho, si me duele mucho
Raisa no sabía que hacer, pero enseguida recordó que cuando su hermana se había torcido el cuello después de dormir en casa de su amiga Ema, su madre le había hecho un masaje en el cuello con compresas calientes.
fue al baño y buscó compresas en su botiquín. La mojó con agua caliente y regresó con el hobbit.
—¡que haces! -se escandalizó Gladius
—voy a hacerte un masaje en el cuello -respondió Raisa de forma amable.
La niña se sentó junto al hobbit y puso una mano en su cuello. Con la otra, se lo masajeó suavemente con la compresa por unos minutos
—¡guao!¡nunca en la vida me habían dado un masaje! -dijo Gladius muy —¡guao! ¡nunca en la vida me habían dado un masaje! -dijo Gladius muy impresionado
—mi mamá dice que ayuda a aliviar el dolor -respondió ella mientras seguía masajeando el cuello del hobbit
—y si que ayuda. Muchas gracias, Raisa
La chica le sonrió al hobbit. Era un sueño cumplido el tener frente a ella a tres hobbits.
Algo en su interior le decía que su destino era ayudarlos a encontrar el camino de regreso. Y aunque Zéphiruz parecía ser un gruñón por fuera, sabía que era muy amable y dulce por dentro.
Terminó el masaje y dejó la compresa en el baño. Dejó la bolsa de dormir de su hermana en su mochila y se puso a desempacar todas sus cosas.
Circe fue a verla después de un rato, y ambas terminaron de recoger todas sus cosas y guardarlas .
—¿cómo haremos para que mamá y papá no descubran a los hobbits? -preguntó Circe
—bueno... no lo se, tal vez podamos ocultarlos en aquí hasta que sepamos como regresarlos a su hogar en la comarca -respondió Raisa
—pero ¿quién los cuidará cuando ballamos a la escuela?
—es cierto, no lo había pensado
Las dos hermanas se quedaron un momento en silencio, y los hobbits tan cansados como estaban, se sentaron en la cama y se quedaron mirándolas.
—tal vez podamos ir a ver a las gemelas Amberwind -dijo Raisa al cabo de un rato
—¿Quiénes? -preguntó Gladius muy curioso
—las gemelas Amberwind. Son las dos gemelas hechiceras más poderosas del mundo - -aclaró la niña
—Raisa, eso solo es una leyenda. Nadie las ha visto nunca -dijo su hermana
—pero podrían ser reales, Circe
—¿y cómo se supone que vamos a averiguarlo? -terció Zéphiruz
—hay un libro...
—¡Raisa! ¡Circe! ¡es hora de cenar!
La voz de su padre las interrumpió.
—volveremos muy pronto. Y hagan lo que hagan, no salgan de este cuarto ¿entendido? -ordenó Circe
—si -respondieron los hobbits al unísono.
Las dos hermanas salieron de la habitación y bajaron al comedor.
Raisase pasó toda la cena intentando recordar donde estaba ese libro. Ya era algo tarde, así que seguramente tendría que buscarlo en la mañana.
Las hermanas Grant pidieron doble ración para llevarles a los hobbits y en cuanto se aseguraron de que sus padres se retiraron, llevaron los platos a la habitación de Raisa y los hobbits comieron gustosos.
Cuando terminaron, Raisa les dijo que ella dormiría en el suelo para que pudieran estar más cómodos y Caelan exclamó
—no, no hace falta. Es tu cama y nosotros podemos dormir en el suelo -dijo el menor de los hobbits.
—Caelan tiene razón. No sería muy amable de nuestra parte privarte de tu propia cama, Raisa -afirmó Gladius
—por mí está bien. Además, tu cama es muy cómoda -opinó Zéphiruz
—¡zéphiruz! -lo reprendieron sus hermanos.
—¡que! ¡solo digo lo que pienso! -respondió el aludido
Circe y raisa rieron.
—está bien. Que les parece si ustedes tres duermen en mi cama y yo duermo con Raisa -sugirió Circe.
—sigo pensando que es muy descortés de nuestra parte, pero si ustedes insisten -aceptó Caelan
—pienso lo mismo que mi hermano -replicó Gladius
—a mí me da igual -dijo Zéphiruz yendo hacia la cama de Circe
Gladius le lanzó una mirada asesina y Caelan tomó una almoada y se la arrojó a la cara
—con que así quieres jugar, pues juguemos -dijo Zéphiruz tomando la almohada.
Sin que Caelan se lo esperara, se la arrojó y le dio directo en el estómago
—¡me las vas a pagar! -dijo Caelan tomando la almohada y arrojándosela de nuevo.
Y así, una pelea de almohadas muy divertida para las dos hermanas comenzó. Pero cuando Zéphiruz lanzó la almohada por décima vez, Circe se interpuso y la atrapó con una mano.
—¡ya es suficiente! ¡ban a despertar a nuestros padres! -dijo ella dejando la almohada en la cama de su hermana.
—¡el empezó! -dijeron los hermanos al mismo tiempo
Gladius les dio una mirada de advertencia y Caelan alsó las manos en señal de rendición
—¿tregua? -preguntó
—tregua -respondió Zéphiruz.
Y así, los tres hobbits se acostaron en la cama de Circe y las dos hermanas llevaron los platos a la cocina para luego acostarse en la cama de Raisa.
—buenas noches -susurró Raisa a los hobbits
—buenas noches .-respondieron los hermanos.
Y todos se quedaron dormidos.
Holiiis.
estoy muy contenta por el giro que va a tomar esta historia. Gracias por darse el tiempo para leerla
este capítulo se publicará cuando esté viajando a la ciudad de Mérida para mi sita médica, por lo que no podré publicar capítulo hasta el jueves. Hasta entonces, les deseo un muy buen inicio de semana y les mando un abraso fuerte.
Posdata. como veo que no puedo programar la publicación, la publicaré ahora.
post posdata.
trataré de publicar el capítulo siguiente mañana cuando llegue a Mérida.
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