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capítulo 19

El viento azotaba los pocos árboles del camino que se perdía en el este. El horizonte se oscurecía y las aves diurnas comenzaban a bolar de vuelta a sus nidos. Raisa y Circe, sentadas en la grupa de Briana, estaban maravilladas con el hermoso atardecer que las rodeaba.

Gladius, Caelan y Zéphiruz discutían montados en Bran sobre si era más peligroso bolar que caminar, mientras que Jasper, posado suavemente sobre el hombro de Araline, le susurraba una que otra anégdota sobre cuando su familia regresó a el bosque tras la caída de Elicium. El viaje parecía ser uno de esos recorridos casuales por un paisaje histórico, y no una misión de vida o muerte.

La brisa del anochecer acariciaba sus rostros mientras Briana, la majestuosa guadrala, atravesaba los cielos hacia el horizonte estrellado. Raisa y sus amigos observaban con asombro cómo las estrellas comenzaban a iluminar el cielo, creando un manto centelleante sobre ellos.

De repente, la brisa se volvió más suave y un resplandor etéreo envolvió el paisaje. Raisa, que estaba absorta en la contemplación de las estrellas, sintió una sensación mágica que la hizo estremecer. Giró la cabeza y se dio cuenta de que algo extraordinario estaba sucediendo.

¡Chicos, miren! —exclamó Raisa, señalando hacia adelante.

A medida que Briana descendía, la oscuridad del horizonte se desvanecía para revelar una ciudad resplandeciente que parecía emerger directamente de los sueños. Torres elevadas de arquitectura etérea y calles iluminadas por una luz suave y cálida se extendían ante ellos.

Creo que esto es Oniria —dijo Raisa, consultando el rústico mapa que los había ayudado a llegar a Amberwin.

¿Oniria? —preguntó asombrado Zéphiruz.

Sí. El mapa dice que es la ciudad de los sueños —explicó Raisa.

Circe, Gladius, Caelan y Jasper, contagiados por la emoción, observaban con ojos brillantes la entrada a Oniria. La ciudad de los sueños les abría sus puertas, y cada calle prometía nuevas maravillas y encuentros mágicos.

Los colores eran ligeros y cálidos, y en cada esquina habían escenas que ninguno de ellos se había imaginado nunca. Criaturas extrañas, todo tipo de objetos irregulares y peculiares, una gran variedad de estatuas y esculturas y paisajes que se movían de un lado a otro. Pero lo más extraño, eraque cada calle parecía ser un lugar distinto.

Mientras en una caía espesa nieve y había un cilencio sepulcral, enotra el resplandor del sol iluminaba de lleno los adoquines y numerosas plantas de raíces abundantes crecían en la acera.

—todo esto es muy extraño –dijo Gladius mirando pensativo el panorama

—¿cómo bamos a salir de aquí? –preguntó Zéphiruz.

—puesla verdad no tengo idea. Ojalá hubiera alguien que nosdijera como –suspiró Caelan.

—¡esperen! Si esta es la ciudad de los sueños, entonces lo que imaginamos se materialisa ¿verdad? –refleccionó Benjamín

—¡si! Pero ¿eso como nos ayudará? –preguntóZéphiruz comenzando a ponerse de mal humor.

—bueno, solo debemos usar la imaginación, y posiblemente salgamos de aquí –respondióCirce, que ya había comprendido el razonamiento de su amigo.

—¡tengo una idea! ¿recuerdas a Maura? –preguntó Raisa asercándose a Circe.

—si, tu amiga imaginaria cuanto tenías 6. era una tortuga o algo así –le respondió la joven

—¡ajá! Tal vez ella sepa como irnos de aquí. Mi mamá me decía que las tortugas son los animales más sabios –explicó Raisa

—¡es una gran idea! –replicó Caelan palmeándole la espalda —pero ¿Cómo bamos a encontrarla?

—creo que solo tengo que concentrarme –dijo Raisa buscando un lugar para sentarse.

Todos se apollaron en una enorme y sólida columna de piedra, y la niña suspiró para rsrelajarse. Pensó en su tortuga, y la visualizó reptando lentamente por el suelo, mientras movía la cabeza de un lado al otro paraobservar su alrededor..

—¡miren! ¡ahí está! –gritó Circe muy imprecionada.

Deslizándose por los adoquines de la calle próxima, estaba una tortuga pequeña, de mirada tierna y un brillo cálido en los ojos.

a diferencia de las tortugas comunes, Maura parecía reflejar los colores delarcohíris cuando la luz del sol quesalía de la calle por la que pasaba se reflejaba en su caparazón. A pesar de su tamaño, el cuello de Maura se estiró con agilidad para mirar detenidamente a los viajeros, y en cuanto vio a Raisa, comenzó a correr más rápido hasta llegar a sus pies.

—¡Maura! –dijo la niña muy emocionada mientras la tomaba en brasos.

—¡Raisa! ¡estoy feliz de verte! –dijo la tortuga con una voz dulce y apasible.

—¡yo también! –respondió ella acariciando su caparazón con una sonrisa.

Gladius toció escandalosamente.

—¡ah! ¡sierto! Maura, ellos son mis amigos –dijo Raisa poniéndola en el suelo.

La tortuga los miró a todos y pareció sonreír con los ojos.

—es un gusto. Caelan, Gladius, Zéphiruz,Benjamín, Uriu Jaspery Circe –resitó la tortuga alsando una pata para señalarlos a todos.

——y ¿cómo es que sabes nuestros nombres? –preguntó Zéphiruz extrañado.

—muy sencillo. Soy parte de la imaginación deRaisa, así que se todo lo que ha hecho incluyendo a quienes ha conocido –respondió la tortuga con una sonrisa. —y por sierto, quiero decirte que te verías mucho mejor si sonrieras un poco más

Zéphiruz se sintió muy desconcertado ante estaspalabras, y tubo que ajustarse a la idea de que con aquella formidable criatura no jugaría.

Solo se limitó a mirarla un segundo, y la tortuga hiso lo mismo. Sus profundos y desafiantes ojos le mostraron más de lo que el hubiera querido ver. Ahora estaba consiente de que Maura sabía absolutamente todo lo que pasaba por su mente con respecto a Raisa y su hermana, y comenzó a sentir algo de miedo ante aquella mirada tan cálida y a la vez tan expresiva.

No pudo contenerse mucho tiempo, y apartó la vista de los ojos de la tortuga.

—entonces. ¿qué hacemos para salir de aquí con vida? –preguntó Benjamín a Maura.

—bueno, eso no es tan fásil. Ustedes han hecho enemigos poderosos, y parece que están más cerca de lo que creen. Pero no se preocupen, porque yo les voy a ayudar a eludirlos a todos y cada uno –dijo la tortuga que parecía entuciasmada.

¿y cómo? –preguntó Zéphiruz sin mirarla.

—solo hay que usar la cabeza. Primero que todo, nadie debe separarse. Morlok tiene a todo un ejército de Skiggnats a su servicio, y a una cómplice muy ábil.

—hablas de Nix ¡ja! La última vez que la vimos, estaba muy ocupada con una planta carnívora –dijo Gladius de forma burlesca.

—nunca subestimes a tus enemigos, querido guerrero –dijo Maura acercándose a el —hay algo que ustedes no saben todavía, pero no me corresponde contárselos por el momento

—pues entonces será mejor que nos ballamos –dijo Caelan irguiéndose.

Todos hicieron lo mismo yRaisa tomó su báculo y recogió a Maura del suelo con mucho cuidado.

—gracias. Creo que entre tanta gente puedo perderme un poquito –dijo la pequeña tortuga escondiéndose en su caparazón.

Los viajerosadoptaron sus posiciones, peroni Briana niBran se movieron de su lugar.

—¿y ahora qué pasa? –preguntóAraline un poco extrañada

—tienen que pedirles que vuelen –dijoMaura asomando su cabeza entre los dedos de Raisa.

—ha ¡cierto! Pero yo no tengo idea de como se dice eso en Cunebris –dijo Jasper un poco incómodo.

—yo les ayudo con eso –exclamó Circe montando en Bran.

—gem ¡ nara ier! –dijo la chica amablemente.

Ambas guadralas extendieron sus alas y emprendieron el vuelo de buena gana.

—¿qué fue lo que les digiste? –preguntóCaelan por encima de el sonido del viento

—¡solo les pedí que bolaran! Creo que la traducción exacta es gemelos, ¿podrían bolar? O algo parecido –respondió Circe.

—para salir de aquí, tienen que llegar hasta esa torre de allá –le susurró Maura a la niña —puedes decírselos por mi? Soy muy pequeña.

Raisa aceptó con una sonrisa y comunicó el mensaje a sus compañeros.

—¡y que es esa torre! –dijo Gladius en voz muy alta para hacerse oír.

Maura le susurró de nuevo a Raisa, y esta dijo a los demás

—¡es uno de los pilares de Oniria! ¡allí termina la ciudad!

Todos quedaron asombrados. La torre mencionada, se erguía a a la distancia como un imponente vigía de piedra. Estaba flanqueada de un lado por una especie de criatura espeluznante que parecía mirar a uno y otro lado como buscando una presa. En la oscuridad de la calle que atravesaban, a Raisa le pareció que el animal los miraba a ellos uno por uno.

Raisa le hiso un gesto a Jasper y este se adelantó a Briana, para posarse en el hombro de la niña.

—¿qué pasa? –preguntó este al ver que la niña había palidecido un poco.

—creo que esa cosa de ahí me parece familiar. ¿podrías iluminar un poco? –pidió ella con la voz temblorosa.

—si, claclaro –aseptó el hada un poco nerviosa.

Jasper boló y para no ser visto, se ocultó tras un poste que parecía ser un pequeño farol. Al mirar más de cerca, se dio cuenta de que aquella criatura era un skiggnatt que dormitaba con los ojos entre abiertos. El hada volbió y comunicó la noticia a todos.

—¡tenemos que bajar! -dijo Zéphiruz alsándo un braso.

—¡alem rajad in ly slema! –gritó Circe dirigiéndose a las guadralas.

En cunebris, eso se traduce como bajen en un lugar seguro

Las guadralas los llevaron a una callejuela algo solitaria pero muy iluminada por la luz del sol. Circe, Raisa y los tres hobbits bajaron con cuidado y todos se sentaron en un largo banco de madera.

—lo ven ¡sabía que esas cosas nos ivan a seguir! –dijo Zéphiruz —creo que tendrás que hablar con ellos de nuevo, Raisa.

—¿estás loco? ¿no viste lo que pasó la última vez? –se escandalisó Caelan.

—y que sugieres entonces –dijo Zéphiruz tajante.

—no lo se, pero no podemos arriesgar a Raisa otra vez –respondió el hobbit mirando a su hermano con evidente molestia.

—¿y si usamos la espada de solarion? Raisa puede atacar a el skiggnatt y lo derribará en seguida –sugirió Gladius

—no, yo creo que lo mejor sería darle el frasco con la escencia de la estrella, y el skiggnatt no va a poder contra la luz –indicó Jasper

—¿y si mejor usamos el cunebris? Raisa no ha intentado hablarles en su idioma –opinó Benjamín contemplando el libro que las princesas le habían dado.

Todos comenzaron a hablar a la vez, opinando y comentando sus propias ideas, hasta que Uriu, que no había hablado hasta el momento, resopló y dijo en voz alta.

—¿que les parece si le preguntamos a Raisa? Porque todos estamos diciendo quedebería hacer, y no sabemos si ellatiene otra idea o si quiera está dispuesta a intentar hablar con el skiggnatt

Todos guardaron cilencio y se quedaron mirando a Raisa unossegundos, hasta que ellaexclamó.

—Uriu tiene razón. La verdad es que quiero intentarlo, pero no quiero desmallarme otra vez

—entonces ¿que hacemos? –preguntó Caelan

—la perla hikatsuiro -dijo Maura asomando su cabeza entre los pies de el japonés.

Todos miraron a Uriu y el chico miró a la tortuga un poco incómodo por tanta atención

—creo quepuede ser una buena idea –respondióel japonés trasaclararse la garganta —puedes pedirle al báculo que te ayude a hablar con ese skiggnatt, y te puedo prestar la perla para que guardes tu energía y no te desmalles

Raisa no estaba muy segura, pero ella era la única que podía averiguar que era lo que esa criatura estaba buscando. Además, no iva a estar sola. Sus amigos harían lo que fuera para evitar que algo malo le pasara. Y si ella no lo hacía, quien sabe que cosa podría hacer esa orrible criatura para no dejarlos salir de Oniria

—si, lo haré. Pero prométanme que no van a dejarme –dijo la niña algo turbada.

Todos dijeron casi al mismo tiempo cosas como nadie te va a dejar o tu tranquila así que la niña se sintió un poco mejor.

Todos volvieron a sus posiciones y Circe les pidió a las guadralas que bolaran, y Benjamín la ayudó a explicarles el plan. Lo único que debían hacer, era asercárse lo suficiente para que Raisa y Uriu bajaran, y luego comenzar a dispersarse para rodearlos y evitar que Raisa sufriera algún daño. Araline y Gladius se pucieron más cerca de ella, por si tenían que luchar.

—vamos a escondernos, pero no te preocupes. Nadie te va a dejar sola –dijo Caelan al oído de Raisa mientras bajaban lentamente

Raisa le tomó la mano y el se la apretó en ceñal de apollo.

—¿lista? –preguntó Araline dándole un golpecito en la cabeza —recuerda que tienes que confiar en ti misma y no dejar que el miedo te vensa

La niña alsó la mirada y asintió.

—cuando te vea,evita mirarlo a los ojos. Si lo haces, pensará que lo estás retando. Mantén tus manos en la sintura, y no hagas ningún movimiento brusco. Demuéstrale que tu tienes el control –aconsejó Benjamín en un susurro.

—lo voy a intentar –respondió Raisa tomándo su báculo con más fuerza

Uriu descendió de Briana con la niña, y le puso la perla en la mano y le dijo

—ba a canalizar la energía que tu ser le ofresca en este momento. Libera tu mente y ten fe en que todo saldrá bien.

Raisa miró la perla, y los destellos que producía la tranquilisaron un poco.

A medida que se acercaban, la criatura parecía ser más grande de lo que era. Raisa, sacando fuerzas de quien sabe donde, se adelantó y les hiso señas para que se escondieran.

Cuando estuvo frente al Skiggnatt, este alzó la deforme cabeza y la miró.

Raisa le susurró al báculo la orden que le había dado con Dunkel, y aquella energía extraña volbió a ella. Esta vez, ella serró los ojos muy despacio, y se irguió.

No sabía que decirle, así que suspiró y esperó a que él le hablara.

—ha, con que tu eres esa humanita detestable de la que Dunkel habla ¿no es así? –dijo la criatura con una voz gruesa y aún más gutural de lo que Raisa se la había imaginado.

—¿cuál es tu nombre? –preguntó Raisa directamente.

—¿por qué te importa? De todas formas, te voy a llevar con el amo, y no tendrás tiempo de pedirme piedad –le respondió con una risa arrogante.

La niña se sorprendió, porque este skiggnatt no le daba miedo en absoluto. En cambio, le daba un asco terrible. Si había algo que a Raisa no le gustaba, era que pensaran que era débil por ser una niña

Así que dejó de sentirse aterrada y le respondió con la voz más firme que nunca.

—agradese que pregunto tu nombre, porque no soy una persona mal educada y presumida como tu

El skiggnatt se sorprendió por la respuesta de la niña, porque nadie le había hablado así nunca en su vida. Pero no se dejaría amedrentar por ella.

—¿con que te crees más que yo? Pues bamos a ver que le parece eso al amo

Raisa recordólo que Benjamín le había dicho sobre no desafiar al skiggnatt, pero no estabadispuesta a darle laoportunidad de subestimarla. Aún así, no debía hacerle frente hasta que no supiera más sobre el.

—no quiero pelear contigo, porque no me has hecho nada malo –respondió ella por fin.

—si, claro. Solo eras una cobarde como tus amigos. Pero yo no lo soy –respondió el skiggnatt poniéndose amenazadoramente cerca de el rostro de la chica.

—¡sircumda! –gritó Raisa al ver las intenciones de la criatura.

La barrera imbisible se formó a su alrededor, y tomó la perla entre sus dedos para recurrir a su energía

—muy lista, pero necesitarás más que eso para impedir que cumpla mi misión –se mofó la criatura.

Caelan, que estaba atento a los gestos que Raisa hacía con el báculo, le hiso un gesto a Circe indicándole que se preparara.

—le daremos unos minutos más. Si el skiggnatt la ataca, saltamos –dijo Gladius llevándose la mano a la espada de Solarion.

Todos asintieron y miraron expectantes hacia la niña.

Raisa, por su lado, luchaba con todas sus fuerzas para evitar que la barrera se quebrantara. El skiggnatt se esforzaba por todos los medios para arremeter contra ella, pero la barrera lo hacía retroceder.

—no resistirás mucho tiempo, niñita. No eres nadie para Nagru el poderoso –dijo la criatura riendo.

¡con que así se llamaba! No era un dato muy necesario, porque ya sabía lo que tenía que saber. Pero de todas formas, se sentía un poco menos incómoda sabiendo que aquella repugnante criatura tenía un nombre.

Se distrajo por un segundo, y la barrera se rompió. Lamentó su herror, porque Nagru le asotó la quijada con sus garras, provocándole un gran dolor.

De inmediato, sus amigos saltaron de sus escondites y Gladius desembainó la espada que brilló frente a la opaca y grisácea piel del skiggnatt.

—¡aléjate de ella! –gritó el hobbit arremetiendo contra él.

—no, mediano. Ella es mía –siceó Nagru.

—¡en tus sueños! –gritó Araline lansándole una de sus flechas.

Logró dar en el rostro de la criatura, y Nagru retrocedió tambaleándose un poco.

Gladius aprovechó la situación y le asestó una estocada en el cuello. Un gruñido desgarrador hiso temblar a Benjamín y Circe, que cargaban a Raisa para alejarla de el peligro. La niña, llacía apunto de perder el conocimiento por el tremendo golpe que había resivido, y la sangre brotaba de sus labios como agua.

—¡Circe! ¡la flauta! –dijo Benjamín poniendo a la niña con mucho cuidado en el suelo.

La joven, que llevaba la delgada flauta atada al hombro con un laso, la tomó y a pesar de que estaba apudno de sufrir un colapso nervioso, recordó la canción favorita de Raisa, que solía cantarle su padre para dormír, y comenzó a tocarla.

Mientras tanto, Jasper Araline, Caelan, Gladius y Zéphiruz intentaban contener a la criatura. Pero Araline se quedaba sin flechas y Gladius y Jasper estaban comenzando a cansarse debido a que el skiggnatt era mucho más grande que el que habían visto en amberwin, les resultaba complicado organizar la línea de defensa.

Zéphiruz no se consideraba muy valiente, pero era defender a sus hermanos o ayudar a los demás a curar a Raisa. Intentaba por todos los medios esquivar los colmillos y las garras de el skiggnatt, y asestarle un golpe con era una misión suicida para él.

Pero justo cuando todo parecía perdido una melodía comenzó a escucharse por todo Oniria. La flauta de Aradis, tocada por Circe entonaba en ese momento Mai it be de Enya, y el sonido tan inexplicablemente magestuoso llenó el aire de puresa.

Nagru, tembloroso, ladeó la cabeza para intentar determinar el origen del sonido, pero justo cuando iva a moverse, una ráfaga de agua elada lo dejó totalmente paralisado. Brand y Briana surcaban el sielo con el osico abierto, lansándo feroses bocanadas de agua sobre él.

—¡no sabía que podían hacer eso! –dijo Gladius muy sorprendido

—si, ¡yo tampoco! ¿crees que intenten ayudarnos?- preguntó Caelan.

Y su respuesta llegó en un santiamén.Briana se abalansó en picada hacia Nagru y de un sarpaso, lo estampó contra el pilar de Oniria. Brand, por otro lado, esperó a que su hermana volviera a subir para arremeter contra el skiggnatt por detrás. La cola era lo más peligroso, y Gladius intentó ayudar a Briana. Pero la guadrala lo sugetó con las patas traceras y lo dejó lejos de ella.

—creo que es mejor no intervenir –dijo Araline suspirando.

—No me gusta sentirmeinútil, pero creo que hisimos lo que pudimos –respondió el Hobbit tomándole la mano a la elfina.

La flauta continuaba resonando como un imno místico en aquél país, y Briana y Brand luchaban contra Nagru. Su trabajo en equipo los ayudó a dejar a el skiggnatt sin fuerzas pasada un cuarto de hora, y entre gruñidos y lamentos la criatura se arrastró hacia las sombras.

—el amo se va a enterar de esto, orribles criaturas. Y les aseguro que me voy a vengar –gruñó Nagru, aunque solo las guadralas lograron entenderle.

Cuando desapareció, todos se reagruparon junto a un pequeño estanque y Maura, que se había mantenido oculta entre la túnica de Raisa, le puso una pata en la megilla y la niña abrió los ojos. Su herida estaba completamente curada y Circe que aún tenía la flauta entre los dedos, le preguntó.

—¿cómo te cientes?

—yome siento mejor –respondió Raisa mirándo a sus amigos de ito en ito.

—¿pudiste averiguar algo? –le preguntó Zéphiruz tratando de no sonar tan frío.

Ella lesrelató lo que había pasado, y Araline le contó lo que había pasado después de que se quedara inconsiente. la niña que se reponía cada vez más, escuchaba con una atenta mirada en el rostro.

—esa orrible cosa no es nada más que un espía. No creo que intentara llevarte realmente. Es muy arrogante para admitirlo, y quisá solo quería la aprobación por parte de su amo al llevar a cabo su misión con el mayor éxito posible –dijo Benjamín muy convencido.

—es posible, pero al menos yo prefiero pensar en que Raisa está mejor, -opinó Jasper —Nagru se llevó una sorpresa enorme cuando Briana y Brand salieron de la nada

—si, eso fue increíble –le respondióCaelan.

—¿y la perla? Espero que te haya ayudado por lo menos un poco –le dijo Uriu a Raisa

—me ayudó mucho Uriu. Gracias por prestármela –respondió la niña devolviéndosela

El japonés sonrió dulcemente y guardó la perla en una pequeña caja que extrajo de su mochila.

—lo han hecho bien, honorables viajeros –exclamó la tortuga saliendo de su caparazón —ahora deben partir, porque ya casi es de noche y la oscuridad no es buena, nada buena. Yo me despido de ustedes, porque pertenesco a esta ciudad y no puedo abandonarla. Me alegra saber que mi RAisa tiene muy buenos amigos que la protegerán de lo que pueda pasar en el futuro.

Todos agradecieron a Maura y Raisa le dio un tierno beso en el caparazón.

—nunca te voy a olvidar –le dijo

—yo siempre estaré aquí, Raisa. Después de todo, soy parte de ti y tu eres parte de mi –le respondió la pequeña tortuga solemnemente —te quiero mucho. Recuérdalo siempre.

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