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capítulo 10

—¡chicos! ¡ya casi llegamos! -dijo Gladius desde atrás en la valsa

—si ¡lo sabemos! -respondió Zéphiruz.

Raisa suspiró de alegría, porque los pies comenzaban a cansárcele por estar en la misma posición. Cuando llegaron a la orilla, Circe, quien había relevado a Caelan por segunda vez, hiso el remo hacia abajo, y la balsa golpeó las rocas con un estrépito que condujo a Caelan y a Raisa, los más pequeños de la tripulación, fuera de esta.

La niña sostuvo el brazo de Caelan para que no se golpeara con el suelo, y el le agradeció

—¿están bien? -preguntó Gladius al bajar de la balsa con el resto

—si. Solo avícennos cuando frenen para la próxima -respondió Caelan quitándose tierra de la capa.

Circe y los demás rieron, y Raisa no pudo evitar hacerlo también. Caelan se resignó al ver que no había sufrido ningún daño y aunque no se les unió, le causó gracia después de todo.

—¿dónde estamos? -preguntó Zéphiruz dando unos pasos

—bueno...creo que en el camino de la inocencia -respondió Raisa desenrollando el pergamino

—¿el qué de quién? -preguntó Circe

—el camino de la inosencia. Según esto, es el camino más vello de todo este país, y con solo verlo puedes recuperar la pureza de tu corazón o algo así -explicó Raisa leyendo el mapa

—¡ja! ¡esas son patrañas! Un camino no puede hacer eso -se mofó Zéphiruz

—averigüémoslo -terció Caelan, al que ya le picaba la curiosidad.

Los cinco abansaron unos pasos, y se dieron cuenta de que no habían árboles, si no plantas bajas y con muchas flores.

El paisaje se tornó colorido y pacífico, y los animales parecían ser más hermosos y brillantes a causa de el sol que los iluminaba. Había una lijera brisa que hacía refrescar no solo el cuerpo, si no también el espíritu. Y todos lo comprendieron al instante.

—era verdad -exclamó Circe maravillada

—si, lo es -respondió Gladius suspirando.

—hay que seguir -dijo lentamente Raisa

Todos asintieron y continuaron caminando.

—¡ahí están! -exclamó Nix

—si, ya los vi -respondió el hechicero saliendo de entre los arbustos

—¡hazlo de una vez! ¡este lugar me da náuceas! -exclamó Nix haciendo un gesto de evidente repulsión

—si, ya voy -respondió Morlok.

de una de las mangas de su túnica, sacó una delgada vara de madera que relucía a la luz del sol.

—apiarmi -dijo Morlok con un grito.

De la barita salieron algunas chispas y una abeja se precipitó hacia los viajeros. De entre los árboles, más abejas salieron hasta volverse un enjambre entero.

El hechicero rió junto con Nix al ver como Raisa y sus compañeros huían despavoridos por el camino.

—¡de donde salieron! -gritó Circe mientras trataba de quitarce un par de abejas que se le habían enredado en el cabello.

—¡no se! Pero si creen que voi a huír por unas tontas avejas, están muy equivocados -dijo Gladius sacándose de la espada del cinto.

El hobbit comenzó a ahuyentar a las avejas con el filo de su espada, pero Morlok las hiso regresar a su ataque.

—¡esperen! ¡tengo una idea! -exclamó Caelan.

Corrió lo más rápido que pudo hacia un pequeño riachuelo y con un baso desechable que Raisa le había dado para tomar agua no hacía mucho, recogió el agua del río.

—¡tomen eso criaturas repugnantes! -dijo el pequeño hobbit lansando el agua hacia las avejas.

Como invocado por un grito de guerra, el viento comenzó a soplar y el rocío del agua de el hobbit se esparció, alejando a las abejas más rápido.

—¡lo lograste! -celebró Raisa

Todos prorrumpieron en exclamaciones de admiración y júbilo por la asaña de Caelan y el hobbit no pudo hacer otra cosa que sonreír y celebrar con ellos.

—¡los odio a todos! -dijo Morlok desde muy lejos

—¡son una peste! -respondió Nix —pero estoy segura de que no podrán pasar del pantano

Y ustedes se preguntarán ¿cuál pantano?

Pues eso lo verán dentro de un capítulo. ¿les parece si volvemos con Raisa y sus amigos?

—esto no está bien -dijo Circe con una mirada pensativa

—si, tienes razón. Ese color de zapatos no le quedan a tu blusa -respondió Zéphiruz con una ricita

—¡no hablo de eso! -exclamó la chica indignada

—está bien, está bien. Pero tengo razón ¿o no?

—¡Zéphiruz! -dijeron todos riendo.

—encerio, algo está muy mal aquí. No creo que el remolino y las abejas hayan sido una coincidencia -exclamó Caelan

—¿crees que alguien lo esté provocando? -preguntó Gladius

—si -afirmó Caelan

—sabes, ahora que lo pienso, quizá podría ser ese hechicero del que nos habló Melanie -sugirió Gladius al tiempo que Raisa les indicava con un gesto que guardaran silencio

—¿qué pasa? -preguntó Zéphiruz en voz baja

—me pareció ver algo moverse por ahí -dijo la niña señalando unas plantas espesas a un lado del camino.

—por lo menos tienes buena vista niña -dijo Nix saliendo de detrás de un arbusto

Todos se sobresaltaron del susto.

—¿quién eres tú? -preguntó Gladius enfrentando a la mujer

—soy Nix, del clan de los Monshrou y por desgracia, la única amiga de Morlok -dijo exagerando un poco el tono de su voz

—¡eres la espía! -dijo Zéphiruz armándose de valor —¡atrás!

—lo siento, mediano. Pero no me asustas -rió Nix—y ahora, te daré algo para que tu vueles un rato...

—¡Nix! ¡alto!

Morlok apareció de repente y con barita en mano, se plantó delante de los hobbits y sus amigas

—te dije que aún no -la regañó el hechicero

—lo siento, pero estoy canzada de esto. Apártate -respondió la mujer arrebatándole la barita

—esperen...¿tú eres Morlok? -preguntó Raisa

—si, creo que eso ya quedó más que claro. Ahora, será mejor que regrecen por donde volvieron, o si no voy a dejar que Nix se divierta con ustedes -amenazó el hechicero.

—¿crees que nos importa? No les tenemos miedo -dijo Gladius desenvainando su espada


Caelan le apretó el hombro en señal de advertencia pero el hobbit no le hiso caso

—muy bien, entonces no me dejan otra obción ¿Nix? -canturreó Morlok.

La mujer le dio su barita y sostubo la suya en el aire mientras la giraba lentamente y pronunciaba

—¡aeris levitas!

Los cinco despegaron sus talones del suelo y comenzaron a flotar cada vez más alto.

—¿lo ben? Nadie puede contra nosotros. Y si no quieren quedarse allí para siempre, ríndanse de una vez -gritó Nix a voz en cuello.

—¡nunca! -respondió Gladius desde el aire

Raisa trató de controlar su posición, y aunque tardó unos momentos, logró sentarse y ayudó a los demás a como pudo

—si realmente tienes poderes, es momento de que los uses -le dijo Zéphiruz tratando de no quedar cabeza abajo

—no puedo ¡no se como! -respondió la niña haciéndose oír sobre el ruido del viento

—esto es horrible -dijo Zéphiruz

El hobbit no había acabado de decir esas palabras, cuando una melodía hermosa comenzó a fluír en el camino.

—¿qué es eso? -preguntó Caelan

—no lo se pero...creo que tengo una idea ¡Circe! ¿tragiste tu arpa? -gritó Gladius

—¡si! ¡por que!

—¡trata de tocar junto con esa melodía! -dijo Gladius

—¡de que estás hablando! -dijo la chica

—¡solo hazlo! ¡luego te explico! -respondió el hobbit

La chica resopló y tomó con fuerza la mochila que llevaba al ombro. Su hermana la ayudó a sacar el arpa y para su buena fortuna, no había podido traer la caja.

Circe la sostuvo y Raisa y Caelan la equilibraron por los ombros.

La joven trató de concentrarse en la melodía misteriosa y después de unos minutos, logró concentrarse y comenzó a improvisar.

Era lenta, pero mística y el tono hermoso y tranquilo era como una charla de fe e inspiración con el sonido del viento que les silbaba en los oídos

Todos comenzaron a descender de repente y poco a poco, la melodía se fue haciendo más lejana.

Cuando tocaron el suelo con gran estrépito, la melodía cesó y el viento dejó de soplar.

—¡lo hiciste! -la felicitó su hermana.

—pero... sigo sin entender como es que mi arpa ayudó en algo -determinó Circe muy confundida

—yo te lo explico. Como saben, la música no solo es un lenguaje universal que transmite emociones, sentimientos y cultura a través de una partitura ola letra. La música, es una magia muy poderosa si se sabe usar correctamente. El camino de la inocencia no puede permitir que ninguna magia corrosiva o dañina entre en sus fronteras, así que nos envió ayuda a través de la música. Solo necesitaba un poco más de esa música para lograrlo, y tu se la diste -explicó Gladius poniéndose de pie

—¡guao! ¡es increíble! ¿y cómo lo descubriste? -preguntó Caelan

—solo escuché la melodía y supe de inmediato que había que ayudar al camino -respondió el hobbit muy orgulloso de si mismo

Circe se adelantó, y le dio un abraso. Los demás se unieron, y todos agradecieron el jesto.

Después de todo, un abraso siempre era una forma de calmar los nervios.

—¡ay no! ¡no tengo idea de donde estamos! ¿cómo vamos a encontrar el cendero? -preguntó Raisa preocupada cuando todos se separaron.

—y si...¿y si usamos los lirios? -sugirió Caelan

—¡tienes razón! -respondió Raisa abriendo su mochila.

La niña sacó los lirios y los sostuvo en la mano. En seguida, estos se giraron hacia el norte, como si fueran girasoles buscando el sol.

—¡santo dios! -exclamó Circe

—¡genial! -dijo Raisa muy contenta y fascinada —iremos al norte

Todos obedecieron y se pusieron denuevo en marcha. Las cosas habían salido mejor de lo que esperaban y todos estaban felices.

Pero no a todos les había resultado tan fácil

—¡Nix! ¡quítame esto de encima! -dijo Morlok intentando mover un arbusto de su pie.

—ya voy, solo deja que yo termine de quitarme esta planta de el cabello -respondió la mujer muy malhumorada.

—¡odio a esos hobbits! -exclamó el hechicero intentando en bano apartar el arbusto

—y no olvides a esas asquerosas niñitas -respondió Nix tirando de la planta.

Ambos tardaron aproximadamente media hora en liberarse, y tuvieron que buscar con mucha insistencia sus baritas porque habían ido a parar cerca de un estanque a tres metros de allí.

—cuando los atrape, ban a estár en problemas. Y por cierto, no buelbas a desobedecerme ¿entendido? -dijo Morlok encarando a Nix

—si, lo prometo. Si tu prometes no gritarme -respondió Nix muy ceria

—está bien. Lo siento si grito demasiado, es que estas criaturas despreciables me sacan de mis casillas -se disculpó el hechicero

—muy bien, te disculpo. Ahora vamos a seguirlos, porque si no nos perderemos cuando lleguen al pantano -le aconcejó Nix un poco más animada

—si, es cierto. Solo espero que las cosas salgan mejor de lo que pienso

—relájate, ese pantano no es cualquier cosa. Estoy segura de que no saldrán de ahí ni en un millón de años -respondió Nix tratando de animar a su amigo—y lo mejor de todo, es que no vamos a mover ningún dedo

Dicen que una palabra de aliento es es mucho mejor cuando viene de un amigo, y en esta ocasión, funcionó de maravilla.

Veamos que ocurre en el siguiente capítulo.

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