Capítulo 1
—¡Raisa! ¡Circe! ¡ya llegamos! -dijo su madre
Ambas se movieron en el asiento y Raisa tubo que darle un codaso a su hermana para despertarla.
—ya voy, Raisa -dijo su hermana molesta.
Ambas bajaron sus mochilas y Raisa miró a su alrededor.
Estaban en un bosque grande con árboles muy altos y de ramas nutridas de hojas y frutos. La vegetación era abundante y el sonido de los animales y el resplandor rojizo de el sol al atardecer hacía sentir a Raisa como en un sueño.
—es hermoso ¿verdad? -preguntó su padre admirando la vista
—si, es muy bonito -respondió Raisa
La familia comenzó a instalar las tiendas de campaña, asegurándose de no aplastar tanta vegetación.
—Circe, tu y yo iremos por el agua -ordenó su madre.
—¿qué? ¿por qué yo? -protestó la joven
—porque Raisa irá por la leña -contestó su padre
—está bien. Pero a la próxima irás tu por el agua -dijo Circe a Raisa.
Raisa le lanzó una mirada asesina a su hermana y ambas fueron en direcciones diferentes.
—¡tengan cuidado! Y Raisa, no te alejes mucho.
La niña asintió y se puso a juntar ramas y hojas secas para la leña. No quería cortar ningún árbol, porque eran tan altos que ella parecía más pequeña de lo que era. Además, eran tan hermosos y no quería que les pasara nada.
Siempre se había imaginado que había una vida en cada árbol, así como los Ents en el señor de los anillos. Era algo que siempre había respetado. Recuerda que hacía algunos años, en su primer viaje de campamento, su madre le dijo
—los árboles, las plantas y las flores son seres vivos y especiales. Nos proporcionan oxígeno y sombra, así que no debemos cortarlos ni maltratarlos
la niña suspiró. Esa fue la primera vez que vio un bosque en su vida. La primera vez que sintió la brisa fresca del viento acariciarle el cabello y la naturaleza se convirtió en algo muy especial para ella...
una especie de chillido la sacó de sus pensamientos. La niña pensó que era algún animal, hasta que el ruido se repitió, esta vez más fuerte y más extraño que antes.
Raisa retrocedió unos pasos y sacó la pequeña linterna de su bolsillo.
Lo pensó por un segundo. Parecía ser peligroso pero una vocecita en su cabeza pudo más que su conciencia.
Encendió la linterna y comenzó a caminar entre los árboles, hasta que el ruido volvió a repetirse. Esta vez, era más claro y en seguida supo de donde venía.
Se dirigió a un árbol de sequolla, quizá el primero que se había detenido a observar y lo vio.
Una pequeña criatura, no más alta que ella, de mejillas rollizas y orejas puntiagudas y una capa de pelo en las suelas de los pies. A juzgar por el semblante, ella creyó que se trataba de un hombre. Estaba vestido una con senda capa de viaje color esmeralda. pero estaba enredado en una larga rama, que le pendía sobre el cuello. Eran inconfundibles para Raisa, pero no era posible... ¿o sí?
—¡Hobbit! ¡eres un hobbit!-gritó la pequeña algo asustada pero sorprendida.
Raisa corrió hacia él y lo desenredó con cuidado.
—muchas gracias por sacarme de allí. Creo que hubiera muerto si no me quitas esa rama del cuello. Y respondiendo a tu pregunta, si, soy un hobbit
—¡no puede ser! ¡enserio eres real! ¿cómo te llamas? -preguntó Raisa muy emocionada
—mi nombre es Caelan ¿y tú?
—mi nombre es Raisa, mucho gusto -respondió ella con una sonrisa que al hobbit le pareció la más tierna del mundo
—el gusto es todo mío, Raisa. -respondió Caelan tendiéndole una mano.
Raisa la aceptó y no lo pudo evitar. Se acercó al hobbit y le dio un abraso.
—lo siento, pero es que te ves muy adorable con esa capa -dijo Raisa haciendo un gesto de ternura
—bueno...pues gracias. No estamos acostumbrado a los abrazos, pero creo que me agradan -respondió Caelan un poco apenado.
Raisa rio y el hobbit no pudo reprimir una sonrisa
—se que es mucho pedir pero ¿me ayudarías a buscar a mis hermanos? -preguntó Caelan
—¡claro! ¿sabes por donde se fueron? -preguntó la niña tomándo su linterna
—si, por allá -respondió el hobbit señalando hacia un claro.
Ambos caminaron hacia el y Raisa encendió su linterna. Sabía que las huellas de los hobbits no se verían, pero ya era de noche y la oscuridad era demasiada.
—¡mira! -dijo Caelan señalando un pequeño bulto en el suelo
La niña lo apuntó con su linterna, y para su sorpresa se dio cuenta de que era otro hobbit, que llacía en el suelo acurrucado entre un zarzal.
—¡Gladius! ¿estás bien? -preguntó Caelan poniéndose en cuclillas para examinarlo
El hobbit miró a Caelan y muy sorprendido, se levantó
—si, estoy bien. ¿quién es ella? -preguntó al ver a Raisa
—ella me salvó de ser estrangulado por una de esas horribles ramas. Su nombre es Raisa -explicó el hobbit
—bueno, mucho gusto Raisa. Mi nombre es Gladius -respondió el hobbit cortésmente
—gusto en conocerte Gladius...
Sus palabras se vieron interrumpidas cuando un grito salió de las profundidades de el bosque
—¿qué fue eso? -preguntó Caelan
—creo que es...es... zéfirus -respondió Gladius alarmado.
Ambos hobits salieron corriendo y Raisa trató de seguirles el paso, pero pasó un rato hasta que los alcanzó. Salieron del claro y Raisa vio con asombro un río que descendía por una pendiente.
Unos lirios acuáticos crecían a su alrededor y las estrellas parecían darles un tono plateado.
La niña miró hacia el río y se dio cuenta de que otro hobbit trataba de salir en la otra orilla.
—¡zéphiruz! -gritó Caelan tratando de nadar hasta él. Raisa, al ver al pequeño hobbit hundirse cada vez más, no lo dudó ni un segundo más y saltó al arrollo.
Su padre le había enceñado a nadar, y no se le hiso difícil atravezarlo. Llegó hasta zéphiruz y lo tomó de una mano para arrastrarlo hasta la orilla. Caelan ayudó a Raisa a sacarlo del agua y Gladius lo ayudó a ponerse de pie.
—gra...cias -jadeó el hobbit
—Raisa, el es nuestro hermano Zéphiruz. Zéphiruz, es nuestra amiga Raisa -los presentó Caelan
—¿eres...eres una humana?
—si -respondió Raisa —y tu eres un hobbit ¿verdad?
—si, así es. Muchas gracias por salvarme, Raisa -dijo Zéphiruz
—¡balla! ¡has salvado a dos hobbits! ¡y en una noche! -dijo Gladius con algo que parecía admiración
—bueno...yo...no es para tanto -respondió Raisa algo sonrojada
—si, si lo es. Has hecho mucho más en una noche que muchos de nuestros más valientes niños -respondió Caelan
Raisa les sonrió y los cuatro regresaron al claro del bosque.
—¿y qué hacen tan lejos de la comarca? -les preguntó Raisa
—bueno, no tenemos idea de como llegamos a este bosque. Estábamos paseando tranquilamente por nuestro jardín, y de repente, Gladius vio una luz roja y fue hacia ella -dijo Zéphiruz
—¡no es cierto! ¡el que la vio fuiste tú! -rezongó Gladius
—¡no es cierto!¡fuiste tú! -respondió Zéphiruz
—¿insinúas que fue mi culpa que termináramos aquí? -preguntó Gladius muy molesto
—¿pueden dejar de discutir? -dijo Caelan irritado—¡es una niña por el amor de dios!
Los dos hobbits se miraron intensamente y Gladius suspiró.
—bueno, como decía... Zéphiruz vio una luz roja y nosotros lo seguimos con las espadas. Cuando la vimos más de cerca, parecía una esfera envuelta en llamas, y Caelan levantó la espada y la atravesó.
Los tres fuimos lanzados por el aire y comenzamos a dar vueltas y cuando creímos que nos íbamos a desmallar, caímos en este bosque. Emos estado vagando por aquí buscando la esfera, pero no la emos encontrado por ningún lado.
—¿y saben de donde vino la esfera? -preguntó Raisa
—no, ni idea. Ni siquiera sabemos donde estamos -respondió Caelan
—este es el bosque deSecollas...
—¡raisa! ¡Raisa! ¡Dónde estás!
Raisa se interrumpió de repente. Su madre la estaba llamando.
—¡debo irme! -susurró —los ayudaré, a regresar a la comarca. Traten de seguirme lo más silenciosos que puedan
Los hobbits se sorprendieron, pero hicieron lo que la niña sugería.
Raisa recogió su leña y se encaminó hacia las tiendas de campaña.
—¡aquí estoy! -gritó cuando aún le faltaban unos metros
—¡Raisa! ¡nos tenías muy preocupados! -la reprendió su padre
—lo siento, papá. Estaba buscando buenas ramas para el fuego y me quedé mirando las estrellas -respondió Raisa lo más firme que pudo
—la próxima vez, no te quedes tanto tiempo ¿está bien? -aconsejó su madre más tranquila
—si, está bien -respondió la niña algo resignada.
Odiaba mentir, pero tenía el presentimiento de que sus padres no la dejarían ayudar a los hobbits.
Raisa ayudó a sus padres a hacer la fogata y Circe sacó los malvaviscos. Cuando estuvieron listos, la familia Grant comió y disfrutó de una linda noche de campamento. Con historias y canciones a la luz de la luna y las estrellas.
Cuando se fueron a dormir, Raisa juntó los malvaviscos que no había comido, y sirvió agua en una tasa para llevarles a sus nuevos amigos.
Se aseguró de que sus padres y su hermana estaban dormidos, y encendió su linterna para buscar a los hobbits.
—¡zéphiruz! ¡Caelan! ¡Gladius! ¿dónde están? -preguntó con la voz más clara y suave que pudo
Una mano asomó por entre las raíces de un olmo y Raisa los vio, apretujados contra sus ramas.
La niña les hiso ceñas para que la siguieran, y los cuatro entraron a su tienda.
—estos son para ustedes -dijo amablemente dándoles los malvaviscos en las manos.
—gracias, Raisa -dijeron los tres al unísono.
—de nada -respondió la niña
Los tres hobbits comieron y bebieron, y cuando terminaron Raisa los envolbió en una manta y los puso suavemente en una esquina de la tienda. Ella, por otro lado, se metió en su bolsa de dormir y les deseó buenas noches.
Y así, Raisa se durmió, con una misteriosa felicidad. Después de todo, estaba apunto de emprender una gran aventura.
¡hola! espero que estén muy bien. Aquí está el primer capítulo de este hermoso libro.
le doy créditos a mi prima diana por ayudarme con la línea de tiempo de este capítulo.
¿qué les pareció?
¿qué opinan de nuestros pequeños amigos?
¿creen que Circe ayude a su hermana?
les leo en comentarios.
les mando un abraso fuerte y cuídense muchísimo.
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