Epílogo: Gracias, lo voy a intentar.
Aike.
La pequeña Aike mantenía sus manos en alto, proclamando que juntas íbamos a intentarlo.
«Eres increíble.»
—¡Hola a todos, bienvenidos a otro directo en el... —enredé mis pies, azotando mi frente contra el suelo hasta tirar el micrófono—...canal!
Agh, soy estúpida.
—Aike, cuidado —Nath se carcajeó, posando la cámara sobre el escritorio para correr a levantarme.
Su cabello volvía a ser celeste, le gustaba mucho ese color. Se sentó a mi lado en la cama, le pedí que se quedara allí para salir en el vivo. Hablamos a los espectadores sobre mi última presentación en Faded Song y mis planes futuros con la música. No iba a ingresar a la universidad ese año, solo quería comenzar a escribir mis propias canciones y buscar trabajos recurrentes mientras obtenía ingresos de la plataforma.
—Si me equivoco con esta decisión o no, al menos no me arrepentiré de esto. —Dije, sonriendo mientras mis manos se escurrían por mis piernas para presionarme.
—Puedes golpearme cuando te sientas estresado. —Nath se carcajeó, aunque yo me negué con risas también.
Nath y yo cantamos una canción en el directo. Lo conocían como el chico que me ayudaba a grabar, también como mi mejor amigo y pocos como mi novio. Todas esas eran ciertas, me sentía cómoda a su lado sin tener la necesidad de etiquetarme o ser alguien quien no era.
—Deseo que ustedes puedan tomar decisiones por sí mismos, equivocarse y aprender de ello. Siempre y cuando ustedes escojan cambiar y no lastimen a quienes los rodeen —pronuncié, peinando mis mechones de cabello cortos. Me puse de cuclillas para hablar directo a la cámara—. Tomen el camino que su yo real quiere tomar. ¡Y tengan un lindo fin de semana!
—¡Hasta la próximaaaa! —Gritó Nath al fondo, levantándose de golpe para cortar el video.
Los comentarios quedaron allí, deseándome lo mejor para el futuro, para los próximos días. La habitación estaba casi vacía, iba a mudarme a otro vecindario donde las casas eran pequeñas y los abuelitos recurrían allí por las áreas verdes. No quedaba lejos de Faded Song pero era muy distinto a la zona.
—¡Aaaaah, ya casi, ya casi! —Me paré de golpe, dando vueltas en círculos hasta arrojarme a su pecho para abrazarlo y sacudirlo—. ¡Ahora sí, vamos al restaurante! Vámonooooos.
—Tú puedeeeees —me sacudió también sonriente, levantándose para continuar abrazándome y llevarme a rastras por la habitación—. ¡Estoy orgulloso de tu decisión! ¡Ahorraste mucho todo este año!
Juntos salimos con las últimas cajas del apartamento con ayuda de Arlene. Lo subimos al camión y dejamos que se marcharan. Por otro lado, era hora de que corriéramos al restaurante para que comiéramos todos juntos antes de abrir el lugar.
Fueron costillas, pizza, ensaladas y bebidas con gas lo que fue parte de la mesa. Carl dijo que invitaba por todos. Eso incluía a Rapunzel y Luna al igual que Arlette, quien ya era una mesera experta. Charlamos de tonterías y hablamos sobre cosas que pasaron meses atrás.
—Estás saliendo con un tal Maro, ¿cierto? ¿Dante Maro? —Arlene interrogó a All, lanzándole una patada con su bota debajo de la mesa.
—Sí, cielo. Y todo pinta más o menos bien. Si no me respeta yo le digo adiós. —Pronunció Aylin, sacudiendo su corte de cabello que llegaba a los hombros de una forma preciosa—, en realidad terminamos la semana pasada pero volvimos hace tres días. Es una larga historia, pero no se preocupen. El culpable estoy siendo yo ahora.
—Me alegra que puedan sobrellevarlo. Son muy lindos juntos. —Amber le dio una palmada en el hombro, sonriéndole antes de reparar sobre mí.
Sobre la mesa la linda Amber sonriente me pasó un disco, acompañado de otro el cual era regalo de Mirt. Nath los alcanzó por mí, entregándomelos. Safe y Aleshka comenzaron a murmurar junto a Carl, diciendo que era hora.
—Oigan, nosotros también nos vamos. —Bramó Arlene, jalo dando a Aylin de su asiento para juntarse.
—Sí, pero ustedes ya han colgado discos, mis amores. —Les recordó Sade.
Cualquier discusión o risa de fondo era imperceptible para mí. Mis manos se deslizaban por la envoltura, observando de fondo los colores de las canciones que conocía y amaba. Remangué mi camisa de cuadros, repentinamente tuve calor por llevar la sudadera negra debajo.
—Gracias... —Susurré, levantando la muñeca para limpiar las lágrimas que calentaban mi rostro.
—Cosita, así no me quejo. —Se rió Aylin.
—Vale la pena. —Dijo Arlene de igual forma.
Carl echó sobre mi cabeza serpentina, causándome risas por el viejo que solía ser y ahora incluso participaba en esta clase de cosas. Me levanté de la silla, Nath me puso un banco y me pasaron los hilos plateados para colgar el regalo.
La primera canción marcaba un punto bajo de mi vida. Home ~ Cavetown se había convertido en una sensación amarga, pero me mostraba que estaba sola en casa. La pequeña y yo, juntos, siendo uno solo. Le debía las gracias.
—Esta es la que cantaré hoy. —Murmuré feliz, sosteniéndome del hombro de Nath para impulsarme y atorar el gancho.
Trying.
—Te ves lindo desde abajo, uis. —Soltó Nath aquel cumplido.
Bajé la mirada con vergüenza, escuchando las risas de los demás por nuestra escena. Traté de empujarlo como broma, perdiendo el equilibrio hasta caerme del banco y golpear mi barbilla contra la coronilla de su cabeza, pisando sus zapatos.
—Ay, carajo... No sé cómo siguen vivos. —Parloteó Aylin, acercándose a nosotros para ayudarnos a tomar asiento.
Junto a Aylin y Arlene, era nuestro último día trabajando en el restaurante. Amber nos habló sobre el nuevo chico que tocaría la batería, una guitarrista y el vocalista aún no estaba decidido. Mientras tanto, nosotros daríamos la última presentación para cerrar con todo.
—Ya te inscribiste a la universidad, ¿cierto, je? —Mirt interrogó a Arlene antes de beberse por completo su limonada.
Arlene, de 27 años, se había inscrito con éxito a la universidad en una carrera de contaduría. Sonreía tontamente, hablando sobre sus planes futuros y lo mucho que había ahorrado en sus tres trabajos después de decidir usar el dinero en sí misma. Arlette la observaba con emoción, al igual que yo.
Yo no iré a la universidad pero al menos quiero hacer unos diplomados.
Nos levantamos para recoger la mesa y abrir las puertas al público. Carl pensaba en dinero, yo tenía la mente puesta en los pedidos distintos que se acumulaban en mis notas. Sade daba vueltas por la cocina nerviosa, repitiéndose a sí misma que las cosas estarían bien los próximos días cuando nosotros no estuviéramos.
—¿Y sí esos novatos no se adaptan? —Inhaló la delgada mujer, echándose aire con sus propias manos—. ¡Romperán muchos platos!
—Estarán bien, lo prometo. Voy a venir seguido a comer aquí así que también podemos sermonearles. —Le hice suspirar con mis palabras antes de que me entregara el siguiente platillo.
Le recordé que solo debía confiar un poco más en los demás, y en su comida pues todo iría bien siempre y cuando no perdiera ese delicioso sazón junto a Aleshka.
Aylin por su parte meses atrás obtuvo un contrato con su nueva banda para grabar con un productor popular del país. A menudo veía sus directos en Instagram donde tocaba la guitarra y cantaba algunas canciones de su banda de rock favorita. Yo me sentía poderoso al comentarle algo y recibir varias respuestas suyas, me encantaba verlo tan alegre.
De igual forma él era muy activo en mis redes también. Nos hacían memes graciosos sobre lo mucho que nos amábamos.
—Seguiremos viéndonos los fines de semana para comer con Mirt, ¿vale, cariño? —Me habló All desde la barra, atrayéndome con sus uñas verdes hasta sí. El delineador en sus ojos me impresionaba, nunca aprendí a hacer esa clase de líneas tan finas—. Ya quiero decirle bye bye a este lugar.
—Estamos igual. Nath solo espera a que acabemos hoy para cenar conmigo fideos en mi nuevo apartamento —le comenté con emoción sin poder contenerse dentro de mis poros. Me incliné más a la barra para dejar pasar a Luna quien atendía una mesa detrás. Observé de reojo también a Nath antes de reparar de nuevo en Aylin—. Debería decirle que se quede a dormir. No lo van a recibir en su dormitorio.
—Ya está en su tesis, jeje, ¿cierto? —Mirt quiso unirse al chisme, deslizando por el cristal el vaso hasta una chica a su costado.
—Seh, anda irritado pero está dando lo mejor. —Murmuré, deseando que no me escuchara hablar de él.
—Ay, Aike, no seas mala —Aylin me tomó de las mejillas, rozando narices conmigo—. Dale unos besitos con cariño para que no se estrese.
—¡Quita tu mano de mi niño, All! ¡Quítala ya! —Los gritos de Nath al otro extremo de la barra hicieron presencia.
Aún tomado, con la mejilla puesta sobre la barra y sin entablar conversación con nadie a su alrededor no dejaba de vigilarme. Solté una carcajada, gritándole desde mi esquina que solo me daba un consejo. Mirt nos pidió que nos calláramos pues arruinábamos el ambiente.
—¡Cállate tú, Mirt! Me pongo celoso hasta de mí mismo, ¿cómo no quieres que no me sienta celoso del poderosísimo All? —Ladró Nath, bajando del banco alto para abrirse paso entre las sillas y algunos clientes que se reían al verlo pasar.
—No sé si me odia o si me está halagando. —Aylin tampoco podía contener sus risas.
—Aike, amor —su mano en mi hombro me hizo dar un brinco—. Respétame, ¿de acuerdo? Soy el feo de esta relación.
—Eres el guapo. —Empujé su rostro que trataba de buscar mi mejilla para darme un beso.
Mi celular comenzó a vibrar, silenciado porque me encontraba en horario laboral. Aunque lo veía parpadear dentro de mi pantalón negro debajo del mandil lo ignoré. Nath me preguntó si no iba a responder, cariñoso, inclinándose poco a poco hasta hacerme tambalear.
—Oye, estoy trabajando. —Le advertí.
—Fría como el viento. Peligrosa como el maaaaar. —Cantó sonriente, señalando mi celular para incitarme a responder.
Me sostuve de su brazo. Giré el cuello hasta mirar a Aylin, le pedí que me cubriera un rato en lo que devolvía la llamada. Él me dijo que de una vez me cambiara pues comenzaban a llegar los que querían ver la presentación en vivo.
Observé la puerta del primer nivel. El cristal rechinaba mientras nuevas personas entraban. Conocía muchos de los rostros, apilándose uno tras otro para pagar su entrada. Aparté a Nath con una sonrisa, dirigiendo mis pasos al fondo del pasillo.
—Quién llamó... —Susurré, extrayendo mi celular,
Al entrar a bastidores con sumo cuidado de no pisar algún cable, traté de adivinar de quién era el número perdido en mi buzón. Me desvié para bajar los escalones y entrar al camerino, cerrando la puerta antes de volver a llamar.
Respondieron en seguida.
—¿Sí? —Murmuré.
—¿Aike? —Oí dos voces conjuntas.
Quería colgar en ese momento, estaba asustado. No quería saber qué iban a decir, ni siquiera escuchar sus voces. De todas formas permanecí allí, en silencio, deseando que por alguna razón del universo colgaran.
Me sentía en un universo blanco donde yo era la única que daba vueltas sin llegar a ningún lado porque no existía nada más que el infinito.
—¿De dónde carajo sacaron mi número? —Inquirí, recargando mi frente contra el armario.
—Hablamos con Orión hace unas semanas —habló mi madre, nerviosa—. Él nos pasó tu número. Tratamos de contactarte muchas veces antes pero nos dijo él que lo cambiaste dos veces.
—¿Y así nada más pasaron casi dos años? —Interrogué irritada, apretando mi pula contra mi pecho—. ¿Solo no me buscaron? ¿Se mudaron y me bloquearon? Miren, estoy ocupada. Voy a colgar, por favor, no vuelvan a intentar contactarme.
—¡Aike! —La voz de mi padre me detuvo—. Quebramos, solo esperábamos a que tú te mudaras y estudiaras ya becada. Tus notas nos traían paz. Pero nunca fuimos buenos criando a alguien. Orión habló con nosotros, nos contó tu historia y estamos en serio avergonzados.
—21 años desde que nací. No me digan que en 21 años no aprendieron nada.
—Nunca terminamos de aprender algo. —Refutó mi madre.
Perdónalos.
No puedo.
Ya lo habías hecho, ¿por qué cambias de opinión ahora?
Sentí que algo dentro de mí discutía. ¿Era yo mismo? Meses atrás no tuve ni una crisis, no quería recordar aquel momento en el que me grité y me sentí miserable sin hacer nada para repararlo. No sabía ni siquiera porqué debía perdonarlos, ni el daño que me habían causado. Solo eran personas, independientemente de nuestra relación, ellos solo eran adultos que no entendían lo que era ser padres.
—¿Quieren que les perdone? ¿Que los visite? ¿Que solo hablemos de vez en cuando o que volvamos a vivir en familia? —Quise saber qué buscaban, abriendo el casillero para no detenerme y seguir cambiándome.
—Solo queremos disculparnos, no buscamos tu perdón. —Su voz cálida y suave como la recordaba, en ocasiones sentía que mi madre estaba a mis espaldas.
Aike Ibars fue criada por padres extraños, yo no era la excepción de esa extrañeza. Aunque bueno, nadie era completamente normal, ni siquiera sabíamos que significaba ser normal. Me sentía como una niña corriendo en un campo cuando escuchaba su voz.
—Lo siento, hija. —Mi padre habló también.
Ellos solo me criaron sin negarme absolutamente nada. Me dieron estudios, dejaron que tomara mis propias decisiones y nunca me hicieron menos por ser mujer ni me encasillaron en aquellos estereotipos. Mi abuela y tíos no eran iguales, ellos en ocasiones se reían por mi apariencia y aunque mis padres no me defendieron tampoco se burlaron o dijeron algo hiriente. Creía que el silencio era más doloroso.
Pero agradecía ese silencio ahora. En silencio podía escuchar mejor.
Siempre quise preguntarle a mi pequeño yo algo: ¿Por qué corres siempre que te sientes mal? Corres como si fueras a escapar de algo, no te detienes. Te desconectas y tus piernas se vuelven locas, en silencio. ¿Qué buscas?
¿Cómo puedes correr horas sin parar?
—Yo... —tenía las palabras atoradas en la garganta.
"Mi madre decía: El que no corre, vuela. Aún no sé qué significa, pero tal vez si corremos muy rápido en algún momento comience a volar. ¡Volar alto por el cielo que me gusta!".
—Yo los amaría incluso desde el infierno y también les perdonaría. —Jadeé, soltando mi perdón a través de palabras inentendibles.
"A mi padre le gusta mucho correr. Perdónalo, nunca supo lo que era ser papá, lo crió su tía. Mamá tampoco vino con un manual, siempre fue distante de todos".
"A ambos les gusta el helado. ¿Recuerdas ese helado de media noche mientras veían las estrellas?".
"Ojalá comiéramos ese helado otra vez, bajo el mismo cielo".
—Debes estar trabajando, te dejaremos ya —balbuceó mi madre, murmurando algunas cosas hacia mi padre—. Cuídate, Aike. Linda noche.
"Quizás nunca te lo digan, pero te quieren mucho. Nunca aprendieron a decirlo en voz alta".
"Pero yo te quiero más, Aike. ¡Te quiero demasiado, así que sonríeme!".
Me metí en la chaqueta verde, arrojé una patada con mis botas contra la pared y pegué un grito de emoción al techo. La llamada había terminado, el día aún no acababa y yo tenía una presentación por realizar. Debía comenzar a correr en otra dirección; a mi nuevo hogar.
Abrí la puerta con fuerza, golpeando la nariz de Nath quien esperaba afuera con susto por mis gritos. Yo grité al ver lo que había golpeado. Lo sostuve de los hombros y me disculpé varias veces.
—No te preocupes —fingió que no dolía, ocultándolo con una sonrisa aunque yo permanecía preocupada—. Vine a avisarte que ya están listos los demás. Te están esperando... ¿Estuviste llorando, bebé?
—Ya, debo ir de inmediato —le di un beso rápido, despeinando su cabello—. Luego te cuento, ¿vale? ¿Cómo me veo?
—Guapísima. El cabello corto siempre se te verá hermoso. —Mostró sus pulgares, apartándose a un costado para dejarme pasar.
Le di una nalgada que lo hizo gritar. Yo, alguien asexual y él masoquista, a veces solo me pedía que le pegara como cariñito. Sinceramente no entendía qué demonios hacía pero yo me moría de risa cada vez que lo veía sonreír por algo así. Le grité que fuera al frente a verme, a lo cual asintió feliz.
Me adentré a los bastidores, donde se hallaba Amber terminando de ajustar el audio como le había enseñado. Aylin ajustaba su camisa blanca frente al espejo, maquillando el contorno de sus mejillas. Sin importar cuánto pasara, para mí era la persona más atractiva que mis ojos habían visto.
—Se te ven increíbles las camisas blancas. —Señalé los grandes botones, contenta.
—Ay, amorcito.
—Deberías vestirte así más seguido. —Le recomendó Arlene.
Mi baterista favorita usaba el cabello negro ahora. Su estilo de cuero y botas altas nunca cambió, me gustaba bastante verla así. Evitó tener una relación nueva todo ese tiempo, centrándose en el trabajo y sus futuros estudios. Ella dijo que era hora de mirarse a sí misma, crecer y entonces quizás ser alguien capaz de llenar sus propias expectativas.
—¿Ya están listos? —Volteó Amber, sacudiendo su saco brillante mientras ataba su cabello en una coleta.
—Sí, capitán. Más o menos. —Me deslicé hasta estar frente a ella, extendiendo mi mano al centro.
—Siempre estoy listo. —All me imitó, arrojando su mano sobre la mía y la de Amber.
—Nunca lo estoy, solo piso fuerte y me arrojo sin pensar en lo demás. —Arlene compartió esas palabras, juntando su palma en el centro.
—Bueno, la cosa está en hacerlo. —Aclaró Amber.
Repetimos que éramos las cuatro A. No éramos amigos, éramos camaradas. Nos apoyaríamos como eso, nos retaríamos como eso y siempre escucharíamos la opinión del otro para seguir trabajando en orden con nuestras vidas. Chocamos puños, y gritamos con fuerza.
—¡Faded Song, banda maldita y canciones buenísimas! —Proclamamos juntos.
Nos abrimos paso hacia el escenario. Subí el escalón normal mientras a mi costado Aylin subía con grandes pisadas y su maravillosa aura. Arlene solo dio un brinco a lo salvaje y le extendió la mano a Amber para ayudarla a subir a la plataforma.
Se pusieron en sus respectivos lugares, tomaron los instrumentos al igual que yo y esperaron con quietud mi bienvenida frente al micrófono. El último publico se extendía como el follaje de una linda pintura retro, alargando las comisuras de mis labios.
—¡Hola, espero disfruten la última presentación de esta segunda generación! Algunos me conocen como Aike Ibars, soy la ex-vocalista de Faded Song. Les deseo grandes días a partir de ahora, o a partir del momento en que decidan correr hacia ello.
Las luces coloridas seguro mostraban una expresión tétrica en mi rostro.
—Mi nombre es All Aylin, soy el ex-guitarrista. ¡Síganme en redes, por favor! —Los aplausos fueron para el chico con el precioso maquillaje.
—¡Yo soy Amber, la bajista, voy a seguir aquí un rato más! ¡Me gusta mi prometido! ¡Holi, amor! —Las risas se dirigieron a la nueva universitaria que saludaba con entusiasmo a su novio en el público.
—Soy Arlene Lighting, la ex-baterista. Ignoren mi apellido, soy todo menos luz. —Arlene se rió, golpeando sus baquetas contra la batería.
—Bueno, esto era Faded Song. —Me encogí de hombros.
All comenzó a tocar la guitarra junto al ritmo del bajo. Yo tomé un trago de agua de una botella junto a mis pies, respirando suavemente para entrar. No me sentía nerviosa como el primer día que canté allí, pero sí me sentía con ansiedad por el momento en que todo terminara.
Me repetía que todo estaría bien, solo debía seguir tratando.
—I'm not really sure if my words make sense to you —elevé una mano, señalando al vacío mientras dejaba ir las notas fuera de mí—. But I can't really find any other way to form these feelings into cubes, and sort them in my mind.
Era un sentimiento extraño, a veces quería irme y luego solo quedarme allí. No lo sé, sentía que no era el final, que no estaba listo pero sabía que en realidad ya lo estaba y solo debía dejar de resignarme. Nada se terminaba, solo continuaba en alguna otra parte.
Los sentimientos hechos cubos eran ordenados, pero eso no los hacía menos.
—The negative thoughts go on the left —apreté los párpados, guiando mi mano a la izquierda. Luego la dirigí a la derecha, trazando un camino invisible—. And the happy things on the right.
Volví a abrir los ojos, soltando un suspiro. Quería cantarle a Nath, quería cantarle a mis compañeros y también a mi familia, incluso Orión que aún me observaba junto a Nath. Extrañamente, se toleraban.
—And there's a little corner saved just for you. —Señalé el suelo, aún vacío podía verme reflejado en la madera.
Te canto a ti, querida.
Quité el micrófono de su base, enrollando el cable entre mis dedos. La música de fondo me arrulló, haciéndome dar pasos cortos por el frente del escenario mientras recibía los saludos de los clientes. Se veían todos lindos, felices.
—Please let me know if your change your mind, 'cause inside I'm falling —doblé mis rodillas, poniéndome de cuclillas para extender mis manos sobre la del resto. La guitarra de Aylin sonaba hermosa—. And I need you to pull me out of this decline.
—Se te ven preciosos esos areteeeees. —Pronunció un borracho que me estrechó la mano, elevando mis ánimos.
—I really how hard on you this must seem, but trust me when I say It's far, far worse for me —volví a ponerme de pie para no aplastar mi diafragma en la mala posición. Tomé la guitarra con prisa, atorando el micrófono de vuelta mientras deseaba que All alargara un poco más mi entrada y me permitiera tocar —, Please, please be here for me dear, 'cause I've never needed a friend more and I can't stress enough how much it means to me that you're trying.
Veía el hilo plateado colgar del techo con la canción, pidiéndome que lo dejara allí colgado pero que no volviera por él.
—And I don't mind if you can't hold me like you used to, 'cause I've never hated myself more —bajé mis manos por las cuerdas, deslizando la yema de mis dedos con serenidad—. But this is just a bump in the road and I promise I'm trying.
La batería entró para hacernos cobrar vida. Detrás las luces verdes y azules se encendían sobre Arlene, dejándonos ver la escenografía de árboles e insectos que Nath armó junto al jefe con bajo presupuesto. Todos éramos insectos, se sentía bien ser parte de un gran bosque.
—I promise I'm trying. —Canté sin poder apartar la vista de atrás, sonriente por ver a quienes me hacían compañía.
I promise, I promise.
Giré de vuelta al frente, sosteniéndome con fuerza de la guitarra sobre mis hombros. Incluso temblando, no quería parar de ver a la niña frente a mí que me visitaba en ocasiones para recordarme a dónde me dirigía. Le cantaba a ella, no podía cantarle a todo el mundo pero al menos ella me escucharía hasta que dejáramos este mundo.
—Give me a moment to get my cards in line, 'cause I'm still trying to figure out —bufé sonriente, agachando la cabeza en negación por mis propias ilusiones que me alegraban la noche—. In what kind of order should I set 'em out.
Cosas como el amor propio, la conversación con uno mismo y el recordar quienes somos y quienes queremos o queríamos ser antes eran para mí solo cosas sacadas de un libro de autoayuda aburrido. Siempre creí que mientras uno sonriera significaba estar bien.
Tarde descubrí que el corazón puede decirle al cerebro que sonría aunque esté por estallar en llanto.
—If there was a way to explain everything without a word —pronuncié, llevando el ritmo con mis suelas—. I'd have a full house right now without a doubt.
Nuestros sentimientos tenían forma propia. Se entristecían cuando alguien a quien querían los rechazaba, sufrían cuando se sentían fuera de lugar o gritaban cuando alguien les gritaba. Se enojaban, no soportaban quejas y odiaban los reclamos. La depresión los golpeaba al no sentirse comprendidos, al no entender porqué quien los formaba los rechazaba con tanta intensidad.
No era una mentira que nosotros éramos los primeros en rechazar nuestros propios sentimientos o pensamientos.
—I'm trying to tear the wool from your eyes , but a part of me wants to let you be —canté la verdad, a veces solo quería dejarlos ser, que no me vieran, que Aike no me viera. Elevé mi tono, aferrándome a esas palabras—. 'Cause then you wouldn't see what I've become.
Mis pensamientos actuales podían ser catastróficos, por eso debía hablarles y trabajar con ellos para mostrarles que estaban siendo escuchados. Y aunque tuviera miedo, no debía evitar presentárselos a los pensamientos de la pequeña Aike. Aunque me causara vergüenza, ambos debían coexistir.
Si lo ocultaba, sería peor. No debía mentirles tanto tiempo cuando ellos ya sabían la verdad.
—I'm trying to shout but no sound comes out. It's like we're in a dream state but I should've woken up —canté como si recomendara algo, un tono gracioso me salió—. Woken up by now.
Volví a entrar con la guitarra, elevando la vista a lo alto para evitar que me vieran en esa parte vergonzosa, aunque sabía que no debía hacer sentirme a mí misma así.
—Please, please be here for me dear.
Cayó al suelo, solo una.
—'Cause I've never needed a friend more and I can't stress enough how much it means to me that you're trying.
Sentía otra deslizarse por mi cien hasta detenerse en mi oreja. Daba frío, cosquillas. Bajé la mirada, apretando mis dientes mientras la guitarra resonaba en mi tímpano.
—And I don't mind if you can't hold me like you used to —las lagrimas brotaban de mí, cantando al frente mientras me sacudía de extremo a extremo como si bailara en una misma posición—. 'Cause I've never hated myself more. And this is just a bump in the road and I promise I'm trying.
Me llamaban chillona. Prometí nunca llamarme así, solo dejar que mi corazón llorara todo lo que tenía que llorar para sentirse bien. No avergonzarme, no prohibírselo, dejándole cantar a quien quisiera de la forma que fuera.
—I promise I'm trying. —Me canté, sonriendo mientras las lágrimas se secaban junto a la música que descendía.
Cantamos unas canciones más. La presentación terminó. Los demás seguirían allí pero ya era hora de que yo me fuera junto a Nath, quien moría de sueño. Me despedí de todos, dándoles un abrazo y deseándoles lo mejor de ahora en adelante. El jefe me entregó mi última paga, yo dejé mi uniforme y abracé a las grandes cocineras.
El nombre del local brillaba en colores rosas, iluminándome al observarlo en el centro de la calle. Le agradecía su luz, su enseñanza y el significado detrás de él. No me olvidaría de comer allí los fines de semana.
—¿Nos vamos ya? —Nath puso sus manos sobre mi cabeza.
Estaba sentado en mis hombros, lo llevaba en la cima porque dijo que tenía flojera de caminar a la estación de trenes. Yo le dije que lo llevaría cargando, que aunque fuéramos lento intentaría llegar pronto.
—Aaaaaaah, en serio nadie me había cargado así. Se siente bien bonito. —Sacudió sus piernas, haciéndome tambalear con cada paso.
—Vas a hacer que te tire si sigues moviéndote así. —Le expliqué para que tuviera cuidado.
—Corre, Aike.
—Nos vamos a caer. —Me negué.
—Corre, corre, corre. —Comenzó a echar porras.
—¡Nath, ya deja de moverte tanto, sí pesas! —Me aferré a sus piernas para no dejarlo caer.
El piso de la calle era resbaloso por las noches, dejaba ver las luces de los edificios alrededor. Era curioso, reinábamos la noche al iluminarla tanto. El loco sobre mis hombros parecía disfrutar eso con ganas.
—¡CORRE, CORRE, CORRE!
Comencé a correr y a gritar por la calle, haciéndolo trastabillar sobre mis hombros mientras se reía y ambos apuntábamos al frente. Parecíamos dos locos a toda velocidad de una forma peligrosa sobre la banqueta. Los extraños se apartaban de inmediato del susto.
—¡SE SIENTE COMO VENIR EN MOTO! —Gritó Nath, alzando sus brazos para sentir el aire golpearlo—. ¡Debería comprar una!
—¡Sí, yo también quiero una! —Le respondí, acelerando el paso.
Pisé un charco, doblando mi tobillo mientras la cabeza de Nath se venía al frente hasta golpearse con la acera y azotar sus piernas contra mi espalda. Ambos como muñecos aplastados en el suelo, mi pierna izquierda rota y su mano derecha torcida.
Lloramos por varios minutos, esperando una ambulancia.
Les prometo que estamos intentando mantenernos con vida.
• • •
Faded Song se ha terminado. Final abierto, no. Cerrado, tampoco lo sé. La vida no se cierra hasta que te mueres, GAHAHAHA.
Tengo mucho que decir pero lo dejaré para mi nota final. ¡Deseo de todo corazón que me esperen para agradecerles todo esto y hablar una última vez sobre Faded Song! <3
~MMIvens.
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